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miércoles, 22 de diciembre de 2021

DEL OLIVAR A LA ALMAZARA

El pasado mes de noviembre el Consejo Regulador de la D.O.P. Aceite Sierra de Cazorla me invitó a un viaje de prensa, que consistió en una visita a un olivar, a una almazara y las instalaciones de dicho consejo. Fue una ocasión estupenda de hacer muchas fotos con las que explicaros cómo se recoge la aceituna, y los pasos necesarios para la producción de aceite. Bueno, y de volver a visitar el pueblo de Cazorla, que es una maravilla.



Así que, sin más rodeos, vamos allá con la primera fase de la obtención de aceite, la que transcurre en el campo.
 

Quien coge la aceituna antes de Navidad, deja aceite en el olivar
 

Los refranes que antaño marcaban las labores del campo, hoy en día apenas tienen aplicación ya que hay más factores a tener en cuenta a la hora de decidir cuándo se llevan a cabo. Por ejemplo, el refrán anterior nos habla de que, como antiguamente se primaba la cantidad sobre la calidad, se procuraba esperar lo máximo posible para que la aceituna tuviera una mayor cantidad de aceite. Eso suponía que en la cosecha se recogía tanto la aceituna de vuelo, aquella que los vareadores tiraban de las ramas, como la aceituna de suelo, es decir las aceitunas que ya estaban caídas.
 

Recoger las aceitunas del suelo era una dura labor que antiguamente correspondía casi en exclusiva a las mujeres: horas y horas arrodilladas recogiendo minuciosamente las aceitunas del suelo, con el frío en los huesos, el dolor en la espalda y "deíles" fabricados con las cáscaras de las bellotas para proteger los dedos del roce con el suelo frio.

 

Captura del documental "El olivo" realizado en 1945 por el Marqués de Villa Alcázar. que muestra la recolección de aceituna en aquellos tiempos (es muy curioso de ver y está disponible en la mediateca del Ministerio de Agricultura).


A lo que iba, esperar mucho tiene sus ventajas - se obtiene más cantidad de aceite - pero también sus riesgos - las aceitunas maduran demasiado y muchas caen al suelo. Esas aceitunas del suelo, sobremaduras, golpeadas y sucias se mezclaban con las sanas de camino a la almazara, dando como resultado final un aceite de peor calidad.
 

Una manera sencilla de evitarlo es, por ejemplo, la que utiliza la cooperativa que visitamos. Simplemente establece tres momentos de recolección en función de los distintos tipos de aceite que comercializa habitualmente: las aceitunas de octubre para los aceites de alta gama, las de noviembre para aceites gourmet o de media gama y las de diciembre, ya más maduras, para aceites de gama "familiar". De todas maneras, actualmente sí hay una tendencia clara a recoger cada vez más pronto porque se prima la calidad frente a la cantidad y porque se empiezan a notar los efectos del cambio climático.
 

Olivo, bruto, que a fuerza de palos da su fruto

Porque menudos meneos le dan a los pobres árboles. En el vídeo, un vibrador mueve el tronco del árbol mientras tres hombres armados de varas "rompen" la vibración, ayudando a las aceitunas a caer.
 


Hay diversas maneras de recoger la aceituna y la opción ideal depende de muchos factores: el tipo de olivar, la orografía y el tamaño de la parcela, los medios humanos y materiales con los que cuenta el dueño, entre otros. En este caso, visitamos un olivar cultivado en extensivo en plena Sierra de Segura (situada al noreste de la provincia de Jaén), en una zona con relieves suaves y formado por arboles más o menos jóvenes.
 

La manera de trabajar me recordó mucho a un juego de equipo, en el que cada jugador tiene una función más o menos fija, pudiendo cambiarse en función de cómo se presente el partido. Cada uno asume una tarea y está pendiente de los demás, realizando el trabajo en equipo con la precisión de un reloj suizo.
 

Aquí tenemos al equipo titular que tuve la suerte de ver en acción:
1 conductor de boogie equipado con vibrador de olivos
1 conductor de quad
3 hombres con vara normal
4 hombres con vibrador mecánico
5 mujeres (no sé dónde se metieron las tres que faltan)
El dueño de la parcela, ya jubilado, que no quiso perderse la ocasión de hacer de anfitrión con los periodistas agrarios. Y su hijo que es el que lleva el negocio.

