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martes, 8 de febrero de 2022

ABECEAGRARIO: CARGA GANADERA Y UGM

En esta entrada del abeceagrario vamos a hablar de dos conceptos por el precio de uno, que no se diga que somos generosos. Pero es que están tan relacionados que tienen que ir juntos, "como uña y mugre".
 

La carga ganadera es un concepto muy importante en ganadería ya que nos indica la cantidad de animales que debe haber en un espacio determinado.
 

Porque si, aunque nos pudiera parecer que un prado verde de apenas una hectárea podría dar de comer a dos vacas y/o un caballo y/o tres ovejas y/o dos cerdos... pues las cosas en la realidad son más complejas. Las plantas que crecen en un prado tienen una capacidad limitada de crecer si son cortadas y pisoteadas una y otra vez, por no hablar de la climatología de la zona y de lo que come cada animal.
 

Así, la carga ganadera es la cantidad de ganado que puede alimentarse de un pasto. Normalmente se refiere a una superficie y a un periodo de tiempo determinado.
 

¿Hierba fresca todo el año?

 
En primer lugar hay que tener en cuenta que la capacidad de un terreno para proporcionar alimento depende de muchos factores naturales: el clima, el relieve, el tipo de suelo y de vegetación. Por si fuera poco, el clima y su influencia en la cantidad de material vegetal disponible cambian a lo largo del año, al menos en nuestro clima mediterráneo. Para saber la cantidad de alimento disponible para los animales existen métodos directos que dan resultados muy precisos pero cuesta mucho realizarlos y métodos indirectos que estiman de la producción de pastos en base a una serie de parámetros o variables (temperatura, precipitación, evapotranspiración, etc., cobertura o altura de la vegetación, etc.) que influyen en la producción forrajera y que posteriormente se incorporan a modelos matemáticos. Estos últimos son más operativos, no se alejan mucho de las estimaciones obtenidas mediante métodos directos, y lo más importante, tienen con un coste relativamente bajo. 

 

Una vez conocemos lo que las plantas de nuestros pastos son capaces de ofrecer conviene estudiar las necesidades de los animales que vamos a meter. Porque estaréis de acuerdo que no es lo mismo meter una oveja que una vaca, una gallina que un caballo porque requieren distinta cantidad de alimento, aprovechan distintas fuentes e incluso tienen un efecto distinto en la vegetación según su manera de comer la vegetación.

 

La vaca usa su lengua para agarrar un manojo de pasto y luego arrancarlo con los dientes, por tanto tiende a pastar más indiscriminadamente.


 

Sin embargo, su boca más pequeña y su labios móviles permiten a las ovejas pastar más selectivamente y a mayor profundidad que las vacas. Un equipo de varias ovejas es capaz de mantenerte a raya el prado para que puedas jugar al fútbol.


Aunque las cabras son selectivas con lo que comen, no le hacen ascos a las partes más altas (espigas) y fibrosas (tallos y ramillas) de las plantas. La de esta foto se lo ha tomado de manera literal.

 

¿Qué significa UGM?
 

Para solucionar este problema se desarrolló el concepto de Unidades de Ganado Mayor (UGM) como unidad de referencia. Una UGM equivale a una vaca o un caballo adultos y el resto de animales se comparan con estos mediante un coeficiente. Puedes verlos en esta tabla.

Por ejemplo, una cerda con lechones de hasta 6 kg. son 0,25 UGM, o lo que es lo mismo un cuarto de vaca. Fuente: Keith Weller, USDA Agricultural Research Service, Bugwood.org


Una gallina ponedora equivale a 0,005 UGM. Aunque quizás sea más fácil verlo así: 200 gallinas ponedoras equivalen a una vaca. Fuente: Shutterstock

 

Así puede decir que las UGM constituyen una forma indirecta pero más ajustada de expresar el tamaño de la granja: hablar de una granja de 5.000, 10.000 o 20.000 cabezas no nos da una idea exacta de su tamaño, porque no es lo mismo en absoluto que esas cabezas sean de vacas lecheras o de gallinas ponedoras.
 

