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jueves, 30 de marzo de 2017

REFUGIADOS VEGETALES

¿Qué pueden tener en común unas islas en el Círculo polar ártico con un país de Oriente Medio que lleva seis años en guerra?. El país lo habréis adivinado, Siria. Respecto a las islas, son territorio noruego y albergan un curioso edificio del que os hablaré más adelante.  

La respuesta: ambos guardan un tesoro muy valioso, un tesoro en forma de semillas. Su valor está en la información que guardan en sus genes tras miles de años de evolución y/ o domesticación, y por el concienzudo trabajo de investigación necesario para sacar provecho a esa información.
 

Una espiga de trigo sirio.
Fuente: Global Crop Diversity Trust/Britta Skagerfalt
 La importancia de coleccionar semillas

Acostumbrados como estamos a no comer más que unas cuantas especies distintas, no deja de sorprender que en la primera mitad del siglo XX las tribus indias norteamericanas fueran capaces de usar (para alimentarse, vestirse, curarse, etc.) unas 1.000 especies distintas. A lo largo de este mismo siglo se han perdido en Estados Unidos el 93% de las variedades de frutas y productos hortícolas. En España tampoco nos libramos, según cuentan en este artículo, de las 380 variedades de melón que había en los años setenta, hoy como mucho encontramos en el mercado 10 o 12 (y muchas me parecen). 
¿Sabías que de las 7.000 - 10.000 especies vegetales que ha utilizado el ser humano a lo largo de su historia, hoy sólo se cultivan unas 150 y solamente doce de ellas representan más del 70% del consumo humano?.
¿Por qué se ha perdido toda esta variedad genética? 

Básicamente porque hemos pasado de una agricultura de subsistencia que cultivaba de todo para poder comer a una agricultura industrial que cultiva pocas variedades pero muy productivas, para poder vender

Y es que actualmente a las semillas se les pide "el más difícil todavía": tienen que ser rentables para las casas de semillas, satisfacer las exigencias de agricultores, distribuidores e industria agroalimentaria y, cómo no, ofrecer productos atractivos y económicos al consumidor. Es difícil dar gusto a todos a la vez, y resulta lógico pensar que pocas variedades lo consiguen.


La variedad de productos en un supermercado cualquiera es a menudo engañosa: judías planas o redonditas, patatas para freír o cocer, berenjenas lisas o rayadas, una sola variedad de plátanos...Sólo las variedades más aptas comercialmente son las que se siembran, se recogen y se venden.

Hay que admitir esta pérdida de diversidad genética, no queda otra, sobre todo porque el uso de las variedades actuales también conlleva ciertas ventajas. Eso sí, con el cambio climático ya asomando la patita, es muy importante que seamos capaces de desarrollar unas variedades mínimamente productivas que además sean capaces de sobrevivir a sequías, inundaciones, exceso de calor o frio, a plagas y enfermedades o a suelos con demasiada sal. Estos "superpoderes" los tienen algunas variedades de cultivos antiguos, sus parientes silvestres e incluso especies que tradicionalmente acompañan a los cultivos. A este conjunto de especies es lo que denominamos Biodiversidad agrícola, y constituye un tesoro que puede ayudar a adaptarnos mejor al cambio climático, a mejorar la calidad de vida de muchos agricultores y a garantizar la seguridad alimentaria.
 

El Depósito Mundial de Semillas
 

Antes de viajar a Oriente Medio vamos primero a esas remotas islas situadas en el ártico, el archipiélago de Svalbard.


Desde su construcción en 2008 ha logrado reunir en torno al 40% de la diversidad alimentaria del mundo. Fuente: Global Crop Diversity Trust

Allí se construyó en 2008 el Depósito Mundial de semillas donde se guarda la "copia de seguridad" definitiva de 839.804 variedades de cultivos distintas. Los depositores mantienen la propiedad de las semillas allí guardadas y sólo ellos tienen acceso a ellas, por lo que también podríamos considerarlo una especie de "Banco mundial de las semillas"; aunque sus fines son considerablemente más altruistas y, en principio son los países en vías de desarrollo los más beneficiados.
 

Es posible que lo encontréis traducido como la "Bóveda global": su nombre en inglés es Global Seed Vault; y "vault" significa bóveda o cúpula, pero también cámara acorazada o caja fuerte. Estas instalaciones no tienen cúpulas por ningún lado, pero sí largos pasillos que se adentran en el suelo permanentemente congelado de ese remoto paraje.