 
 

Por si no fuera suficiente el meneo general, tres hombres hacen un vareo de repaso con vareadores mecánicos.

 

De esta manera casi todas las aceitunas, aún verdes o ya en envero (cambiando de color), caen encima de los "paños".


Mientras, el resto de la cuadrilla, y en este caso las mujeres, se encargan del manejo de los paños adaptándose al ritmo de avance del vibrador y de los vareadores. Antes de que llegue el boogie "atroncan", es decir acercan los paños lo máximo posible al tronco de los olivos y "ponen la braga", tarea que consiste en colocar un mantón (esos blancos que se ve en el vídeo) entre los paños para evitar que las aceitunas se cuelen por los huecos que pudieran quedar. Una vez están las aceitunas sobre el paño, con unos rastrillos se agrupan en el centro a la vez que se eliminan ramillas de cierto tamaño que caen junto con las aceitunas.
 

La siguiente tarea es enganchar los extremos del paño al quad. Este al avanzar arrastra el paño, las aceitunas van acumulándose como si fueran pececitos en una red y de esta manera son transportadas hacia el tractor o el remolque.

 

Dependiendo de los medios del propietario, el sistema de carga puede ser muy distinto, en este video podéis ver un recogedor de fardos acoplado al tractor tremendamente práctico.
 

El trabajo en el olivar ha cambiado mucho y se ha hecho más llevadero, siendo las mujeres quizás quienes más lo hayan notado. Ya no hay que acarrear esportones llenos de aceituna, ni estar horas agitando la vara o arrodillado en el suelo. Otra gran ventaja es que, al tardar menos entre la primera y la última parcela recogidas, la cosecha obtenida es más homogénea en cuanto al grado de maduración de las aceitunas y esto permite un mejor control de la calidad a la hora de elaborar el aceite en la almazara.
 

Justo donde hemos quedado para continuar la próxima entrada; allí te espero.

 

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jueves, 28 de octubre de 2021

ABECEAGRARIO: BESANA

 Esta palabra ya estaba tardando en aparecer en nuestro Abeceagrario. Es un término antiguo, pero sigue siendo muy importante. De hecho, todo agricultor que se precie no solo sabrá lo que significa esta palabra, sino que siempre intentará hacer la besana bien derecha.

 

 Imagen de congerdesign en Pixabay


Pero, ¿qué es la besana ? Si acudimos a la RAE esta palabra tiene varios significados. Los dos primeros son los más habituales y están muy relacionados entre sí ya que, se trata de un sustantivo que puede ser a la vez individual y colectivo. 

 

Como sustantivo individual, la besana es "el primer surco que se abre en la tierra cuando se empieza a arar". El origen de esta palabra, tiene su gracia: procede del latín versāre que significa ‘volver’, ya que antiguamente cuando el buey tiraba de un arado iba haciendo un surco o línea hasta llegar a un límite (la linde o un obstáculo, por ejemplo) donde tenía que dar la vuelta y empezar el siguiente surco en dirección contraria. Como sustantivo colectivo la besana es la “labor de surcos paralelos que se hace con el arado”, es decir, el conjunto de surcos paralelos hechos con el arado en un campo de cultivo.

 

En terrenos llanos y homogéneos sacar una besana recta no suele suponer un problema...

Trazar bien este primer surco era, y sigue siendo, muy importante, ya que sirve de referencia para el resto. Lo óptimo y lo más eficiente, de cara a las labores agrícolas posteriores (por ejemplo siembra, desherbado o cosecha) es conseguir un conjunto de surcos lo más rectos y largos posibles, algo que se consigue con experiencia y sabiduría. De esta manera, si se consigue que en una parcela la mayoría de los surcos sean largos habrá que hacer menos giros de arado o tractor, y a lo tonto se ahorrará tiempo de trabajo.

 

 ...pero cuando hay pendientes y obstáculos la cosa se pone difícil.

