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jueves, 21 de marzo de 2013

CARNE DE CONEJO PARA LA “OPERACIÓN BIKINI”

Coneja de raza neozelandesa con su prole.
Fuente: Asescu


Hace poco el Ministro de Agricultura publicaba los “Datos de Consumo alimentario en el hogar y fuera del hogar en España 2012”, según los cuales hemos disminuido el consumo de alimentos en general y hemos reducido las comidas fuera de casa. Parece que nos hemos reencontrado con el delantal, la olla express y los tupper.


Parece que vuelven los guisos de antes, o eso hace pensar el hecho de que se compren más zanahorias, patatas, cebollas, arroz, pastas y legumbres. ¡Qué casualidad!, justo lo que llevaban aconsejando médicos y nutricionistas desde hace siglos, y justo las fuentes de energía y proteínas protagonistas en una época en la que nuestra economía no era tan boyante y la carne se reservaba para los días festivos.



Y hablando de guisos y de hábitos saludables voy a aprovechar para hablar de la carne de conejo : ingrediente por derecho propio de la dieta mediterránea y de los guisos de nuestros abuelos, pero casi olvidado por el público

Supongo que le pasa lo mismo que al caballo, que da cosica comérselo, quizás por cuestiones culturales, por falta de información, o de costumbre. De hecho, en España los que más carne de conejo consumen son las personas mayores residentes en poblaciones pequeñas. Precisamente los que conservan un estilo de vida menos urbano, con más tiempo y ganas de cocinar y menos remilgos a la hora de comerse una carne con mucho hueso pequeño o a un animalillo que para otros es una mascota. Suelen comprar el conejo entero o troceado para paellas, que es cuando trae cuenta. Sacar chuletillas, solomillos y otras piezas nobles en un animal tan chico (1.13 kg una vez preparado para el consumo) no cunde mucho y requiere disponer de mano de obra habilidosa. Esto supone un coste que hace a las nuevas presentaciones de conejo menos competitivas frente a las clásicas pechugas o jamoncitos de pollo que compramos casi por sistema, sobre todo los que tenemos niños chicos. Así, aunque en 2012 nos resistíamos a comer menos carne – su consumo total en el hogar, aumentó un 0,8% – han aumentado el consumo de pollo (+1,8%) y pavo (+22,7%) frente al conejo (-3.3 %). ¿Y que tienen el pavo y el pollo que no tenga el conejo?. Pues, aparte de más chicha, poca cosa, la verdad. Vamos a verlo.


Antes que nada aclarar que el conejo de monte y el doméstico, son animales muy distintos. El conejo de monte es más pequeño y su carne es más roja y fibrosa, con un sabor más acentuado, consecuencia lógica de tener que buscarse el solito sus “lentejas” por el campo. Una vez cazado, puede venderse, siempre bajo unas normas higiénico-sanitarias tan específicas que cuesta encontrarlo.



El conejo - Oryctolagus cuniculus-  es una especie originaria de la Península Ibérica que se separó en dos razas. A muy grandes rasgos el Oryctolagus cuniculus algirus se quedó como conejo silvestre y del Oryctolagus cuniculus cuniculus derivan las razas mejoradas para carne y piel. Fuente: Parques Nacionales.



Aquí vamos a hablar del conejo “de granja” criado para obtener carne. También se crían por su piel (Raza Rex) y incluso por su pelo (Raza Angora). Actualmente la mayoría de las granjas comerciales utilizan híbridos (cruces) de las razas neozelandesa y californiana, especializados en la producción de carne.



Otra raza de conejo muy utilizada es la californiana.Fuente Asescu.


Aunque todavía quedan pequeñas granjas o gente que cría sus propios conejos, esta producción ganadera se ha intensificado, aunque con retraso. Las granjas intensivas de conejo podrían verse como una mezcla de las de cerdo, ya que son mamíferos, y las de aves, por su tamaño. 

