Las distintas formaciones comienzan a hacer sus cábalas para lograr los escaños correspondientes a las provincias tradicionalmente olvidadas, planeando intensas jornadas de confraternización con los lugareños; imposible no acordarse de la película “El disputado voto del señor Cayo”, adaptación de la novela de Miguel Delibes. Los tiempos han cambiado mucho, y las formas también, pero la despoblación en el medio rural sigue estando ahí.
Houston, tenemos un problema (desde hace tiempo ya).
Aunque desde hace unos años el tema de la despoblación rural ha entrado en la agenda política, todavía no se ha pasado de los discursos a las medidas concretas, a pesar del tremendo problema que supone este desequilibrio demográfico para la sociedad en su conjunto.
Agricultura y medio rural
Como las personas, si nos dejan, tenemos la manía de cumplir años, en una década se estima que 6 de cada 10 profesionales del campo entrarán en la edad de jubilación. Ese jarrón irá convirtiéndose inexorablemente en una pirámide invertida, que se desplomará si no se toman medidas ya.
En nuestro país, menos del 5% de los agricultores son jóvenes (menores de 40 años, que es el límite actual), y estos poseen solo el 8% por ciento de la tierra. En el conjunto de la UE, los jóvenes poseen en torno al 11%, que tampoco es para tirar cohetes.
El campo español necesitará incorporar 20.000 nuevos agricultores cada año para garantizar el relevo generacional. Actualmente, según datos de las CCAA, sólo demandan incorporarse como agricultores o ganaderos unas 8.500 personas. Es decir, un 40% menos del objetivo previsto por los planes estatales.
Pero los jóvenes - salvo los muy convencidos, que son pocos - siguen abandonando el medio rural, y tienen sus razones para hacerlo. El sector agrario afronta una serie de dificultades (costes de producción y precios percibidos, falta de políticas agrarias, competencia internacional desleal, regulación y burocracia excesiva... entre muchas otras ) que pueden desalentar a más de uno a dedicarse profesionalmente a una profesión llena de incertidumbres. Eso sin contar con que la financiación necesaria para instalarse o para modernizar instalaciones es difícil de conseguir; y si el joven en cuestión es un recién llegado al campo y tiene que empezar de cero, conseguir el dinero necesario es prácticamente imposible.
La formación especializada - tanto el acceso a esta como a los jóvenes ya formados - también es un problema importante. Lo que no tengo claro es hasta qué punto es causa o consecuencia; si no existen suficientes centros que ofrezcan formación de calidad o no hay suficientes jóvenes que quieran cursar estos estudios (en esta tabla se ve que ser arquitecto, teleco o informático mola más que ser ingeniero agrónomo, de montes o de minas).
En parte creo que es una cuestión de imagen, más bien de autoimagen y de autoestima, de la propia gente del medio rural que durante demasiado tiempo ha llevado e interiorizado, el sambenito de paleto, basto, ignorante, etc.
Así de bien y de claro se expresó María Sánchez en el acto de inauguración de la campaña "Somos nuestra tierra" impulsada por las juventudes agrarias de COAG. María, veterinaria y escritora, junto con Mari Ángeles Rosado, agricultora que saltó a la fama por un afortunado tuit, Julio Pinto ganadero conocido por su faceta de concursante en el programa "Boom" de Antena3 TV y Pedro Gomariz, joven agricultor e “influencer” agrario en el campo murciano, acudieron como representantes de un mundo rural muy vivo y con muchas cosas que contar.
Una enorme brecha de oportunidades
Estos representantes hablaron en primera persona sobre el tercer problema que se encuentran los jóvenes cuando deciden quedarse a vivir en el medio rural : no se puede poder llevar una vida normal.
Vale que el medio rural tiene sus ventajas, a las que uno se acostumbra hasta el punto de sentirse incómodo en la ciudad: el aire puro, un cielo lleno de estrellas, la cercanía de la naturaleza, la libertad para salir a jugar de los más pequeños, unas relaciones sociales más humanas, la mayor calidad de ciertos alimentos e incluso el orgullo de mantener el entorno y de pertenencia a un entorno y una cultura. El problema es que, a pesar de pagar impuestos como el resto de españoles, la gente que vive en pueblos pequeños no tiene, ni de lejos, acceso a los mismos servicios que los que viven en ciudades o pueblos más o menos grandes.
Porque además de trabajar en el campo (o en el pueblo, que no todo va a ser agricultura o ganadería), la gente tiene que poder y querer quedarse a vivir en el. No piden centros sanitarios, institutos o centros comerciales en cada municipio, o autovías que los conecten; simplemente disponer de servicios adecuados a nivel comarcal. Estaréis de acuerdo en que no es mucho pedir cosas como estas :
Que a sus hijos les atienda un pediatra, y no un médico de familia con el ojo clínico entrenado en personas mayores. No mantener dos comarcas enteras sin pediatra.
