Mostrando entradas con la etiqueta cebo. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta cebo. Mostrar todas las entradas

viernes, 7 de febrero de 2020

MÁS FELIZ QUE UN COCHINO EN MONTANERA

No sé si realmente existe esta expresión, o simplemente fue invención de Juan Echanove en el programa de "Un país para comérselo" que dedicaron a Extremadura. En todo caso, desde hace tiempo forma parte de mi colección de dichos, y además me va a servir para contaros en qué consiste eso de "la montanera" y ya de paso para explicar unas cuantas cosillas que ayuden a entender el etiquetado de los productos de cerdo ibérico.
 

El cerdo ibérico y la dehesa, algo muy nuestro
 

Según cuentan los apuntes de la universidad de Córdoba los celtas y su cultura pastoril nos legaron el sistema de crianza del cerdo en bosques de Quercus (robles, quejigos, encinas, alcornoques...), que en el oeste de la Península Ibérica dio lugar a las dehesas. Aunque también aprovechan sus recursos vacas y ovejas, se puede decir que el cerdo ibérico y la dehesa forman un binomio inseparable. 

 

La dehesa es un ecosistema único, que compartimos con nuestros vecinos portugueses. Fuente: Carlos G. Hdez. Díaz - Ambrona / Editorial Agrícola.


 

El cerdo ibérico es una raza autóctona, compuesta su vez por varias líneas o variedades, que ha sido seleccionada a lo largo de los siglos por su capacidad para aprovechar al máximo los recursos naturales de la dehesa y soportar las difíciles condiciones ambientales de ese ecosistema. Se trata de un cerdo algo más pequeño que sus hermanos "de capa blanca" (los cerdos rosas de toda la vida), que crece más lentamente y tiene una mayor tendencia a acumular grasa dentro y fuera de sus músculos. Todas estas características lo pusieron al borde de la extinción cuando entró en escena el cerdo magro de crecimiento rápido que actualmente se utilizan en la cría intensiva.
 

 

Para una buena montanera hacen falta bellota y pasto
 

La montanera es la época del año en la que encinas y alcornoques producen las preciadas bellotas. Depende bastante del clima, pero suele comenzar a finales de octubre y se mantiene hasta finales de febrero. Durante todo ese tiempo, las piaras de cerdos adultos se mueven por la dehesa comiendo todo lo que pillan, que básicamente es bellota y hierba. Se suele estimar que el cerdo "engorda" un 1 kg de peso por cada 8 a 10 kg de bellotas fresca que consumen. Aunque no está permitido en la normativa, en determinadas circunstancias los cerdos de bellota pueden recibir una ligera suplementación con pienso, llamada "postre", que ayuda a engordar al cerdo con un poquito menos de bellotas.
 

¿Sabías que un cerdo en el campo puede comer de 7 a 10 kilos de bellota diarias? Según la cantidad de árboles, del clima y de cómo vengan cargado de bellotas (las encinas son árboles "veceros"), cada temporada hay que ajustar la carga ganadera, es decir el numero de cochinos por hectárea.


Un año y una dehesa con buena producción de fruto admite una densidad óptima en torno a 1 - 1.5 cerdos por hectárea. Los cerdos también pueden aprovechar la hierba o los restos de cultivos. Fuente: Adoración Luna/ Editorial Agrícola.


Durante todo este tiempo los animales tienen que tener acceso libre y fácil al agua y al pasto; eso significa que el ganadero depende de la climatología, si no llueve apenas hay hierba, se secan los regatos e incluso los pozos lo cual puede retrasar el inicio de montanera. La hierba también es importante, porque el cerdo necesita una ración de "ensalada" que equilibre la dieta.

El porquero que sale en "un país para comérselo" explica que la dehesa tiene que tener hierba, "para que la boca no se les foguee" a los cerdos. Ignoro qué significa exactamente eso de foguearse (o calentarse) la boca en términos veterinarios; lo que sí he podido averiguar es que la hierba joven de otoño es muy rica en proteínas, mientras que la bellota aporta principalmente energía y ácidos grasos monoinsaturados. La hierba además tiene un importante papel a la hora de mantener el tono blanco característico de las vetas de grasa en la carne ya curada. Esto se debe a su alto contenido en gamma tocoferol en forma libre (que se absorbe más fácilmente que las formas análogas incluidas como aditivos en los piensos), al que se unen carotenos, polifenoles, aceites esenciales  - y los taninos de la bellotas.
 