Las UGM permiten estimar de una manera más amplia el impacto de cada animal en su entorno. No sólo la cantidad de agua y comida que consume sino los excrementos que genera. Por esta razón la normativa recurre a este concepto para fijar un máximo número de animales que se pueden tener en una explotación en función del terreno disponible: ya sea por la capacidad de este para alimentar a dichos animales de manera extensiva o para asimilar como abono los purines o estiércol generados por animales alojados en granjas intensivas cercanas.
 

Otro concepto relacionado que utiliza la administración es el Coeficiente de Admisibilidad de Pastos. No es un método indirecto para conocer la capacidad de la vegetación para dar de comer a un rebaño, pero suele ser muy importante para los ganaderos ya que se utiliza para calcular las ayudas de la PAC.


En función de la información que aportan las imágenes del SIGPAC (pendiente y actividad de la vegetación principalmente) obtenidas por teledetección (por satélites, vamos) se aplica este coeficiente para calcular lo que se considera como superficie pastable admisible sujeta a recibir ayudas de la UE. Fuente.

 

Hasta 2018 daba grandes quebraderos de cabeza, ya que por ejemplo la UE no admitía que las dehesas - superficies que combinan arbolado y pasto - fueran aprovechables por el ganado, por lo que sólo se recibía ayuda por la superficie declarada que no tuviera árboles o arbustos. Afortunadamente se pudo convencer a los socios europeos de que en nuestro clima mediterráneo la manera de aprovechar la vegetación por fuerza es distinta a lo que hacen en el norte de Europa.


¿A que ahora no parece tan fácil eso de hacerse ganadero y poner cuatro vaquitas en un prado, que ya se apañarán ellas como sea?.
 

 

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lunes, 5 de octubre de 2020

OCHO RAZONES PARA COMER LENTEJAS

O las tomas o las dejas, dice la conocida expresión. Que aquí no obligamos a nadie, pero sí voy a dejar unos cuantos datos curiosos o ideas para convenceros de que comprar y consumir legumbres en general es positivo desde muchos puntos de vista. Y como recientemente he asistido a una interesante charla online ofrecida por la IGP Lenteja Tierra de Campos, obviamente utilizaré a esta pequeña maravilla castellana como ejemplo.
 

1. ¿Tienes mucha hambre? ¿o simplemente mucho apetito? 

 

Da lo mismo, un plato de legumbres es la opción perfecta, ya que cada una de esas minúsculas porciones de alimento contiene hidratos de carbono, proteínas en una proporción considerable (alrededor del 20%), minerales y vitaminas del grupo B.  Alimentan y sacian, ¿qué más se puede pedir?.
No en vano Esaú, muerto de hambre y agotado, vendió la primogenitura a su hermano Jacob por un plato unas supuestas lentejas, según cuenta la Biblia. Y sin ninguna duda eran lentejas las "píldoras de Negrín" o “píldoras de la resistencia”, bautizadas así por ser el alimento básico que permitió la supervivencia a muchos madrileños durante el asedio a su ciudad en la Guerra Civil.

 

Foto tomada de aquí  

 

2. ¿Tienes invitados a la mesa y ni la más remota idea de lo que pueden (o no) comer? 

 

Las legumbres son el único grupo de alimentos apto para casi todos los colectivos; ninguna religión las prohíbe y no tienen gluten. Un plato comodín para menús de colectividades e ideal cuando tienes a una representación de la ONU a comer en casa. Las legumbres en general apenas tienen grasa, salvo soja y cacahuetes, y la que tienen es saludable por tanto  son aptas también para aquellos comensales siempre a dieta. Lógicamente, cambiando el acompañamiento cárnico por algo más vegetal. La única pega es que, entre las legumbres la lenteja es la que causa más alergias, sobre todo en niños.

¿ Sabías que es mucho más frecuente la alergia a las legumbres en los países del área mediterránea, extremo oriente y la India que en los países anglosajones? En estos últimos su consumo se limita al cacahuete y la soja mientras que en nuestro ámbito se consume más variedad y con mayor frecuencia. Además es frecuente tener alergia a más de una legumbre.

 

 

3. ¿Según tu último análisis estás vivo de milagro? 

