lunes, 26 de marzo de 2012

DE LAS JAULAS DE LAS GALLINAS Y SU IMPACTO EN NUESTRO BOLSILLO

Hace tiempo hablé de la exigencia de la Unión Europea para cambiarles las jaulas a las gallinas por unas más cómodas. A grandes rasgos se trataba de pasar de menos de un folio (550 cm2) a folio y pico (750 cm2) equipado con elementos que les permitieran escarbar, anidar y dormir en una percha (no directamente sobre el suelo sino agarradas a una barra, como un canario en su jaula, vamos). 

Esta es una jaula nueva, de las enriquecidas, en primer plano se ve el aseladero o barra para dormir. Foto cortesía del Instituto de Estudios del Huevo.

Una vez terminado el proceso de adaptación de las granjas avícolas llega la temida consecuencia, sube precio el precio de los huevos. ¿Y nos enteramos ahora? ¿así, de repente?, ¿y no lo podían haber hecho antes? . Aunque la directiva europea es del 2003 y establecía un cambio gradual hacia las “jaulas enriquecidas”, los avicultores han tenido que realizar cambios importantes en sus granjas, y no baratos precisamente. Así, con la que está cayendo y a la expectativa de lo que hicieran sus vecinos, españoles y europeos, se comprende que estos empresarios hayan preferido esperar hasta el último momento para acometer una inversión tan fuerte.

Por una parte había que quitar las jaulas antiguas y comprar las nuevas, y por otra para respetar el espacio que le tocaba a cada gallina, o construye otra nave o se quitan gallinas (opción elegida mayoritariamente). Y es que hay que recordar que estamos hablando de explotaciones con unos 100.000 animales en una nave de puesta, a seis gallinas por jaula… ponte a calcular. Poco a poco, las granjas que pudieron fueron han ido adaptando sus naves y otras han tenido que cerrar al no poder afrontar la inversión. La consecuencia, hay menos gallinas, ergo hay menos huevos y sube su precio.



El avicultor ya asumió los costes; otros que compran gran cantidad de huevos como los fabricantes de galletas, las pastelerías y los restaurantes lo están haciendo ahora, para que el sacrosanto consumidor no se entere y las grandes cadenas de distribución tampoco estaban por la labor de subirle el precio a un producto “gancho”.

Lo gracioso del tema es que da la sensación que la Unión Europea, tratando de plasmar una preocupación de sus ciudadanos-consumidores sobre el bienestar animal (me da a mi que más los del norte), dictó esta norma olvidando que este bienestar tiene un coste y dando por hecho que todos lo asumirían sin problemas, desde el avicultor al consumidor. Esto no parece que vaya a ser así, al menos en España, segundo exportador de huevos de la UE, detrás de Holanda.

Respecto a la calidad de los nuevos huevos de gallinas algo más felices, o algo menos estresadas (según como lo vea cada cual), no creo que cambie mucho, ya que las obligaciones del productor en ese aspecto siguen siendo las mismas. El contrasentido es que la misma UE no permitirá comercializar huevos de gallinas europeas infelices pero sí permite la entrada a huevos extracomunitarios que vete tu a saber si cumplen o  no los mismos requisitos de calidad y de bienestar animal.

Ya en el post anterior expliqué las diferencias entre unos huevos y otros para que cada uno decidiera en función de sus posibilidades o convicciones. Tal como están las cosas, y si poco a poco el precio del huevo “intensivo” se va acercando al de otros sistemas de producción alternativos, y si el consumidor va siendo consciente de lo que pide al avicultor y lo que está dispuesto a gastarse en la cesta de la compra, quizás estemos dando los pasos hacia otros tipos de producción más sostenibles.


Actualización (enero 2016):
Según el Ministerio de Agricultura, la adaptación del sector a la normativa de bienestar ha supuesto en la práctica cambiar todas las jaulas de alojamiento de gallinas, con una inversión estimada de más de 600 millones de euros. Como resultado, el sector productor ha sufrido una importante reconversión  quedando polarizado en dos modelos de producción: las explotaciones industriales de gran dimensión que alojan las gallinas en batería, y un número creciente de pequeñas explotaciones de carácter alternativo. Aún así, estamos muy lejos de países como Alemania, Holanda donde las produciones alternativas (suelo, o campo o ecológicos) son mayoría (88,7% y 84.5 % respectivamente)




¿Sabías que España es el país de la UE donde viven un mayor número de gallinas en jaulas acondicionadas? Concretamente el 94%. El resto se reparte en un 3% de gallinas en suelo, otro tanto de camperas y menos del 0,3% ecológicas.

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Oleh

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