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martes, 26 de abril de 2022

LA GANADERÍA FAMILIAR, NADANDO A CONTRACORRIENTE

 Volvemos a la labor divulgativa sobre las cositas de ganadería con otro concepto importante, que también puede aplicarse perfectamente a la agricultura. Se trata de la ganadería familiar.
 

Todo esto viene a cuento del jaleo que se montó hace tiempo tras las declaraciones del ministro de consumo en las que enfrentaba a las macrogranjas y la ganadería industrial con la "ganadería extensiva, familiar y ecológica".

De las macrogranjas quiero ocuparme en una próxima entrada. Ahora voy a intentar explicar qué es eso de la ganadería familiar. Da igual que sea extensiva, intensiva, ecológica, convencional, grande o pequeña: hablamos de ganadería familiar cuando una explotación puede proporcionar por sí sola los recursos suficientes para mantener una familia en condiciones aceptables. 




 

En otras palabras, que una ganadería sea familiar no significa que obligatoriamente tenga que ser además extensiva, ecológica o ambas cosas a la vez. Hablamos de una empresa, de un miembro que cotiza al SETA o en el mejor de los casos una pyme. Que da trabajo, y por tanto sueldo, a uno o varios familiares y, si el tamaño o el volumen de negocio lo permite, a una o mas personas como asalariadas.

El tipo de gestión que se lleve a cabo en una explotación no debería estar relacionado con su titularidad, al menos hasta cierto punto. No es raro que una familia viva de una granja de pollos o de una vaquería, perfectamente intensivas según los criterios que ya apuntamos en esta entrada. Pero, reconozcámoslo, sí es bastante más raro encontrar grandes empresas que lleven a cabo una ganadería extensiva y ecológica, ya sea en una sola explotación o en varias.

Se podría hablar incluso de familias que disponen de grandes superficies dedicadas desde hace años a la ganadería extensiva (se me ocurre la Casa de Alba o ganaderías de toro bravo), habría que ver la implicación de sus miembros en el devenir de la explotación y la importancia de esta en sus ingresos. Pero, a pesar de que ocupen una superficie nada desdeñable en algunas zonas del país, dudo mucho que los partidarios de la ganadería familiar estén pensando precisamente en este modelo.
 

Y tiene sentido que sea así, porque estoy convencida de que el modelo de pequeño o mediano propietario de explotaciones ganaderas es el más efectivo a la hora de fijar población en el medio rural ya que suele estar más vinculados al territorio, en parte por motivos personales pero también por sentido práctico. Dado que las labores propias de una granja requieren ser atendidas a diario (incluidos fines de semana y fiestas de guardar en granjas mínimamente intensivas) o muy a menudo, lo más razonable es que el responsable de la granja y que los trabajan en ella vivan en el mismo municipio o sus alrededores.
 

Al ser el propietario el responsable de las decisiones, posiblemente el sentido práctico o motivos personales se impongan de nuevo a la economía de escala a la hora de establecer relaciones con proveedores y clientes (compra de piensos, veterinario, venta de estiércol, mecánicos...). Estas es mucho más probable que se hagan con gente de los alrededores, lo cual contribuye a fijar población en el medio rural. Estas relaciones también pueden darse, y ser igualmente o más productivas para la economía local, cuando el productor está adscrito a una cooperativa (cosa que solo puede hacer si es propietario o arrendatario de tierras), sobre todo si esta funciona adecuadamente. 


En el sector porcino español predomina el modelo de integración, que comprende el 75% de la producción. El resto queda para las cooperativas(15%) y el ganadero independiente (10%). Fuente: Editorial Agrícola
 

En este punto voy a aprovechar para hablar aquí de un concepto relacionado, que podría verse como un híbrido entre la ganadería familiar y la "empresarial": el modelo de integración. En el intervienen una empresa con el tamaño suficiente como para abarcar todas las fases de la industria cárnica, sobre todo en pollo y cerdo (si no os viene a la cabeza alguna que otra marca, e esta entrada aparecen) y el ganadero. En este modelo la empresa integradora es la propietaria de los animales y se encarga de proporcionar todos los insumos y servicios que estos necesitan para su crianza (pienso, medicamentos, servicios veterinarios, asesoramiento,etc.) y es la que asume el riesgo relacionado con el precio de los piensos y el destino de los animales (que pasarán a otras fases de la cadena de valor también controladas por la empresa integradora). Por su parte, el ganadero integrado básicamente pone las instalaciones y cuida de los animales. A le corresponde aportar la mano de obra, gestionar los purines y asumir otros costes de funcionamiento (energía, agua, recogida de cadáveres, costes medioambientales, reparación y mantenimiento, etc.). Esta relación se concreta a través de un contrato de integración, dónde se especifican las obligaciones de cada parte y la contraprestación que corresponde al ganadero integrado (normalmente un montante por cerdo engordado o salido a matadero).Las desventajas para el ganadero es que le toca invertir en instalaciones (que cuesta amortizar) y que de alguna manera le corresponde el "trabajo sucio". A cambio, la gran ventaja es que no tiene que preocuparse de vender su producción, simplemente dedicarse a producir.
 

