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lunes, 26 de septiembre de 2022

MANERAS DE APOSTAR POR LA PRODUCCIÓN ECOLÓGICA: DINAMARCA VS SRI LANKA

Este verano he tenido la suerte de conocer aspectos de la agricultura y ganadería danesas durante el congreso anual de periodistas agroalimentarios (IFAJ) y una de las cosas que más me ha llamado la atención es la decidida apuesta por la producción ecológica que ha hecho este país. 

 

 

Iba a escribir una crónica al uso, pero me topé con este texto sobre la debacle sufrida por Sri Lanka una vez sus autoridades decidieron pasarse a este tipo de producción. Y me pareció curioso comparar ambas situaciones. Muchos diréis, con razón, que es una comparación fácil e injusta, de primer contra tercer mundo, de naciones científicamente desarrolladas contra otras que quizás no lo están tanto, etc. Pero también me parece injusto que se critique la producción ecológica en su conjunto, solo porque los dirigentes de un país optaran por ella de una manera tan rematadamente absurda. Mi intención es, simplemente, identificar lo que funciona y lo que no.
 

¿Qué ocurrió en Sri Lanka?


Lo primero de todo es daros contexto, y para ello, voy a resumir lo que cuenta este artículo. Por si alguien no se ha enterado, resulta que este invierno Sri Lanka tuvo que parar su apuesta  para convertir toda su producción agrícola a ecológica, debido a la crisis económica y humanitaria que estaba atravesando el país.

 

Primero, pongámonos en situación. En Sri Lanka la agricultura y la alimentación constituyen una parte bastante importante de los ingresos y del empleo: el 25% de la mano de obra del país (unos dos millones de personas) se dedica al sector agrícola y sus pequeños agricultores son los responsables de alrededor del 80% del suministro nacional de alimentos. El principal es el arroz y hasta hace nada eran más que autosuficientes, principalmente gracias a la Revolución Verde.
 

Campo de arroz en Sri Lanka. Imagen de Imagen de vined mind en Pixabay

Por si en su momento no estudiasteis este pequeño pero importante (por todo lo que ha significado) episodio de la historia contemporánea os lo resumo: la Revolución Verde fue una iniciativa mundial para aliviar la desnutrición en las naciones en desarrollo que se puso en marcha en la década de 1960. Básicamente se trataba de impulsar la producción agrícola utilizando variedades muy mejoradas de los cultivos tradicionales. Para que estas variedades mostraran todo su potencial era necesario recurrir a técnicas de cultivo modernas para la época: utilización de fertilizantes sintéticos y productos fitosanitarios (el famoso DDT es de esta época) junto con la mecanización de las labores agrícolas.
 

Teniendo en cuenta que la mayoría de esos pequeños agricultores esrilanqueses (ceilandeses también vale) no podían permitirse comprar los fertilizantes químicos, el estado tenía que subvencionarlos hasta casi el 90%. Pero como Sri Lanka no produce fertilizantes químicos pues tiene que comprarlos fuera, ¿y quién subvenciona al país? Exacto, prácticamente nadie. Préstamos, los que quisieran. Y mientras pudieran tirar adelante de esta manera, ningún político se atrevía a cortar por lo sano.
 

Los resultados de la Revolución Verde fueron evidentes: los rendimientos agrícolas aumentaron sustancialmente (y por tanto el nivel de seguridad alimentaria) y las exportaciones de té y caucho permitían equilibrar algo la balanza comercial. Pero tiempo después algo oscureció este éxito. A mediados de los 90, muchos agricultores del norte de la isla comenzaron a sufrir la Enfermedad Renal Crónica de Origen Desconocido (CKDU en inglés), una epidemia que ha surgido en varias partes del mundo. De momento no hay evidencias que apoyen al 100% la hipótesis de que los fertilizantes o los plaguicidas son los responsables, más bien se cree que es una enfermedad ocupacional en la que pudieran influir también otros muchos factores (un trabajo muy intenso en condiciones de calor extremo entre otras). Pero una vez la sociedad encontró al culpable perfecto y empezó a ganar adeptos la idea de una agricultura "más sostenible". Esta idea formaba parte de los postulados de un movimiento de la sociedad civil, que apoyó como candidato al futuro causante del desastre, el expresidente de Sri Lanka, Gotabaya Rajapaksa. Gotabaya, en consecuencia prometió hacer la transición a la agricultura ecológica durante un período de 10 años durante su campaña electoral de 2019.

 

En estas llega la pandemia primero y la invasión de Ucrania después. Sin ingresos por el turismo, con más gastos por causados por el Covid y el encarecimiento de los fertilizantes, la cosa se pone bastante fea. Rajapaksa gana las elecciones y, contrariamente a lo que suelen hacer los políticos, se da prisa en cumplir su promesa, demasiada prisa: impone una prohibición a nivel nacional sobre la importación y el uso de fertilizantes y plaguicidas sintéticos. Esto implicaría que los 2 millones de agricultores del país tendrían que volverse ecológicos de la noche a la mañana. En su cabeza debió parecerle una idea fabulosa ya que le permitía matar dos pájaros de un tiro: mejoraba la balanza económica exterior y al mismo tiempo recortaba un gasto tremendo en subsidios. ¿Porqué esperar 10 años cuando podían hacerlo ya? Por si fuera poco, nuestro protagonista tenía algunos "asesores" dándole la turra con el tema sin parar, que posiblemente irían vendiendo la burra de que exportando productos ecológicos podría ingresar más dinero en las arcas, cuidando además la salud de sus conciudadanos, ¿qué podía salir mal?.