¿Sabías que la hierba en las dehesas anima al cerdo a comer más y contribuye a mantener la grasa blanca en los productos durante todo el proceso de curación?.  

 

Un manejo del cerdo que solo los ganaderos saben hacer

Y es que esto de la montanera no es tan sencillo como soltar a los cerdos a pastar al campo y recogerlos a los cuatro meses. En primer lugar, alguien tiene que encargarse de tirar las bellotas al suelo, ya que los cerdos ibéricos por muy rústicos que sean, ni trepan ni vuelan. De hecho, son más bien vaguetes y el porquero les conduce los primeros días a las zonas más alejadas o con menor densidad de arbolado. De esta manera, al final del la montanera cuando ya están bien hermosos y con pocas ganas de darse paseos, tienen las bellotas a mano (a hocico más bien) . Pero, la labor del porquero no acaba ahí: tiene que reconocer cuándo hay que cambiar de cercado a los cerdos porque están aburridos, cuándo y cómo obligarles a buscar las encinas con bellotas e incluso a hacer cierto ejercicio diario. Recordad que el hecho de moverse de aquí para allá favorecerá la infiltración de grasa dentro de los músculos, característica de esta raza.

 

La bellota, ese ansiado manjar. Y no solo se lo comen los cerdos, también aporta energía a otros animales, tanto silvestres como domésticos.

   

Vayamos al grano, ¿qué producto es mejor?
 

Tenemos que tener en cuenta dos variables fundamentales: la alimentación que recibe el cerdo y su genética. Según la alimentación que haya recibido, sobre todo al final de su vida, tenemos tres categorías: de bellota, de cebo de campo y de cebo de pienso. Según su pureza racial tenemos: ibérico puro, 75 % y 50 % ibérico (el porcentaje indica la cantidad de "apellidos ibéricos" que tendría el cerdo).
 

Aunque en el mercado podrían existir todas las combinaciones posibles de estas seis categorías, en la práctica se reducen bastante. Normalmente se reserva el aprovechamiento de los recursos de la dehesa a aquellos animales con mayor capacidad de producir un alimento "gourmet" y para el resto se recurre a una serie de atajos de manera que más gente pueda acceder a este tipo de productos. Pero como le pasó a Caperucita, a veces los atajos tienen sus inconvenientes, y no falta quien pretende confundir al personal con imágenes o palabras que sugieren una calidad muy alejada de lo que quieren vender. 

Así que, una vez explicada la importancia de la montanera, creo que entenderéis mejor qué significan los términos que se utilizan para denominar estos productos según establece la normativa al respecto. Y así podréis comprar el que mejor se ajuste a vuestras preferencias y presupuesto, pero esta vez, espero, sabiendo mejor lo que os lleváis a casa.

 
Los jamones tienen colocado cerca de la pezuña un precinto que puede ser de cuatro colores: blanco, verde, rojo y negro. Cada uno representa una tipología de producción, de mayor a menor calidad son las siguientes:
 

Negro: jamón de bellota 100% ibérico. El fetén, lo más de lo más. Solo animales de raza ibérica pura y alimentados exclusivamente a base de bellota y hierba durante el periodo de montanera (no durante toda su vida, eso es imposible). ¿Que por qué es el más caro? porque hace falta más tiempo y más hectáreas de dehesa para producir menos cantidad de carne que con el resto de posibilidades. Y eso hay que pagarlo.


El cerdo entra en la montanera con 8-10 @ y es sacrificado con 12-16 @. Este periodo acumulan básicamente grasa (subcutánea, visceral e intramuscular), muy poquita dentro de los músculos, pero ¡ay amigos! lo suficiente para condicionar la calidad del producto final. Fuente: Adoración Luna/ Editorial Agrícola.