Volviendo a la definición del comienzo, lo ideal sería que la ganadería familiar no sólo diera para mantener a una familia sino que ofrezca un futuro laboral a los descendientes. Aquí ya entran las expectativas personales; si se trata de un buen negocio, que da para vivir razonablemente bien y en el que ves perspectivas de futuro es mas probable que haya relevo generacional. Pero, desgraciadamente, la realidad parece que va en sentido contrario.
 

La mujer tiene un papel muy importante en la ganadería familiar desde muchos puntos de vista. Y no siempre resulta fácil desempeñarlo, como cuentan en la web de la que sale esta foto

Hoy en día, la ganadería familiar se enfrenta a los mismos problemas que afectan a todo tipo de productores - altos costes y precios- pero tiene menos medios para afrontarlos. Muy a menudo, para alcanzar un límite de rentabilidad mínimo es necesario hacer inversiones (que a menudo exige la normativa para poder crecer) que no todo el mundo puede acometer y que no tienen porqué garantizar el futuro de la explotación.
 

Las posibles soluciones a esta situación pasan por buscar la manera de dejar de ser pequeños, aunque sea desde un punto de vista colectivo, haciendo más real que nunca la aquello de que "la unión hace la fuerza". Asociarse a cooperativas, con otros ganaderos o con otras entidades con las que se compartan objetivos comunes es una opción muy recomendable.  Los hay que se buscan la vida y no se conforman con el lamento. Que buscan caminos no trillados, que investigan diversas vías para comercializar sus productos o que mantienen una nutrida agenda llena de posibles contactos con los que llegar a acuerdos. Luego falta que la suerte acompañe, pero ya lo dijo Virgilio hace la pera de años: la fortuna favorece a los audaces (Audentis Fortuna iuvat).
 

La trashumancia es punto y momento de unión entre ganaderos de extensivo. Siempre viene bien una ayudita y se pueden reclutar ayudantes entre familiares, amigos y personajes varios. En la foto sale el ganado de la ganadería "Las Albaidas", que tal como nos contó su dueño pasa por el extrarradio de Córdoba en parte gracias a acuerdos con el área de medio ambiente del ayuntamiento de esta ciudad. Fuente: A.J.González. / Diario Cordoba



 

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martes, 18 de agosto de 2020

LA NORIA. DANDO VIDA AL CAMPO DESDE LA ANTIGÜEDAD

 Este verano, con la dichosa pandemia, vamos a perdernos las fiestas patronales de pueblos y ciudades, y con ellas los "cacharritos" que tanto gustan a los peques de la casa. La noria es un clásico - muy tranquilo, todo hay que decirlo- bastante más sencillo que las antiquísimas máquinas que movían molinos harineros o elevaban el agua de riego, con las que comparte nombre y aspecto.
 

Dado el importantísimo papel que han tenido las norias durante mucho tiempo en la agricultura y en algunas industrias del sector primario, vamos a dedicarle una entrada. Hoy en día constituyen reliquias, a menudo en muy malas condiciones de conservación, escondidas en nuestro paisaje rural.



¿ Qué es exactamente una noria ?
 

La noria es una máquina, es decir un objeto que nos ahorra esfuerzo a la hora de realizar un trabajo. En nuestro caso, mover agua, las ruedas de un molino, los mazos de un batán o cualquier elemento demasiado grande y pesado para ser movido por el hombre.
 

Es además una máquina compleja, ya que está formada por múltiples piezas. La principal es una gran rueda gigante de madera o hierro colocada en posición vertical, con el eje anclado, de manera al girar la rueda esta no avance. Esta gran rueda se encuentra semisumergida en un canal de agua o en un pozo, según sea el propósito de la noria y la fuente de energía que la hará funcionar. Esta rueda está provista de palas, de cangilones o ambos elementos a lo largo de su diámetro exterior, según sea la misión encomendada a la noria.

En ocasiones la rueda de una noria puede alcanzar tamaños considerables. Las norias de Hama son especialmente famosas por esta razón (poseen diámetros que van de los 10 a los 22 metros), y por el particular ruido que hacen al girar. Se trata de un grupo de 17 norias, de los siglos XII a XVI d. C. que recogían agua del río Orontes en la ciudad siria de Hama. Actualmente algunas están muy deterioradas, otras se han restaurado.

sábado, 5 de octubre de 2019

¿QUÉ HEMOS HECHO NOSOTRAS PARA MERECER ESTO?


El Cambio Climático, que ya está alcanzando el nivel de Emergencia Climática, está en boca de todos. E incluso en hocicos, a juzgar por esta sorprendente carta, con material gráfico y todo, que apareció en nuestro buzón de correo. Aquí os la reproduzco para que veáis el asunto desde otro punto de vista.

