martes, 9 de octubre de 2012

INUNDACIONES Y SEGUROS AGRARIOS


Otro año más se repite la misma historia: señoras lamentándose de los destrozos que han provocado el agua y el barro en su casa, carreteras cortadas y coches semihundidos, ah, y reporteros hablando delante de unos campos de cultivo que da penica verlos. Y a los pocos días ya casi nadie se acuerda; salvo los afectados, supongo. Y, es que, aunque estemos acostumbrados a ello, es un problema que no deberíamos tomarnos a la ligera; y es que según el Consorcio de Compensación de Seguros y el Instituto Geológico y Minero de España, las inundaciones en nuestro país provocan daños estimados de unos 800 millones de euros anuales. Y por si fuera poco, en los últimos 20 años se han llevado la vida de más de 300 personas.

Inundaciones en el rio Ebro. Fuente: Gobierno de Aragón.

Como con este blog trata sobre la agricultura y la ganadería, me parece interesante hablar de cómo este tipo de catástrofes afectan, y mucho, a la economía de agricultores y ganaderos. Como además supone una ocasión para enseñar cómo funcionan los seguros agrarios; pues voy a dedicarle una entrada.
 


Inundaciones en España
 

El fenómeno de las inundaciones como he dicho es habitual, pero no es ni mucho menos nuevo. Como cuentan en este artículo, se han referenciado más de 2.400 episodios catastróficos durante los últimos 500 años.
 

Además de los desequilibrios hidrológicos causados por el clima - con cambio climático o sin él - y agravados por intervenciones no siempre acertadas en los cauces, o por no mantenerlo en condiciones, la ocupación de las zonas inundables, que lleva ocurriendo desde finales del s. XIX, nos hace tremendamente vulnerables.
 

El Libro Blanco del Agua en su día catalogó nada menos que 1036 áreas de riesgo de inundación a nivel nacional. La mayor parte de ellas en la cuenca del Ebro, siguiéndole la del Júcar, la Norte y la del Guadalquivir. Las inundaciones pueden darse por dos causas principales: por episodios breves y repentinos de lluvias muy intensas - las famosas “gotas frías” principalmente -, normalmente otoñales y muy característicos de las pequeñas cuencas mediterráneas, o las causadas por un largo periodo de lluvias, o por una rápida fusión de la nieve en invierno o primavera, que se dan en las grandes cuencas hidrográficas (Duero, el Guadalquivir y el Ebro) .


Mapa de España en el que figuran las Áreas de Riesgo Potencial Significativo de Inundación (ARPSIs), identificadas en cumplimiento de la Directiva 2007/60, sobre la evaluación y gestión de las inundaciones.


¿Qué supone una inundación para la gente del campo?
 

Mientras que las inundaciones del segundo tipo hoy en día se controlan relativamente bien gracias a los embalses, las causadas por lluvias intensas en la fachada mediterránea son muy difíciles de evitar y afectan a zonas muy pobladas, por lo que resultan más peligrosas.
 

Efectos de la riada de 1973 en Puerto Lumbreras. Fuente. Ayto de Puerto Lumbreras.

Pero, vayamos al campo, ¿a qué problemas se enfrenta un agricultor o un ganadero cuando el agua alcanza su explotación?. Leyendo noticias como esta en la prensa del sector uno se puede hacer una idea.

El agua daña infraestructuras (carreteras o caminos, redes de suministro de agua potable, de riego, o de electricidad, invernaderos), indispensables en el trabajo diario. Se puede dañar  maquinaria o instalaciones, que suelen suponer una inversión muy importante en cualquier explotación agrícola. 


En el campo de cultivo el agua puede arrasar la cosecha directamente o que esta se estropee por no poder acceder a ella en varios días. Tampoco se podrán realizar nuevas labores hasta que las condiciones del suelo lo permitan - y esto en cultivos de alta rotación como los hortícolas puede suponer perder ventas futuras. Y tarde o temprano llegarán las enfermedades a las plantas que sobrevivieron: algunos árboles mueren por asfixia radicular (ahogados, vamos) y en muchas producciones diversos hongos bajan la calidad de la cosecha obtenida, lo cual de nuevo se traduce en menos ventas.
 


El “pixat” o mancha de agua afecta a distintas variedades de cítricos en condiciones de humedad elevada como las que se dan tras una inundación. Se trata de una fisiopatía que provoca el envejecimiento de la corteza. Fuente: Deccoibérica

Los ganaderos, además de los daños a las infraestructuras de la propia granja, también se pueden enfrentar a problemas para acceder a los pastos (y eso supone gastar dinero extra en piensos) o en el peor de los casos, a la muerte de los animales, sobre todo en el caso de granjas intensivas.
Así que, de la misma manera que personajes famosos aseguran sus piernas, su voz o lo que sea que les sirva de sustento, los agricultores y ganaderos, que no dejan de ser empresarios, tienen que proteger su negocio frente a sequías, inundaciones; heladas, pedriscos, olas de calor, etc.: alteraciones del clima que pueden echar por tierra el esfuerzo de todo un año de trabajo.
 


Los seguros, una herramienta indispensable
 

En general, para este tipo de catástrofes climáticas frente a las cuales el agricultor y el ganadero poco puede hacer, se crearon los Seguros Agrarios. 