Rojo: jamón de bellota ibérico. También caro, pero menos. Aquí admite que el cerdo no sea de raza pura; lo habitual es que sea 75%, pero en cualquier caso, en la etiqueta tiene que figurar el porcentaje. La alimentación es igual que en el caso anterior. Considerando que lo que coma el cerdo es el factor fundamental y que normalmente se cruzan con la raza Duroc (que tampoco está tan mal), creo que la opción roja es bastante interesante si tienes un presupuesto holgado.


 
¿ Sabías que la expresión "Pata negra" queda reservada exclusivamente a los productos de "de bellota 100% ibérico"? ¿y que las palabras "dehesa" o "montanera", solo se pueden utilizar con la categoría "de bellota" ?
 
Verde: jamón de cebo de campo ibérico. Aquí el precio baja sensiblemente ya que bajan bastante las exigencias. El cerdo no tienen por qué ser de pura raza y su dieta básica hasta el sacrificio es el pienso, que contiene sobre todo cereales y leguminosas. La parte buena es que, al criarse obligatoriamente en explotaciones extensivas o intensivas al aire libre ha podido comer bellota y hierba, y ya hemos visto que esto aporta un plus en la calidad final. Antiguamente existía la denominación "de recebo", que se refería a los cerdos que se les daba una ayuda en forma de pienso (algo más que un "postre") durante la montanera para que llegaran al peso de sacrificio estipulado. Ya no se puede utilizar, pero estaría dentro de esta categoría. Esta categoría es, en mi opinión la mejor para darse un homenaje cuando tienes un presupuesto ajustado.
 

Blanco: jamón de cebo. Así, a secas. Algún nombre habría que ponerle a la categoría en la que ni el cerdo tiene porqué ser puro, de hecho lo habitual es que sea mitad ibérico mitad Duroc, ni ha pisado el campo en su vida. Vive en explotaciones intensivas y ha sido alimentado sólo a base de pienso. Aunque también hay que decir que estos piensos cada vez son más equilibrados y producen canales y piezas de una calidad bastante aceptable. ¿Mejor que un jamón serrano de cerdo blanco? pues dependerá del productor, ya que dentro de la producción industrial o intensiva, también hay mucho margen de maniobra para sacar productos interesantes.
 

Aquí tenéis el resumen visual de lo contado.
 
Y para terminar
 

Espero haber ayudado con esta entrada a mostrar la importancia de un producto tan singular y tan nuestro. Y ya que el cerdo fue feliz, andando de aquí para allá, hociqueando y comiendo las bellotas y el pasto que encontraba por la dehesa, ¿por qué no honrar su muerte disfrutando a tope con las viandas que nos ofrece?.

Buen provecho y hasta la próxima.
 


Otras entradas que te podrían interesar:
 

CERDO IBÉRICO : DE LA DEHESA AL SUPERMERCADO

ABECEAGRARIO: DEHESA

ABECEAGRARIO: DUROC

ABECEAGRARIO: ARROBA

lunes, 14 de julio de 2014

DE POLLOS Y SUPERMERCADOS



No se si habrá sido noticia en los telediarios, pero el jueves pasado la Unión de Pequeños Agricultores y Ganaderos (UPA) repartió pollos a todo aquel que quiso pasarse por la Plaza de Callao en Madrid.

Con este tinglado querían denunciar que se vende carne de pollo a 2,15€/Kg., pese a que los actuales costes de producción se sitúan cerca de los 2,70 euros kilo. Fuente: UPA.


La organización denuncia la utilización del pollo, como producto reclamo por la gran distribución, banalizando así un producto alimentario de primer orden y con una importante dimensión social y económica. En España, según UPA, la avicultura de carne genera más de 50.000 empleos, produce 11 millones de animales a la semana y factura 1.300 millones de euros.



¿Sabías que el pollo es la carne más consumida en los hogares españoles? Tocamos a 13 Kg. por habitante al año.



Lógicamente no voy a perderme esta ocasión para contar cómo se producen los pollos de carne y cómo funciona toda la cadena desde que nace hasta que llega al supermercado. Luego ya cada uno que opine y obre como quiera.





¿Cómo se produce el pollo de carne?