Aquí se guardan semillas de casi todos los países del mundo. Mari Tefre/Global Crop Diversity Trust

Se eligió este lugar por varias razones: pertenece a Noruega, que además de ser un país tranquilo, financió la construcción y el mantenimiento de la bóveda. Este no es excesivamente caro, ya que, de momento, el frio que necesitan las semillas para su conservación lo tienen asegurado. Es también un lugar geológicamente estable y bien comunicado. 

El ICARDA de Siria.
 

El depósito de Svalbard está muy bien para guardar semillas de una manera segura y a largo plazo, pero aparte de eso poco más puede hacer. Existen 12 importantes bancos de germoplasma a nivel mundial especializados en distintos cultivos y que aparte de conservar semillas o tejidos, proveen de copias de este material a los mejoradores vegetales o los investigadores que lo soliciten. 
¿Sabías que, según la FAO, existen aproximadamente 1.400 bancos de germoplasma en más de mil países?

Pues bien el ICARDA (International Center for Agricultural Research in Dry Areas) es uno de ellos. Especializado en cereales y leguminosas, posee antiguas variedades de trigo duro y blando que datan de los inicios de la agricultura en "la media luna fértil" y una de las más grandes colecciones de lentejas, garbanzos, cebada y otras variedades de leguminosas, todos ellos cultivos que alimentan a millones de personas en todo el mundo. Podéis imaginaros lo que supondría perder estas semillas, desarrolladas desde hace cientos e incluso miles de años. El problema, su sede estaba situada a unos treinta km al sur de Alepo.

¿Sabías que se han sacado al mercado cerca de 900 variedades de trigo desarrolladas en el ICARDA para su cultivo en todo el mundo?

Como buena institución dedicada a conservar un bien preciado, estaba preparada desde el principio para acciones de emergencia. Así que, en cuanto comenzaron los primeros combates, allá por la primavera de 2011, el centro se puso en marcha para duplicar aproximadamente el 87% de su colección y enviarlo a bancos de semillas cercanos y a Svalbard. Y es que no hacen falta bombas para destruir un banco de germoplasma; sin la corriente eléctrica necesaria para conservar las semillas a la temperatura correcta, estas pueden perder su viabilidad.

Detalle del interior del banco de semillas. Estas se guardan en bolsitas especiales de alumnio o en tubos de vidrio. Fuente:  Global Crop Diversity Trust/Britta Skagerfalt

Un año después la situación había empeorado y, previendo que tarde o temprano la guerra llegaría a Alepo, se optó por sacar lo que quedaba de la colección y descentralizar actividades. En julio todo el personal internacional tuvo que abandonar el país hacia el Líbano, llevándose consigo parte de las semillas que aún no habían podido ser duplicadas.
 

En el centro quedó el personal sirio, que con ayuda de la población local, siguió sacando material del banco. No fue nada fácil conseguirlo: durante los tres años siguientes recorrieron todas las carreteras del norte del país, sufrieron incluso dos secuestros, y tuvieron que tirar de contactos en medio mundo para sacar ese material tan preciado fuera del país y asegurarse que quedaba a buen recaudo. Fueron capaces incluso de enviar dos remesas más de material a Svalvard.
 

Para 2015 ya era imposible mandar nada a ningún lado. Aunque se las apañaron para asegurar la conservación de las semillas que quedaban en el centro, este no podía ejercer las funciones para las que fue creado. Básicamente porque no era seguro acceder al terreno donde se resiembra periódicamente el material genético y tampoco estaban las carreteras como para compartir semillas con nadie. Llegó el momento de buscar otro lugar más seguro donde seguir con la tarea, pero, por si las moscas buscaron dos en vez de uno: la colección activa se iría a Terbol (Líbano) y la investigación se centraría en Marrakech (Marruecos).
 

Instalaciones exteriores del ICARDA en Alepo. Las semillas contenidas en los bancos de germoplasma se siembran periódicamente para suministrar "copias" a quien lo solicite. Fuente:  Global Crop Diversity Trust/Britta Skagerfalt
 
Ya tenían las sedes, ahora sólo faltaba recuperar las semillas. Así que pidieron a los gestores del Banco de semillas que se las devolvieran. Y así hicieron. De hecho es la primera y única vez que se ha abierto esta especie de Arca de Noé, no para aumentar la colección sino para devolver parte a sus legítimos propietarios.
 