Aunque hablamos de tractores, la necesidad de hacer la besana derecha ya se refleja en antiguas coplillas. Hay expertos en el tema que llaman cantes de la besana a aquellos que se entonaban mientras se araba. Considerando lo dura y tediosa que debía ser la labor de arar con bueyes, es fácil imaginarse a los hombres cantando para olvidar sus males o simplemente para entretenerse. La sabiduría popular también refleja lo importante que resulta la experiencia en esta tarea con el refrán “Buey viejo, lleva el surco derecho”.


Un día que estaba arando

se me torció la besana

cuando la iba enderezando

me acordé de mi serrana

estando un día arando.

 

 

No te salgas del surco,

mula Romera,

que no se salga un grano

de sementera.

 

Actualmente, para trazar la besana con un tractor, el agricultor tiene que buscar una referencia a lo lejos y llevar el morro del tractor alineado con ella continuamente. Para ayudar en esta tarea, y si no me equivoco, muchos tractores tienen en el "morro" una flecha o prominencia que sirve para alinear el tractor con la referencia visual. Los tractores que además incorporan agricultores sistemas de autoguiado por GPS hacen el trabajo más sencillo al agricultor, ya que este ya no necesita poner los cinco sentidos en mantener la línea recta. 

 




Las otras dos acepciones de besana están relacionadas con el terreno de cultivo en general. Puede ser  una "medida agraria usada en Cataluña, equivalente a 2187 m2" o una haza, es decir "una porción de tierra labrantía".

 

Por cierto, en inglés un término relacionado con la besana como surco individual es back furrow. Sin embargo, se utiliza plowland (USA) o ploughland (UK) para referirse al terreno arado.

 

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lunes, 19 de octubre de 2020

ABECEAGRARIO: VENDIMIADORA

 Con la letra V y la temporada de vendimia casi terminada la palabra elegida para el Abeceagrario era obvia.


Y no nos referimos a la señora o muchacha que vendimia, sino a una máquina de lo más particular. Si tuviera que describir a este cacharro de alguna manera sería como una especie de catamarán que navega sobre el viñedo. Una máquina partida en dos, capaz de meterse entre las cepas y agitarlas con delicadeza para que se desprendan sus preciados racimos. Las uvas se van separando en marcha y se almacenan temporalmente en un depósito hasta que llegue el tractor con remolque que las llevará a la bodega.
 

Al pasar la vendimiadora por encima de las vides parece como si se las tragara enteras, pero simplemente tomará sus racimos. Fuente: New Holland.

Esas maquinas pueden ser arrastradas por un tractor (como es este caso) o funcionar de manera autónoma. A este segundo tipo de maquinaria agrícola se le denomina autopropulsada. Fuente: Gregoire.
 

Sean de una manera u otra, las vendimiadoras tienen una serie de componentes básicos:

  • El sistema para separar la uva de la planta: a grandes rasgos consiste en dos peines con varillas sacudidoras que cubren los dos flancos de la línea de vides. Al avanzar la máquina las varillas, que están fabricadas con materiales muy flexibles, golpean las cepas provocando que los racimos de uvas se desprendan e incluso se desgranen.
 
  • El sistema de transporte de la uva a la tolva o depósito, que en esencia se trata de una noria (de hecho se denomina así). Está formada por una especie de cangilones o cestas de plástico flexible y rígido a la vez. Son flexibles para no dañar el tallo de la vid, ya que al avanzar la maquina lo “abraza” por debajo, pero lo suficientemente rígidos para sujetar en su interior el racimo sin que se escurra para elevarlo hacia la entrada de la tolva.
 
  • Las tolvas con su sistema de cribado y separación de las uvas. Los racimos caen sobre un tamiz en movimiento que hace que las uvas se suelten del racimo y permite eliminar restos de hojas o raspones (las ramitas que mantienen unidos las uvas). Estos últimos serán evacuados al exterior por efecto Venturi.  

  • Sistemas de limpieza: Por muy delicado que sea el meneo que le da la vendiminadora a la planta de la vid, es posible que se desprendan hojas o ramitas, y que se rompan los granos de uva si estos están ya demasiado maduros. El caso es que tras una larga jornada de trabajo la máquina acaba considerablemente sucia y conviene limpiarla para evitar fermentaciones o restos indeseados que alteren las siguientes cosechas. Para facilitarle el trabajo al responsable de la vendimiadora, que va a tener que limpiar un cacharro con infinidad de recovecos, este a menudo viene equipado con sistema de lavado automático.