 

Es el momento de pasarte a las legumbres, aunque sea poco a poco, pero hazlo. Su consumo regular ofrece beneficios para la salud y ayuda a prevenir enfermedades no transmisibles: hipertensión, exceso de colesterol y triglicéridos, cáncer colorectal, riesgo cardiovascular, diabetes, obesidad...si es que parte de la solución estaba ahí en esas humildes semillas que nunca salen en los anuncios a pesar de sus propiedades. Y por consumo regular no hablamos de calzarse un cocido o un plato de lentejas una vez al mes, no, tiene que ser casi a diario; como nuestros abuelos, que comían legumbres prácticamente todos los días de la semana. Por cierto, al consumirlas frecuentemente desaparece el problema de las ventosidades.
 

¿Sabías que en 1960 en España se consumían en torno a 12-14 kg de legumbres por persona y año? ¿y que en 2015 esa cifra había bajado a 3.06 kg?  Siento comunicarte que la dieta que seguían los protagonistas de Cuéntame en los primeros capítulos es mucho más "mediterránea" que la que seguimos ahora.


 

4. ¿Te preocupa también la salud del planeta?  

 

La lenteja es un cultivo de secano y por tanto contribuye a ahorrar agua. Además enriquece el suelo en nitrógeno, ya que se asocia con bacterias capaces de tomarlo directamente del aire. Por tanto no necesita que se apliquen abonos nitrogenados, justo los que cuesta más energía fabricar y que contaminan el agua si se utilizan de mala manera. En otras palabras es un alimento que puede presumir de ser bastante sostenible.

 

¿Has visto alguna vez la planta de la lenteja? Fuente: IGP Tierra de Campos
 

 

5. ¿ Eres aficionado al gastroturismo ? ¿Te gusta recorrer kilómetros en busca de paisajes auténticos y degustar los alimentos que produce el terruño?. 

 

Pues que sepas que consumiendo legumbres producidas en nuestro país contribuyes a mantener tanto al paisaje como a la gente que lo habita y le da forma. Y si estas legumbres  pertenecen a una Indicación de Calidad Diferenciada (una DOP o IGP, vamos) mejor todavía; por una parte premias el esfuerzo por conservar variedades y métodos de producción que en sí mismos forman parte de nuestro patrimonio y por otra parte calidad garantizada te estás dando un premio al consumir un alimento único y de gran calidad.

La lenteja de Tierra de Campos se cultiva en una comarca que abarca las provincias de León, Palencia, Valladolid y Zamora. Es una tierra de llanuras alomadas en la que destacan solitarios palomares, otra seña de identidad de este territorio. Fuente: Blog Sinlavenia

 

6. ¿Eres de los que te sobra mes a final del sueldo?
 

Las legumbres es un alimento muy económico que, además de llenar y alimentar, se conservan un tiempo considerable sin perder sus propiedades (aunque mejor no te pases del año, que se quedan duras). Si eres de los que asocia las legumbres con el típico guiso hecho a fuego lento, y te de pavor sólo de pensar en la factura de la luz no desesperes. Es verdad que la cocina a fuego lento es un plus, pero gracias a la olla exprés, puedes tener las lentejas listas en 10-20 minutos y no te cuento el juego que dan las que ya vienen cocidas en el bote. Si es que hasta puedes utilizar el agua que sobra para hacer una mousse por ejemplo.

Con un cuarto de garbanzos y unas verduras tienes para un potaje ¿puedes hacer lo mismo con un pollo o una merluza?.

7. ¿Eres muy cocinillas y ya no sabes de qué presumir en tu cuenta de Instagram? 

 

La chía, la quinoa y el trigo sarraceno están ya muy vistos y, francamente, tampoco son para tanto. Pues ahí tienes a las lentejas de Tierra de Campos, para presumir de unos conocimientos culinarios que se están perdiendo. 

Puedes contar que los suelos de esta comarca dan a la lenteja gran parte de su carácter, haciéndola digna de pertenecer a una IGP: un contenido mínimo en materia orgánica que le dará la harinosidad justa; el potasio suficiente para darle más mantecosidad y menos astringencia y el fósforo adecuado para que su piel sea más fina y tenga mayor cantidad de grasa. También puedes añadir que la comarca donde se cultiva tiene una climatología que, salvo los años de sequía, permite que la lenteja madure lentamente una vez cosechada, otro factor que le da calidad. Si con todo este conocimiento no te dejan entrar en Máster Chef, peor para ellos.