Antes de nada, aclarar que aunque hablamos de pollos, incluimos a hembras y machos; y más bien jovenzuelos: de solo seis o siete semanas de vida.



Toda esta historia comienza en las granjas de madres donde se crían las gallinas que ponen los huevos de donde nacerán los pollos broiler, que es como se llama genéricamente a los pollos de carne de producción intensiva. Y ahí termina su trabajo, ya que la incubación de los huevos y el nacimiento de los pollitos se produce en las salas de incubación.



Los pollitos nacen sin saber cómo alimentarse y sin nadie que les enseñe. Pero aprenden instintivamente al picotear los granitos de pienso dispuestos en hojas de papel. Enseguida descubren que hay mucho más en los comederos. Fuente: Editorial Agrícola.



En las granjas de cebo tiene lugar el proceso de engorde. Los pollitos, que llegan a la granja con un día y unos 45 g de peso, en condiciones normales de crianza, alcanzarán los 2,5 kg a los 43 días. Esta rápida velocidad de crecimiento (más de 57 g/día) se debe a los avances en nutrición, genética, bienestar y sanidad aplicados a la cría de estas aves.



En este punto quiero aclarar una cosa, a los pollos no se les administran hormonas para crecer más rápido. Se trata de un mito, que aunque en los años 50-60 del pasado siglo tenía su parte de verdad, hoy está completamente desterrado. La capacidad de crecer de un pollo broiler se explica en un 50% por su herencia genética, y en otro 50% por la calidad del ambiente en el que vive. Si añadimos que el uso de hormonas y antibióticos esta está prohibido y/o fuertemente regulado por su correspondiente normativa y que este tipo de "complementos" son muy caros, hacen que no compense utilizarlos desde ningún punto de vista.



Las lámparas de calor permiten a los pollitos acercarse o alejarse del calor según sus necesidades. Fuente: Editorial Agrícola.


Cuando son pequeños, los pollitos no pueden regular bien su temperatura corporal y necesitan un ambiente cálido, para lo cual se utilizan lámparas de calor o sistemas de calefacción. Según van creciendo ocurre lo contrario, cada vez liberan más calor corporal y hay que mantenerlos fresquitos. Y es que mantener unos niveles adecuados de temperatura y humedad es imprescindible para que los animales estén a gusto, tengan apetito, y por tanto coman y crezcan.





 
Al principio de la crianza parece que hay sitio de sobra, pero según crecen los pollos el blanco de sus plumas domina toda la nave. Foto superior. Editorial Agrícola/Shutterstock. Foto inferior: USDA – ARS (Larry Rana).
¿Sabías que se colocan sensores a la altura de los pollos que activan los sistemas de ventilación cuando detectan niveles de temperatura y humedad demasiado altos o bajos?




Otro aspecto importante en el bienestar de los pollos es la yacija. A diferencia de las gallinas ponedoras, los pollos de carne se crían en el suelo y la yacija les aisla del frío, amortigua su peso y absorbe las deyecciones. Puede ser de distintos materiales: viruta de madera, serrín, paja picada, etc. y se cambia con cada tanda de pollos que llegan a la granja. Es decir, una vez los pollos han alcanzado el peso de sacrificio, salen todos de la nave al matadero; se elimina la yacija (que puede reutilizarse como abono o como biomasa), se desinfecta todo (superficies, comederos, bebederos) y la nave queda libre para la siguiente tanda de pollitos que vengan de la incubadora. De esta manera se evita la transmisión de enfermedades infecciosas, que en granjas de miles de pollos pueden suponer un desastre.



Posiblemente el factor más importante en el crecimiento es la alimentación del animal. La composición del pienso está muy estudiada para lograr las cantidades exactas de cereales, soja, vitaminas y minerales para que el bicho lo asimile y lo convierta en carne. El pienso supone el mayor gasto de la granja (más del 65% del coste de producción total) por lo que se evita al máximo su despilfarro: los comederos están diseñados para que no desperdiciar su contenido y están conectados a los silos mediante tuberías, para poder rellenarlos automáticamente. Y es que en una producción ganadera con tan poco margen comercial, cada céntimo gastado por pollo cuenta muchísimo.