 

 


Estimados humanos de las ciudades,
 


Estamos un poco cansadas ya de ser las protagonistas de muchas noticias e informaciones sobre cambio climático y emisiones de gases de efecto invernadero. Así, sin comerlo ni beberlo, las vacas estamos en mitad de una lucha entre detractores y promotores del consumo de carne. Pero, ¿cuánta carne de ternera consumís a la semana?, ¿y de cordero?, ¿ y de pollo o de cerdo?. Por si no lleváis la cuenta, os diré que en 2018 se consumieron 62.358 toneladas de carne ovino y caprino juntos, 224.305 t. de vacuno, 575.313 t. de pollo y más de un millón de carne de cerdo, entre fresca ( 457.176 t.) y transformada ( 531.547t). Esto en España, en el resto de Europa y del mundo la cosa cambia.

En esta imagen se puede comprobar cómo ganadería es algo más que vacas. Fuente: FAO.

Creemos que es injusto que seamos nosotras las que cargamos siempre con el sambenito del impacto en el cambio climático. Vale que es cierto que eructamos metano, no es nuestra culpa haber nacido rumiantes, y que a día de hoy no se haya inventado ningún filtro que atrape a este peliagudo gas y ya de paso nos mejore el aliento. Pero vamos a poner un poco las cosas en contexto y veréis como la "culpa" hay que repartirla un poquito más.
 

Fuentes emisoras de GEI. AFOLU son las siglas en inglés para el sector "agro". Fuente. Miteco
 
En el quinto informe de evaluación del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climáticoel IPCC, un grupo de sabelotodos que se ha dedicado a recopilar toda la información disponible sobre el tema - el sector primario o "agro" (agricultura, silvicultura y otros usos del suelo ) es responsable de algo menos de una cuarta parte de las emisiones antropogénicas de Gases de Efecto invernadero (GEI). Estas emisiones se deben principalmente a la deforestación y la liberación de estos gases por parte del ganado y un uso inadecuado del suelo y los abonos y la quema de biomasa (bosques, pastos o restos de cosechas). Las distintas instituciones (IPCC, FAO, EPA entre otras) calculan que la contribución del ganado, así en general, a las emisiones de GEI a nivel mundial representan entre el 7 y el 18 % (según el enfoque utilizado para la cuantificación y el tipo de emisiones estudiadas). Pongámonos en la cifra mayor, que a su vez se tiene que repartir en los gases emitidos por la fermentación del rumen, los que libera el estiércol, los debidos a la producción de pienso y a los cambios en los usos del suelo. 

Me pasa esto mi amiga Margarita, una vaca frisona muy despierta. Resulta que una marca de bebidas vegetales quiere promocionar su producto a base de avena como alternativa a la leche, y utiliza esto del cambio climático como excusa. Lo gracioso del asunto es que contiene ingredientes de lugares más bien alejados entre sí...considerando que el transporte, a nivel global, aporta en torno a un 15% a las emisiones de GEI pues que queréis que os diga, como mínimo estamos igualados.

Vale que la fermentación entérica es prácticamente cosa nuestra y de nuestras primas rumiantes, las cabras y ovejas, ya que en uno de nuestros estómagos tenemos un reactor biológico llenito de bacterias que nos permite aprovechar recursos vegetales vosotros no podéis utilizar como alimento. Al menos, yo no he visto a ningún humano comerse un plato de paja o heno sin rechistar, lo más parecido, el kale. El problema es que esas bacterias, al alimentarse de vegetales ricos en celulosa, pues por cosas de la bioquímica además de nutrientes, también producen metano. Metano que tenemos que liberar mediante discretos eructos y, reconozcámoslo, en cantidades importantes (representa nada menos que el 30% de las emisiones de GEI). Vale que dos tercios de ese metano es responsabilidad vacuna (es lo que tiene ser grande y tener un rumen de unos 100-150 litros de capacidad), pero dejadme recordaros que no somos las únicas especies ganaderas que necesitan ser alimentadas y que producen estiércol (por cierto, el de los cerdos es particularmente complicado de manejar).
 

¿Sabías que según los datos de 2016 del Inventario Español de Emisiones, la agricultura es responsable directa del 11 % de las emisiones de GEI, del cual más de la mitad (un 6 % del total) corresponde a la cría de animales y la gestión de sus deyecciones?
 

Dado que nuestra contribución es importante, no vamos a negar que disminuir parte del metano que emitimos ayudaría y mucho a llegar a los objetivos de emisión que se marcan los países. La buena noticia es que ya se está intentando, y en cierta manera consiguiendo, paradójicamente gracias a la ganadería intensiva, al aumentar el uso de concentrados, es decir pienso basado en cereales, el uso de urea, de probióticos o incluso seleccionando a las bacterias más eficientes. Así que si alguna vez escucháis que una vaca u oveja en extensivo contamina más que una en intensivo...pues lo mismo a más de uno le rompe un mito, pero es cierto. Y es que no es lo mismo una dieta a base de hierba (especialmente si está seca), y brotes que otra de pienso, maíz ensilado y alfalfa. La primera contiene proporcionalmente más celulosa, lo que favorecerá a determinadas bacterias y que estas, por cosas de la bioquímica, produzcan más metano y menos ácidos grasos volátiles que son las moleculillas que realmente nos alimentan.
 

