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lunes, 12 de marzo de 2012

MUJERES EN EL CAMPO




Las cosas han cambiado mucho desde que se hizo esta foto, pero las mujeres siguen siendo esenciales en el mundo rural. Fuente: archivo familiar

                                         
El  8 de marzo está dedicado a la mujer trabajadora, a la que muchas personas, no sé porqué, nos imaginamos de unos trentaipico años, bien trajeada, que sale pitando de la oficina para ir a recoger al niño al cole, estirando las horas del día hasta límites inverosímiles… Esta imagen ya la conocemos todos, pero ¿qué pasa con las mujeres que viven en el medio rural?. Estas han sido prácticamente invisibles en un país donde el 71 % de las explotaciones agrarias tienen a un hombre como titular.

La mujer siempre ha trabajado la tierra al lado del hombre, aunque más bien habría que decir detrás de él. Y es que, tradicional y oficialmente, todas las horas echadas por las mujeres en la explotación familiar no se consideraban como parte de un trabajo sino como “ayuda familiar”. La simple ausencia de una relación laboral normal, con su salario, su número de la Seguridad Social, sus horarios y vacaciones estipuladas…asumida por la Administración y por el resto de la sociedad (especialmente la rural) implica que a estas mujeres les cueste verse como agricultoras o ganaderas profesionales, y que no valoren su trabajo ya que simplemente “contribuyen a la economía familiar”. Eso sin contar con que al volver del campo toca encargarse de las tareas de la casa y el cuidado de niños o ancianos. En resumen, doble empleo  sin reconocimiento de ningún tipo.

Afortunadamente el pasado mes de enero entró en vigor la Ley 35/2011 de Titularidad Compartida. Esta ley atiende una reivindicación histórica de las organizaciones de mujeres rurales para que se reconozca el trabajo que realiza este colectivo en las explotaciones familiares agrarias. A partir de ahora, la titularidad puede ser compartida al 50% por ambos miembros de la pareja – lo que supone también compartir a efectos legales la representatividad en la gestión y el acceso a las ayudas al campo. La ley ofrece una nueva figura jurídica que puede suponer al Estado unas cuantas cotizantas más, a las que bonificarán con reducciones en la cuota durante 5 años. A cambio, se contempla facilitar el acceso a ayudas y a formación.

Pero todos sabemos que una cosa es lo que pone en el BOE y otra la realidad, más en los tiempos que corren que no hay un duro para nada. Por eso las organizaciones de mujeres rurales reclaman que esta ley venga acompañada de medidas que realmente incentiven la incorporación al mundo rural de las mujeres como profesionales de pleno derecho.

Una mujer en el ámbito rural que quiera trabajar - y cobrar por ello - lo tiene más difícil que en la ciudad. La industrialización y mecanización de la agricultura ha ido dejando cada vez menos hueco a las mujeres, y muchas optaron por marcharse a la ciudad a labrarse un futuro. La población rural ha ido envejeciendo y masculinizándose (al margen de alguna que otra “caravana de mujeres”), y han ido desapareciendo servicios y equipamientos infraestructuras como guarderías o residencias de ancianos que permiten conciliar la vida laboral y familiar. En el sector primario, los empleos disponibles suelen ser estacionales, para labores de recolección a mano o poco mecanizadas como recogida de fruta u hortaliza, aceituna o para la vendimia. Como curiosidad y excepción, en las granjas de cerdos se prefiere tener a mujeres en las maternidades, porque con ellas se disminuye la tasa de mortalidad de los lechones.

Cada vez hay más mujeres en el mundo del vino. Quizás nos ayude un olfato más fino y una sensibilidad especial. Fuente: webartemur.org

Así que una salida cada vez más utilizada es el autoempleo, como productoras agrarias o ganaderas o más frecuentemente como en la artesanía o la hostelería. Aquí se puede encontrar más apoyo por parte de las organizaciones de mujeres rurales, y de las administraciones locales (a menudo destinatarias del dinero de proyectos LEADER y PRODER). El “Proyecto Artemur” por ejemplo pretende ampliar el mercado de las emprendedoras rurales mediante el comercio electrónico.