 

En el tema de la genética no voy a entrar porque es francamente complicado. Quedaros con que se trata de razas especializadas en formar mucho músculo y poca grasa (de ahí lo secos e insípidos que suelen ser los pollos de producción intensiva) gastando la menor cantidad de pienso posible. Se trata de cruces y recruces de dos razas de carne: Cornish y White Plymouth Rock.



Un pollo broiler se pone “cachas” enseguida. Fuente: USDA – ARS (Stephen Ausmus).




¿Cómo funciona la producción de pollo de carne en España?



Hoy en día, casi la totalidad (más del 90%) de la producción de pollo broiler está organizada en régimen de integración. Y eso, ¿qué significa?, pues que una empresa es la que se ocupa de casi todo el proceso de producción del pollo, desde incluso antes de nacer hasta que llega al punto de venta.



Esta empresa integradora controla todas las fases de la producción del pollo, encargando cada una de ellas a especialistas en su ramo. Al controlar todo el proceso puede garantizar con mayor facilidad la calidad, trazabilidad y demás condiciones que exigen sus principales compradores, las grandes cadenas de supermercados.



Así, el cebo de los pollos lo contrata con granjeros especializados. Estos aportan básicamente las infraestructuras y la mano de obra, y se encarga de que los pollos se encuentren en las condiciones higiénico - sanitarias y de confort que requieren (limpieza, ventilación, temperatura, retirada de la gallinaza, cadáveres y otros residuos, etc.) comprometiéndose a que crezcan lo más rápido posible consumiendo la menor cantidad de pienso posible. La empresa integradora carga con los gastos principales de la cría, ya que suministra el pollito de un día (que procede de una granja de madres también controlada por ella), el pienso y la asistencia técnica y veterinaria.



La fase de producción es responsable de más de la mitad de los costes. Se debe principalmente al gasto en alimentación, que para más inri está sujeto al precio mundial de las materias primas. Así, en esta fase, cada kilo de carne producida cuesta unos 1,37 – 1,40 €.



Una vez listos los pollos, la empresa integradora también se encarga de llevarlos al matadero, que también controla. Aquí se sacrifica al animal y se acondiciona para su posterior venta entero o despiezado. En la sala de despiece, normalmente integrada dentro de las instalaciones de los mataderos, se preparan las piezas: pechugas, muslitos, alitas… y se envasan según demandan los supermercados.



¿Sabías que, en España, 6 de cada 10 kg de pollo se venden en supermercados y grandes superficies?



La fase de transformación es responsable aproximadamente del 25% de los costes totales. Aquí los gastos se reparten casi al 50% entre el matadero y el transporte de los animales y la carne. Cabe destacar que los requerimientos cada vez mayores de sanidad, calidad y bienestar animal han subido los costes. En esta fase los costes son de 0,69 – 0,79 €/Kg; lo que supone un coste acumulado de 2,06 –2,19 €/Kg de carne producida.


Una parte importante de lo que pagas por un pollo se va en pienso y en gasolina. Fuente: grupo Sada.



Por último tenemos la fase de distribución y comercialización. Por una parte tenemos al pollero o carnicero de toda la vida, que ya solo vende el 31% de la carne producida. Compra y recibe el producto directamente de la empresa avícola y se encarga de despiezarlo según les pida la clientela. El hecho de tener que repartir a muchas tiendas dispersas y pagar al pollero y su empleado suele encarecer el precio del pollo en el comercio tradicional.


Pollería del Mercado de la Paz. Fuente. Archivo propio.


Por otra parte tenemos las cadenas de supermercados, que reciben los pollos de la empresa integradora en sus centros logísticos; ahí se acaba la cadena de la producción del pollo, ahora solo toca presentarlo y venderlo. En esta fase, los costes oscilan entre los 0,53 – 0,70 €/Kg, lo que nos da un coste acumulado de 2,59 – 2,89 €/Kg. La próxima vez que vayáis al súper fijaros a cuanto está el kilo de pollo (del entero, al despiezarlo las distintas partes cuestan distinto según su demanda).