La agricultura ecológica no es algo completamente nuevo en Sri Lanka. Hay cultivadores de té por ejemplo que llevan años haciéndolo, pero a pequeña escala y llegando a un nicho de mercado muy pequeño. Imagen de jürgen Scheffler en Pixabay 

Imagino a los agrónomos de Sri Lanka y de medio mundo llevándose las manos a la cabeza e intentando advertir a quien les escuchara que los rendimientos agrícolas caerían sustancialmente. Pero nadie, al menos nadie con poder, hizo caso a los expertos. La experiencia en Bután demostraba que el paso a una producción 100% orgánica, incluso con años de planificación, era inviable. Sri Lanka es una pequeña isla que no puede producir suficiente fertilizante por sí mismo. No disponen de tierras suficientes como para albergar los animales que deberían generar el estiércol suficiente como para subsanar el déficit de abonos químicos, y tampoco quedarían suficientes tierras cultivables como para compensar la menor producción que caracteriza a la agricultura ecológica. Obviamente, el país tampoco disponía ni de normativa reguladora ni de personal capacitado para montar desde cero todo un sistema funcional de producción ecológica: aquel que establece qué se puede utilizar, qué prácticas están permitidas y cuáles no, cómo se inspecciona, cómo se certifica para exportar en condiciones; vamos, unos pequeños detallitos de nada...
 

Obviamente salió mal todo. Rematadamente mal. Vamos, que les salió el tiro por la culata: la producción nacional de arroz cayó un 20 % en los primeros seis meses. Sri Lanka, durante mucho tiempo autosuficiente, se vio obligada a importar arroz por valor de unos 450 millones de dólares. Esto aumentó aun más la ya disparada deuda exterior y subió el precio del cereal en el mercado interno, como ocurrió con otros productos básicos y el combustible. Siete meses después de que comenzara la prohibición, el gobierno de Sri Lanka tuvo que dar marcha atrás para permitir la importación de fertilizantes sintéticos sólo para los cultivos de exportación clave, como el caucho, el coco y el té, ya que son una fuente fundamental de divisas. Pero el daño ya estaba hecho, el colapso económico del país abrió la veda de las manifestaciones y el causante de todo este estropicio acabó huyendo por la puerta de atrás. Esperemos que el nuevo gobierno sea capaz de reconducir el desaguisado.
 

Recopilando, tenemos: una limitación evidente de espacio, dependencia sobre un factor productivo (abono), una situación de endeudamiento previa, una demanda social, intereses particulares en juego tanto políticos como económicos junto con ninguna disposición a contar con los expertos que pudieran contribuir a una transición realista a la producción ecológica. En definitiva, no fue la agricultura ecológica la que provocó el problema, sino una decisión muy mal tomada, en la que esta era la principal protagonista, que agravó aún mas una situación ya mala de por sí.
 

El modelo danés
 


 

Reconozco que, tras varios días viajando de un punto a otro del país, más de una vez me pregunté cómo se las apañan para que todo parezca tan bonito y perfecto, los daneses son tan eficientes, amables y hospitalarios... Las encuestas los sitúan como uno de los pueblos más felices del mundo, y según cuentan puede deberse a que básicamente no conocen la corrupción, tienen un alto nivel de confianza en las autoridades, en su sistema social, en sí mismos y los que le rodean. No cuento esto por pelotear, ya veréis por qué.
 

Vamos a poner en contexto ahora la agricultura danesa (que obviamente es difícilmente comparable a la de Sri Lanka). Es también un país pequeño, una península en su mayor parte y con una superficie algo menor que Sri Lanka (unos 20.000 km2 menos). Podría decirse que dos factores limitantes a su producción agraria son las horas de sol y la gran extensión que ocupan los suelos arenosos.
 

Hasta la Segunda Guerra Mundial, la agricultura danesa se caracterizaba por numerosas granjas, grandes y pequeñas, en las que se combinaban cerdos, vacas lecheras y cultivos. Una vez termina la contienda, gracias al famoso Plan Marshall llegaron a Europa alimentos, combustible y maquinaria que ayudaron a poner las bases de un desarrollo tecnológico que iniciaría una serie de cambios estructurales. Aquí también llegó la Revolución Verde y los rendimientos aumentaron significativamente gracias al uso de los fertilizantes y productos fitosanitarios. Y los agricultores y ganaderos también recibieron, y siguen haciéndolo, subvenciones, en forma de Política Agraria Común desde que el país pasó a formar parte de la Unión Europea. La PAC tiene sus cositas y no es en absoluto perfecta, pero ha supuesto un marco común para el sector agroalimentario, una orientación y una manera de trabajar que podríamos considerar seria, o al menos independiente de las veleidades de los políticos que gobiernan cada país. Otro aspecto a tener en cuenta es que, en el parlamento danés hay dos bloques principales, rojos y azules, pero,¡ oh envidia cochina!, hay una gran tradición de colaboración entre ambos.
 

¿Sabías que la capacidad productora de alimentos de Dinamarca les permitió eludir durante un tiempo las tremendas exigencias de los alemanes durante la Segunda Guerra Mundial? Aquí puedes descubrir la historia.