 


En este video podrás ver mejor cómo trabaja la vendimiadora.
 

Contado así puede resultar sencillo, ¿no?. Metes la máquina entre las plantas y a tirar millas hasta que los depósitos estén hasta arriba de uvas, descargar y vuelta a empezar. Pues no. A pesar de que están preparados para ser vendimiados mecánicamente, cada viñedo es un mundo y cada año las circunstancias pueden ser distintas. Así que el encargado de manejar la máquina tendrá que decidir la altura y la velocidad de trabajo de la máquina (entre 3 y 4 km/h, una fiesta), cuántos sacudidores utilizar, a qué altura y en que disposición, la velocidad de avance de los cangilones y unos cuantos parámetros más. Y es que, por si no lo habíais sospechado a estas alturas, la agricultura también requiere de buenos profesionales.


Para que estas máquinas puedan funcionar es necesario que la viña esté cultivada de pensando en su mecanización: las vides deben tener un determinado tamaño (lo más homogéneo posible) y estar dispuestas en espaldera, las parcelas a su vez también tendrán unas medidas y formas mínimas. Fuente: New Holland   

 

Al igual que las cosechadoras, las vendimiadoras son máquinas muy sofisticadas y por tanto, caras. Es habitual por tanto que quien la compra quiera sacarle el máximo partido para amortizarla cuanto antes. Y los ingenieros, que para eso les pagan, han diseñado máquinas que disponen de un armazón polivalente de manera que el equipo de vendimia puede quitarse con cierta facilidad para montar en la máquina otros equipos complementarios diseñados para realizar labores en ese tipo de viñedos (prepoda, despunte y tratamientos fitosanitarios por ejemplo). En definitiva, que no son transformers pero casi, y tienen un fondo de armario envidiable.
 

Aquí tenemos un bastidor con dos equipos distintos que realizan a la vez dos trabajos simultáneamente en dos hileras. Fuente: Pellenc. https://pellenc.com/cl/

 

Y es que, incluso cambiando algunos parámetros y componentes, ¡¡ las vendimiadoras pueden utilizarse para cosechar aceitunas !!. Cultivadas en olivares intensivos, eso si. Fuente: New Holland
 

Una de las ventajas de utilizar estas maquinas frente a la cosecha manual es que, por una parte permite realizar la recolección de noche y acortar considerablemente el tiempo que la uva recolectada tarda en llegar a bodega. Así, al evitar que la uva permanezca esperando al sol en unas espuertas o un remolque, la uva llega (teóricamente) en mejores condiciones a la bodega. A partir de ahí será tarea de los enólogos elaborar un buen vino. Fuente: DOP Rueda.

Y para terminar el abeceagrario, en inglés la vendimiadora se le denomina grape harvester.

martes, 2 de junio de 2020

LAS MUCHAS MANOS QUE NOS DAN DE COMER

Esta pandemia de COVID-19 nos ha puesto la vida patas arriba. Lo de hacernos mejores personas está por ver, pero espero que nos mueva a reflexionar y replantearnos qué cosas y qué personas son realmente importantes para nosotros y en nuestra vida.

Por un lado están la familia y los amigos, a los que estamos deseando abrazar. Y por otro, todos los profesionales necesarios para que funcione un país bajo mínimos, en esta especie de hibernación que ha supuesto el confinamiento. Al tratarse de una enfermedad el primer colectivo que nos viene a la cabeza es, lógicamente, el personal sanitario. Pero en la primera etapa, cuando teníamos la sensación de estar viviendo en una película de catástrofes, también nos dimos cuenta de lo imprescindible que resulta el trabajo de transportistas, cajeros y reponedores de supermercados, limpiadores, etc. Y cómo no, de los responsables últimos de tener alimentos a nuestra disposición en cantidad y calidad suficientes: los agricultores y ganaderos.

Fuente: Imagen de Deirdre Weedon en Pixabay

Pero a veces se nos olvida que "los agricultores que nos dan de comer" no son solo unos señores arando o sembrando con un tractor. Hay cultivos que necesitan muchas manos para ser cuidados y recogidos; las explotaciones son cada vez más grandes y es imposible que una sola persona pueda encargarse de todo. Hacen falta muchas manos, muchos brazos y muchas espaldas dobladas.