La carne de pollo tienen un inconveniente pero varias ventajas para los supermercados: se conserva en frío durante poco tiempo, por lo que hay que estar renovando existencias continuamente. Lo bueno es que al ser de las carnes más baratas se vende rápido y no suele dar problemas de stock. Es, por tanto, la candidata perfecta para utilizarla como producto reclamo: el cliente va buscando el pollo barato, pero acabará comprando varias productos más que le resarcirán de la pérdida de beneficio ocasionada por vender pollo por menos de lo que cuesta producirlo. Esta práctica se denomina venta a pérdidas, está prohibida en la legislación, pero se practica con descaro en productos alimentarios básicos como la leche, el aceite o las patatas.



 
 Yo lo hice, y mirad lo que encontré. Foto: archivo propio.





¿Qué problema hay con vender pollo barato?



Muchos pensareis ¿qué necesidad hay de tocar las narices estando las economías domésticas como están?. De hecho, algo parecido debe pensar el gobierno, según apunta Vidal Maté, ya que aunque este tipo de actuaciones debería atajarlas el Ministerio de Economía, descubrir una venta a pérdidas es una tarea compleja y ¿para qué molestarse en hacerlo si con esta práctica desciende unos puntillos el IPC?.



Pues es verdad que a todos nos viene bien un respiro, pero el problema es que lo barato a menudo acaba saliendo caro, quizás de manera no inmediata y evidente para el consumidor, pero si para toda la sociedad.


Si, como hemos contado, son las empresas integradora las que asumen todos los costes en la cadena de producción del pollo ¿por qué no se quejan ellas? Supongo que lo harán, pero con la boca chica. En parte porque lo que pierde con la venta de determinados productos lo compensa con otros. Pero, su verdadero punto débil, que las ata de pies y manos a la hora de negociar con las grandes cadenas de supermercados es, simplemente, que venden pollo y no aceite, vino o cualquier cosa que pueda almacenarse. Una vez el pollo ha alcanzado los dos kilos y pico, tiene que salir de la granja si o si; mantenerlo por más tiempo ganando peso supone gastar más pienso del necesario, más energía en ventilación y posiblemente que aparezcan más problemas sanitarios, para obtener un animal que no va a ser bien recibido. Así que plantarse y cerrar el grifo a los supermercados no suele ser una buena idea, sobre todo si estos amenazan importar de terceros países.



El problema es que a fuerza de exigir pollo a precios bajos, no solo una cadena de supermercados sino toda la competencia a la vez, a la larga acaba devaluándose el producto, y se cotiza a menos en las lonjas. Llega un momento en que los márgenes de beneficio acaban siendo tan mínimos, si no cero, que las consecuencias por fuerza  llegan al final de la cadena, esto es, a los ganaderos. Aunque estén a “sueldo” de la integradora; cobran una parte fija mínima y una variable en función de los rendimientos. El rendimiento obtenido en la granja depende de muchas cosas: la dimensión, la tecnología empleada, el nivel de formación de la mano de obra, la calidad del pienso y el cumplimiento de los requisitos del cebo acordados con la integradora (días de cebo, pesos, etc.). La principal consecuencia salta a la vista, los granjeros más pequeños acaban por desistir: desde 2005 un 20% de las granjas ha echado el cierre, pasando de 6.000 explotaciones a menos de 5.000 en la actualidad.



¿Sabías que España es la décimo primera productora de carne de pollo a escala mundial y la segunda en la Unión Europea ?



En definitiva, no se trata de pagar caro porque sí, simplemente de dar un precio justo y razonable para que los criadores de pollo puedan hacer su trabajo y mantener un tejido productivo nada desdeñable, que trabaja con unos estándares de calidad, sanidad y bienestar animal establecidos por la Unión Europea. Si dejamos devaluar este producto y que se vayan cerrando granjas, puede llegar un momento en el que nos tendremos que comer lo que venga de fuera de nuestras fronteras, que podrá ser más barato, pero vete tu a saber cómo se ha criado.



Buen provecho y buenas vacaciones a todos.




NOTA DE LA AUTORA. Gran parte de lo que cuento se puede consultar en esta página del Ministerio de Agricultura.