¿ Sabías que un rumiante pierde entre un 2 y 12% de la energía que consume debido al proceso de fermentación que tiene lugar en su rumen?
 

¿Eso quiere decir que habría que quitar todas las vacas de los prados y montes porque contaminan más? Noooooo, de ninguna manera, ya que las vacas (y ovejas y cabras) que vivimos en extensivo contribuimos de otra manera a prevenir y mitigar la acumulación de GEI. Se habla mucho de bosques cuando hablamos de cambio climático, pero olvidamos que los pastos, con esa hierbas que continuamente dejamos al ras, también juegan un papel importante en el secuestro de dióxido de carbono. Eso por no hablar de nuestro importantísimo papel en la prevención de incendios, que si se tomara más en serio evitaría generar una barbaridad de GEI y mantendría a los bosques funcionando.
 

¿Sabías que se ha estimado que los pastos contienen a nivel global 343.000 millones de toneladas de carbono, casi un 50% de lo almacenado en los bosques?
 

Además, las vacas, ovejas y cabras que nos criamos en extensivo ayudamos a conservar no solo la biodiversidad y los paisajes - si, esa bucólica imagen de los verdes prados de montaña no sería igual si no existiéramos - y somos un sustento importante para la población rural. Sin ganaderos y pastores, que cuidan de nosotras y nos llevan de un prado a otro para que los aprovechemos en su mejor momento, nada sería lo mismo. Eso sin olvidar que, en muchas partes del mundo somos casi la única opción posible de tener alimento y cierto patrimonio, ya se sabe "quien tiene una cabra, tiene un tesoro". Cuando se pierde ese medio de vida - y creedme que está en peligro, entre otras cosas por el propio cambio climático - a nuestros humanos no le queda más remedio que irse a la ciudad. Yo no estado nunca en una, pero por lo que cuentan, no deben ser muy sostenibles.
 


El ganado y los ganaderos, con su trabajo y saber hacer, han modelado el paisaje.

 

Últimamente se habla mucho acerca de si los humanos de por aquí coméis mucha carne. Prefiero no hablar de ello porque, aunque asumo que es mi destino y el de mi descendencia, imaginarme convertida en chuletas no me resulta precisamente agradable la verdad. Ese tema se lo dejo a nutricionistas, que os asesoren, yo con esta carta simplemente he intentado daros mi visión, para que tengáis una imagen más completa antes de formaros vuestra propia opinión sobre tan peliagudo asunto.

 

Un afectuoso saludo de ES 09 07 0285 6925 (Lucera para los amigos)
 


Otras entradas que te podrían interesar:
 

No es del blog, pero ESTA ENTRADA resulta muy recomendable y aporta más información sobre el tema.

Desde la Cátedra de Agroecología de la Universidad de Vic han hecho un resumen estupendo de todo lo que aporta la ganadería extensiva.

Para entender mejor como funcionamos los rumiantes te recomiendo que leas esta entrada: LOS CUATRO ESTÓMAGOS DE LA VACA
 

Y para complementar, también puedes leerte estas entradas:
FRENTE A LOS INCENDIOS, GANADO
AGRICULTURA Y CAMBIO CLIMÁTICO, A ESPABILAR TOCA

viernes, 8 de marzo de 2019

CHAVALES, CALENTAD EN BANDA, QUE ENTRÁIS A JUGAR

Las distintas formaciones comienzan a hacer sus cábalas para lograr los escaños correspondientes a las provincias tradicionalmente olvidadas, planeando intensas jornadas de confraternización con los lugareños; imposible no acordarse de la película “El disputado voto del señor Cayo”, adaptación de la novela de Miguel Delibes. Los tiempos han cambiado mucho, y las formas también, pero la despoblación en el medio rural sigue estando ahí.



¿Qué foto poner que sea de campo, bonita y que transmita algo de optimismo?. Esta de Adoración Luna, sin dudarlo.



Houston, tenemos un problema (desde hace tiempo ya).

Aunque desde hace unos años el tema de la despoblación rural ha entrado en la agenda política, todavía no se ha pasado de los discursos a las medidas concretas, a pesar del tremendo problema que supone este desequilibrio demográfico para la sociedad en su conjunto.



 El gráfico que representa la distribución de las distintas franjas de edad de una población, la "pirámide poblacional" que nos enseñaban en el instituto, ha cambiado de forma. Actualmente, para España en su conjunto ha pasado a ser una "punta de lanza poblacional", pero en el mundo rural lo que tenemos es una especie de “jarrón poblacional”:  base tirando a estrecha, un pie que va ensanchándose conforme aumenta la edad, alcanzando su mayor anchura en la franja de edad de los 40-60 años. A partir de ahí va reduciendo, pero poco. Conclusión: la mayor parte de la población en el mundo rural lleva tiempo peinando canas. Fuente.
   

Agricultura y medio rural

Como las personas, si nos dejan, tenemos la manía de cumplir años, en una década se estima que 6 de cada 10 profesionales del campo entrarán en la edad de jubilación. Ese jarrón irá convirtiéndose inexorablemente en una pirámide invertida, que se desplomará si no se toman medidas ya.