Esas semillas que habían estado pasando frío en Svalvard durante una larga temporada fueron perfectamente capaces de germinar en su nueva casa. De hecho y como curiosidad, comentar que se terminaron las obras de las nuevas instalaciones justo a tiempo para cosechar las nuevas semillas y guardarlas bien fresquitas. Recientemente se ha podido obtener suficiente cantidad de semillas para mandarlas de vuelta a Svalbard, y así tener de nuevo una copia de seguridad.
 

Aquí podéis ver la historia con imágenes (está en inglés). Respecto a la sede de Alepo: al parecer funciona pero no es accesible.
Las semilla como símbolo de esperanza
 

Ojalá los miles de refugiados o las ruinas de Palmira pudieran hacerse pequeñitos, como granos de trigo, para guardarlos en una bolsa y llevarlos a un lugar donde pudieran esperar hasta que todo se arregle, si es que eso es posible.
 

De hecho, según trabajaba en esta entrada me dio por pensar si el personal del centro de Alepo en algún momento no se encontraría ante el dilema ético de intentar paliar el hambre presente de sus vecinos o el hambre futura de gente desconocida. Y no es ninguna tontería; este artículo (muy recomendable) cuenta cómo los responsables de un importante banco de semillas en San Petersburgo, durante el largo asedio al que le sometió el ejército alemán durante la Segunda Guerra Mundial, no tocaron el material, a pesar de que varios murieran de hambre.

Y es que estas semillas antiguas representan miles de años de evolución y domesticación, algo que no podemos permitirnos el lujo de perder. Representan también una fuente de potenciales soluciones a problemas que posiblemente nos encontremos en el futuro; y si no las conservamos habría que partir de cero.
 

Pero yo quería terminar con un mensaje positivo. Tenemos la capacidad para conservar y mejorar las semillas de las plantas que nos dan de comer. Disponemos también de un mecanismo internacional de colaboración para la conservación de recursos genéticos, del que el Banco de Semillas es la parte más vistosa, que ha demostrado su tremenda utilidad. El mecanismo ha funcionado, ahora solo falta asegurar su mantenimiento.

 Para hacer esta entrada he recurrido a la información que ofrece la ONG Crop Trust, a este artículo que cuenta la historia y algunos capítulos de este interesante libro, editado por la Editorial Agrícola.














Actualización: lamentablemente, parece que el mantenimiento del Depósito mundial va a ser más costoso de lo esperado, debido al rápido avance del cambio climático. En este artículo cuentan como tras un verano excepcionalmente cálido, se inundó el pasadizo de entrada.


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Los recursos fitogenéticos son una herramienta clave para adaptar la agricultura al cambio climático. Si quieres saber cómo este puede afectar tanto a la agricultura como a la ganadería, no te pierdas esta entrada:
CAMBIO CLIMÁTICO: A ESPABILAR TOCA.

 Y a partir de esos recursos fitogenéticos se pueden obtener Híbridos; otra herramienta importantísima en nuestro ámbito. Descubre en qué consisten en la entrada ABECEAGRARIO: HÍBRIDO

Los yeros es un buen ejemplo de una leguminosa que antiguamente se cultivaba mucho y que hoy en día tiene su interés. Lo cuento en: ABECEAGRARIO: YEROS

sábado, 31 de diciembre de 2016

ALMENDRAS “MADE IN SPAIN”

Esta mañana me acabo de tomar un mazapán de los ricos, de esos que saben a almendra y no están duros como piedras. Seguro que también caerá algo de turrón, polvorones, mantecados... Ya sé que cada vez menos gente los toma, que son fatales para la línea y que ahora se llevan turrones más sofisticados, o si acaso unos bombones. Ya le he dedicado una entrada al cacao, otra al azúcar y otra del aceite de palma para cubrir gran parte de la oferta de dulces navideños actuales.

Sin embargo, creo que las almendras, humildes y saludables ellas, merecen nuestra atención, ya sea como aperitivo o merienda o como componente principal de muchos dulces mediterráneos.

Almendro en flor. De Vincent van Gogh. Google Cultural Institute. Dominio público.


California vs España

Cada vez se consume más almendra en todo el mundo, concretamente un 5% más cada año; incluso países asiáticos como India, China o Indonesia que se están sumando a la moda. Esto se debe principalmente a la fama de alimento saludable que ha adquirido este fruto que además ha entrado en nuestras dietas de múltiples formas.