Vayamos al grano. La preocupación sobre la sostenibilidad de su agricultura también terminó llegando al pueblo danés, de hecho lo hizo de una manera bastante temprana. En 1987, Dinamarca se convirtió en el primer país del mundo en introducir reglamentos para la producción orgánica, y lo hicieron basándose en la legislación agrícola y alimentaria que ya tenían. Junto con la normativa, el gobierno introdujo una gama de subsidios para motivar a los agricultores daneses a pasar a la agricultura ecológica.
 

Pero las leyes y el dinero, aun siendo importantes no lo son todo. Y aquí es donde entra la personalidad danesa: la cultura de colaboración entre empresas, universidad y autoridades ha proporcionado una base sólida para el crecimiento de la agricultura en general y la ecológica en particular. El sector agrícola ha tenido desde siempre sus propios servicios de asesoramiento para ayudar a los agricultores a implementar los nuevos conocimientos lo más rápido posible. Este servicio se prestaba desde las asociaciones locales de agricultores y desde 1971 se complementa con una entidad nacional denominada SEGES. Los agricultores y ganaderos, por su parte aportan su granito de arena cediendo parcelas o abriendo las puertas de sus establos para permitir el trabajo de los investigadores.
 

Un buen ejemplo de esta cultura colaborativa lo pude comprobar en la granja Haalgard, donde se está llevando a cabo un estudio comparativo sobre los efectos de la agricultura convencional, el no laboreo y la agricultura de conservación. Este estudio, realizado por Syngenta en colaboración con SEGES, pretende obtener más información sobre cómo diferentes sistemas agrícolas influyen en la salud del suelo. De esta manera se obtiene conocimiento científico, es decir datos concretos y demostrables, que permiten respaldar la transición gradual a una agricultura ecológica o al menos más sostenible, y sobre todo convenciendo a los propios agricultores.

¿Sabías que Dinamarca tiene la granja de leche ecológica más grande de todo el mundo y el principal matadero de cerdos ecológicos?
 

De la misma manera que el movimiento cooperativo ha desempeñado un papel importante en el desarrollo de la agricultura danesa desde 1882, también ha permitido el progreso de la producción ecológica hasta el punto de que hoy en día está completamente integrada en la industria alimentaria danesa. Habrá quien diga, con cierta razón, que al hacerse demasiado grande se pierde la esencia de lo ecológico. O que para lograr unos altos estándares de seguridad alimentaria, trazabilidad, calidad e incluso sustentabilidad ambiental hace falta trabajo y dinero. Y así es, pero también es la manera de abrir mercados y conseguir un alto valor añadido por tus productos. Así funcionan las cosas y esta parece ser la apuesta del sector agroalimentario danés.
 

¿Sabías que a pesar de su tamaño, Dinamarca es el país con mayor tasa de exportación de alimentos de toda la UE?.Su industria agroalimentaria gira en torno a las cooperativas, 45 son poquísimas en comparación con España, pero hay varias que son directamente grandes multinacionales de gran peso en la UE y el resto del mundo, sobre todo de leche y carne de porcino.
 

 

En esta granja ecológica las cerdas y sus lechones viven al aire libre en sistema de camping . Una especie de versión Lego de una dehesa española. Los cerdos los venden a una cooperativa - Friland - que los manda a su vez al mercado estadounidense donde se demanda una carne sin antibióticos y con altos estándares de bienestar animal.
 

¿Sabías que uno de cada tres huevos que se consumen en Dinamarca los ha puesto una gallina criada en ecológico?

 

Hemos hablado de exportar ecológico, algo que también sabemos hacer bien en España, pero ¿y el consumo interno?. Allí los productos ecológicos suponen un 13% de la compra de alimentos (principalmente huevos y verduras) frente al 2,48% de todo el gasto en productos alimentario ecológicos de los españoles en 2020 por ejemplo. El clima de Dinamarca es el que es y suele resultar inevitable importar ciertos productos. Eso sí, ecológicos (españoles) y de calidad a ser posible.
 
 

En la granja lechera ecológica Krogsminde comprobamos la importancia del factor tecnología. El estiércol está muy bien como abono e incluso como fuente de energía. Con suficiente ganado concentrado en un espacio y con la ayuda de un bioreactor (parcialmente subvencionado) es posible transformar el estiércol en energía y abono. Una nueva versión de una explotación de ciclo "casi cerrado" en la que los ingresos se reparten de la siguiente manera: 50 % cultivos, 35% energía, 15% vacas.
 

En conclusión
 

Es curioso como la producción agrícola llamémosla orgánica es importante para la población de países en extremos casi opuestos en cuanto a riqueza de sus habitantes. Por una parte tenemos los millones de agricultores en todo el mundo que hacen lo que pueden con lo que tienen, situándose en esa fina línea que separa la “agroecología” de la pura agricultura de subsistencia. En el otro extremo, tenemos a ese pequeño reducto que, por decisión propia, produce una cantidad limitada de alimentos mimados hasta el extremo, mas o menos con las mismas herramientas que los agricultores pobres, pero sabiendo que les pagarán casi lo que pidan. A veces, el "truco" no está en cómo produces sino dónde y para quien lo haces. Ah, y también cómo lo vendes.
 

