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miércoles, 29 de agosto de 2012

FRENTE A LOS INCENDIOS, GANADO



Fragas do Eume, Andilla, Vilaflor, Alt Empordá, La Gomera, Solana de Avila, Castrocontrigo, Valdemaqueda….  parece que toca hablar de los incendios forestales.

 Los  incendios en Valencia de este verano vistos desde el espacio. Fuente: NASA

 Otro año más estamos con lo mismo, y no será por falta de medios. Según WWF - España, se ha avanzado tanto en la lucha contra los incendios forestales en los últimos años que la eficacia de los medios técnicos disponibles ha llegado a su cima.  Hasta en el 70% de los casos los incendios se controlan en fase de conato - antes de que arda una hectárea – y casi siempre (en el 99,8% de los casos) se extinguen antes de que alcance las 500 hectáreas, la frontera entre un incendio normal y un gran incendio forestal (GIF).

Estos GIF se producen porque el fuego es capaz de burlarse de todos esos medios de extinción, que por muy numerosos o modernos que sean no hacen milagros. Una orografía complicada (como la de La Gomera, por ejemplo) que impida un acceso rápido a los frentes, unas condiciones meteorológicas extremas de calor y sequía (precisamente las que están dominando este verano) y unas masas forestales con pasto y matorrales secos, que conectan el suelo con las copas de los árboles, son los ingredientes fatales para que el fuego devore hectáreas y hectáreas de terreno. Según el MAGRAMA hasta el 19 de agosto habían ardido 149.298 hectáreas de superficie forestal en España, tres veces y media más superficie afectada que el año pasado por estas fechas.  Aun suponiendo los GIF tan solo el 0.2 %, son los culpables del 40 % de la superficie quemada en lo que llevamos de siglo XXI.

¿Y cómo podemos luchar contra estos grandes incendios? Cambiar las condiciones meteorológicas lo tenemos difícil (si ni siquiera somos capaces de luchar contra el cambio climático) y cambiar la orografía resulta más difícil todavía; así que solo nos queda actuar sobre los montes. Y para hacerlo bien lo ideal es “tener un plan” más o menos serio, y seguirlo, claro, cosa difícil de conseguir en este país.

En la época de vacas gordas recuerdo a las administraciones haciendo recuento publico de los medios de extinción disponibles a principios de verano: que si "nosecuantasmil" personas para retenes, que si tantos helicópteros, hidroaviones, etc. Medios humanos y materiales, que dicho sea de paso cuestan un pastón, tanto disponer de ellos como movilizarlos. Este año, evidentemente, no se ha dicho ni mú.


¿Os acordáis del conejito guarda forestal del ICONA?
Sin embargo, acerca de la prevención de incendios en general se habla poco : cuidado con las colillas, con el tan temido efecto lupa de una botella abandonada en el bosque, barbacoas solo en los merenderos….aunque parece que se oye cada vez más eso de que “los bosques se apagan en invierno”. Puestos a sacar frases ingeniosas, yo añadiría que “la prevención es la mejor manguera” y ya que estamos en un blog de agricultura y ganadería voy a hablar de algo barato y nada novedoso que nos ayuda a prevenir incendios, la ganadería extensiva.

Por una parte el ganado mantiene bajo control a los arbustos y el pasto. Por otra, el pastor al estar en el mismo monte puede avisar e incluso ayudar en la extinción de un conato de incendio con mayor rapidez. Aunque también es verdad que se provocan incendios por negligencias en la quema de pastos o rastrojos, que como tales han de ser castigadas.

El problema es que cada vez hay menos ganado al que recurrir. Tal como recordaba hace poco Ignacio Senovilla (UPA) en RNE el despoblamiento rural y la intensificación de la ganadería han ido borrando poco a poco del monte al ganado y a sus pastores. Entre 2008 y 2011 han desaparecido siete millones y medio de ovejas y cabras, el 28% de las que había en España. Estos ganaderos viven principalmente de vender los corderos o cabritos; si consideramos que la cría extensiva es bastante menos productiva que los cebaderos intensivos, y que el precio del cordero está por los suelos, tenemos parte del problema explicado. Si añadimos que el oficio de pastor es durísimo y nada reconocido - pasarse solo todo el día en el monte, con frío, lluvia o un calor de justicia a cambio de cuatro perras – resulta fácil comprender que los propietarios de rebaños de ovejas o cabras, en cuanto puedan jubilarse venden a sus animales y se acabó el negocio.