 

El nombre oficial de la lenteja de tierra de campos es Lens culinaris ssp. culinaris, razamicrosperma, y pertenece al tipo comercial de las lentejas pardinas. Es pequeña (entre 3,5 y 4,5 mm diámetro) y su cubierta es de color pardo, adornada con puntos negros. El cotiledón interior es de color amarillo.
 

Y si tienes amigos tiquismiquis también puedes contarles que, al menos en el caso de esta IGP la trazabilidad está asegurada. Mediante el número de lote que aparece en la contraetiqueta  (la cual incluye el sello propio de calidad) se puede saber que agricultor lo ha producido. En la web del consejo regulador se puede ver incluso qué labores para preparar el suelo tienen que hacer los agricultores, la dosis de siembra o los productos fitosanitarios que tienen permitido utilizar a la hora de producir esta lenteja. Raramente vas a encontrar ese nivel información en un alimento.
 

8. ¿Que sólo sabes cocinar las lentejas estofadas de toda la vida?


Pues para que no tengas excusa, allá va este recetario elaborado por el Consejo General y la Fundación Española de Dietistas-Nutricionistas a partir de un concurso de recetas con legumbres, en el que puedes encontrar muchas ideas con bastante buena pinta. 

Si te faltaba el canto de un duro para convencerte y quieres ir más allá en el mundo de las legumbres, en la página https://alimentaciondelpresente.com/category/recetas/legumbres/ encontrarás 200 recetas casi todas de legumbres locales, pensadas con especialmente con poca guarnición para disfrutar de su sabor.

Por último, como soy muy fan del Comidista, os dejo este video imprescindible si te decides a cocinar legumbres, y esta sección enterita de recetas también con bastante buena pinta. Y si no te gustan estas, simplemente "googlea" "recetas con lentejas". Y ya sabes, o las tomas o las dejas.




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martes, 23 de julio de 2019

PON UN MELOCOTONERO EN TU JARDÍN

¿Has encontrado ya ESE MELOCOTÓN cuyo aroma y sabor no se te va a olvidar el resto del verano y quién sabe si el resto de tu vida?. ¿tu propia versión en fruta de la magdalena de Proust?. Quizás lo mismo hasta te has planteado sembrar su semilla a ver qué pasa. Si estás aquí buscando la respuesta, esta es sencilla, puede pasar de todo. 

Es posible que obtengas un árbol que de frutos similares al original, pero es bastante más probable que apenas de frutos, estos sean más pequeños o no sepan igual de bien. Y es que hay muchos factores en juego: si la semilla procede de un híbrido fértil o no, si necesita que se injerte en un patrón, el clima, el tipo de suelo, la ubicación del árbol, si se ha podado adecuadamente, etc...¿acaso alguien cree que esto de la agricultura consiste nada más que en sembrar y recoger?.
 

Porte de un melocotonero adulto. Fuente:
Howard F. Schwartz, Colorado State University, Bugwood.org
 
Como en otros frutales, para que salga un buen melocotón es necesario que la meteorología acompañe. Las buenas temperaturas durante la primera fase de crecimiento del fruto inducen mejores calibres, es decir melocotones más gordos. Por su parte, el calor y una buena insolación previa a la maduración produce frutos más sabrosos y coloreados.
 

Pero bueno, pongamos por caso que tienes curiosidad científica y un terrenito para albergar al futuro arbolillo. Lo primero, es tratar la semilla para favorecer su germinación (se puede estratificar o directamente extraer del interior del hueso). Y una vez consigamos hacer crecer la plantita, habrá que buscarle un sitio para que se desarrolle.
 


                    En este video lo cuentan paso a paso

 

El melocotonero es un árbol de pequeño tamaño, de hoja caduca, al que le gusta los climas cálidos. El frio intenso y las heladas tardías le vienen fatal, pero necesita inviernos con suficiente frío para desarrollarse y florecer adecuadamente. La "cantidad" de frio se mide en "horas-frío", y puede ser muy distinta según la variedad de melocotonero; las hay que necesitan desde 150 a más de mil.

Es una especie exigente en luz, a la que le gustan los veranos soleados con temperaturas elevadas. Eso sí, para obtener una buena producción requiere de agua, 600-800 mm anuales, y sobre todo que no le falte poco antes de la recolección. Es una planta sensible a las enfermedades causadas por exceso de humedad, por lo que los suelos han de ser profundos con buen drenaje y a ser posible no muy calizos, ya que aparecerían problemas de clorosis férrica.