Que unas muchachas de 1º y 2º de la ESO no tengan que levantarse a las cinco de la mañana para ir al instituto.
Una conexión a Internet con calidad suficiente como para que no les lleve 15 días actualizar Windows o tres días hacer la PAC.
Y es que algo tan tonto como hacer un trámite on-line con la administración (algo cada vez más generalizado), ver una película en una plataforma digital o simplemente hablar por el móvil sin necesidad de darse paseos buscando cobertura, puede ser misión imposible en un pueblo olvidado por los proveedores de servicios telefónicos. En esas condiciones, hablar de digitalización de las explotaciones o de big data agrícola, se me hace casi de ciencia ficción.
Mujeres jóvenes que quieren ser agricultoras y ganaderas
Yo soy poco de utilizar el lenguaje "inclusivo" que se lleva ahora, pero voy a hacer una excepción. Se habla de atraer jóvenes, pero no podemos olvidarnos que el 50% son "jóvenas". Jóvenas que puede que quieran ser agricultoras o ganaderas profesionales, socias en la cooperativa y que su voz se oiga más allá de las comisiones de educación, sanidad o festejos - sólo un 24% de los socios de las cooperativas son mujeres y sólo un 4% llega a los consejos rectores -. En este sentido, en el acto también se reclamaron más medios e interés para aplicar la Ley de Titularidad Compartida, de la que en 8 años sólo ha conseguido que 300 mujeres en toda España soliciten la cotitularidad.
Una enorme brecha entre el campo y la ciudad
Otra reclamación importante que me encantó escuchar: la figura del campesino protegido, deberían crearla cuanto antes.
Nuestro país presume de tener un porcentaje importantísimo de territorio protegido, entre Parques Nacionales, Naturales, ZEPAS, LICs, Reservas de la Biosfera....- pero nadie se preocupa de proteger a un elemento muchísimas veces clave en la historia y devenir de esos espacios: sus habitantes.
Las personas que viven del trabajo que realizan sobre esas mismas tierras y que contribuyen en muchas ocasiones a su conservación, muy a menudo perciben que otras personas toman decisiones que les afectan desde un despacho en una ciudad, sin pisar el campo ni dignarse a escucharles. Ven así como aumenta la burocracia y las restricciones a su actividad simplemente por estar dentro de los límites de un espacio protegido, pero sin ninguna contraprestación o siquiera un gesto de reconocimiento. Estos campesinos no son linces, ni osos, ni águilas imperiales, pero también están en peligro de extinción.
Como era de esperar, en el acto también se habló de la brecha cada vez mayor que existe entre las ciudades y el campo. Ambos mundos, aunque físicamente cerca, se sienten tan lejos que hasta la imagen del otro acaba siendo borrosa, distorsionada o directamente ridiculizada. De hecho últimamente ciertos sectores vinculados al medio rural no se cortan en criticar muy abiertamente (por no decir insultar) al sector opuesto de los urbano-ecologistas-animalistas, cavando entre ambos una brecha más profunda aún. Claro que estos últimos (los animalistas especialmente) muestran un desconocimiento tan pasmoso de cosas básicas que no ayuda lo más mínimo, valgan como ejemplos esta noticia de la cabra recién parida o la pretensión de que los ganaderos del Valle de los Pedroches pasen a ser agricultores, así, por las buenas.
Objetivos compartidos
La campaña "Somos nuestra tierra", tiene un doble objetivo, facilitar la incorporación de jóvenes al sector agrario y mejorar la imagen social de la agricultura como profesión. Con respecto al primero, de momento poco podemos hacer, pero desde el Proyecto Conocer la Agricultura compartimos el segundo objetivo al 100%.
Por esta razón he querido compartir todas las reflexiones e ideas que escuché y que me llamaron la atención en el acto de inauguración de esta campaña. Reflexiones y pensamientos de personas orgullosas del trabajo que realizan pero que reclaman reconocimiento y sobre todo unas condiciones de vida dignas. Personas sobradamente preparadas para hacer un "juego bonito" que entusiasme a todos los que ven el medio rural desde la grada.
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¿Qué foto poner que sea de campo, bonita y que transmita algo de optimismo?. Esta de Adoración Luna, sin dudarlo. |
Houston, tenemos un problema (desde hace tiempo ya).
Aunque desde hace unos años el tema de la despoblación rural ha entrado en la agenda política, todavía no se ha pasado de los discursos a las medidas concretas, a pesar del tremendo problema que supone este desequilibrio demográfico para la sociedad en su conjunto.