Otra entrada que te puede interesar:


jueves, 21 de marzo de 2013

CARNE DE CONEJO PARA LA “OPERACIÓN BIKINI”

Coneja de raza neozelandesa con su prole.
Fuente: Asescu


Hace poco el Ministro de Agricultura publicaba los “Datos de Consumo alimentario en el hogar y fuera del hogar en España 2012”, según los cuales hemos disminuido el consumo de alimentos en general y hemos reducido las comidas fuera de casa. Parece que nos hemos reencontrado con el delantal, la olla express y los tupper.


Parece que vuelven los guisos de antes, o eso hace pensar el hecho de que se compren más zanahorias, patatas, cebollas, arroz, pastas y legumbres. ¡Qué casualidad!, justo lo que llevaban aconsejando médicos y nutricionistas desde hace siglos, y justo las fuentes de energía y proteínas protagonistas en una época en la que nuestra economía no era tan boyante y la carne se reservaba para los días festivos.



Y hablando de guisos y de hábitos saludables voy a aprovechar para hablar de la carne de conejo : ingrediente por derecho propio de la dieta mediterránea y de los guisos de nuestros abuelos, pero casi olvidado por el público

Supongo que le pasa lo mismo que al caballo, que da cosica comérselo, quizás por cuestiones culturales, por falta de información, o de costumbre. De hecho, en España los que más carne de conejo consumen son las personas mayores residentes en poblaciones pequeñas. Precisamente los que conservan un estilo de vida menos urbano, con más tiempo y ganas de cocinar y menos remilgos a la hora de comerse una carne con mucho hueso pequeño o a un animalillo que para otros es una mascota. Suelen comprar el conejo entero o troceado para paellas, que es cuando trae cuenta. Sacar chuletillas, solomillos y otras piezas nobles en un animal tan chico (1.13 kg una vez preparado para el consumo) no cunde mucho y requiere disponer de mano de obra habilidosa. Esto supone un coste que hace a las nuevas presentaciones de conejo menos competitivas frente a las clásicas pechugas o jamoncitos de pollo que compramos casi por sistema, sobre todo los que tenemos niños chicos. Así, aunque en 2012 nos resistíamos a comer menos carne – su consumo total en el hogar, aumentó un 0,8% – han aumentado el consumo de pollo (+1,8%) y pavo (+22,7%) frente al conejo (-3.3 %). ¿Y que tienen el pavo y el pollo que no tenga el conejo?. Pues, aparte de más chicha, poca cosa, la verdad. Vamos a verlo.


Antes que nada aclarar que el conejo de monte y el doméstico, son animales muy distintos. El conejo de monte es más pequeño y su carne es más roja y fibrosa, con un sabor más acentuado, consecuencia lógica de tener que buscarse el solito sus “lentejas” por el campo. Una vez cazado, puede venderse, siempre bajo unas normas higiénico-sanitarias tan específicas que cuesta encontrarlo.



El conejo - Oryctolagus cuniculus-  es una especie originaria de la Península Ibérica que se separó en dos razas. A muy grandes rasgos el Oryctolagus cuniculus algirus se quedó como conejo silvestre y del Oryctolagus cuniculus cuniculus derivan las razas mejoradas para carne y piel. Fuente: Parques Nacionales.



Aquí vamos a hablar del conejo “de granja” criado para obtener carne. También se crían por su piel (Raza Rex) y incluso por su pelo (Raza Angora). Actualmente la mayoría de las granjas comerciales utilizan híbridos (cruces) de las razas neozelandesa y californiana, especializados en la producción de carne.



Otra raza de conejo muy utilizada es la californiana.Fuente Asescu.


Aunque todavía quedan pequeñas granjas o gente que cría sus propios conejos, esta producción ganadera se ha intensificado, aunque con retraso. Las granjas intensivas de conejo podrían verse como una mezcla de las de cerdo, ya que son mamíferos, y las de aves, por su tamaño. 