 

En una zona del norte de Francia diseñaron plantaciones de melocotoneros pegados a muros blancos para que les dieran calorcito. Lo cuentan aquí, y la foto está tomada de aquí.
 
Pongamos que habéis encontrado el lugar perfecto para que se desarrolle el arbolito. Habrá entonces que esperar unos 5 años para que empiece a dar frutos "en serio". ¿Te parece mucho?, pues es de los frutales que antes empieza, de ahí su atractivo para muchos agricultores que pueden recuperar pronto la inversión que supone instalar desde cero un cultivo de frutales; pero bueno, eso ya es otra historia.
 

Aquí van tres cositas que le interesa saber a todo el que quiera presumir de melocotones producidos en su huerto.
 

En primer lugar, estos árboles requieren una poda bien hecha que permita que llegue la luz a todas las hojas, respetando además la madera del año anterior por donde saldrán las flores y por tanto los frutos. En otras palabras, o te la hace alguien que sepa o te lo tienes que estudiar muy bien. 

En segundo lugar, es imprescindible realizar un aclareo de frutos - eliminar una gran parte de los frutos que han cuajado - y hacerlo en el momento adecuado ( la mejor época es tras la caída de pequeños frutos no fecundados, aproximadamente unos 30 días después de la floración.). Si no se hace así, se obtendrán muchos frutos pero de baja calidad, el árbol habrá agotado gran parte de sus reservas, lo que incluso puede comprometer la producción del año siguiente.
 

Respecto a plagas y enfermedades cabe citar la gomosis (fácilmente identificable por los pegotes de savia de aspecto ambarino que surgen de las ramas y de mal pronóstico si no se eliminan rápidamente las partes afectadas), la abolladura o lepra del melocotonero, el oidio (un hongo que recubre las hojas con una capa blanquecina), los "cuatro pulgones de la apocalipsis" especializados en atacar a los brotes tiernos del melocotonero (el negro, el harinoso, el verde y el cigarrero) y la mosca de la fruta, capaz de arruinarnos el disfrute de ESOS MELOCOTONES por los que tanto hemos trabajado (embolsándolos evitaremos su ataque).



Síntomas típicos de la lepra del melocotonero (Taphrina deformans): hojas abarquilladas y deformadas, formación de ampollas y coloración rojiza. Fuente: Whitney Cranshaw, Colorado State University, Bugwood.org
 

Y esto es todo. Espero conocer vuestras experiencias en los comentarios.



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lunes, 26 de marzo de 2018

AGUA Y FUEGO CONTRA LAS HELADAS

Sequía, calores inusuales, la "bestia del este", ciclogénesis explosivas...el clima no se lo pone nada fácil al agricultor. Y uno de los "cocos" que aguardan todos los años para asustarles son las heladas, con las importantes pérdidas económicas que pueden acarrear. Afortunadamente los agricultores disponen de herramientas para defenderse, unas más eficaces o costosas que otras, y algunas incluso sorprendentes.
 

¿Regar en plena helada? ¿un helicóptero sobrevolando los cultivos?. Estas y otras estas prácticas tienen su explicación, y aquí voy a intentar explicarla.
 

Árbol con escarcha. Fuente: Geralt/Pixabay
 
Heladas blancas o negras
 

Las heladas ocurren cuando la temperatura de la masa del aire cercana al suelo baja de los cero grados; justo el punto en que se congelan los líquidos en condiciones normales. Según el efecto que tienen en las plantas distinguimos dos tipos.
 

Las "heladas blancas", que se forman en condiciones de frio y humedad. No suelen causar daños importantes y van acompañadas de escarcha o hielo, responsables de ese manto blanco tan vistoso. 
 

Las "heladas negras" asustan ya sólo con el nombre... Y con motivo razón, ya que produce daños graves en brotes y capullos florales, dejándolos ennegrecidos como si los hubiera quemado el propio frío. Estas heladas ocurren cuando la humedad ambiental es muy baja, y no existe agua que pueda condensarse y formar esa capita de hielo o escarcha que, paradójicamente, protege a los tejidos vegetales.
 