El gráfico que representa la distribución de las distintas franjas de edad de una población, la "pirámide poblacional" que nos enseñaban en el instituto, ha cambiado de forma. Actualmente, para España en su conjunto ha pasado a ser una "punta de lanza poblacional", pero en el mundo rural lo que tenemos es una especie de “jarrón poblacional”: base tirando a estrecha, un pie que va ensanchándose conforme aumenta la edad, alcanzando su mayor anchura en la franja de edad de los 40-60 años. A partir de ahí va reduciendo, pero poco. Conclusión: la mayor parte de la población en el mundo rural lleva tiempo peinando canas. Fuente. |
Agricultura y medio rural
Como las personas, si nos dejan, tenemos la manía de cumplir años, en una década se estima que 6 de cada 10 profesionales del campo entrarán en la edad de jubilación. Ese jarrón irá convirtiéndose inexorablemente en una pirámide invertida, que se desplomará si no se toman medidas ya.
Esta foto de un antiguo molino es una buena metáfora. Tomada del blog "Paisajes del agua", muy recomendable. Podéis empezar por esta entrada, por ejemplo. |
En nuestro país, menos del 5% de los agricultores son jóvenes (menores de 40 años, que es el límite actual), y estos poseen solo el 8% por ciento de la tierra. En el conjunto de la UE, los jóvenes poseen en torno al 11%, que tampoco es para tirar cohetes.
El campo español necesitará incorporar 20.000 nuevos agricultores cada año para garantizar el relevo generacional. Actualmente, según datos de las CCAA, sólo demandan incorporarse como agricultores o ganaderos unas 8.500 personas. Es decir, un 40% menos del objetivo previsto por los planes estatales.
Pero los jóvenes - salvo los muy convencidos, que son pocos - siguen abandonando el medio rural, y tienen sus razones para hacerlo. El sector agrario afronta una serie de dificultades (costes de producción y precios percibidos, falta de políticas agrarias, competencia internacional desleal, regulación y burocracia excesiva... entre muchas otras ) que pueden desalentar a más de uno a dedicarse profesionalmente a una profesión llena de incertidumbres. Eso sin contar con que la financiación necesaria para instalarse o para modernizar instalaciones es difícil de conseguir; y si el joven en cuestión es un recién llegado al campo y tiene que empezar de cero, conseguir el dinero necesario es prácticamente imposible.
La formación especializada - tanto el acceso a esta como a los jóvenes ya formados - también es un problema importante. Lo que no tengo claro es hasta qué punto es causa o consecuencia; si no existen suficientes centros que ofrezcan formación de calidad o no hay suficientes jóvenes que quieran cursar estos estudios (en esta tabla se ve que ser arquitecto, teleco o informático mola más que ser ingeniero agrónomo, de montes o de minas).
En parte creo que es una cuestión de imagen, más bien de autoimagen y de autoestima, de la propia gente del medio rural que durante demasiado tiempo ha llevado e interiorizado, el sambenito de paleto, basto, ignorante, etc.
Así de bien y de claro se expresó María Sánchez en el acto de inauguración de la campaña "Somos nuestra tierra" impulsada por las juventudes agrarias de COAG. María, veterinaria y escritora, junto con Mari Ángeles Rosado, agricultora que saltó a la fama por un afortunado tuit, Julio Pinto ganadero conocido por su faceta de concursante en el programa "Boom" de Antena3 TV y Pedro Gomariz, joven agricultor e “influencer” agrario en el campo murciano, acudieron como representantes de un mundo rural muy vivo y con muchas cosas que contar.
Julio Pinto también tenía las ideas muy claras. Una pena descubrirle solo un mes antes de su fallecimiento.
Una enorme brecha de oportunidades
Estos representantes hablaron en primera persona sobre el tercer problema que se encuentran los jóvenes cuando deciden quedarse a vivir en el medio rural : no se puede poder llevar una vida normal.
Vale que el medio rural tiene sus ventajas, a las que uno se acostumbra hasta el punto de sentirse incómodo en la ciudad: el aire puro, un cielo lleno de estrellas, la cercanía de la naturaleza, la libertad para salir a jugar de los más pequeños, unas relaciones sociales más humanas, la mayor calidad de ciertos alimentos e incluso el orgullo de mantener el entorno y de pertenencia a un entorno y una cultura. El problema es que, a pesar de pagar impuestos como el resto de españoles, la gente que vive en pueblos pequeños no tiene, ni de lejos, acceso a los mismos servicios que los que viven en ciudades o pueblos más o menos grandes.