Aunque en general las hembras de las granjas intensivas se caracterizan por una alta capacidad reproductora, lo de las conejas viene ya de fábrica. Pueden estar embarazadas, preñadas o gestantes (como el lector prefiera) y dar de mamar a la vez, a los hermanos mayores, se entiende. De esta manera pueden completar ocho gestaciones en un año, con nueve gazapos por camada. Evidentemente a ese ritmo solo “aguantan” un año como mucho. Aunque reciben alimento específico para cubrir sus necesidades, el desgaste de tanto embarazo disminuye su fertilidad y dejan de ser rentables. Dura vida la de la coneja de granja intensiva.


Un nido con los gazapillos recién nacidos. Es vital que la coneja fabrique un nido bien calentito porque sus pequeñuelos no son capaces de controlar su temperatura.Fuente Asescu.

Así es el interior de una granja de conejos típica.

viernes, 14 de diciembre de 2012

CERDO IBÉRICO : DE LA DEHESA AL SUPERMERCADO

Con la navidad llegan los días de desenfreno alimenticio en los que nos hartamos de todas esas delicias restringidas el resto del año por eso de cuidar del bolsillo y de las arterias coronarias. Junto con el cordero, los langostinos, el cava y los mantecados, en la mesa no puede faltar una racioncilla de jamón o lomito ibérico.
 
Los productos del cerdo ibérico son únicos en el mundo, como lo es la raza y el lugar donde se cría, la dehesa. Tenemos un producto excepcional que, como consumidores, deberíamos conocer mejor, no solo para que no nos engañen con "imitaciones" de peor calidad sino para no perderlo precisamente por culpa de estas imitaciones. 

Una dehesa en el valle de los Pedroches. Fuente: Juan Calero. 


Los trucos del marketing
 

Cada vez son más comunes los productos procedentes de cerdos cruzados y criados de forma intensiva que recurren al uso de palabras (ibérico, pata negra, estirpe, bellota) o imágenes que evocan una mayor calidad; todo para hacer creer al consumidor que el cerdo del que proviene esa caña de lomo alguna vez vio el cielo estrellado y comió bellotas y hierbecitas del campo. No nos dejemos engañar, esta forma de cría se practica cada vez menos, ya que hoy en día resulta más rentable producir "sucedáneos" de cerdo ibérico, que son los que abundan en el supermercado.

 ¿Sabías que los productos 100% ibérico de bellota, apenas suponen un 4% del total?

 



Dos ejemplos clarísimos de marketing engañoso. Afortunadamente, la nueva normativa prohíbe recurrir a estos  trucos.
 
Actualmente tenemos una norma de calidad aplicable a los principales productos de cerdo ibérico, el  Real Decreto 4/2014 cuyos objetivos son proteger la raza de cerdo ibérico, evitar la confusión del consumidor y poner orden en el sector. El tiempo dirá si se consigue o no. Pero por si acaso, desde aquí voy a daros unas cuantas claves para que no os engañen a la hora de comprar algunos productos ibéricos. Y es que, según palabras de José Luis García Palacios, portavoz de la plataforma 'En defensa de la raza porcina ibérica" "Cuando alguien pide un plato de jamón ibérico imagina un cerdo de una raza que suele ser negra, debajo de una encina o en una dehesa, criado con lentitud; pero con la norma de calidad en la mano, el ibérico puede ser un animal sacrificado en menos de diez meses, cruzado al 50% con una raza americana y estabulado desde que nace".


De momento quedaros con la primera idea: hay tres pilares básicos en este mundo del cerdo ibérico que determinan la variedad y calidad de los productos que podemos encontrar en el mercado: la raza, la alimentación y el manejo de los animales.


La raza del cerdo
 

El rey del mercado es el cerdo “blanco”: varias razas mejoradas para producir grandes piezas de carne, rápidamente y con poca grasa.

Con las patas de estos cerdos, criados de forma intensiva, se elabora el jamón serrano. La Fundación “Jamón Serrano”, avala las piezas elaboradas según unos estándares de calidad establecidos por la ETG “Jamón serrano” e identificadas gracias a unas etiquetas específicas y nos garantizan unos buenos jamones. Os lo cuento aquí para que no lo confundáis con el jamón ibérico.


Un ejemplo de cerdo “blanco”, este de la raza Large White,