Esta foto de un antiguo molino es una buena metáfora. Tomada del blog "Paisajes del agua", muy recomendable. Podéis empezar por esta entrada, por ejemplo.
  
En nuestro país, menos del 5% de los agricultores son jóvenes (menores de 40 años, que es el límite actual), y estos poseen solo el 8% por ciento de la tierra. En el conjunto de la UE, los jóvenes poseen en torno al 11%, que tampoco es para tirar cohetes.

El campo español necesitará incorporar 20.000 nuevos agricultores cada año para garantizar el relevo generacional. Actualmente, según datos de las CCAA, sólo demandan incorporarse como agricultores o ganaderos unas 8.500 personas. Es decir, un 40% menos del objetivo previsto por los planes estatales.

Pero los jóvenes - salvo los muy convencidos, que son pocos - siguen abandonando el medio rural, y tienen sus razones para hacerlo. El sector agrario afronta una serie de dificultades (costes de producción y precios percibidos, falta de políticas agrarias, competencia internacional desleal, regulación y burocracia excesiva... entre muchas otras ) que pueden desalentar a más de uno a dedicarse profesionalmente a una profesión llena de incertidumbres. Eso sin contar con que la financiación necesaria para instalarse o para modernizar instalaciones es difícil de conseguir; y si el joven en cuestión es un recién llegado al campo y tiene que empezar de cero, conseguir el dinero necesario es prácticamente imposible.

La formación especializada - tanto el acceso a esta como a los jóvenes ya formados - también es un problema importante. Lo que no tengo claro es hasta qué punto es causa o consecuencia; si no existen suficientes centros que ofrezcan formación de calidad o no hay suficientes jóvenes que quieran cursar estos estudios (en esta tabla se ve que ser arquitecto, teleco o informático mola más que ser ingeniero agrónomo, de montes o de minas).


En parte creo que es una cuestión de imagen, más bien de autoimagen y de autoestima, de la propia gente del medio rural que durante demasiado tiempo ha llevado e interiorizado, el sambenito de paleto, basto, ignorante, etc.




Así de bien y de claro se expresó María Sánchez en el acto de inauguración de la campaña "Somos nuestra tierra" impulsada por las juventudes agrarias de COAG. María, veterinaria y escritora, junto con Mari Ángeles Rosado, agricultora que saltó a la fama por un afortunado tuit, Julio Pinto ganadero conocido por su faceta de concursante en el programa "Boom" de Antena3 TV y Pedro Gomariz, joven agricultor e “influencer” agrario en el campo murciano, acudieron como representantes de un mundo rural muy vivo y con muchas cosas que contar.


Julio Pinto también tenía las ideas muy claras. Una pena descubrirle solo un mes antes de su fallecimiento.

 
Una enorme brecha de oportunidades






Estos representantes hablaron en primera persona sobre el tercer problema que se encuentran los jóvenes cuando deciden quedarse a vivir en el medio rural : no se puede poder llevar una vida normal.

Vale que el medio rural tiene sus ventajas, a las que uno se acostumbra hasta el punto de sentirse incómodo en la ciudad: el aire puro, un cielo lleno de estrellas, la cercanía de la naturaleza, la libertad para salir a jugar de los más pequeños, unas relaciones sociales más humanas, la mayor calidad de ciertos alimentos e incluso el orgullo de mantener el entorno y de pertenencia a un entorno y una cultura. El problema es que, a pesar de pagar impuestos como el resto de españoles, la gente que vive en pueblos pequeños no tiene, ni de lejos, acceso a los mismos servicios que los que viven en ciudades o pueblos más o menos grandes.

Porque además de trabajar en el campo (o en el pueblo, que no todo va a ser agricultura o ganadería), la gente tiene que poder y querer quedarse a vivir en el.  No piden centros sanitarios, institutos o centros comerciales en cada municipio, o autovías que los conecten; simplemente disponer de servicios adecuados a nivel comarcal. Estaréis de acuerdo en que no es mucho pedir cosas como estas :

Que a sus hijos les atienda un pediatra, y no un médico de familia con el ojo clínico entrenado en personas mayores. No mantener dos comarcas enteras sin pediatra.

Que unas muchachas de 1º y 2º de la ESO no tengan que levantarse a las cinco de la mañana para ir al instituto.

Una conexión a Internet con calidad suficiente como para que no les lleve 15 días actualizar Windows o tres días hacer la PAC.

Y es que algo tan tonto como hacer un trámite on-line con la administración (algo cada vez más generalizado), ver una película en una plataforma digital o simplemente hablar por el móvil sin necesidad de darse paseos buscando cobertura, puede ser misión imposible en un pueblo olvidado por los proveedores de servicios telefónicos. En esas condiciones, hablar de digitalización de las explotaciones o de big data agrícola, se me hace casi de ciencia ficción.




Hablando de falta de servicios, tenía guardada esta noticia con su imagen correspondiente. Y digo yo, lo de comprar por Internet desde un pueblo de 100 personas, ¿cómo va?.