Con la ganadería ocurre algo similar, ya que los animales también dan mucho trabajo. El esquileo, por ejemplo, es una dura tarea que requiere técnica y aprendizaje. Actualmente suelen realizarlo cuadrillas de esquiladores venidos de Europa del Este, aunque este año han tenido que traerlos "in extremis" de Uruguay. Fuente: Oviespaña

¿Y de quién son las manos que hacen ese duro trabajo, menos reconocido aún que el del propio agricultor?. Porque a él le ponemos nombre y nos hacemos una idea de su aspecto; pero los temporeros que trabajan "doblando el lomo", helados de frio durante la recogida de aceituna, asfixiados de calor dentro del invernadero, recogiendo la fresa o cargando, una tras otra, pesadas cajas de fruta, son prácticamente invisibles. Otro colectivo que se suma a los profesionales habitualmente mal (o muy mal) pagados pero imprescindibles en nuestro día a día.


Temporeros recogiendo fresa en un vivero en Huelva. Fuente: Efeagro/J.J.Ríos


Una mano de obra que, en parte, viene de otros países.

Los datos no mienten: el sector agrario español da empleo a aproximadamente 300.000 trabajadores temporales, de los que en torno a la mitad son extranjeros. Los países de origen son variados: Marruecos, África Subsahariana y Europa del Este (principalmente Rumanía y Bulgaria).

La Covid 19 ha supuesto el cierre de fronteras y restricciones a los desplazamientos de trabajadores. Esto ha complicado, o directamente impedido, a los temporeros venir a realizar unas tareas agrícolas que los propios del lugar, seamos honestos, o no están preparados o no tienen especial intención de hacerlas.

Esta situación no es nueva y suele suponer un baño de realidad frente a las políticas anti-migración de determinados gobernantes. En Gran Bretaña, por ejemplo, han hecho el llamamiento "Alimenta al país", con el objetivo de reclutar a estudiantes y parados para hacer el trabajo que normalmente realizan 90.000 temporeros procedentes de Europa del Este. Se han apuntado unas 30.000 personas, la mayoría no aptas ya que, para recoger por ejemplo espárragos o fresas es necesaria mano de obra especializada. Así que, al final las grandes cadenas agroalimentarias se han organizado para conseguir mano de obra y fletar varios aviones procedentes de Rumanía.

Según cuenta la periodista agraria Jane Craigie, uno de los problemas es que los trabajadores procedentes de otros sectores no tienen la destreza y rapidez manual de los temporeros habituales. Esto supone un lastre económico, ya que encarece la labor de recogida hasta hacerla incluso poco competitiva...al menos el problema es común en muchos países.



Algunas labores agrícolas requieren de mano de obra humana, ya que por sus características resultan muy difíciles (y caras) de mecanizar. Un ejemplo es la recolección de fruta de hueso. Fuente: Revista Mercados.


La respuesta del Gobierno y la tozuda realidad

En España se estimó que para la campaña de 2020 serán necesarios entre 100.000 y 150.000 trabajadores. Dadas las restricciones al movimiento de trabajadores extranjeros que impone la pandemia, el gobierno aprobó a principios de abril un Real Decreto Ley con medidas urgentes de flexibilización en materia de empleo agrario que busca favorecer la contratación temporal de trabajadores dentro del país. De esta manera se podrían asegurar las campañas agrícolas, evitar pérdidas económicas, complicaciones en la cadena alimentaria o que la reducción de la oferta encarezca el producto.

Estas medidas no se dirigen a las personas que han quedado en paro como consecuencia de la Covid-19, sino a los parados de diversos sectores previos a la pandemia que podrán, de forma extraordinaria, trabajar en el campo mientras están cobrando el paro. Esta posibilidad también se abre a migrantes: a los jóvenes de entre 18 y 21 años en situación regular y a aquellos cuyo permiso de trabajo termine el 30 de septiembre (se ha tenido que prorrogar el plazo). Eso sí, todos los beneficiarios tienen que vivir cerca del lugar de trabajo, para limitar los desplazamientos que favorecen la dispersión del virus. Para agilizar el reclutamiento, varias organizaciones agrarias han creado bolsas de trabajo en coordinación con los servicios los servicios autonómicos de empleo y del Servicio Público de Empleo Estatal (SEPE).