España tiene, desde su creación en 1978, el sistema de seguros agrarios combinados mejor diseñado y con mejor desarrollo de los países de nuestro entorno. Se trata de un sistema mixto que aúna el interés privado y el público, creando un sistema de protección universal que permite asegurar casi todos los cultivos frente a casi todos los riesgos. De hecho, el propio Libro Blanco del Agua (pag 25 del resumen) considera a los seguros agrarios como una medida no estructural capaz de mitigar los efectos de las inundaciones
 

Las infraestructuras hidráulicas bien diseñadas contribuyen a disminuir el peligro de las crecidas. Como apuntaban en el primer artículo que cito,
el agua es a la vez recurso y riesgo. Fuente: Jayzaran.
 
Una aseguradora privada, en defensa de sus intereses, solo atendería a clientes de bajo riesgo o a riesgos muy específicos, de cuya incidencia tenga una amplia información y experiencia. El Estado, por su parte, buscando el bien común de los productores intenta proteger a todos de todo, algo que no siempre resulta rentable. Combinando la iniciativa privada con la pública se consigue universalizar la protección pero repartiendo el riesgo, para que el sistema sea solvente económicamente hablando. La iniciativa privada la representa Agroseguro, que une a las entidades (Reale, Axa, Mapfre...) que gestionan los seguros a los agricultores. La iniciativa pública la representan ENESA (Entidad Estatal de Seguros Agrarios) y las Comunidades Autónomas, que aportan los recursos técnicos y económicos para compensar la parte que a las entidades privadas no les trae a cuenta asegurar. En otras palabras, da al agricultor una “ayudita” económica (que puede ser de hasta el 50 %) para que se anime a contratar un seguro.
 

Las explotaciones ganaderas también se aseguran, principalmente frente a la pérdida de animales por diversas causas: ataques de animales salvajes, partos o cirugía, enfermedades, accidentes, etc.

Para hacernos una idea, vamos a imaginarnos un paisano con una granja de vacas de leche, que además cultiva su propio forraje, que va a informarse a una sucursal de una aseguradora (aunque también los sindicatos y las asociaciones profesionales gestionan seguros colectivos, pero para simplificar…)
 

Paisano: Buenas, quiero asegurar a mis vacas.
 

Asegurador (o tomador, que es su nombre técnico): Estupendo, ¿Dónde tiene usted la granja?
 

P: En Villatempujo de Arriba, ¿por qué?
 

T: Pufff, tiene un historial de sequías y olas de calor importante…y ya sabe usted lo mal que lo pasan esos bichos con el calor. Y ¿qué es lo que siembra?
 

P: Maíz y alfalfa, es que tengo el pantano de las Borreguillas cerca.
 

T: Y sus vacas, ¿son de alta genética?.
 

P: Pues bueno, lo normal. Unos 30 litros diarios…
 

Tras unas cuantas preguntas más y hacer sus comprobaciones en el ordenador, el tomador le dice al paisano:
 

T: Pues mi entidad solo le podría asegurar a buen precio las ubres de sus vacas y la producción de alfalfa. Asegurarlo todo le saldría por mil euros (precio hipotético, como toda la conversación).
 

P: ¡¡ pero si yo quiero asegurar a las vacas enteras !! ¿y qué pasa con el maíz?. Habrase visto…
 

T: No se preocupe usted, que para eso están las subvenciones (aquí es donde entran ENESA y las Comunidades Autónomas) y así le sale a usted la póliza a muy buen precio. A ver, está la subvención base, la de joven agricultor va a ser que no, ¿le interesa a usted una póliza multicultivo? Con eso tiene un 2% de subvención…
 

P: Pufff, pues si que es “complicao” todo esto.
 

Tras un buen rato más de explicaciones y alguna que otra noche preguntándole a la almohada, al final nuestro paisano contrata una póliza que se ajustaba bastante a sus necesidades por un precio asumible para la buena marcha de su granja.
 

¿Y por qué os cuento toda esta historia de los seguros?, pues porque según afirman en el sindicato agrario COAG hoy por hoy en muchos cultivos y zonas, el actual sistema de seguros agrarios es el garante de la continuidad de la actividad agraria (y por tanto de mantener vivo al medio rural), y se da la circunstancia que a medida que los cultivos necesitan más inversión y mayor sea su valor, se hace más necesario disponer de ellos.
 

El seguro agrario ha constituido una herramienta importantísima de apoyo a los agricultores y ganaderos en España, ya que les protege frente a problemas o inclemencias del tiempo incontrolables. Pero la crisis también les ha afectado, a pesar de ser vital para la supervivencia de un sector agrario que ya está bastante “tocado”.



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Oleh

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2 comentarios

Tulis comentarios
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10 de octubre de 2012, 17:10

Una visión muy completa y muy interesante de algunos de los problemas del sector primario.
Os recomiendo nuestro blog, que intenta ahondar también en estos retos y aportar soluciones asequibles para todos.
http://visilcomunicacion.blogspot.com.es/

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3 de noviembre de 2012, 14:02

La forma de comportarse de las aseguradoras en el sector agropecuario deja, y ha dejado siempre, mucho que desear.

No es por el sector, en general, actúan recortando beneficios a sus asegurados, pero es lo que nos toca vivir continuamente.

Las cooperativas mitiga algo esta situación, pero tampoco son la panacea.

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