 

Mujeres jóvenes que quieren ser agricultoras y ganaderas

Yo soy poco de utilizar el lenguaje "inclusivo" que se lleva ahora, pero voy a hacer una excepción. Se habla de atraer jóvenes, pero no podemos olvidarnos que el 50% son "jóvenas". Jóvenas que puede que quieran ser agricultoras o ganaderas profesionales, socias en la cooperativa y que su voz se oiga más allá de las comisiones de educación, sanidad o festejos - sólo un 24% de los socios de las cooperativas son mujeres y sólo un 4% llega a los consejos rectores -. En este sentido, en el acto también se reclamaron más medios e interés para aplicar la Ley de Titularidad Compartida, de la que en 8 años sólo ha conseguido que 300 mujeres en toda España soliciten la cotitularidad.  

 
Una enorme brecha entre el campo y la ciudad

Otra reclamación importante que me encantó escuchar: la figura del campesino protegido, deberían crearla cuanto antes.

Nuestro país presume de tener un porcentaje importantísimo de territorio protegido, entre Parques Nacionales, Naturales, ZEPAS, LICs, Reservas de la Biosfera....- pero nadie se preocupa de proteger a un elemento muchísimas veces clave en la historia y devenir de esos espacios: sus habitantes.

Las personas que viven del trabajo que realizan sobre esas mismas tierras y que contribuyen en muchas ocasiones a su conservación, muy a menudo perciben que otras personas toman decisiones que les afectan desde un despacho en una ciudad, sin pisar el campo ni dignarse a escucharles. Ven así como aumenta la burocracia y las restricciones a su actividad simplemente por estar dentro de los límites de un espacio protegido, pero sin ninguna contraprestación o siquiera un gesto de reconocimiento. Estos campesinos no son linces, ni osos, ni águilas imperiales, pero también están en peligro de extinción. 

Fotograma de la pieza "El pacto" dirigida porTom Fernandez. Si tienes Facebook puedes verla en este enlace. Es triste y bonita a la vez.


Como era de esperar, en el acto también se habló de la brecha cada vez mayor que existe entre las ciudades y el campo.  Ambos mundos, aunque físicamente cerca, se sienten tan lejos que hasta la imagen del otro acaba siendo borrosa, distorsionada o directamente ridiculizada. De hecho últimamente ciertos sectores vinculados al medio rural no se cortan en criticar muy abiertamente (por no decir insultar) al sector opuesto de los urbano-ecologistas-animalistas, cavando entre ambos una brecha más profunda aún. Claro que estos últimos (los animalistas especialmente) muestran un desconocimiento tan pasmoso de cosas básicas que no ayuda lo más mínimo, valgan como ejemplos esta noticia de la cabra recién parida o la pretensión de que los ganaderos del Valle de los Pedroches pasen a ser agricultores, así, por las buenas.



Objetivos compartidos

La campaña "Somos nuestra tierra", tiene un doble objetivo, facilitar la incorporación de jóvenes al sector agrario y mejorar la imagen social de la agricultura como profesión. Con respecto al primero, de momento poco podemos hacer, pero desde el Proyecto Conocer la Agricultura compartimos el segundo objetivo al 100%.

Por esta razón he querido compartir todas las reflexiones e ideas que escuché y que me llamaron la atención en el acto de inauguración de esta campaña. Reflexiones y pensamientos de personas orgullosas del trabajo que realizan pero que reclaman reconocimiento y sobre todo unas condiciones de vida dignas. Personas sobradamente preparadas para hacer un "juego bonito" que entusiasme a todos los que ven el medio rural desde la grada.




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sábado, 11 de agosto de 2018

RATONES DE CAMPO Y RATONES DE CIUDAD

Estamos en pleno verano, estación que para muchos significa vacaciones y a  menudo la posibilidad de llevar a cabo todo eso que uno lleva deseando hacer todo el año. Para los que eligen montaña en vez de playa, puede significar dar largos paseos, respirar aire fresco y puro...o reconectar con la naturaleza y el mundo rural. 

 

El problema es que la brecha que separa al mundo rural del urbano es cada vez mayor. Los habitantes de ambos lados del precipicio ven a los del otro lado de una manera distorsionada; como a través de unas gafas que llevan un filtro fabricado a partir de ideas preconcebidas, mitos y grandes dosis de desinformación.

Y cuando llegan las vacaciones, los habitantes de uno de los lados saltan al otro, lo cual en principio está muy bien porque es la mejor manera descubrir al vecino. El problema es que aunque viajan, las gafas no se las quitan y pierden la oportunidad de descubrir cómo viven realmente los habitantes "del otro lado". Y esto, aparte de ser una pena, a veces causa serios problemas.  
 
Este verano, por ejemplo, me he encontrado con tres historias de hasta qué punto puede chocar el mundo urbano con el rural cuando los habitantes del primero se comportan como si el campo fuera simplemente su "patio del recreo". Y he decidido escribir esta entrada para contarlas, con un título inspirado en una fábula de Esopo que ya en el 500 a.C reflejaba el campo y la ciudad como dos mundos enfrentados.

