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martes, 8 de marzo de 2016

NUESTRO PASO POR COLEGIOS MADRILEÑOS. SEGUNDA PARTE: PARECIDOS RAZONABLES.


Hace unos tres meses os conté nuestra experiencia llevando la agricultura a los niños con el Proyecto Conocer la Agricultura. Para no hacer demasiado larga la entrada se quedaron en el tintero muchas anécdotas, y sería una pena que se quedaran en el olvido porque, aparte de provocar cierta ternura (bueno, al menos a mi) demuestran una visión muy particular del mundo rural que resulta tremendamente útil para enfocar nuestro trabajo.


Así que aquí va la segunda entrega de anécdotas, espero que la disfrutéis.



Una de insectos


En el juego de la Oca, a veces toca responder adivinanzas. Una de ellas habla de un insecto:


Soy una piedra preciosa,

que se extravió en el jardín,

en las hojas y los tallos,

me encuentras siempre en trajín.


¿Se os ocurre cuál puede ser ?. Obviamente los niños que no tienen jardín, parque o descampado en el que investigar, o los niños que, aún pudiendo, han perdido esa motivación, ni se les pasa por la cabeza la solución.


En ese momento, el monitor tiene que echar un cable y dar pistas: ... es roja y lleva pintitas negras ... los niños ya no tienen duda: es una fresa o una sandía, pero nunca una mariquita.


En el memory se volvían a encontrar a este simpático insecto. Al parecer algunos niños decían que la mariquita es buena o mala según el número de puntos negros que tenga; cuantos menos puntos, peor. Nada más lejos de la realidad, ya que esta que veis en la foto, Adalia bipunctata es una especialista zampapulgones de los invernaderos.


El papel beneficioso de las abejas tampoco lo tienen nada claro. Cuando aparecía esta imagen en el memory y el monitor les preguntaba lo que sabía sobre ellas, hubo alguno que respondió: —"las abejas son malas para la agricultura porque pican y no te dejan plantar las cosas...".Suspiro muuy hondo del monitor .





Tanto mariquitas como abejas son fáciles de dibujar, pero a la hora de decirnos quién cuida de estas últimas, no siempre lo tienen tan claro: "—¿el abejero quizás?—".




Si tiene motor o ruedas y es de colores vistosos, es un fórmula 1.

El tractor no es un vehículo habitual en sus vidas, de acuerdo, pero por lo visto tampoco lo es en sus pensamientos.


Muchos niños de centros distintos confundían este apero combinado con un ferrari. No acabo de entender por qué. Foto cortesía de Lemken.




También confundían el apero fumigador con un avión a punto de despegar. Aquí se podría entender que diera esa sensación si no se fija mucho uno en la imagen; que es lo que efectivamente ocurría, dado el estado de emoción y tensión con el que jugaban los niños al memory.




Tampoco será descabellado confundir la cabina de un tractor con la de un helicóptero. Como no he estado dentro de un helicóptero no puedo opinar, pero vamos, me da a mi que los helicópteros no tienen volante.
 


¿Cómo dibujar un tractor? Aparentemente puede parecer fácil: dibuja un rectángulo puesto "de pie" y al lado le pintas un cuadrado o un rectángulo tumbado. Dibuja un redondel grande en la parte de abajo del rectángulo de pie, y otro más pequeño en la parte de abajo del cuadrado, y ya tienes tu tractor (bueno, más o menos). A algunos niños no les convencía mi truco, preferían dibujar un coche y punto. Otros hacían híbridos entre tractores y cosechadoras.




 Estos chicos del Alameda de Osuna (3º de primaria), que comenzaban a dominar la perspectiva dibujaron un tractor bastante logrado.




La influencia de la tele



Las autoras de este dibujo me juraban que NO era Peppa Pig....no se yo. Por cierto, según los niños de este colegio, el Teresa de Berganza de Boadilla del Monte, los cerdos pertenecen al "ganado porchino".



Es curioso constatar como los libros, juegos y demás material didáctico infantil sobre la granja, acaban grabando una imagen determinada en el subconsciente colectivo: los edificios son grandes, de color rojo y con un alto granero a su lado. ¿Os suena de algo?. Mira que tenemos en España caseríos, cortijos, alquerías o masías; pues nada, además de halloween, el black friday o los hábitos alimenticios, también copiamos las granjas norteamericanas.


Si buscas "granja" o "farm" en google, salen miles de imágenes como estas. Fuente. En este dibujo de unos niños del colegio Alameda de Osuna se puede apreciar el típico granero rojo, algo "tuneado", con su tornado y su vaquero.


La influencia del marketing también se hace notar a la hora de reconocer los alimentos.  Una vez preguntamos a unos niños acerca de los cereales que conocen. Tras unos segundos de silencio y comentarios por lo bajo los monitores tuvimos que darles alguna pista: —"¿El trigo, la avena?"  —

Los niños contestaron entonces entusiasmados: —"si, y los chococrispies, el muesly, el chocapic, los fitness...".