Como curiosidad, cabe citar que el aumento de alergias al cacahuete en niños estadounidenses o las nuevas tendencias alimentarias (las dieta "paleo" por ejemplo) influyen en el aumento de la demanda.


EEUU es el primer productor mundial de almendras, concretamente el estado de California con cerca de 1,4 millones de toneladas. La producción allí es posible porque en esa región existe un clima muy similar al mediterráneo y desde el principio se optó por un sistema intensivo, basado en variedades más productivas, con riego, abonados podas y tratamientos fitosanitarios para obtener el mayor potencial posible de estos árboles.  Así, es la producción californiana y la cotización euro/dólar las que marcan el precio mundial de este producto.

Para que os hagáis una idea, os muestro unos datos tomados de esta charla de 2015, que son muy elocuentes. España con 431.148 ha, es el país con mayor superficie cultivadas de almendro del mundo, pero tiene una limitada capacidad productiva de 114 Kg/ha. En Estados Unidos, con menos superficie (352.084 hectáreas concretamente) plantadas de almendros, estos dan una producción unas veinte veces mayor, de 2.409 Kg/ha.

¿Sabías que la producción de almendra californiana supone aproximadamente el 80 % del total mundial?

Cultivo de almendros en California. Fuente: Gerald Holmes, California Polytechnic State University at San Luis Obispo, Bugwood.org.


¿Y qué ocurre con España? Pues que, para bien y para mal, no parte de cero. El almendro es un cultivo netamente mediterráneo, y hasta los años 60, aquí éramos los reyes, más que nada porque a nadie se le había ocurrido probar a plantarlos en otros lugares. Heredamos árboles de variedades en general poco productivas, cultivados tradicionalmente en zonas marginales como complemento a otros cultivos y utilizando técnicas de cultivo digamos "anticuadas". Pero por otra parte, algunas de esas variedades que conservamos son de una gran calidad y sabemos mejor que nadie cómo procesar la almendra, tanto para consumirla directamente como para elaborar una confitería única, heredera de los dulces árabes elaborados en base a miel y almendras.

¿Sabías que la almendra Marcona está considerada como la variedad de mayor calidad a nivel mundial?
 
De esta manera se da una situación peculiar: España produce y exporta almendra de gran calidad, pero también importa para luego reexportar los distintos productos de la almendra ya procesados (palitos, láminas, dados, harina, pasta, etc,...) ya que dispone de una industria puntera a nivel mundial en ese campo, capaz de aportar un valor añadido a este producto.

Almendros en España: marginales y superintensivos, todo cabe.

Los almendros españoles se encuentran  fundamentalmente en el arco mediterráneo, desde el sureste árido andaluz y murciano, subiendo por las sierras de Alicante y Valencia hasta llegar incluso a Cataluña. Le siguen en importancia regiones interiores de climas duros como Aragón y Castilla-La Mancha.  

Almendros en Ibiza


A pesar de la gran superficie que en España se dedica al cultivo del almendro, en torno a las 600.000 hectáreas actualmente ya hemos comentado que una parte importante es de carácter marginal. Aunque su contribución a la producción nacional de almendra es modesta, tienen también su importancia, sobre todo de cara al desarrollo rural: esos terrenos marginales se pueden revalorizar por la presencia de industrias locales de productos derivados, por turismo rural derivado de sus valores paisajísticos, e incluso por su aprovechamiento en régimen ecológico, apoyado con ayudas de la PAC.


¿Sabías que las provincias de Málaga, Granada y Almería, son las principales productoras de almendras ecológicas de España y del mundo?

Los almendros son árboles muy sufridos y medran bien en lugares de climas duros y suelos pobres, eso sí en esas condiciones no hacen milagros y dan poca almendra. Pero en cuanto se les mima un poco, con un poco de agua la cosa cambia y aumenta la rentabilidad de una manera significativa. Y ya que se les da de beber en las plantaciones modernas se les enriquece la dieta: aplicando abono, a lo largo del año y según las necesidades del árbol, junto con el agua de riego mediante fertirrigación. 

Así, las producción puede variar enormemente según el sistema de cultivo: desde los 100 kg de pepita por hectárea en condiciones de secano pobre, a los más de 2.000 kg en buenas plantaciones en regadío.