Pero, ¿y qué ocurre con todos esos productores que se encuentran en medio de esos dos extremos y quieren vivir de producir alimentos de una manera distinta a la que se ha hecho durante los últimos 60 años? (o no les queda otra opción). Hemos hablado de Revolución Verde, de una clase política buena o mediocre, de economía, de opinión pública, de apuestas más o menos arriesgadas, de valorar el conocimiento...pero creo que el ejemplo danés nos aporta el concepto clave: colaboración. Una palabra que deberíamos grabarnos en la cabeza, e intentar aplicar en la medida de las posibilidades de cada uno. 




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Las ventajas de la colaboración entre universidad y sector privado en el ámbito agroalimentario no es ninguna novedad, ya os lo conté en estas dos entradas:
VIAJANDO SE APRENDE, SOBRE TODO SI CANADÁ ES TU DESTINO y LA ECONOMÍA CIRCULAR YA GIRA EN HOLANDA

 
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lunes, 10 de diciembre de 2018

VIAJANDO SE APRENDE, SOBRE TODO SI CANADÁ ES TU DESTINO

Como muchos fieles seguidores habréis podido comprobar últimamente estoy muy viajera. Hace unos meses viajé a Holanda y recientemente he tenido la gran suerte de ser seleccionada por Global Affairs Canada (algo así como el Ministerio de Asuntos Exteriores) para participar en el Agriculture Technology Media Tour. Un recorrido cuidadosamente diseñado para mostrar los avances en tecnología e innovación en la agricultura canadiense a un grupo de periodistas de todo el mundo.
 

Lo que la gente piensa que vi en Canadá. Ya me hubiera gustado, pero el viaje iba de otra cosa.



Aunque yo no soy periodista en sentido estricto, parece que la vida me está llevando a contar historias. Y en este viaje he acumulado material de sobra y muchas ideas sueltas para ir trabajando. Con estas ideas, acompañadas de imágenes, intentaré mostrar la que creo que ha sido la motivación principal de Global Affairs para darnos la paliza que nos han dado: cuatro ciudades en seis días, con una agenda repleta de presentaciones y visitas a entidades públicas y privadas relacionadas con la I+D. Una paliza que ha merecido la pena, todo hay que decirlo.


Lo que realmente ví. Esta foto es bastante representativa de lo que fue el Tour.

 

Canadá es un país que siempre ha tenido buena imagen (totalmente merecida, en mi imparcial opinión) a pesar de ser bastante más desconocido que su vecino del sur. Se trata de un país muy extenso - el segundo más grande del mundo - pero poco poblado, que quiere diversificar su economía para hacerla más estable en unos tiempos ciertamente complejos. Diversificar implica de alguna manera atraer inversores y emprendedores en distintos ámbitos, entre ellos la agricultura y la ganadería. Canadá es también un país que tradicionalmente ha considerado que se enriquece con la llegada de nuevas personas de todo el mundo con nuevas ideas (y a ser posible buena formación). La agricultura y la industria agroalimentaria emplean a 2.3 millones de personas, esto es uno de cada ocho canadienses. Este sector ha sido segundo mayor empleador y el séptimo en contribución al PIB en 2016. Respecto a la exportación de productos agrícolas, ostenta el quinto puesto mundial, y el primero en aceite de colza y avena.
 

Visitamos centros importantes de innovación en Ontario, Manitoba, Saskatchewan y Alberta.

 

Y una vez explicado el contexto, vayamos con las fotos.

 

Toronto y Guelph (provincia de Ontario) 
 


Uno de los principales patrocinadores del
Royal Agricultural Winter Fair era el orgulloso propietario de estas vacas de leche, que pueden llegar a valer un millón de dólares canadienses, cada una. Si, has leído bien. Lógicamente estas vacas no se venden, su valor está en sus genes y su descendencia. Se trata de vacas de alta no, altísima genética, seleccionadas para tener un sistema inmune capaz de mantener completamente a raya enfermedades y problemas relativamente frecuentes en el rebaño como mastitis o cojeras. Cada vaca tenía su propio cuidador y la seguridad en torno a estos "animalitos" estaba bastante reforzada. 
 

Respecto a la feria en sí no tenemos en España nada que se pueda comparar, al menos que yo conozca. Ya os he hablado en este blog de la Semana Verde de Berlín y de la SIA de París, que se le acercan bastante en concepto aunque en tamaño son mucho mayores: ferias agrícolas con mucha solera (las europeas superan el siglo y a la canadiense le falta poco) destinadas a traer la agricultura al público general.


La sede de Semex, está en Guelph. Una localidad universitaria en la que se ha aplicado la misma idea que vimos en el Food Valley de los Países Bajos y que se repetirá en otras ciudades de nuestro recorrido: reunir en un mismo lugar una universidad bastante especializada en el ámbito de la agricultura y la alimentación junto con empresas del ramo, creándose así un ambiente propicio para el desarrollo de nuevos negocios basados en la innovación. La empresa se beneficia del conocimiento generado en la Universidad y de muchos estudiantes de másteres y posgrados deseando aplicarlo; por su parte la universidad, al firmar numerosos convenios con entidades gubernamentales y privadas, está en contacto con las necesidades reales del mercado. De esta manera la Universidad de Guelph puede sacar pecho y afirmar que a cada estudiante especializado en el ámbito agroalimentario le esperan cuatro empleos en ese mismo ámbito. Tienen hasta para elegir y todo.