Aunque en general las hembras de las granjas intensivas se caracterizan por una alta capacidad reproductora, lo de las conejas viene ya de fábrica. Pueden estar embarazadas, preñadas o gestantes (como el lector prefiera) y dar de mamar a la vez, a los hermanos mayores, se entiende. De esta manera pueden completar ocho gestaciones en un año, con nueve gazapos por camada. Evidentemente a ese ritmo solo “aguantan” un año como mucho. Aunque reciben alimento específico para cubrir sus necesidades, el desgaste de tanto embarazo disminuye su fertilidad y dejan de ser rentables. Dura vida la de la coneja de granja intensiva.


Un nido con los gazapillos recién nacidos. Es vital que la coneja fabrique un nido bien calentito porque sus pequeñuelos no son capaces de controlar su temperatura.Fuente Asescu.

Así es el interior de una granja de conejos típica.

martes, 3 de enero de 2012

EL PORQUÉ DE ESTE BLOG




Quién no ha oído o pronunciado la típica frase “si es que los niños creen que la leche viene del tetra-brick”. O la de “si es que los tomates ya no saben a nada”.

Estos y otros tópicos se deben a que cada vez vive más gente en grandes ciudades y en ciudades-dormitorio; estas nos imponen un ritmo y un modo de vida en el que resulta fácil olvidar de dónde vienen los alimentos. También olvidamos que, de ahí fuera, viene el agua que bebemos y el aire que respiramos…pero eso es harina de otro costal, o quizás no.

Vivimos de espaldas al campo y eso no es bueno. Despreocuparnos por cómo se han producido los alimentos que comemos a diario nos hace más vulnerables como consumidores porque estamos a merced de lo que nos quieran vender (por ejemplo, entre un “pollo campero” y un “pollo de corral”… ¿con cuál te quedarías? ).

Tampoco es de recibo infravalorar a toda la gente que trabaja para darnos de comer: los agricultores y ganaderos, que ayudados por especialistas (ingenieros agrónomos o agrícolas, veterinarios, biólogos, etc.) llevan al campo los avances científicos y tecnológicos que permiten producir alimentos más seguros y, no lo olvidemos, a un coste razonable para nuestros bolsillos.

Así, para dar a conocer como son hoy en día la agricultura y la ganadería, escribí el libro “Conocer la Agricultura y la Ganadería que acaba de publicarse.

Este libro no va dirigido a los más pequeños de la casa, que saben que la leche viene de la vaca porque visitaron con el colegio una granja-escuela. Va dirigido a los mayorcitos, a los que si les hablan de granjas les viene a la mente la típica del viejo Mcdonald (o su equivalente Tío Pepito), con su vaca, su cerdo, su caballo, sus gallinitas y, en el mejor de los casos, hasta un tractor. Realmente, el libro va dirigido a cualquier persona interesada en saber de dónde vienen los alimentos que compra en la tienda y como se producen.

Este libro no es una enciclopedia, y para que su lectura sea más amena, no llego al nivel de detalle necesario para explicar porqué algunos tomates no saben a nada. Pero hay una cosa cierta: estas páginas ofrecen la información necesaria para, al menos, llegar a intuirlo o comprender las razones. Primero se da un repaso a las labores agrícolas necesarias para obtener una cosecha. Luego se muestran los instrumentos de que se dispone para proteger los cultivos frente a las amenazas más frecuentes. Por ultimo se explican cómo funcionan las granjas de las distintas especies ganaderas.

En este blog sin embargo sí podremos hablar mas a fondo de los tomates, de las distintas categorías de pollos, de lo que surja partiendo de noticias interesantes, o incluso de los temas agrícolas o ganaderos que propongáis. Con el intentaré aproximar la realidad del campo para que, como consumidores, tengamos más información acerca de la historia que rodea a los alimentos que compramos y sepamos valorarlos.

En definitiva, y para concluir, detrás del lineal de un supermercado están, por ejemplo, el campo de trigo o una granja de cerdos, y detrás de estos hay mucho más trabajo y más ciencia de la que nos imaginamos. Espero que el libro y el blog contribuyan a mostrarlo.