Con los  nuevos cultivos de almendros, que incorporan todas nuevas técnicas agronómicas: regadío, abonado, mejora genética, formación en seto que permite la cosecha automatizada se tarda menos en empezar a dar rendimientos, por lo que se prevé que España pueda duplicar su producción en siete años.

En España cerca de la mitad de las almendras van a parar a la industria de dulces navideños, principalmente en forma de turrón y mazapán. Y es que en general la industria mantiene fuertes vínculos con la producción, hasta el punto que marcas de productos como Delaviuda en Toledo o Borges en Cataluña, están plantando sus propios almendros para no depender tanto del mercado exterior.

El principal consumidor de almendras es la industria de la confitería, turrones, chocolates y pastelería.
 
Y es que, a pesar del auge del chocolate y la grasa de palma, afortunadamente la tradición se mantiene y tenemos nada menos que 7 productos navideños con Indicación Geográfica Protegida en los que interviene la almendra en mayor o menor medida: turrón de Jijona (el blando), turrón de Alicante (el duro), turrón de Agramunt (en LLeida), mazapanes de Toledo, polvorones y mantecados de Estepa y el alfajor de Medina Sidonia (Cádiz).


La burbuja “almendrística”

Como vimos, California es la que “parte el bacalao” en el mercado de la almendra. Pero de un tiempo a esta parte ha bajado bastante su producción, debido en gran parte a la tremenda sequía que han padecido y a que les tocaba renovar plantaciones, tarea que hay que hacer cada 20 ó 25 años debido al ciclo productivo de este cultivo.

Con esta situación de fuerte demanda acompañada por un bajón en la producción del gigante californiano, los precios en las lonjas son lo suficientemente atractivos - han alcanzado los 8 euros por kilo de almendra pelada - como para en el resto de países se aproveche la situación y se planten más almendros.

Si consideramos que estas nuevas plantaciones se están haciendo en plan intensivo, ocupando incluso zonas donde hasta hace poco había cultivos actualmente apenas poco rentables, y sobre todo que California tarde o temprano acabará saliendo del bache...tenemos todos los ingredientes para un boom de la almendra. El tiempo lo dirá.


Variedades de almendras para los distintos usos

Se puede decir que hay dos tipos principales de almendra: las de cáscara dura y las de cáscara blanda o mollares. Y como no hay dos sin tres, también tenemos de cáscara semi dura.

Esta diferencia es en parte responsable de la posición en el podium de los distintos países productores. Los grandes cultivos californianos y australianos son de variedades mejoradas de cáscara blanda - "Nonpareil", "Ne plus ultra", "Texas", - que se puede romper haciendo fuerza con la mano. Al ser la cáscara menos densa, pesa menos y por tanto su rendimiento en el descascarado es mucho mayor que las de cáscara dura: en torno al 60 %, de un kilo de almendras con cáscara 600 gramos corresponden al fruto y 400 a cáscara. Pero esta ventaja económica implica desventajas, la cáscara más débil las hace son más propensas al ataque de insectos, por lo que se hace necesario realizar tratamientos fitosanitarios y al enranciamiento (oxidación de sus grasas) durante el almacenado.

En España la gran parte de los cultivos son de variedades autóctonas de cáscara dura (aunque también las hay de cáscara blanda como la Mollar de Tarragona). Por ejemplo la famosa almendra Marcona tiene un rendimiento del 20-27 %, o la Guara, muy extendida últimamente, tiene un 30-34 %. Poco a poco se están introduciendo también variedades italianas, francesas e incluso portuguesas.

¿Sabías que la almendra Marcona es originaria de la provincia de Alicante?

Pero cuando un agricultor decide plantar almendros, aparte del rendimiento final, tiene que tener en cuenta muchos factores - condiciones de la zona (suelos, heladas, sequía, frío, etc.), época de floración, compatibilidad del polen, facilidad de formación y poda, resistencia a plagas y enfermedades, época de maduración y facilidad de recolección y pelado -, que le harán decidirse no solo por la variedad de almendro utilizada sino por los patrones a utilizar, ya que en este cultivo utilizar injertos es lo habitual.


Almendro de la variedad "Guara". Esta variedad autocompatible (puede polinizarse a si misma) y de floración tardía (hay menos probabilidad que una helada afecte al cuajado de las flores) ha sido obtenida por un programa de mejora del CITA de Aragón. Fuente: Blog Crisolar
  
Y por último están los requerimientos del mercado. Como ya hemos comentado, las almendras son cada vez más demandadas como aperitivo saludable por su especial composición en proteínas, fibra y grasa, principalmente en forma de ácido oleico. Existen diferencias significativas entre las variedades, tanto en la cantidad de grasa como por su tipo, y las autóctonas españolas se llevan la palma.