Aquí va un ejemplo: cápsulas de café elaboradas con un 32% de cáscara de la propia semilla del café, que tarda de 3 a 4 semanas en degradarse. Situado en el campus de la Universidad, el Centro para el descubrimiento y desarrollo de Bioproductos (Bioproducts Discovery and Development Centre, BDDC) es un centro interdisciplinar en el que botánicos, químicos e ingenieros se reúnen para investigar y comercializar biomateriales. Trabajan en incorporar materiales de origen biológico a los composites, que son materiales con características muy particulares obtenidos a partir de la mezcla heterogénea de diversos compuestos. La idea es utilizar para estos nuevos compuestos la mayor cantidad posible de recursos renovables (subproductos industriales de todo tipo, fibras naturales e incluso residuos sólidos urbanos) y que estos sean lo más reciclables posible una vez terminada su vida útil. Siempre sin perder de vista que tienen que cumplir con una serie de características obligadas y ser económicamente competitivos. Lo han logrado, por ejemplo, con cápsulas de café y pinzas de invernadero, y están trabajando en las pajitas para los refrescos.

 

Winnipeg (Provincia de Manitoba)

¿Sabías que el trigo es el mayor cultivo de Canadá y la mayor fuente de ingresos por exportación de todos los productos agrícolas?.

La sede del CIGI (Canadian International Grains Institute) es un lugar que haría las delicias de los "panarras" y amantes de la pasta. Es una entidad independiente que ofrece asesoramiento técnico a toda la cadena de valor dedicada a la producción de trigo, otros cereales y legumbres: desde las empresas de semillas y fitosanitarios y las asociaciones de productores, pasando por comerciantes y procesadores hasta llegar a los consumidores. Investigan cómo y de qué manera los diversos granos que se producen en Canadá pueden servir para hacer cualquier tipo de pasta o pan que exista en el mundo, facilitando de esta manera su exportación. Por ejemplo el trigo duro canadiense tiene una gran calidad para la fabricación de pasta por lo que es demandado en todo el mundo. Tiene además un alto contenido en carotenoides que le aportan una tonalidad amarilla muy apreciada. Disponen también de una línea específica para trabajar con noodles, y cualquier otro tipo de pasta oriental, en la que, se valora el color blanco inmaculado, y para la que también disponen de otra variedad de trigo nativo.

 

¿Sabías que Canadá es el primer productor mundial de trigo duro? Hasta hace poco Italia ha importado algo más de la mitad de este trigo procedente de las praderas de Saskatoon y Alberta.

 


En las instalaciones de Bayer CropScience, situadas en el campus de la Universidad de Winnipeg, nos enseñaron cómo desarrollan nuevas variedades de colza. Aquí utilizan procesos de mejora tradicional, sin recurrir a biotecnología, que pueden durar hasta 7 años aún utilizando la técnica de "dobles haploides" (en una institución pública, con menos recursos, tardar el doble es ya un logro). En el proceso de obtención se manejan tal cantidad de datos que, cada semilla y la planta a la que da lugar, se identifica con un código QR individual.    

¿Por qué está tan protegida la trabajadora, si se supone que no son plantas transgénicas?. Las plantitas se llevan a estas cámaras de crecimiento hasta que florecen. Aunque la colza no provoca especialmente alergia (una prima suya, la mostaza, es más peliaguda), sí que hay gente sensible y los investigadores que la manipulan a diario pueden acabar desarrollándola. Para evitarlo, hay que protegerse bien cuando se trabaja en las cámaras. Tomé esta foto para mostrar lo fácil que puede ser asustar a la gente con una imagen pero ocultando el contexto.

 

¿Sabías que la Canola, la colza que se desarrolló para obtener un aceite comestible, fue desarrollada por dos investigadores canadienses? Uno de Winnipeg y otro de Saskatoon.

 

Saskatoon (Provincia de Saskatchewan)

 

El paisaje dominante en Saskatchewan son las praderas. Un inmenso terreno llano hasta donde alcanza la vista bajo un clima continental ciertamente riguroso. Esto no impide que Saskatchewan sea actualmente el primer exportador mundial de lentejas, guisante seco, mostaza, lino y colza. Es también muy importante la cría de ganado vacuno, justo detrás de Alberta en producción.


 

En las provincias llanas del Oeste - Saskatchewan, Manitoba y Alberta - son verdaderos expertos en producir colza, trigo y legumbres. Para mantener el liderazgo en la producción, procesado e investigación agroalimentaria se ha creado el "Protein Industries Canada". Se trata de un supergrupo o consorcio (‘supercluster’ le llaman) liderado por la industria que incluye empresas y entidades pequeñas, medianas o grandes de diversos ámbitos. Uno de sus objetivos es el desarrollo de nuevos alimentos de origen vegetal, ingredientes o piensos de calidad extra, para conquistar el segmento premium del mercado. De esta manera se pretende buscar el valor añadido a los cultivos tradicionales, que es lo que da dinero y seguridad a largo plazo, y ya de paso a otros alternativos como el lino, el cáñamo, la avena. 