Nos estamos quedando sin pastores, pero ¿quién se ofrece?. Fuente: Base fotos Editorial Agrícola.

Esto de la utilización de ganado para prevenir incendios está saliendo a menudo en los medios de comunicación; supongo que porque resulta pintoresco y parece que es lo que toca en tiempos de crisis. Lo cierto es que desde hace tiempo lleva promoviéndose el uso de ganado por parte de administraciones y otras entidades. Otra cosa es que realmente se haga de manera sistemática, que me da a mi que no.

Investigando sobre el tema descubrí una iniciativa seria con varios años ya de rodaje, la Red de ÁreasPasto-Cortafuegos de Andalucía (RAPCA) inspirada en un sistema que lleva funcionando en Francia nada menos que desde los años ochenta.

En la gestión de los montes que forman parte de esta red se utilizan rebaños de una manera planificada, consiguiendo de esta manera varias cosas: los animales se comen parte de lo que acabaría siendo sería combustible, hay que realizar menos desbroces mecánicos, (eso significa menos costes de mantenimiento) y además constituye una herramienta de prevención social. De todas maneras el ganado es solo una herramienta más en los programas de prevención de incendios, ya que solo se puede utilizar en determinados lugares. Ovejas y cabras pueden ayudar estupendamente a limpiar zonas cortafuegos donde las desbrozadoras tienen poco que hacer, pero no suele ser recomendable meterlas en zonas donde se está regenerando el monte o donde hay especies de flora protegida, por ejemplo.

Aquí es donde entra el criterio de los animales y sus pastores. Estas áreas no tienen por qué ser las mejores para pasar allí el día: porque están lejos del pueblo, porque los pastos no son nada apetecibles, no hay abrevaderos con agua fresquita o ni siquiera una pista en condiciones para llegar allí.  Si los pastores actuaran solo según su conveniencia, lo cual es comprensible, no se podría controlar de manera eficaz la vegetación por lo que el plan prevé una serie de estímulos: puntos de agua, mejora de pastos, o el más fuerte de todos, el dinerito. Pero no dando subvenciones o ayudas, sino mediante un contrato en el que se marcan una serie de objetivos de reducción de vegetación en la zona asignada, y en función de lo que consiga se paga al pastor.

Las cabras son como son;  no les pidas que se repriman ante una matita jugosa, aunque sea el último ejemplar de toda España. Fuente: COAG Andalucía.

De esta manera el pastor está prestando un servicio al monte y por ello se le paga en dinero, no en buenas palabras. Esta manera de actuar va en la línea de poner en valor los productos (madera, corcho, resina, pastos, setas…) y servicios (regulación del ciclo hidrológico, sumidero de CO2, uso turístico y recreativo) que ofrece el monte, de manera que incluso pudiera autofinanciarse aunque fuera solo la prevención de incendios.

Para lograr esto de una manera en toda España disponemos de las herramientas – planes de ordenación de montes y planes de gestión de espacios naturales por ejemplo – pero o no se usan o no funcionan. Dos datos ilustrativos a tener en cuenta para los “de arriba” por si quisieran hacer sus deberes: casi el 70% de los bosques es de propiedad particular y sólo el 13% cuenta con planes de gestión y según datos de WWF España, el 65 % de los 29 grandes incendios forestales (GIF) que se han producido este año han afectado a “espacios protegidos”.

Ah, por cierto, este año Adena –WWF cuenta con el apoyo de José Mota en su campaña de concienciación 2.0 frente a los incendios…aunque visto lo visto hubiera hecho falta que el “Tio la Vara” le recordara a más de un pirómano lo que perdemos todos en cada incendio. 

Panorámica de una carretera en La Gomera. Fuente: RTVE

Actualización (abril 2015): Un programa de El Escarabajo Verde que habla sobre el papel de los pastores y sus ganados en la prevención de incendios. Y de como, los nuevos pastores a menudo lo tienen muy difícil para hacer su trabajo.

Actualización (Julio 2015): otra iniciativa en el mismo sentido; esta vez en el entorno del Monasterio de Montserrat.  http://www.efeagro.com/noticia/rebanos-ovejas-vacas-limpieza/

Actualización (03/2019): El Ayuntamiento de Madrid ya tiene un rebaño de 400 ovejas autóctonas que se ocupan de mantener limpia la Casa de Campo. Los madrileños pueden incluso adoptar a uno de estos animales.



