viernes, 15 de noviembre de 2013

EN OCTUBRE, ESTERCOLA Y CUBRE

Voy a dedicarle la entrada a una labor imprescindible si se quiere conseguir una cosecha más o menos digna (de que te paguen por ella).

Una de las labores obligatorias cuando se prepara el suelo para un nuevo cultivo es aportarle alimento a las plantas. Si no se aplica algún tipo de fertilizante a un suelo que soporta cosechas año tras año, acabará perdiendo su fertilidad. De todas maneras, no se puede abonar de cualquier manera, antes hay que estudiar varios aspectos: cómo es el suelo, el clima de la zona, el tipo de cultivo, el tipo de abono y el momento de aplicación.

Hay cultivos más demandantes de abono que otros. Tampoco es lo mismo un huerto familiar que una explotación agraria, que tiene que asegurarse altos rendimientos. Fuente: Syngenta.
Hay dos tipos principales de abonos: orgánicos e inorgánicos. 

Los orgánicos proceden de restos vegetales, las deyecciones de animales o la mezcla de ambos.

Las explotaciones ganaderas son la principal fuente de abono orgánico. Se genera en tal cantidad que son necesarias instalaciones diseñadas especialmente para almacenarlo.
Aquí se ve una fosa de purines. Foto de Beatriz Soret (Universisad de Navarra).

Los inorgánicos, también llamados minerales, se elaboran industrialmente. En una fábrica, los diferentes elementos presentes en la naturaleza (gas natural, rocas y sales) son transformados en nutrientes asimilables por las plantas.

Esta fábrica es una de las más grandes de Europa para la producción de fertilizantes complejos NPK. Fuente: Yara International ASA 2004.

Ambos tipos tienen ventajas e inconvenientes, y bien utilizados se complementan perfectamente. Los abonos orgánicos, aportan cierta cantidad de nutrientes, pero principalmente mejoran las propiedades del suelo. Los abonos minerales, en cambio, aportan gran parte de los nutrientes que necesita la planta de una manera abundante y precisa.

¿Qué tipos de abonos orgánicos hay?

Al proceder de muy distintos restos de origen vegetal o animal, los abonos orgánicos tendrán cada uno diferentes características. Los más utilizados son los de origen animal, posiblemente porque son los que se producen en mayor cantidad.
 

Se llama estiércol al material procedente de la mezcla de cama (paja, viruta, serrín, arena...) y las deyecciones del ganado (vaca, cabra, oveja, caballo, etc.). No se aplica directamente al suelo, sino que se deja fermentar durante un tiempo, bajo unas condiciones controladas. 


Un motón de estiércol, o "basura" como le llaman algunos ganaderos.

Según la especie de procedencia, la cantidad de agua que contenga el excremento y si tienen restos de la cama de los animales, el resultado será bien distinto: un estiércol de caballo, vaca u oveja mezclado con paja,  un purín o abono líquido de cerdo , o  los excrementos de pollos y gallinas, denominado gallinaza tendrán distintos usos y la cantidad y  manera de aplicarlos será bastante distinta.

El mantillo por su parte, se elabora a partir de estiércol y y otras materias orgánicas de buena calidad. Es muy rico en materia orgánica muy descompuesta, por lo que se utiliza para corregir las deficiencias físicas de los suelos, sobre todo en jardinería.
 

Por último tenemos al compost, que es genéricamente el producto obtenido tras la por fermentación controlada de residuos orgánicos. Estos residuos pueden ser el mismo estiércol que hemos visto antes o residuos agrícolas o agroalimentarios, como los restos de podas, restos de algodón o el alpechín que se obtienen al elaborar el aceite de oliva. También se pueden compostar residuos urbanos procedentes de depuradoras o centros de tratamiento de basuras, aunque su uso es limitado por la posible presencia de sustancias no deseadas.
 

También se puede hacer compost de manera doméstica o en el jardín, a partir de de elementos como hojas, hierba cortada, restos de de verduras, frutas, etc. en este caso, se trata de un abono de origen principalmente vegetal.  


Cuando se habla de compost, a muchos nos viene esta imagen.


Ventajas e inconvenientes de los abonos orgánicos 

Al aportarlos, aumentamos la cantidad de materia orgánica en el suelo, y con ello conseguimos varias cosas: le damos elementos nutritivos, le ayudamos a almacenar más agua y absorber mejor los nutrientes. Estos abonos, suministran cobijo y alimento a miles de organismos vivos que viven en el suelo, que a su vez trabajan para mejorar la calidad del suelo.