 

Un buen ejemplo de valor añadido lo encontré en esta bolsa de garbanzos que vendían como aperitivo en el aeropuerto, y no precisamente barata. Son simplemente garbanzos con aceite de camelina y sal; no sé cómo los habrán procesado pero saben prácticamente igual que nuestros "garbanzos torraos", aunque son bastante más inofensivos para las muelas.   


Estas son las instalaciones de "Canadian Light Source (CLS)", que albergan un sincrotrón, un tipo de acelerador de partículas que las mantiene dando vueltas sin parar (los expertos me perdonen las imprecisiones). Cuando estas partículas atraviesan unos imanes emiten una radiación en un amplio rango de longitudes de onda, desde los infrarrojos hasta rayos X, que pueden utilizarse en gran variedad de experimentos, entre ellos agricultura y alimentación. Permite ver por ejemplo cómo circulan el agua o los nutrientes en el interior de la planta, cómo avanza una infección provocada por un hongo o las burbujas que se forman en el interior de la masa de pan en fermentación.  Está financiado con fondos públicos y ofrece sus posibilidades de investigación tanto a estudiantes de la universidad (para hacer sus tesis o trabajos, imagino, pagando un dólar al día) como a grandes empresas (que pagan 100 veces más). Se ubicó en el campus de la Universidad de Saskatchewan porque allí estaban los expertos en el tema. Esta universidad está reconocida internacionalmente por su liderazgo en agricultura, tecnologías de la información, salud y biotecnología.


 

Calgary (Provincia de Alberta)

En sus inicios Alberta era una provincia principalmente agraria, pero más tarde su economía despegó gracias al petróleo. Aunque el sector energético sigue teniendo un peso considerable, sus autoridades buscan diversificar las fuentes de ingresos. Y de nuevo la innovación agrícola surge como una alternativa prometedora: la provincia posee un tercio de toda la tierra agrícola canadiense, un 41% de las cabezas de ganado vacuno del país, 15 instituciones de investigación e innovación agrícola y exporta bienes agrícolas 140 países distintos. 


Sin embargo, durante gran parte del año la verduras frescas las tienen que importar, y quieras que no, estas pierden propiedades. Para solucionar el problema del suministro de lechugas tersas y frescas a los habitantes de Calgary y alrededores surgió Deepwaterfarms, como un proyecto de ciencia de un estudiante de la Universidad Mount Royal. Se trata de una granja hidropónica, sin suelo ni luz solar, que cultiva brotes tiernos de lechuga a partir de la luz que emiten miles de LED y el agua llena de nutrientes obtenidos a partir de los excrementos de peces que se crían en unos depósitos cercanos. Estos peces se venden en restaurantes cercanos, y de momento son la principal fuente de ingresos de la granja. Nunca antes había visto nada parecido, y, la verdad, es impresionante.

Los brotes también se venden en restaurantes y mercados de productores cercanos. Esa misma noche pudimos probarlos en nuestra cena de despedida. Y estaban muy ricos.

Puestos a probar cosas distintas, más de uno nos atrevimos con la botella de agua. Esa del final, que se había obtenido a partir de las deyecciones de vacas de leche, y tenía cierto toque a agua destilada. En esta zona de Canadá, la gestión de los purines no supone un gran problema, porque tienen tierra a espuertas donde depositarlos sin dañar el suelo o el agua, pero en zonas con mayor densidad de población y escasez de tierra agrícola, como puede ser California, resulta un serio problema. La empresa Livestock Water Recycling Facility ha desarrollado un dispositivo que permite separar la fracción sólida y la líquida de los purines, permitiendo gestionar de manera rápida los grandes volúmenes de purines que se generan a diario en las granjas, además de obtener un agua perfectamente potable. Se utiliza un polímero biodegradable para separar la fracción sólida, mientras que la fracción líquida se trata mediante ósmosis inversa, el mismo sistema que utilizan las desaladoras, para obtener agua perfectamente utilizable.

Y esto ha sido todo. Como veis, un viaje repleto de ciencia e innovación; y eso que se han quedado muchas cosas en el tintero...digo el teclado. Una visión distinta, menos bucólica que las praderas y los bosques pero que también representa al Canadá de hoy en día.

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lunes, 8 de octubre de 2018

LA ECONOMÍA CIRCULAR YA GIRA EN HOLANDA


Esta gallina que posó para mi, vive en una granja muy particular y se alimenta de un pienso también muy especial. Yo la veo contenta y con buen tipito, ¿y vosotros?.
 
La primera vez que deposité una botella vacía de refresco en un lugar distinto del cubo de basura fue en Holanda. Comprobé incluso cómo te devolvían una parte del dinero si la entregabas en el supermercado. Dinero que podía servirte para comprar una bolsa reutilizable, grande y resistente, si se te había olvidado la tuya en casa y no tenías dónde meter la compra. De esto hará unos 30 años.
 

Por aquel entonces yo era una adolescente muy "ecologista", por lo que le tomé un gran aprecio a este país, al que he vuelto varias veces. La última ha sido este verano, con motivo del Congreso Internacional de Periodistas Agrarios y gracias al cual he podido comprobar que además de en reciclaje, en el tema agroalimentario se encuentran muchos pasos por delante.