La norma fue bien recibida por los distintos agentes del medio agrario, relativamente tranquilos porque al comienzo de las restricciones no había problemas de mano de obra, gracias por una parte a los trabajadores locales y a los parados de otros sectores y por otra parte a la menor producción en determinadas campañas agrícolas. Pero advirtieron que a partir de mayo podría haber problemas, con el pico de producción de los frutales de hueso, la campaña del ajo y de melones y sandías por delante. Porque, por muy buenas intenciones que tenga la normativa, a menudo la realidad pone las cosas en su sitio. Hay dos inconvenientes principales a la puesta en práctica de estas medidas que van solventándose poco a poco, en parte por la entrada de muchas regiones fases avanzadas de la "desescalada".

El primero es la disposición o la capacidad de las personas que se presentan a estas bolsas de trabajo:¿son conscientes los aspirantes a trabajos agrarios lo que supone trabajar en el campo?, ¿están preparados para ello?, ¿cuánto tardarán en adaptarse y rendir como un temporero habitual? La Unió de Pagesos, por ejemplo, ha calculado que Cataluña necesitará unos 30.000 temporeros y prevén que puedan contratar a la mitad de las 12.000 personas que se han apuntado a la bolsa de empleo. La otra mitad o no cumple los requisitos o no se les puede dar alojamiento debido al cierre de hoteles.

El trabajo en el campo es realmente duro. Fuente. La Vanguardia.


Y ahí va el segundo problema: la limitación de movimientos de estas personas. Con los parados locales no habría problema, pero teóricamente están todos fichados. Los parados de otros sectores y zonas tendrán que desplazarse desde otras localidades, provincias o incluso comunidades autónomas. Suma las restricciones a la hora de transportar los temporeros al tajo (que afortunadamente se han ido relajando) al jaleo de provincias, regiones y ciudades en distintas fases de la desescalada y ya tienes otro quebradero de cabeza más. Si además hablamos de temporadas de recolección que duren, por ejemplo, un mes, a la que acuden trabajadores de ciudades más o menos lejanas, ¿los transportas todos los días o los alojas en algún lugar cercano?, ¿dónde, si todavía hay hoteles y hostales cerrados?, ¿en qué condiciones higiénico sanitarias se alojarán estas personas?, ¿y si se contagian durante la campaña?. Muchas preguntas para una situación demasiado incierta.

Surgió entonces una posibilidad, ¿por qué no comenzar por personas en situación irregular?. Se estima que en España puede haber unas 800.000 y, al fin y al cabo, muchos de ellos ya (mal)viven cerca de donde pueden trabajar, están más que acostumbrados al trabajo duro e incluso es muy posible que tengan experiencia en estas labores. Por no hablar de que podría suponerles una mayor protección sanitaria y la posibilidad de cierto arraigo. En este sentido los sindicatos generalistas UGT y CCOO y algunos representantes de sindicatos agrarios y empresas en zonas fruteras ha lamentado la oportunidad perdida para regularizar -aún temporalmente- a los miles de “sin papeles”, como han hecho Portugal e Italia de manera excepcional. Otro reto sería lograr que estas personas reciban el mismo trato y atención que los temporeros locales.

Casi dos meses después de la aprobación del decreto, han sido contratadas 2.090 personas en el sector agrario. La mayoría (73%) parados españoles y el resto (casi 600 personas) son temporeros inmigrantes a los que se les han prorrogado sus contratos y los jóvenes en situación regular.

A pesar de que esta cifra supone una pequeñísima fracción del total de empleados que el propio Ministerio de agricultura calculaba al inicio de la pandemia (hasta 80.000 temporeros) - y mucho más pequeña aún que lo que calculaban algunas asociaciones agrarias (150.000) desde el Gobierno parece que están tranquilos. Algunos empresarios catalanes, al igual que sus homólogos británicos, previendo el pico del verano en fruta de hueso y aprovechando que se ha flexibilizado la entrada de temporeros extranjeros, han decidido gestionar por su cuenta la llegada de trabajadores rumanos para esta campaña, y no a cualquiera, sino a personas con experiencia y antigüedad en sus empresas.