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lunes, 12 de marzo de 2012

MUJERES EN EL CAMPO




Las cosas han cambiado mucho desde que se hizo esta foto, pero las mujeres siguen siendo esenciales en el mundo rural. Fuente: archivo familiar

                                         
El  8 de marzo está dedicado a la mujer trabajadora, a la que muchas personas, no sé porqué, nos imaginamos de unos trentaipico años, bien trajeada, que sale pitando de la oficina para ir a recoger al niño al cole, estirando las horas del día hasta límites inverosímiles… Esta imagen ya la conocemos todos, pero ¿qué pasa con las mujeres que viven en el medio rural?. Estas han sido prácticamente invisibles en un país donde el 71 % de las explotaciones agrarias tienen a un hombre como titular.

La mujer siempre ha trabajado la tierra al lado del hombre, aunque más bien habría que decir detrás de él. Y es que, tradicional y oficialmente, todas las horas echadas por las mujeres en la explotación familiar no se consideraban como parte de un trabajo sino como “ayuda familiar”. La simple ausencia de una relación laboral normal, con su salario, su número de la Seguridad Social, sus horarios y vacaciones estipuladas…asumida por la Administración y por el resto de la sociedad (especialmente la rural) implica que a estas mujeres les cueste verse como agricultoras o ganaderas profesionales, y que no valoren su trabajo ya que simplemente “contribuyen a la economía familiar”. Eso sin contar con que al volver del campo toca encargarse de las tareas de la casa y el cuidado de niños o ancianos. En resumen, doble empleo  sin reconocimiento de ningún tipo.

Afortunadamente el pasado mes de enero entró en vigor la Ley 35/2011 de Titularidad Compartida. Esta ley atiende una reivindicación histórica de las organizaciones de mujeres rurales para que se reconozca el trabajo que realiza este colectivo en las explotaciones familiares agrarias. A partir de ahora, la titularidad puede ser compartida al 50% por ambos miembros de la pareja – lo que supone también compartir a efectos legales la representatividad en la gestión y el acceso a las ayudas al campo. La ley ofrece una nueva figura jurídica que puede suponer al Estado unas cuantas cotizantas más, a las que bonificarán con reducciones en la cuota durante 5 años. A cambio, se contempla facilitar el acceso a ayudas y a formación.

Pero todos sabemos que una cosa es lo que pone en el BOE y otra la realidad, más en los tiempos que corren que no hay un duro para nada. Por eso las organizaciones de mujeres rurales reclaman que esta ley venga acompañada de medidas que realmente incentiven la incorporación al mundo rural de las mujeres como profesionales de pleno derecho.

Una mujer en el ámbito rural que quiera trabajar - y cobrar por ello - lo tiene más difícil que en la ciudad. La industrialización y mecanización de la agricultura ha ido dejando cada vez menos hueco a las mujeres, y muchas optaron por marcharse a la ciudad a labrarse un futuro. La población rural ha ido envejeciendo y masculinizándose (al margen de alguna que otra “caravana de mujeres”), y han ido desapareciendo servicios y equipamientos infraestructuras como guarderías o residencias de ancianos que permiten conciliar la vida laboral y familiar. En el sector primario, los empleos disponibles suelen ser estacionales, para labores de recolección a mano o poco mecanizadas como recogida de fruta u hortaliza, aceituna o para la vendimia. Como curiosidad y excepción, en las granjas de cerdos se prefiere tener a mujeres en las maternidades, porque con ellas se disminuye la tasa de mortalidad de los lechones.

Cada vez hay más mujeres en el mundo del vino. Quizás nos ayude un olfato más fino y una sensibilidad especial. Fuente: webartemur.org

Así que una salida cada vez más utilizada es el autoempleo, como productoras agrarias o ganaderas o más frecuentemente como en la artesanía o la hostelería. Aquí se puede encontrar más apoyo por parte de las organizaciones de mujeres rurales, y de las administraciones locales (a menudo destinatarias del dinero de proyectos LEADER y PRODER). El “Proyecto Artemur” por ejemplo pretende ampliar el mercado de las emprendedoras rurales mediante el comercio electrónico.