Cuatro días dan para lo que dan y me quedé con ganas de ver muchas de las posibilidades que ofrecía el Congreso: el hospital "Gelderse Vallei" que permite a sus pacientes elegir entre varios menús pensados para ellos, recién cocinados, a los que incluso se pueden unir los acompañantes (temblad de envidia, nutricionistas); la subasta de flores de Aalsmer, la granja cooperativa Herenboeren de 20 ha que surte de alimento a 200 familias, cultivos en una azotea en pleno centro de Rotterdam, su Market Hall o los primeros pasos de la construcción de una granja de vacas diseñada para navegar por los canales de esta ciudad

De todas maneras volví con tal cantidad de ideas e impresiones, que no podría contarlas en una sola entrada sin aburrir mortalmente al personal. Así que me he quedado con las que considero más importantes.

 

Wageningen y el Food Valley

Todo el mundo ha oído hablar de Silicon Valley como centro de la innovación tecnológica, pero ¿sabías que existe una versión agroalimentaria en pleno corazón de Holanda?.
 
La región denominada "Food Valley" está formada por ocho municipios que cooperan para mantener el liderazgo en el ámbito agroalimentario. En su territorio se han instalado institutos científicos, centros de investigación y empresas enfocadas principalmente en la producción de alimentos y con un fuerte carácter internacional. Todos estos centros necesitan de personas con talento, y esta región también se preocupa de atraerlos ofreciendo excelentes infraestructuras e instalaciones que facilitan la vida, el trabajo y el ocio.
 

El centro vital de esta región es la Universidad de Wageningen, un centro puntero de investigación y formación especializado en ciencias de la vida (alimentación y producción de alimentos, medio ambiente y salud) que ocupa los primeros puestos en diversas listas de clasificación mundiales.

Temblad de envidia estudiantes de agronomía: Wageningen tiene en su campus desde una granjita ecológica (con tienda y todo) a las instalaciones de I+D de "Friesland Campina" (una cooperativa láctea de alcance internacional). Eso sí, dominar el inglés es requisito imprescindible, como pude comprobar en un corto paseo por este campus.

La Wageningen University & Research (WUR) es muy distinta a lo que conocemos por Universidad en España. Para empezar, su nombre ya nos indica la importancia que se le da a la investigación, tanto básica como aplicada, ya que reúne a investigadores, expertos y empresarios de todo el mundo. Y si no, dime tu qué rector o rectora abre el curso académico vestido de pies a cabeza con ropa de economía 100% circular, diseñada y obtenida por el propio personal.
 

De vocación claramente internacional, sus cerca de 12.000 estudiantes proceden de 103 países distintos, sobre todo asiáticos. Se consideran como una "universidad para el mundo" ya que aparte de trabajar buscando soluciones innovadoras a problemas de ámbito global, recluta y forma a alumnos de diversos países en desarrollo; alumnos que volverán a sus países de origen cargados con una mochila de conocimientos, tecnologías y contactos..."made in Holland". Una manera inteligente, práctica y políticamente correcta de estar presentes en todo el mundo.

¿Sabías que los robots de ordeño son un invento holandés?
 
"Food for feed": es decir, comida para piensos
 

Sin duda, lo que más me impresionó del viaje fue la visita a la fábrica de piensos de Nijsen/Granico. Quizás por el intenso olor a bollos y dulces o por la visión de la cantidad de residuos que se genera continuamente sin que nos demos cuenta; o quizás también por tener la ocasión de comprobar in situ cómo la innovación permite adelantarse al resto y ser más competitivos.
 

Esta empresa en concreto ha decidido apostar por innovar para convertir masas de donuts, obleas de helado, galletas, gofres, tortitas de arroz, bombones, caramelos... en pienso para cerdos y gallinas. Un ejemplo bestial de economía circular aplicada a la ganadería.

 

Toda esta cantidad de comida (y mucha más) es sólo lo que se rechaza en la fábrica de origen, a menudo por razones absurdas.
 
Si lo pensáis, tiene su lógica. Se trata de aprovechar una materia prima - cereales y grasas - de alta calidad, ya que en origen estaban destinadas a consumo humano (lo explico aquí con algo más de detalle): apenas tienen micotoxinas (toxinas producidas por hongos que atacan los granos de cereal), son más digestibles y apetecibles para los animales.
 

Las gallinas de la granja Kipster se alimentan con este pienso. Es realmente curiosa, presume de ser la granja más respetuosa con el medio ambiente y el bienestar animal del mundo. Sus gallinas tienen acceso al aire libre pero no son "camperas", duermen en pisos pero tampoco son "criadas en suelo". El caso es que sus huevos se venden en los supermercados Lidl de allí, en paquetes de cuatro a "un precio razonable" y está aprobada con nota por una ONG que vela por el bienestar animal. Hay muy pocas gallinas fuera porque dentro estaban bastante más fresquitas.

Contaba el guía que los visitantes suelen preguntar, con toda la razón del mundo, si contenido de azúcar en estos piensos no sería perjudicial para los animales. Su respuesta también estaba cargada de razón: los animales tienen una dieta controlada a base de piensos formulados con dosis de azúcares que no conduzcan a situaciones peligrosas para su salud; nosotros sin embargo estamos continuamente expuestos a alimentos azucarados en nuestro día a día, y vivimos bastante más tiempo que la mayoría del ganado del que nos alimentamos. De todas maneras, ese argumento de la menor esperanza de vida de los animales de granja, y el hecho de que estos coman más de este tipo de piensos, me hace dudar un poco si no son más dulces de lo que debieran, pero como no soy experta en el tema, lo dejaremos ahí.
 