Ya sea como emprendedora, como cotitular, o como trabajadora por cuenta ajena, el acceso a una formación profesional de calidad es un pilar fundamental. Y que yo sepa ahí no hay discriminación. En las últimas elecciones a Cámaras Agrarias de Cataluña, en la provincia de Barcelona tres de los cuatro sindicatos agrarios en liza tenían mujeres como cabezas de lista. Curiosamente en la provincia de Barcelona hay más centros de capacitación agraria que en todas las provincias de Castilla la Mancha juntas ¿mera casualidad? yo creo que no.

Esta entrada está dedicada a todas las mujeres rurales, a esas incansables trabajadoras en la sombra y a todas las valientes que a partir de ahora reclamen su sitio como profesionales de la agricultura o la ganadería.



Actualización (octubre de 2016): En España somos muy de hacer leyes que luego nadie cumple, en parte por la falta de voluntad de los mismos que la impulsaron. Tristemente esta Ley de Titularidad compartida es otro ejemplo más. Según este artículo, en los cinco años que lleva vigente la Ley sólo 200 mujeres se han dado de alta.En parte porque no se han hecho esfuerzos ni para darla a conocer ni para facilitar los trámites para la inscripción.

Actualización (enero 2019): en ocho años, 300 mujeres. La cosa no parece que se haya tomado muy en serio.



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jueves, 1 de marzo de 2012

VISTAS AL CAMPO DESDE PARÍS


Este fin de semana pasado tuve la oportunidad de asistir al "Salón Internacional de la Agricultura", que se celebra en la capital francesa desde el 25 de febrero al 5 de marzo. Se trata de una gran feria, que como ellos dicen, es “una gran ventana abierta a la agricultura en toda su diversidad”. El año pasado tuvo 678.732 visitantes (entre gran público y profesionales), participaron 1142 expositores y 4667 animales. Lo más parecido que conozco en España es la feria BioCultura - con sus 600 expositores y cerca de 80.000 visitantes en la edición de 2011 en Madrid - porque muestra entre otras cosas la producción agrícola y ganadera española, ecológica por supuesto, y porque está destinada a un público urbano deseoso de reencontrarse con “lo rural” o “lo natural” (lo que quiera que signifique eso). Pero ahí se acaban las semejanzas.

Aparte de las dimensiones (ocupa cinco pabellones feriales), este Salón cuenta con el apoyo de todo el sector agrario. El Ministerio de agricultura (en realidad tiene un nombre larguísimo), las asociaciones profesionales y de productores, los centros de enseñanza agraria y las empresas entre otros participantes se afanan en demostrar sus logros e iniciativas en el ámbito de la investigación, la formación agraria y los servicios al agricultor o ganadero.

En un pabellón gigantesco muchos ganaderos traen a “la crème de la crème” de sus establos, para que participen en la Competición General Agrícola. Así, desfilando delante de los ojos de sesudos jueces y del público, muestran el trabajo de selección y mejora genética que han ido realizando sus dueños.  Este concurso data nada menos que de 1870 y fue el origen de la actual feria, que comenzó como exhibición en 1964. El concurso también tiene categorías de productos regionales, lácteos y vinos. Un aspecto interesante es que, además de premiar la calidad de lo hecho en Francia, pretende dar un empujón a los jóvenes talentos en el sector agrario (futuros jueces de concursos morfológicos, alumnos de los Liceos agrícolas y jóvenes enólogos). 

Vista panorámica del pabellón de las razas ganaderas.
Los animales siempre tiran mucho.
Foto de Jesús López.

Esta feria es además un escaparate ideal que aprovechan empresas como McDonalds o Carrefour para recordar a todo el que pase por allí que la carne, las patatas, las lechugas, los quesos, el pan, etc….han sido producido por agricultores o ganaderos franceses, con unos estándares de calidad y sostenibilidad que ya quisieran otras marcas. Me gustó ver como los stands de muchas empresas y asociaciones de productores hacían participar a los visitantes con talleres, animaciones o juegos; y cómo la gente respondía.