Festival de globos aerostáticos en Segovia. 

¿A quién no le gustaría admirar desde el cielo el paisaje agrario castellano?. En principio no habría problema, si no fuera porque aterrizan impunemente en fincas privadas, valladas con ganado en su interior; y, lo que es peor, les da por volar bajo sobre zonas de pastizales, molestando a vacas y terneros con el ruido de los quemadores. Los animales, asustados, saltan vallas y alambradas, irrumpiendo en la carreteras con el riesgo que eso supone. Imaginaros el problema que puede llegar a suponer para el propietario de los animales: arreglar los vallados rotos, abortos provocados por el estrés, o peor aún, la responsabilidad por si alguno de sus animales provocara un accidente de tráfico. No está pagado, como dicen.

Foto de Rocío Pardos, tomada de esta página.
Lo razonable sería  evitar zonas de pastizal y que tanto los despegues como los aterrizajes, se realizaran en parcelas en las que se contara con autorización para hacerlo. Pues que si quieres arroz Catalina. Según cuentan en esta noticia, la Unión de Campesinos de esa provincia lleva desde hace ya bastante tiempo pidiendo a las empresas que tomen esas  precauciones, con tan poco éxito hasta el momento que han decidido recurrir a la Subdelegada del gobierno para que tome cartas en el asunto.

Excursionistas que la lían parda

Poco a poco, la concienciación ambiental va calando en la sociedad. Tenemos la lección aprendida de qué hacer para prevenir incendios y de que hay que llevarse la basura a casa (otra cosa es que se lleve a la práctica). Sin embargo, con el auge del turismo rural, la mayor movilidad de la gente y ciertas corrientes animalistas, se empieza a detectar otro problema: la interferencia de los excursionistas en el monte con la ganadería extensiva.

Se ha llegado a tal punto que los pastores de cabras y ovejas, a través de la Organización Interprofesional Agroalimentaria del Ovino y Caprino (INTEROVIC), han elaborado el Decálogo del turista rural sostenible, para informar sobre unas sencillas pautas de comportamiento para garantizar la convivencia entre ganado, ganaderos y turistas.

Algunas podrían parecer de sentido común, especialmente para la gente que trata a diario con ganado, pero que a los urbanitas lo mismo ni se les pasa por la cabeza.

Por ejemplo, en carretera recomiendan respetar las señales de paso de ganado y reduciendo la velocidad (¿cuántos de nosotros realmente lo hacemos?). Las carreteras a veces atraviesan montes públicos o comunales y puedes encontrarte con una vaca o un rebaño; en estos casos hay que ser paciente, su ritmo es distinto, no utilizar el claxon y no bajar del coche, ya que los animales pueden asustarse y salir corriendo, con lo que supone de trabajo extra para el pastor reunir de nuevo al rebaño en campo abierto.

Cuando se pasea por el monte conviene recordar tres normas básicas
La primera norma de oro: dejar los pasos de las fincas tal y como uno se los encuentra, abiertos o cerrados, ya que el ganadero tiene un motivo para dejarlos así. 

Segunda norma: en general, no acercarse a cualquier animal suelto, y esto lo añado yo, especialmente si se trata de una vaca con ternero (pueden llegar a atacar si consideran que su cría está en peligro). 


La tercera norma: cuidado con los perros. Si nos encontramos con un rebaño lo mejor es rodearlo, cuanto más lejos mejor. Y si llevamos perro, hay que atarlo inmediatamente con la correa, por dos razones: por si se nos escapa y molesta a los animales, y porque normalmente los rebaños van protegidos y guiados por perros que no dudarán en echar al intruso de malos modos. 

Y es que los problemas excursionista-perro-pastor son cada vez más frecuentes y a menudo se deben un desconocimiento tremendo de la función de los perros guías y guardianes (a veces se utilizan dos razas distintas, careas y mastines) de los rebaños.


La función del perro pastor es proteger al rebaño, normalmente del ataque de lobos, y lógicamente, para que cumpla esta función ha de estar suelto y sin bozal. Si te ladra a ti o a tu perro, lo sensato y normal es alejarse hasta que el animal considere que su rebaño no corre peligro. Sin embargo, no falta gente que, tras el susto, amenaza al pastor con denunciarle por llevar así al perro. No señores, el campo no es un parque público y tanto el pastor como su perro están trabajando, que de algo hay que vivir.
 
Otro problema tristemente cada vez más habitual, que denuncian en la comunidad de Facebook de Ganaderas en Red (GeR), es el de la gente que ve un perro suelto en zona de pastoreo y, por desinformación o por exceso de celo, se lo llevan con ellos considerando que el ganadero lo ha abandonado, e incluso llegando a denunciarle.  Al mal rato que pasa este ganadero (ganaderas en este caso) por la denuncia hay que añadir que el rebaño queda desprotegido por un tiempo, y que en caso de que el animal acabe en una protectora (que a veces ocurre) y localicen a su dueño legítimo, este tiene que desplazarse a recogerlo y pagar por el tiempo que ha estado el perro alojado en la protectora.  