Unas inoportunas declaraciones políticas

Por si no tuvieran suficiente preocupación los agricultores, desde el Ministerio de Trabajo se anunció un refuerzo en las inspecciones laborales en empresas agrarias para acabar con situaciones de esclavitud. Que hay inmigrantes en situación irregular  trabajando en el campo español no es ninguna novedad, que haya desalmados que los traten de manera inhumana desgraciadamente también ocurre. Pero acusar públicamente a todo un colectivo, generalizando con un tema tan delicado, no es de recibo. Casi nadie discute que es necesario tomar medidas serias y efectivas para controlar a los que no cumplen con la legislación porque, entre otras cosas, ejercen una competencia desleal, pero claramente han errado en el momento y en las formas.

Estamos hablando de un sector que hace poco más de dos meses sacó los tractores a las ciudades, que con la pandemia volvió al campo para asegurar el suministro y que según esta va amainando vuelve a denunciar la situación que les hizo manifestarse. Estamos hablando también de un sector importante en la economía española, por sus exportaciones a la Unión Europea y más allá. Que el propio Estado insinúe o directamente afirme que existe esclavitud en la producción de alimentos es un regalo caído del cielo a las entidades y medios de comunicación de otros países que (legítimamente e igual que hacemos nosotros) buscan proteger sus producciones patrias.


Muchos agricultores saltaron a las noticias por acudir con sus tractores y equipos de fumigación para desinfectar las calles de los pueblos con lejía. Fuente.


En resumen

Una de las paradojas que ha puesto sobre la mesa esta pandemia de Covid-19 es que nuestra seguridad y nuestro bienestar dependen de que mucha gente normal, tan normal que acaba volviéndose invisible, siga saliendo a trabajar aunque nadie les asegure nada.

En el mundo agroalimentario esto se traduce en todos esos temporeros experimentados cuyo incesante trabajo contribuye en parte al funcionamiento la cadena de abastecimiento. Un ejemplo similar lo tenemos en los trabajadores de mataderos, industrias con unas particularidades de funcionamiento, tanto técnicas como laborales, que han propiciado la aparición de brotes de covid-19 en diversos países hasta el punto de suponer una amenaza al suministro de productos cárnicos en supermercados estadounidenses. No es solo cuestión de justicia es que además, si la cadena alimentaria se mantiene en movimiento gracias al trabajo de mucha gente capaz de trabajar muy duro pero a la vez tremendamente vulnerable (por malas condiciones de trabajo, sueldos bajos y fronteras cerradas) todo el sistema alimentario es vulnerable. Frente a problemas como este, como dicen los sabios, no hay que preocuparse, hay que ocuparse. Pero usando la cabeza a ser posible.




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ABECEAGRARIO: MARCOS DE PLANTACIÓN

De aquí a nada llega el calorcito para quedarse, momento en el que se multiplican las tareas del huerto. Una de ellas será plantar todo lo que ha crecido en los semilleros que suele ser mucho más de lo que cabe en nuestros "dominios", ¿cuántos no plantamos "de más" por si acaso y luego no sabemos qué hacer con tanta plantita?. Siempre se pueden regalar (o directamente encasquetar) plantitas a otros huerteros o a cualquiera que le haga ilusión tener una tomatera en la terraza por ejemplo.
 

Pero es importante resistir a la tentación de colocarlas todas en el huerto, porque cada planta tiene unos requerimientos de espacio que van a ir variando según crezca y empiece a producir. En cualquier manual o página web mínimamente decente, incluso en los sobres de semillas, se indica para cada especie la distancia que deben de mantener las plantas entre sí para que se desarrollen de manera idónea: esto, ni más ni menos, es el marco de plantación.



 


Plantación comercial de lechugas. Fuente.



Lo habitual en un huerto es disponer las plantas en filas, dejando una distancia X entre las plantas de una misma fila y una distancia Y entre filas. El espacio que dejamos para cada especie varía en función de muchos aspectos: el porte de la planta adulta, si es rastrera o trepadora, el tipo de raíz...o incluso cómo vamos a recolectar después. No necesitan el mismo espacio una lechuga, una calabaza o una tomatera.
 