Suelo (muy) azucarado. Los caramelos, sean cuales sean, son una fuente de azúcares con un 90% de pureza en mono y disacáridos. Están investigando su uso como jarabe de ayuda en colonias de abejas y abejorros. Los alrededores del almacén de caramelos estaban cubiertos de esta capa negra y pegajosa de azúcar.
 
Pero el exceso de azúcar no es el único reto al que se han enfrentado en esta fábrica. Esta materia prima tan peculiar plantea innumerables retos: ¿cómo manejar masas liquidas, pegajosas y fácilmente fermentables?, ¿cómo separar el chocolate o los frutos rojos de unas "cookies"?, ¿cómo separar galletitas, crackers o bombones de sus múltiples envoltorios? (de una manera automática, claro).
 

Este último caso pudimos verlo en directo, pero sin poder hacer fotos, por razones de secreto industrial. Y os explico por qué. Cuando llegan a la fábrica uno de estos productos en cómodos (para el consumidor) paquetitos de cinco unidades envueltos en un film de plástico, colocados sobre una bandeja de papel o plástico, vueltos a envolver en otro film plástico algo más grueso y de colorines, que a su vez se empaqueta en cajas de cartón con otros tantos paquetes similares... poner personas que se dediquen a liberar toda esa materia prima de sus embalajes no resulta nada rentable, así que se machaca todo con unas potentes cizallas para luego separar el contenido aprovechable por métodos físicos. Estos métodos no son perfectos, por lo que es imposible obtener un 100 de pureza: con la celulosa del papel o cartón no hay problema, ya que es fácilmente degradable pero ciertos plásticos sí que dan problemas, algunos films plásticos son tan ligeros que flotan en el aire y acaban mezclándose con el contenido. 
 

Así que el reto está en diseñar una maquinaria que separe mejor esos plásticos para llegar a niveles mínimos de presencia, y por tanto seguros, en la materia prima obtenida. En esta fábrica han desarrollado maquinaria específica para solucionar este y otros problemas que nadie más ha conseguido, lo cual les permite ofrecer otro servicio: registrar la patente o vender esa maquinaria a aquellos que no están interesados en innovar por su cuenta. En definitiva, la innovación a veces genera valor por sí misma, permite a la empresa ser más competitiva y resulta vital para la economía circular.
 

"Poo for energy": caca (y más cosas) para producir energía.
 

Al día siguiente visitamos una granja de cerdos del Grupo Van Asten en la que se recurre a la economía circular, pero de otra manera.

El negocio principal está en la producción de lechones, hembras jóvenes y cerdos terminados para carne. Para alimentarlos han recurrido a un sistema innovador, la alimentación liquida con materia prima convencional (trigo, cebada, soja y girasol) pero fermentada, que presenta varias ventajas en cuanto a productividad, reducción del uso de antibióticos y ambientales (reducción de fosfatos en los purines).

Esto - los tanques de biogás - no es lo primero que espera ver alguien en una granja de cerdos. De hecho, a los animales sólo los pudimos ver por una ventana, ya se sabe, por bioseguridad.

Todo esto está muy bien, sobre todo desde el punto de vista de la sostenibilidad económica de la propia granja, pero ¿dónde está la circularidad?. En este caso se parte de un residuo, los purines (los excrementos, vamos) y se juntan con subproductos agroindustriales (cáscara de cacao o de almendra, comida de perro) en un digestor, donde se obtendrá biogás, y a partir de este, energía. La suficiente para suministrar a la propia granja y a 5.000 casas de su entorno, lo cual no está nada mal, y por la que cobran un subsidio estatal (temblad de envidia, ganaderos) y que en Alemania incluso pueden verter a la red. Los lodos resultantes se esterilizan y desecan (lamentablemente es un proceso que requiere energía) para poder utilizarlos como fertilizante.

Comida de perro rechazada en fábrica por no cumplir con el diámetro adecuado, que se utiliza en la producción de biogás.

En resumen

Al poco tiempo de volver a España, vi una charla de Angélica Sátiro (pedagoga experta en creatividad) en la que explica que, "crear es generar más, nuevas y mejores ideas con valor". Inmediatamente me acordé de todo lo que había visto y me di cuenta que los holandeses, aparte de Rembrandt, Vermeer y Van Gogh, son gente realmente creativa.

¿Y por qué no cultivar soja en Holanda aunque el clima no acompañe?  Pues aquí la tenéis. Da que pensar la imagen, de la mentalidad  holandesa y/o del cambio climático. Porque, en este viaje, calor hemos pasado un rato.

El tener y fomentar una manera de pensar que va más allá de lo que se hace normalmente, que afronta los problemas desde otros puntos de vista (el famoso pensamiento lateral) y se plantea por costumbre el "¿y por qué no?"; el ser conscientes que el conocimiento es el bien más valioso; el reunir a la gente con buenas ideas en el lugar adecuado con los medios necesarios...son los mejores ingredientes para mantener un nivel de innovación que impulsa la rueda de la economía circular y que les permite ir siempre por delante.

Volviendo de nuevo al reciclaje, y ya en el aeropuerto, un último recordatorio de que estas cosas de la economía circular y la sostenibilidad se las siguen tomando bastante en serio.


 

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