Porque además de trabajar en el campo (o en el pueblo, que no todo va a ser agricultura o ganadería), la gente tiene que poder y querer quedarse a vivir en el. No piden centros sanitarios, institutos o centros comerciales en cada municipio, o autovías que los conecten; simplemente disponer de servicios adecuados a nivel comarcal. Estaréis de acuerdo en que no es mucho pedir cosas como estas :
Que a sus hijos les atienda un pediatra, y no un médico de familia con el ojo clínico entrenado en personas mayores. No mantener dos comarcas enteras sin pediatra.
Que unas muchachas de 1º y 2º de la ESO no tengan que levantarse a las cinco de la mañana para ir al instituto.
Una conexión a Internet con calidad suficiente como para que no les lleve 15 días actualizar Windows o tres días hacer la PAC.
Y es que algo tan tonto como hacer un trámite on-line con la administración (algo cada vez más generalizado), ver una película en una plataforma digital o simplemente hablar por el móvil sin necesidad de darse paseos buscando cobertura, puede ser misión imposible en un pueblo olvidado por los proveedores de servicios telefónicos. En esas condiciones, hablar de digitalización de las explotaciones o de big data agrícola, se me hace casi de ciencia ficción.
Hablando de falta de servicios, tenía guardada esta noticia con su imagen correspondiente. Y digo yo, lo de comprar por Internet desde un pueblo de 100 personas, ¿cómo va?. |
Mujeres jóvenes que quieren ser agricultoras y ganaderas
Yo soy poco de utilizar el lenguaje "inclusivo" que se lleva ahora, pero voy a hacer una excepción. Se habla de atraer jóvenes, pero no podemos olvidarnos que el 50% son "jóvenas". Jóvenas que puede que quieran ser agricultoras o ganaderas profesionales, socias en la cooperativa y que su voz se oiga más allá de las comisiones de educación, sanidad o festejos - sólo un 24% de los socios de las cooperativas son mujeres y sólo un 4% llega a los consejos rectores -. En este sentido, en el acto también se reclamaron más medios e interés para aplicar la Ley de Titularidad Compartida, de la que en 8 años sólo ha conseguido que 300 mujeres en toda España soliciten la cotitularidad.
Una enorme brecha entre el campo y la ciudad
Otra reclamación importante que me encantó escuchar: la figura del campesino protegido, deberían crearla cuanto antes.
Nuestro país presume de tener un porcentaje importantísimo de territorio protegido, entre Parques Nacionales, Naturales, ZEPAS, LICs, Reservas de la Biosfera....- pero nadie se preocupa de proteger a un elemento muchísimas veces clave en la historia y devenir de esos espacios: sus habitantes.
Las personas que viven del trabajo que realizan sobre esas mismas tierras y que contribuyen en muchas ocasiones a su conservación, muy a menudo perciben que otras personas toman decisiones que les afectan desde un despacho en una ciudad, sin pisar el campo ni dignarse a escucharles. Ven así como aumenta la burocracia y las restricciones a su actividad simplemente por estar dentro de los límites de un espacio protegido, pero sin ninguna contraprestación o siquiera un gesto de reconocimiento. Estos campesinos no son linces, ni osos, ni águilas imperiales, pero también están en peligro de extinción.
Fotograma de la pieza "El pacto" dirigida porTom Fernandez. Si tienes Facebook puedes verla en este enlace. Es triste y bonita a la vez. |
Como era de esperar, en el acto también se habló de la brecha cada vez mayor que existe entre las ciudades y el campo. Ambos mundos, aunque físicamente cerca, se sienten tan lejos que hasta la imagen del otro acaba siendo borrosa, distorsionada o directamente ridiculizada. De hecho últimamente ciertos sectores vinculados al medio rural no se cortan en criticar muy abiertamente (por no decir insultar) al sector opuesto de los urbano-ecologistas-animalistas, cavando entre ambos una brecha más profunda aún. Claro que estos últimos (los animalistas especialmente) muestran un desconocimiento tan pasmoso de cosas básicas que no ayuda lo más mínimo, valgan como ejemplos esta noticia de la cabra recién parida o la pretensión de que los ganaderos del Valle de los Pedroches pasen a ser agricultores, así, por las buenas.
Objetivos compartidos
La campaña "Somos nuestra tierra", tiene un doble objetivo, facilitar la incorporación de jóvenes al sector agrario y mejorar la imagen social de la agricultura como profesión. Con respecto al primero, de momento poco podemos hacer, pero desde el Proyecto Conocer la Agricultura compartimos el segundo objetivo al 100%.
Por esta razón he querido compartir todas las reflexiones e ideas que escuché y que me llamaron la atención en el acto de inauguración de esta campaña. Reflexiones y pensamientos de personas orgullosas del trabajo que realizan pero que reclaman reconocimiento y sobre todo unas condiciones de vida dignas. Personas sobradamente preparadas para hacer un "juego bonito" que entusiasme a todos los que ven el medio rural desde la grada.
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