Pues bien, esta misma idea se aplica en cultivos leñosos (frutales, vid, olivo o especies tropicales) y también en repoblaciones forestales con especies silvestres. En estos casos importa por un lado el porte y las necesidades de las plantas adultas cuyas copas pueden llegar a juntarse demasiado, impidiendo un crecimiento equilibrado, dándose sombra unas a otras o dificultando su aireación...lo cual afecta a su estado de salud y su productividad.
 

Es igualmente importante facilitar las labores culturales, que estamos hablando de muchas hectáreas de terreno y no es cuestión de ir con la cesta o la carretilla para cosechar almendras, aceitunas o manzanas. Actualmente, tareas como el laboreo, la aplicación de tratamientos fitosanitarios, o incluso la poda y la recolección se realizan con tractores y aperos diseñados específicamente para trabajar entre las calles de los diversos cultivos.
 

Así, en estos cultivos leñosos los marcos de plantación más habituales, (y que se aprecian mejor a vista de pájaro), son los siguientes:
 


MARCO REAL
 

Cada planta se sitúa en el vértice de un cuadrado. Por tanto, la distancia entre plantas y entre las filas formadas, siempre es la misma. Este sistema es muy utilizado porque permite el paso de la maquinaria en dos direcciones perpendiculares, entre filas y entre plantas.

Disposición en marco real. Fuente.



En cultivos como el olivar o el almendro, es necesaria una distancia suficiente entre plantas que permita cosechar con paraguas.Fuente.



MARCO EN CALLES (RECTANGULAR)
 

Cada planta está situada en el vértice de un rectángulo. El lado menor corresponde a la «distancia entre plantas», mientras que el lado mayor nos da la «distancia entre filas». En este marco rectangular las plantas se colocan algo más cercanas entre sí, formando filas; estas filas están separadas entre sí una distancia mayor formando calles. La anchura de las calles resultantes facilita las labores culturales y de recolección y en general el paso de maquinaria más o menos grande, que sólo podrá avanzar en una dirección.


Marco en calles. Fuente

Es la más usada hoy en día, porque compatibiliza una alta densidad de plantación con la mecanización de las labores.



Es el sistema típico de vid en espaldera, olivares en seto y otros cultivos de frutales intensivos.
 

TRESBOLILLO
 

Cada planta se sitúa en el vértice de un triángulo equilátero, guardando siempre la misma distancia entre plantas que entre filas. 

Marco en tresbolillo. Fuente
 
Su principal ventaja es que cabe un mayor número de plantas por unidad de superficie comparado con otros sistemas. Tal como cuenta esta antigua "Hoja divulgadora", esta disposición permite además trabajar el suelo en tres direcciones, lo cual permite disminuir el riesgo de erosión. Como inconvenientes están un proceso de marqueo algo más complicado y que la mecanización es algo más difícil.

 

CINCO DE OROS
 

En este sistema de marcación, las plantas ocupan la forma típica de las figuras del naipe cinco de oros. En otras palabras, es un marco real o rectangular pero con un árbol en el centro de cada cuadrado o rectángulo.
 

Marco en cinco de oros. Fuente

También se denomina tresbolillo irregular, ya que cada 3 plantas conforman un triangulo isósceles

Su principal inconveniente es la dificultad para la mecanización. Por esta razón se aplica principalmente para doblar plantaciones. Por ejemplo, puede darse el caso que quieres eliminar una plantación existente, pero en vez de hacerlo de golpe se colocan nuevas plantas en el interior de los cuadrados conservando las antiguas hasta que las jóvenes entren en producción. Otra posibilidad es que se quiera intensificar una plantación que en su momento se estableció con un marco demasiado amplio.
 

En ocasiones, se emplea también en nuevas plantaciones, en las que se combinan árboles de lenta entrada en producción con otros de especies de fructificación precoz. Estos se aprovecharán durante unos años hasta que la plantación principal entre en plena producción y necesite más espacio.
 

Bueno, esto es todo, ya conocéis nuevas palabras muy habituales en este mundillo, que os permitirán no quedar como un panoli delante de un agricultor.


 

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