Foto de un mastín trabajando. En determinados casos pueden estar solos a cargo de rebaños en zonas cercadas. Fuente: GeR - Ganaderas en Red.

Invasión de un campo de girasoles

Esta última historia ocurrió en julio y aquí podéis leer la noticia original o su versión en castellano. De todas maneras os la resumo para mostrar lo que ocurre cuando se añaden las redes sociales y una falta total de respeto.

La familia Bogles tiene una granja en Ontario (Canadá) en la que cultivan girasol, maíz, mijo, avena y cebada. Para sacarse un dinero extra, hace tres años decidieron abrir su granja a los fotógrafos que acudían a retratar los campos de girasoles. Hasta ese momento habían tenido unos pocos cientos de visitantes. Este año abrieron la granja el 20 de julio, acondicionando uno de los campos como aparcamiento y contratando gente que les ayudara a guiar y controlar a los visitantes. Por cada adulto cobraban 7.50 dólares.

La primera semana las visitas transcurrieron normalmente, llegando apenas a un tercio de la capacidad de acogida. Pero el sábado siguiente la cosa se desmadró. Varias fotos subidas a Instagram de gente posando entre miles de girasoles se hicieron virales y desencadenaron la tormenta perfecta; de repente, medio Ontario quería inmortalizarse entre estas vistosas flores. Más idílico y rural imposible.

Fuente. The globe and mail.

Venía gente de todos los lados, las autopistas y carreteras comenzaron a congestionarse a las seis de la mañana, la gente comenzó a aparcar a un kilómetro de distancia, y entraron en los campos sembrados con sus palos de selfie e ignorando las indicaciones de los trabajadores de la granja y las señales de "no pasar" colocadas por todos lados, y lógicamente la inmensa mayoría sin pagar un céntimo. 

Al día siguiente, los dueños de la granja pasaron el día carretera arriba y abajo pidiéndole a los visitantes que se fueran, a lo que algunos contestaron que "les había arruinado las vacaciones". 

El girasol es un cultivo bastante frágil, si las hojas inferiores resultan dañadas la planta es menos resistentes a la sequía y las enfermedades. Hasta septiembre u octubre no conocerá la familia Bogles el alcance de los daños que causó la horda de fotógrafos en sus campos. Un agricultor del área de Winnipeg sin embargo comentó que cerca de 2.000 personas se presentaron en uno de sus campos, derribando las flores en busca de la foto perfecta.


Esta historia es más antigua, pero tenía que ponerla. Circula en Internet un video de un granjero croata que, harto de que los coches aparcaran en su campo de cultivo todos los domingos de mercado, tras pedir claramente que no se hiciera, decidió dar a los dueños un pequeño escarmiento arando toda la zona que quedaba libre. Acabó ayudando a sacar los coches y aún hubo algún conductor que se quejó porque su coche resultó dañado. Aquí tienes el vídeo. Fuente.

En conclusión

He puesto tres historias que me han llegado prácticamente a la vez, y que en general muestran esa actitud del urbanita de considerar que el campo no tiene dueño, que tiene todo el derecho del mundo de ir a donde le plazca, y que los caminos están hechos para que el (o ella, o sus perros o sus críos) paseen, corran o monten en bici tranquilamente, sin que vehículos de campo y rebaños se crucen en su camino, levantando polvo o dejando olorcillo a chotuno a su alrededor. 

Todos sabemos cómo está afectando el turismo a las ciudades, pero normalmente el turista medio sabe cómo comportarse y los lugares donde acude, mal que bien, están adaptados a las aglomeraciones. Pero jamás verás a un turista "de pueblo" pasear por los pasillos de una oficina o un hospital o meterse en la cocina de un restaurante e increpar al responsable por el aspecto de las lechugas, por ejemplo. 

Pues bien, el campo y la montaña son el lugar de trabajo de mucha gente en el medio rural. En algunos casos los terrenos serán de su propiedad y otras veces serán compartidos, pero ellos llevan toda la vida ahí, harán las cosas mejor o peor, pero tendrán sus motivos para hacerlas y no creo que alguien que está de paso sea la persona más indicada para juzgarles. 

Dicho esto, también es verdad que a menudo desde el mundo rural se trata al urbanita y en particular a algunas variantes (ecologista, animalista, etc) con condescendencia e incluso desprecio, lo cual también me parece un error. Hay mucha buena gente que hace turismo por conocer lugares nuevos, a sus gentes y su modo de vida, y si pasa ocho horas en la oficina, dos en medios de transporte y el resto metida en un bloque de pisos es normal que no tenga ni idea de cómo comportarse si se cruza con un rebaño de ovejas. Y a la que meterse en mitad de un cultivo para hacerse fotos le parezca de lo más emocionante.    

Lo ideal sería que tanto urbanitas como ruralitas se quiten esas gafas con filtro de ideas preconcebidas, estén dispuestos a escucharse mutuamente y sobre todo, se traten con respeto. ¿Será mucho pedir?.


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