También valoran lo nuestro.
El precio NO lleva ninguna coma.
Foto de Jesús López

Comparando lo vivido aquí con mi experiencia en ferias agrarias españolas, me queda la sensación de que en Francia la población dedicada a la agricultura está más organizada, mejor formada y es más consciente de su importancia. Quizás por eso sean más combativos y nos tiren la fruta y la verdura de los camiones de vez en cuando. Tienen, o al menos eso parece, el respaldo de los consumidores franceses, que valoran más la calidad de los alimentos, sobre todo si se han producido en su país.   

¿Seremos nosotros capaces de lograrlo algún dia?. Quizás en estos momentos, en los que muchos comienzan a replantearse nuevos modelos económicos y productivos, sea el momento de cambiar el chip y volver la vista a nuestros campos.

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martes, 10 de enero de 2012

VOLVER AL CAMPO


Llevábamos mucho tiempo escuchando cómo los pueblos iban poco a poco perdiendo habitantes debido al éxodo rural. De vez en cuando salía alguna historia de gente, con o sin familia “en el pueblo”, que quería cambiar su estilo de vida y cambiarlo por uno más tranquilo y saludable. Románticos siempre ha habido, pero lo de ahora es muy distinto.

Según los últimos datos del INE el paro supera ya el 21% de la población activa, y comienza a plantearse la posibilidad de volver al campo, no ya para tener una mejor calidad de vida sino, simplemente, para poder vivir.

Pero, ¿quiénes son los que vuelven? Ignoro si existen perfiles sociológicos, a mí se me ocurren tres. Los pueden recurrir a la familia o a las tierras que tenían casi abandonadas lo tienen algo más fácil. A los que tienen la formación superior pero les falta la práctica, ingenieros o veterinarios recién licenciados por ejemplo, les puede venir bien este empujón, aunque necesitan que se les reclame desde el medio rural.

A los que les faltan estos apoyos y tienen poca idea de lo que es producir alimentos lo tendrán más difícil. Resulta muy gratificante alimentarse de lo que uno mismo ha cultivado, pero hoy en día no se puede ser autosuficiente con una parcelita de tierra. Para vivir del campo hay que producir y vender algo, y hacerlo más o menos a lo grande, porque un agricultor o ganadero es también un empresario.

Y para ello tiene que hacer una fuerte inversión inicial que, además, va a tardar en dar sus frutos: hay que comprar bastante terreno, un tractor y dos o tres aperos, construir naves, comprar semillas o animales, pagar el pienso, la iguala del veterinario… La agricultura ecológica y las producciones de calidad surgen como nuevas oportunidades gracias a su buena imagen. Pero los gastos son más o menos los mismos, la normativa más exigente y el mercado complicado (sobre todo en tiempos de crisis).

Quizás sea mejor comenzar arremangándose la camisa, guardar los anillos y empezar como peón y aprender, hasta que un refrán como “Cuando no llueve en febrero, no hay buen prado ni buen centeno”  tenga algún sentido. De todas maneras el libro “Conocer la agricultura y la ganadería”, seguro que orientará a los que sigan con la idea de meterse en este mundo agropecuario.

Conste que no quiero desanimar a nadie a volver al campo, antes al contrario, estoy convencida de que si estuviéramos mejor repartidos entre el campo y la ciudad, seríamos mucho más sostenibles. Pero eso es otra historia. Lo bueno es que las nuevas generaciones que vuelvan aportarán nuevas ideas, tendrán la tecnología y el trabajo en equipo como herramientas indispensables y aportarán nuevas maneras de de organizarse y de vender todo lo que les habrá costado tanto producir.  Así, cuando lo consigan irán creando más puestos de trabajo en el mundo rural, que no todo es agricultura.


Actualización (20/10/2014). No puedo dejar de compartir este interesante artículo que cuenta aspectos prácticos de irse al campo que uno descubre cuando ya está "sobre el terreno".



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