El frío seco provoca la formación de hielo en los tejidos celulares, destruyéndolos. Foto de Gerald Holmes/IPM.
 
El clima y las heladas
 

Ya comenzamos a sospechar que el agua va a jugar un papel importante en esto de las heladas. Pero, para proteger eficazmente los cultivos es preciso conocer mejor las condiciones meteorológicas que las provocan. Así, se han descrito situaciones que dan lugar a tres tipos básicos de heladas que posiblemente requerirán estrategias distintas para evitar los daños.
 

Las heladas de advección o "viajeras" se originan por las temidas "olas de frío", o lo que es lo mismo, la irrupción brusca de aire muy frío procedente de las mesetas siberianas. Este aire frío ocupa las capas bajas de la atmósfera, pudiendo sobrepasar dos kilómetros de espesor. Cuando este tipo de heladas se producen en pleno invierno, que suele ser lo habitual, los daños no son graves, ya que la vegetación está preparada para ello.
 


Entre febrero y marzo de 2005 los olivares de Jaén y Granada sufrieron la tormenta perfecta. Una ola de frio siberiano justo después de una nevada hizo que la nieve sobre las hojas se convirtiera en hielo, afectando gravemente a unos árboles que comenzaban a desperezarse para la inminente primavera. Hubo que podar drásticamente a unos 300.000 ejemplares. Foto de José Poyatos.


Las heladas de evaporación se producen cuando el agua que recubre las plantas se evapora con mucha rapidez, disminuyendo notablemente la temperatura de las plantas. Esto se debe a que, cuando se evapora un líquido se produce una absorción de calor que el líquido toma de sí mismo y de los cuerpos que le rodean.  

Las heladas de evaporación son frecuentes en las mañanas primaverales después de la salida del sol, cuando este empieza a calentar y provoca la evaporación rápida del rocío acumulado sobre los plantas. Fuente: sr magadalena/Pixabay
 
Las heladas de irradiación se deben la variación de la temperatura del aire entre el día y la noche en determinadas circunstancias. En general, durante el día los rayos solares calientan la superficie de la tierra y por la noche ese calor recibido se pierde por irradiación. Al perder ese calor, se enfrían la superficie terrestre y las capas de aire próximas al suelo. Este tipo de heladas se pueden producir de otoño a primavera, y afectan principalmente a cultivos tardíos y tempranos. En su formación entran en escena dos nuevos actores: el viento y la topografía.
 

El viento
Hemos visto que, por la noche, el aire en contacto con el suelo se enfría sensiblemente hasta una altura de entre 10 a 100 metros. Por encima, se encuentra un aire más caliente (más ligero) que no se mezcla con el aire frío (más pesado) que tiene abajo. Cuando sopla un viento moderado este mezcla ambas capas de aire, calentando el entorno de las plantas y disminuyendo así el riesgo de helada.
 

La topografía
Cuando el terreno está en pendiente, el aire frío discurre ladera abajo, como lo haría una corriente de agua. Al acumularse en las hondonadas o en el fondo de los valles, aumenta el riesgo de heladas en esas zonas. Es el proceso de "inversión térmica"; que posiblemente habréis escuchado en el parte del tiempo.
 


¿Sabías que el tipo de suelo también influye en la probabilidad de heladas? Estas son más frecuentes en los suelos sueltos y pedregosos que en los compactos. Los primeros se enfrían con mayor rapidez porque conducen mejor el calor y están más expuestos al aire.


Los métodos de defensa pasiva: "prevenir antes que curar"
 

Son los que se toman mucho antes de que llegue la helada y que pueden funcionar, o no, pero contribuyen a que los daños sean los menores posibles.  

Uno de los principales es decidir dónde se va a instalar el cultivo y qué variedades son las más adecuadas en ese lugar; para ello lo más recomendable es fijarse (o directamente preguntar) en lo que hacen los agricultores de la zona. Se puede jugar con la fecha de siembra en el caso de cultivos anuales o con la fecha de floración de los frutales (temprana, normal o tardía).
 

Algunos cultivos tropicales como el café o el cacao necesitan el abrigo de otros árboles más grandes que les protegen de una insolación excesiva, las heladas inoportunas o fuertes vientos. En la foto, un cafetal con nogales de macadamia en Brasil. Foto de Marcos José Perdoná tomada de aquí.