Debido a sus características, aportan nutrientes al suelo lentamente y la planta puede aprovecharlos durante más tiempo. Otra ventaja nada desdeñable es que suelen ser más baratos que los orgánicos.

Su gran desventaja es que son muy variables en cuanto a composición: influye la alimentación de los animales, la estación, el grado de descomposición…. Al añadir estos abonos, el agricultor no sabe con exactitud qué nutrientes está añadiendo al suelo, en qué cantidad, ni si estarán disponibles cuando la planta lo necesite.

Otro inconveniente es que ocupan mucho espacio y son complicados de transportar y almacenar.


¿Qué tipos de abonos inorgánicos hay?

Los abonos minerales normalmente se clasifican según los nutrientes que contienen. Hay abonos simples, que contienen un solo elemento fertilizante (Nitrógeno, Fósforo o Potasio son los más importantes). Los abonos compuestos pueden contener dos o tres de los nutrientes básicos, ya sea en el mismo gránulo (complejos) o en gránulos separados (mezcla).


Se identifican por 3 números seguidos que representan su riqueza en Nitrógeno, Fósforo y Potasio respectivamente. Fuente:Fertiberia.


El agricultor tiene a su disposición muchas posibilidades para elegir el abono inorgánico en función de sus necesidades, y así puede aplicar el nutriente necesario casi a cualquier tipo de cultivo. También pueden presentarse como abonos sólidos o líquidos (para fertirrigación o para aplicar directamente a la planta).

Ventajas e inconvenientes de los abonos inorgánicos

Como son un producto industrial, tienen una serie de características garantizadas: tamaño del gránulo, riqueza en nutrientes, y facilidad de reparto. Todo esto permite al agricultor saber con exactitud qué nutrientes está aportando, y en qué cantidad

A la izquierda. Gránulos de abono preparados para su uso, de forma y tamaño homogéneo para que se repartan por igual en el terreno. A la derecha, gránulos irregulares obtenidos tras la mezcla mecánica. Fuente : Yara International ASA 2004.

Sus dos principales inconvenientes son: su precio y que no mejoran la calidad del suelo, simplemente añaden nutrientes que han de ser consumidos por las plantas en un periodo más o menos corto de tiempo.

Sin embargo, cuando se busca lograr unas altas producciones, y que los cultivos tengan todas sus necesidades nutritivas satisfechas (y por tanto el producto final cumpla las expectativas del mercado y del consumidor), su uso se hace tan imprescindible que compensa el gasto realizado.

¿Te suena esta imagen?, en 1804 en el desierto de Atacama (Chile), se descubrió una sal que contenía nitrógeno, iniciándose la explotación del conocido “nitrato de Chile”, el primer fertilizante mineral.

¿Cómo se realiza el abonado? 

Dependerá sobre todo del abono que se vaya a utilizar.

Para repartir estiércol se utiliza un remolque distribuidor que avanza por el terreno desmenuzando el estiércol y dispersándolo por el suelo.

Para repartir estiércol liquido, también llamado purines, como los que producen los cerdos, se utiliza una cisterna esparcidora. Pueden depositarlo sobre la superficie del suelo o a cierta profundidad para reducir el mal olor. Fuente: Joskin.

Para distribuir en el campo los abonos minerales sólidos, se utiliza una abonadora centrífuga. Reparte el abono de una manera más homogénea y, desde luego, menos aparatosa. Fuente: Archivo Editorial Agrícola.

Los abonos minerales también pueden aplicarse disueltos en el agua de riego. En este caso hablamos de fertiirigación. Este sistema se utiliza a menudo en zonas donde los suelos no son aptos para la agricultura, bien porque son muy pobres o porque tienen algún elemento tóxico para las plantas.

Las raíces crecen en unos sacos rellenos de un material que lo único que hace es sujetar y proteger las raíces. Permiten que circule el agua de riego cargada de nutrientes que les llega a través del sistema de riego por goteo. 
 
Mediante un complejo sistema se mezclan los abonos con el agua de manera que las plantas reciben en cada momento los nutrientes que necesitan.



La fertirrigación es una técnica cada vez más extendida en riegos por goteo y por aspersión. No solo en invernaderos, también en cultivos frutales, maíz etc. Para llevarla a cabo se han de utilizar abonos diseñados específicamente para esta técnica.
Fuente: Yara International ASA 2004.


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ABECEAGRARIO: NPK



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Oleh

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