Creo que tenemos mucho, pero mucho, trabajo por delante.




Otras anécdotas curiosas



Ahí va otra adivinanza:

 Soy blanca como la nieve,
y dulce como la miel;
yo alegro los pasteles
y la leche con café.


No me preguntéis por qué (quizás maestros o psicólogos tendrán alguna explicación), pero la primera respuesta de los niños siempre es la nata. A veces también respondían que se trataba de una oveja....¿os imagináis una oveja balando alegremente a los clientes en una cafetería-pastelería? .




The "Mercadona obsession". Tampoco acabo de comprender la obsesión que tenían los chicos del Trinity College de San Sebastián de los Reyes con el Mercadona, y cómo se supone que trata (léase, paga) a los agricultores. Esta foto del Memory la bautizaron directamente como "El Mercadona"; se ve que estos muchachos no acostumbran mucho a hacer la compra.


¿ Y donde pongo el comedor de las gallinas? Geniales los niños del Colegio Teresa Berganza.



Por último una anécdota más gastronómico-pajarera que agrícola pero que tiene su gracia: 

—"Un picatoste es un pájaro,  que pica mucho".
—" ¿Y no será un picapinos? —" preguntó el monitor.
— "No, no "— respondieron los niños convencidos — "es un picatoste". 

Lo dicho. Ojo con lo que os coméis con el chocolate o el puré








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lunes, 1 de febrero de 2016

SEMANA VERDE 2016: ¿QUÉ ES LO QUE COME EL MUNDO?



Aquí os dejo la segunda entrega de la crónica de la presente edición de la Semana Verde, que tanto en fotos como en contenido ha quedado mucho más "sustanciosa".


Bodegón de familia con la compra de la semana


Como ya os comenté, la ausencia de Rusia dejó muchos espacios libres en la feria.  En uno de ellos había una exhibición de fotografías que enseguida me llamó la atención: familias de diversos países posando rodeados de toda la comida que consumen a lo largo de una semana. Las imágenes iban acompañadas por diversos datos estadísticos que las complementaban: presupuesto semanal en comida (de 0,8€ en Chad a los 375€ de Alemania), porcentaje de alimentos despilfarrados, porcentajes de población obesa o que pasa hambre, etc.

Las fotos formaban parte de una exposición ofrecida por el Ministerio de Cooperación alemán basado en el proyecto "Hungry Planet: What the World Eats" ("Planeta hambriento: Lo que come el mundo"). Se trata de un libro, obra del fotógrafo Peter Menzel y la escritora Faith D’Aluisio, que muestra cómo se alimentan 30 familias en 24 países de todos los continentes; una detallada investigación sobre lo que come la gente alrededor del mundo, acompañada por unas fotografías que dan mucho que pensar. Os recomiendo que miréis las fotos, pinchando en la página de Peter Menzel, no tienen desperdicio.

En esta foto de una familia estadounidense se pueden contar con los dedos de la mano los alimentos frescos. Fuente de todas las fotos:El aderezo (imposible compartirlas desde la fuente original).


En esta foto de una familia en un campo de refugiados en Chad prácticamente se pueden contar con los dedos todos los alimentos disponibles.


La dieta de la familia mexicana estaría muy bien si no fuera por las doce, si doce, botellas de refrescos que aparecen al fondo. Y es que en México tienen un problema importante con las enfermedades derivadas de su consumo excesivo.


Estas imágenes muestran claramente cómo a mayor "desarrollo" mayor cantidad de alimento y más proporción de estos procesados/empaquetados. Incluso, si me apuras, es significativa la proporción entre alimentos de origen vegetal (verduras, frutas, legumbres, cereales) y de origen animal (carne y pescado).

Lo gracioso del tema es que, de alguna manera, algunas de las impresiones que pude sacar viendo las fotos también están presentes en la feria, como ya comenté el año pasado al comparar los stand de Estados Unidos y Uzbequistan.


El campo y la ciudad: ¿condenados a vivir de espaldas?


Y estaba yo el sábado por la mañana, entretenida en buscar explicaciones y teorías a lo que veía en esas fotos cuando me acordé que justo en ese momento en otro lugar de la feria (bastante apartado) estaban teniendo lugar las discusiones del Octavo Foro Global para la Alimentación y la Agricultura, con un lema muy interesante: "Cómo alimentar nuestras ciudades: agricultura y áreas rurales en la era de la urbanización".


Y es que cerca de la mitad de la población mundial vive ya en áreas urbanas y según las previsiones de las Naciones Unidas, para el 2050 la proporción subirá al 70%. Esas personas necesitarán alojamiento, agua, energía, educación, servicios sanitarios, empleo...y comer a diario, pero ¿cómo se podrá asegurar el suministro de comida suficiente, adecuada y segura?, y ¿qué papel jugarán la agricultura y las zonas rurales en este nuevo escenario?.