Es también importante adaptar el laboreo, la nutrición y el riego de las plantas, o incluso las podas, si en la zona son frecuentes las heladas. Por ejemplo, en los periodos de riesgo debe evitarse el laboreo, ya que al remover el suelo se crean y se agrandan los espacios de aire de su interior. El aire conduce mal el calor y los suelos labrados tienden a almacenar menos el calor. De la misma manera, en años secos, la protección contra heladas se mejora humedeciendo el suelo, ya que los suelos húmedos, aunque se calientan más lentamente que los secos, mantienen mejor el calor y las variaciones de temperatura son menos acusadas.
 

Los métodos de defensa activa: "la mejor defensa es un buen ataque".
 

Cuando los pronósticos del tiempo avisan de fuertes heladas, los métodos de defensa activa tienen que ponerse en marcha antes de que las temperaturas bajen del cero y mantenerse durante toda la noche hasta que pase el peligro. Una nochecita toledana por tanto para todos aquellos que han de quedarse a pie de campo comprobando la evolución de la temperatura.  
 

Los siguientes métodos se utilizan principalmente en las heladas de irradiación, las más dañinas para cultivos tempranos y tardíos. Comprenden dos estrategias distintas que a menudo se combinan para mejorar los resultados.
 

1. Suministrar calor ajeno al entorno
 

Comencemos con lo más vistoso, el uso del fuego mediante estufas o quemando balas de paja. Se trata de calentar el aire frío que está en contacto con las plantas. Los focos de calor calientan el aire frio a su alrededor, y hacen que este ascienda hasta topar con una capa de aire que tenga la misma temperatura. El hueco que deja lo ocupa más aire frío de los alrededores, que volverá a calentarse, y así sucesivamente hasta proporcionar suficiente calor al cultivo para que la temperatura no caiga a niveles peligrosos.
 

Se trata de un sistema bastante ineficiente, que pierde gran parte de la energía producida, sobre todo cuando hay aire. Además pueden provocar molestias en las poblaciones cercanas por el humo generado.

 

Los focos de calor se distribuyen uniformemente por las parcelas, reforzando los bordes, especialmente en el flanco por donde entran los vientos dominantes. Esta y otras bonitas fotos de los viñedos Chablis (Francia) llenos de estufas las tomó Aurélien Ibanez en abril de 2016. 
 
Y aunque os pueda parecer mentira, recurrir al agua es incluso más eficiente que el fuego. Una de las maneras más habituales es instalando microaspersores en los campos a la altura de los árboles, que se activan, normalmente de forma automática, a partir una temperatura dada.
 

Este método de protección se basa en que el agua, al congelarse, cede una notable cantidad de calor a las yemas o las flores, creándose además una especie de efecto iglú en torno a ellas que las mantiene a cero grados. Esto ocurre mientras haya agua por congelar, por lo que se debe mantener los aspersores funcionando constantemente, incluso una vez entrada la mañana, hasta que el hielo se deshaga por efecto del agua y la temperatura suba por encima de 1º o 2º C. 

Frutales flor en Cieza tras una noche de heladas. Foto de Fernando Galindo tomada de aquí.

Este sistema suele funcionar bastante bien, pero tiene una pega muy importante: necesita agua, mucha agua. Y particularmente este año, que veníamos de una sequía importante, era un recurso al que muchos agricultores no han podido recurrir.
 

2. Aprovechar el calor natural del entorno: 

Ya sea forzando al aire frio a moverse para dar paso a un aire más caliente mediante ventiladores, recubriendo el suelo y las plantas para reducir las pérdidas de calor (mediante acolchados, túneles, o invernaderos), o aprovechando la energía solar mediante calentamiento de agua contenida en colchones y mangas de agua. 

Tradicionalmente se ha recurrido a la generación de humo o nieblas artificiales que dificulten la irradiación terrestre, pero se ha demostrado que son poco útiles y muy molestos para las poblaciones cercanas. 

Los ventiladores mueven el aire caliente desde las capas más altas hacia las más bajas. Pueden estar colocados sobre torretas o ser móviles y pueden estar apoyados por generadores de aire caliente para empujar las masas de aire frío fuera de la parcela.