Ya sea como emprendedora, como cotitular, o como trabajadora por cuenta ajena, el acceso a una formación profesional de calidad es un pilar fundamental. Y que yo sepa ahí no hay discriminación. En las últimas elecciones a Cámaras Agrarias de Cataluña, en la provincia de Barcelona tres de los cuatro sindicatos agrarios en liza tenían mujeres como cabezas de lista. Curiosamente en la provincia de Barcelona hay más centros de capacitación agraria que en todas las provincias de Castilla la Mancha juntas ¿mera casualidad? yo creo que no.

Esta entrada está dedicada a todas las mujeres rurales, a esas incansables trabajadoras en la sombra y a todas las valientes que a partir de ahora reclamen su sitio como profesionales de la agricultura o la ganadería.



Actualización (octubre de 2016): En España somos muy de hacer leyes que luego nadie cumple, en parte por la falta de voluntad de los mismos que la impulsaron. Tristemente esta Ley de Titularidad compartida es otro ejemplo más. Según este artículo, en los cinco años que lleva vigente la Ley sólo 200 mujeres se han dado de alta.En parte porque no se han hecho esfuerzos ni para darla a conocer ni para facilitar los trámites para la inscripción.

Actualización (enero 2019): en ocho años, 300 mujeres. La cosa no parece que se haya tomado muy en serio.



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martes, 10 de enero de 2012

VOLVER AL CAMPO


Llevábamos mucho tiempo escuchando cómo los pueblos iban poco a poco perdiendo habitantes debido al éxodo rural. De vez en cuando salía alguna historia de gente, con o sin familia “en el pueblo”, que quería cambiar su estilo de vida y cambiarlo por uno más tranquilo y saludable. Románticos siempre ha habido, pero lo de ahora es muy distinto.

Según los últimos datos del INE el paro supera ya el 21% de la población activa, y comienza a plantearse la posibilidad de volver al campo, no ya para tener una mejor calidad de vida sino, simplemente, para poder vivir.

Pero, ¿quiénes son los que vuelven? Ignoro si existen perfiles sociológicos, a mí se me ocurren tres. Los pueden recurrir a la familia o a las tierras que tenían casi abandonadas lo tienen algo más fácil. A los que tienen la formación superior pero les falta la práctica, ingenieros o veterinarios recién licenciados por ejemplo, les puede venir bien este empujón, aunque necesitan que se les reclame desde el medio rural.

A los que les faltan estos apoyos y tienen poca idea de lo que es producir alimentos lo tendrán más difícil. Resulta muy gratificante alimentarse de lo que uno mismo ha cultivado, pero hoy en día no se puede ser autosuficiente con una parcelita de tierra. Para vivir del campo hay que producir y vender algo, y hacerlo más o menos a lo grande, porque un agricultor o ganadero es también un empresario.

Y para ello tiene que hacer una fuerte inversión inicial que, además, va a tardar en dar sus frutos: hay que comprar bastante terreno, un tractor y dos o tres aperos, construir naves, comprar semillas o animales, pagar el pienso, la iguala del veterinario… La agricultura ecológica y las producciones de calidad surgen como nuevas oportunidades gracias a su buena imagen. Pero los gastos son más o menos los mismos, la normativa más exigente y el mercado complicado (sobre todo en tiempos de crisis).

Quizás sea mejor comenzar arremangándose la camisa, guardar los anillos y empezar como peón y aprender, hasta que un refrán como “Cuando no llueve en febrero, no hay buen prado ni buen centeno”  tenga algún sentido. De todas maneras el libro “Conocer la agricultura y la ganadería”, seguro que orientará a los que sigan con la idea de meterse en este mundo agropecuario.

Conste que no quiero desanimar a nadie a volver al campo, antes al contrario, estoy convencida de que si estuviéramos mejor repartidos entre el campo y la ciudad, seríamos mucho más sostenibles. Pero eso es otra historia. Lo bueno es que las nuevas generaciones que vuelvan aportarán nuevas ideas, tendrán la tecnología y el trabajo en equipo como herramientas indispensables y aportarán nuevas maneras de de organizarse y de vender todo lo que les habrá costado tanto producir.  Así, cuando lo consigan irán creando más puestos de trabajo en el mundo rural, que no todo es agricultura.


Actualización (20/10/2014). No puedo dejar de compartir este interesante artículo que cuenta aspectos prácticos de irse al campo que uno descubre cuando ya está "sobre el terreno".



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