Determinados usos tienen sus variedades preferidas: "Desmayo Largueta", para aperitivos de almendra tostada con piel, "Marcona", para turrón por su composición en grasas, almendras pequeñas para las tabletas de chocolate o grandes para las laminadas.

Un dulce no navideño pero basado en la almendra es la Tarta de Santiago, que incluso tiene IGP. Estas sólo utilizan almendras de primera calidad, con un contenido en grasa superior al 50%, especificación que cumplen generalmente las almendras de variedades de origen mediterráneo (entre ellas “Común”, “Marcona”, “Mollar”, “Largueta” y “Planeta”) que son las que habitualmente se utilizan. Fuente: Mis Thermorecetas.

Y esto es todo por esta vez. Espero que esta entrada sirva para que, aprovechando la navidad, descubráis cosas nuevas sobre este alimento tan nuestro y tan saludable.



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lunes, 11 de abril de 2016

¿QUÉ ES Y QUÉ NO ES UN PRODUCTO ECOLÓGICO?


Cada día están más de moda. Seguro que ya los has visto en el mercado, que algún familiar o amigo te ha hablado de ellos porque los compra hasta para su mascota. Son tan populares que ya hay quien los pone "verdes" (curiosa paradoja del lenguaje). Pero, ¿que son realmente los productos ecológicos? y ¿qué se puede esperar realmente de ellos?.

Sus orígenes

La producción ecológica surgió la década de los 60-70 del pasado siglo como una filosofía de producción agrícola y ganadera alternativa a la agricultura intensiva que había nacido gracias a la "Revolución Verde", desarrollada más o menos en la misma época.

Esta revolución, que en principio pretendía erradicar el hambre y la desnutrición en los países subdesarrollados, se basaba en el uso sistemático de fertilizantes de síntesis y productos fitosanitarios, apoyados por una intensa mejora genética de las plantas y los animales. Los resultados de estas prácticas fueron espectaculares, pero también tuvieron aspectos negativos que suscitaron críticas y animaron a los primeros productores ecológicos. Al principio crecían poco a poco, pero han ido tomando cada vez más fuerza hasta entrar de lleno en la era del marketing de los alimentos.

Una de las cosas que más se le achacan a la AE es la incoherencia. ¿Son incoherentes los productores, los consumidores o el sistema entero? Esto da para un largo debate. Fuente.


Mensajes que confunden

Por si fuera poco han aparecido otros conceptos que se unen a la moda "eco" - "natural", "artesano", "tradicional", "slow food", "de temporada", "Km0" - términos que yo ahora mismo no sabría muy bien cómo definir ni cuáles son sus límites. Así, a la falta de información del consumidor se le suma la desinformación que aportan promotores, detractores, industria alimentaria en general y medios de comunicación. La consecuencia: tenemos un lío de narices.

La buena noticia es que la producción ecológica tiene al menos una legislación detrás, que dice lo que es y lo que no es un producto ecológico y, sobre todo, especifica cómo ha de producirse. Aunque esta legislación puede ser muy distinta según los países.

Las bases de la producción ecológica en Europa

En la Unión Europea sólo puede venderse como producto ecológico aquel obtenido o elaborado según la normativa al respecto (puedes ver el enlace al final de la entrada). Esta normativa se basa en una serie de principios que responden a una filosofía de producción agrícola y ganadera en armonía con la naturaleza.
  • No utilización de productos químicos de síntesis: abonos inorgánicos, productos fitosanitarios (insecticidas, herbicidas, fungicidas, etc.) y antibióticos.
  • Producción vegetal basada en el fomento de la fertilidad del suelo, la elección de especies y variedades adaptadas a las condiciones locales y la rotación de cultivos, entre otras técnicas agrícolas.
  • Producción ganadera vinculada al suelo y en la que prima la prevención de enfermedades frente a la productividad (ojo, son solo prioridades, no se excluyen entre sí). Se consigue mediante la elección de razas ganaderas autóctonas (aunque no es obligatorio recurrir a ellas), y el control de la carga ganadera entre otras prácticas de manejo de los animales.
  • No utilización de organismos genéticamente modificados.
  • Procurar un alto grado de bienestar animal en los animales de granja.
  • Restricción al mínimo de aditivos alimentarios en los productos transformados.