A mí, la pregunta que me surge es: tanto ahora como en el futuro hay que alimentar a todo el mundo, pero...¿en base a qué modelo alimentario?.


Hay ciudades, especialmente en países en desarrollo, que se enfrentan con dificultades para asegurar un acceso regular y adecuado a todos sus habitantes, problema que se agudizará según vaya aumentando el número de personas que llegan a la ciudades huyendo del hambre, aunque realmente la traen consigo. Hay sin embargo otros países en los que el problema es justo el contrario, la obesidad, en parte por la superabundancia de alimento y porque aunque suele existir una oferta saludable y suficiente, esta no siempre se escoge por diversos motivos.


Centrándonos en nuestro entorno, el gran problema que le veo a las ciudades es que, además de imponer un estilo de vida que ayuda poco a llevar una vida saludable, provoca a una especie de "desconexión" total de sus habitantes con el campo. Me explico:

A menudo veo las ciudades como un ente bulímico: día tras día llega comida procedente de campos y mares para abastecer mercados y grandes superficies. Una parte se consume, pero un porcentaje importante se desperdicia, como ya conté en esta entrada


Otra serie de imágenes muy sugerente la encontré en este concurso de caricaturas expuesto en la feria.  "Schnäppchen" de Marlen Hacker. Fuente: http://www.ovid-verband.de/wettbewerb/

Esa gran demanda diaria de alimento no se podría satisfacer sin recurrir a sistemas de producción intensivos, algo que recordó el mismo ministro de agricultura alemán, Christian Schmidt. Para muestra, un botón: en la tercera semana de enero, pasaron por Mercamadrid casi dos millones de kilos de carne fresca (canales de cerdo, pollo, vacuno y ovino) y todavía habría que añadir la carne procesada.  


El modelo de alimentación que llevamos en países desarrollados implica que los alimentos : tienen que estar disponibles durante todo el año, suelen sufrir un almacenamiento o transporte durante periodos de tiempo variables, y están sujetos a criterios de calidad sanitarios y estéticos. Así, una cadena importante de supermercados puede rechazar por ejemplo una partida de tomates porque superen aunque sea por milésimas un umbral de pesticidas que ellos mismos han fijado (normalmente más exigente aún que los estándares oficiales) o que no superen el calibre o el aspecto perfecto requeridos para ser comercializados. Del sabor directamente nos olvidamos, se perdió en el camino.


La consecuencia es evidente: los habitantes de las ciudades tienen una percepción irreal de cómo se producen los alimentos, y de lo que cuesta producirlos. Esa falta de información por una parte origina los mitos alimentarios muy difíciles de combatir y por otra lleva a exigirle a los alimentos abundancia, salubridad, sabor, perfección y bajo precio, todo a la vez pero sin estar dispuestos a salir del modelo alimentario actual.

A menudo, una imagen vale más que mil palabras. Esta fue la ganadora del concurso de caricaturas.

Y mientras, esa misma mañana de sábado, como todos los años coincidiendo con la Semana Verde,  una manifestación recorría las calles de Berlín en favor de la producción ecológica como alternativa a la producción intensiva. Producción que la gente asocia habitualmente con el uso excesivo de fertilizantes químicos y de pesticidas, trato inhumano a los animales de las granjas industriales, el uso excesivo de antibióticos y de pienso con OGM.

Mein preis = mi precio. Fuente: Jane Craigie (Thank you!!!).

Me hizo gracia pensar que lo que se discute en esas reuniones de ministros y en paneles de expertos (cuyas conclusiones, al parecer, se exponen en las reuniones del G20 y G8), las distintas realidades geoeconómicas y geopolíticas de los países y lo que pide la gente de la calle, van por caminos completamente distintos y cada vez más divergentes. 

Fuente: Jane Craigie.
 
Pero conviene ser positivo y quedarse con las buenas ideas. Una de las opciones que se contemplaron en el Foro fue la reverdización de la ciudad y el desarrollo de canales cortos de comercialización que den posibilidades de negocio a los habitantes del campo, particularmente a los más cercanos a las ciudades. En este punto, apostar por una agricultura y ganadería a pequeña escala, ecológica o no, cercana a los entornos urbanos me parece una solución muy interesante: el ciudadano medio podrá descubrir lo que cuesta cultivar y mantener lechugas durante todo el año, por ejemplo, pero también descubrirá su verdadero sabor, algo más amargo de lo acostumbrado, y lo mismo hasta se le hace "raro". 

Huerto urbano en Hortaleza. Los huertos urbanos posiblemente no solucionen el hambre de alimentos, pero si ayuden a saciar la necesidad de contacto con esa imprevisible naturaleza que nos da de comer (y con otras personas, añadiría).   



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