La carga ganadera nos indica el número de animales que pueden alimentarse en una hectárea de terreno. 

Los alimentos producidos bajo la normativa europea de producción ecológica se identifican por el logo comunitario y el correspondiente al organismo de control de cada país. En España, la tarea recae en los Consejos o Comités de Agricultura Ecológica de cada Comunidad Autónoma. Fuente.

Leyendo el Reglamento de producción ecológica da la sensación de que parten de una granja ideal y arquetípica actualmente en extinción: un amplio territorio que alberga diversas producciones animales y vegetales y que funciona como un ciclo cerrado (el ganado se alimenta de lo que produce el terreno y a su vez lo fertiliza aportando el estiércol como abono). Es como una vuelta al pasado pero no del todo; se trata de producir alimentos como se hacía hace menos de un siglo, pero con los recursos, condicionantes y normativa existentes en la actualidad. Conseguir esto al 100% es francamente complicado, por lo que la propia normativa contempla excepciones para que los productores no mueran en el intento.

Dicho esto, habrá productores que se ciñan exclusivamente a la normativa y sus excepciones para conseguir el ansiado logo que les permita posicionarse en el mercado. Otros con conocimiento, experiencia, y sobre todo mucha vocación intentan trabajar con la naturaleza hasta donde la realidad les permite.


Danone ya se ha lanzado a vender productos orgánicos de la mano de una marca que forma parte del "Big-organic" en Estados Unidos (www.stonyfield.com). Estos yogures en concreto están hechos en Francia, bajo la normativa europea.


Mito nº1. Son productos más sanos y naturales, porque no tienen "químicos"


Dicho así literalmente es falso, cosas de la quimiofobia actual, imagino.

En la naturaleza hay productos químicos por todas partes: desde el agua, el oxigeno y el dióxido de carbono y las sales minerales que utilizan las plantas para vivir, hasta las moléculas que le dan ese olor y sabor inconfundible al tomate recién cortado o al pan recién hecho. Sean ecológicos o no.

Así, aunque me fastidie, vamos a asumir que "químicos" es una manera corta referirse a los "productos químicos de síntesis" antes citados. Que sea bueno o malo que existan estos "químicos" en nuestra comida ya es cuestión de la confianza que tengamos en la ciencia y en las autoridades de control. Pero dejadme que os cuente tres cosillas.

La agricultura convencional utiliza fitosanitarios sintéticos, cuando la situación lo requiere y en la cantidad mínima imprescindible. De tal manera que, una vez el alimento llega al consumidor si queda algún residuo de estos productos nunca supera los límites (LMR o límite máximo de residuos) que se han establecido como inocuos para la salud humana.

Natural no significa "inocuo". En la naturaleza existen sustancias tóxicas: ya sean minerales o fabricadas por plantas (la cafeína o la nicotina por ejemplo), animales o microorganismos principalmente para defenderse. La agricultura ecológica utiliza algunas, pero ha de respetar igualmente su LMR aprobado o las limitaciones de uso. Por cierto, a menudo se menciona a una de estas sustancias, la rotenona, para "atacar" a la producción ecológica: que sepáis que está prohibida en la Unión Europea pero no en Estados Unidos.

Por último, en la ganadería convencional NO está permitido el uso sistemático de antibióticos, sólo por prescripción veterinaria y cuando resulte necesario. Justo igual que en ganadería ecológica, que no es cuestión de que el animal sufra o se muera pudiendo evitarlo.



El cuerpo de los animales (y de las personas) tiene hormonas de manera natural; son moléculas que ejercen funciones concretas en el organismo. Respecto a esta carne sin hormonas: a) si fuera verdad no sería natural en absoluto, b) en la UE no se permite el uso de hormonas del crecimiento en ninguna especie ganadera. Vamos que pretenden vender como ecológico algo que es completamente normal. Fuente: J.M. Mulet.



Mito nº2.  Son productos que ayudan a proteger el medio ambiente

En general sí que es cierto.

Considerando que la filosofía de la agricultura ecológica busca una producción en armonía con la naturaleza (utilizar recursos renovables, limitar la erosión del suelo y favorecer su fertilidad, fomentar la biodiversidad tanto cultivada como silvestre, etc...) resulta obvio que al medio ambiente le viene bien que consumamos productos ecológicos.

Pero también conviene fijarse si se ha gastado mucha energía en traerlo desde lugares muy lejanos o si está sobreempaquetado con elementos no biodegradables. A menudo se olvidan estos "pequeños detalles",  quizás para satisfacer a unos consumidores aún poco concienciados. De todos depende que los alimentos ecológicos lo sean en todos los sentidos.


Por muy ecológicamente que haya sido cultivado ¿merece la pena traer este aguacate en barco o en avión desde México? ¿sabrá igual, mejor o peor que uno sin logo ecológico cultivado en Málaga ?. Cosas que me pregunto en el supermercado.


Si hay algo que llevo mal son los alimentos sobreempaquetados. Sean ecológicos o no. He aquí una muestra: ¿hace falta gastar tanto plástico (que por cierto, ese en concreto no se recicla) para 12 tortitas?.






Un contraargumento habitual es que, al ser la AE menos productiva tendría que ocupar más tierras vírgenes para equipararse a la convencional. Aun estando de acuerdo con lo de la productividad, permitidme dudar de ello. Si tuviera que buscar a los culpables de la deforestación de selvas tropicales en la actualidad, apuntaría antes a la producción de soja para piensos o de aceite de palma que a los productores orgánicos.



Otra certera visión de las contradicciones del mundo actual y del "eco" en particular. Fuente



Mito nº 3. Son productos libres de transgénicos

Realmente no es un mito. Como hemos visto es uno de los pilares de la filosofía de producción ecológica.

En coherencia con la idea de recurrir casi exclusivamente a los recursos que proporciona la naturaleza, no se permite el uso de organismos genéticamente modificados mediante técnicas de ingeniería genética; de alguna manera su origen está en un laboratorio y por tanto no están presentes espontáneamente en la naturaleza (aunque en realidad sí hay casos de transgénesis "natural").

La única excepción que se hace es a los medicamentos veterinarios elaborados con la ayuda de microorganismos transgénicos.


Mito nº 4. Son alimentos más nutritivos y más sabrosos

Respecto a la calidad nutricional de los alimentos ecológicos hay mucha controversia al respecto: existen estudios científicos que afirman que los alimentos ecológicos no son especialmente más nutritivos y otros que afirman justo lo contrario. En resumen: no existe evidencia científica de ello.


Respecto al sabor, es más subjetivo aún y que yo sepa tampoco hay consenso científico. Como consumidora ocasional de productos ecológicos a veces noto diferencias y a veces no.



Buscar los alimentos de temporada suele ser el camino más corto para encontrar su sabor propio. Sean ecológicos o convencionales. Fuente


Una de las consecuencias de producir plantas y animales de manera ecológica es que crecen más lentamente. Utilizar abonos orgánicos, recurrir a razas y variedades autóctonas, alimentar en base a pasto en vez de pienso...son técnicas de manejo que no consiguen crecimientos exprés pero ayudan a conseguir alimentos como mínimo más sabrosos (es complicado explicar los porqués).

Pero ojo, todos estos manejos no son patrimonio exclusivo de la producción ecológica. Realmente es una cuestión de productores que miman sus productos. Convencionales o ecológicos.



Un buen ejemplo de producto cuidado (que estaba bastante bueno, por cierto) pero que cae en la quimiofobia.



Mito nº 5. La Agricultura Ecológica no puede alimentar al mundo


Pues no, ni de coña; pero la convencional tampoco lo está consiguiendo. Incluso nos permitimos el lujo de despilfarrar cantidades enormes de comida.

Soy de la opinión de que si realmente se quiere alimentar a TODO mundo, habrá que trabajar primero en la equidad al acceso a los alimentos, o a la tierra para producirlos.

De todas maneras, viendo las perspectivas de crecimiento de la población mundial y del ritmo y modo de consumo actual de alimentos, no parece que la agricultura ecológica, dadas sus particularidades, pueda alimentar a todos los habitantes del planeta por sí sola.

Creo que la agricultura ecológica difícilmente puede competir con la convencional, pero eso no significa que tengan que ser enemigas. Ambos sistemas de producción pueden ser complementarios, aprender y beneficiarse el uno del otro.



Las trampas cromáticas para el control de plagas las utilizan la agricultura convencional, la producción integrada y la producción ecológica.Fuente


Espero haber aportado una visión imparcial en esta eterna guerra que mantienen los defensores más acérrimos tanto de la agricultura convencional como de la ecológica.



Para hacer esta entrada he utilizado:


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