lunes, 27 de enero de 2014

SEMANA VERDE DE BERLIN 2014




 


Otro año más he podido visitar la Semana Verde de Berlín. Y me ha vuelto a dar una envidia tremenda el comprobar la importancia que tiene la agricultura y ganadería en Alemania; no solo desde el punto de vista institucional (con la visita del ministro del ramo cada año) sino por el interés que despierta entre los ciudadanos (410.000 visitantes este año). Otro año también que me encuentro con el problema de no tener ni idea de alemán, aunque alguna palabreja suelta ya sí que entiendo: bauer (agricultor) o landwirtschaft  (agricultura).

No quiero entrar en cifras ni en comparativas esta vez, pero no puedo evitar preguntarme por qué en España no tenemos algo parecido, habida cuenta que lo que reúne la Semana Verde – comida, bebida, música y bailes, animales, tiempo libre, divulgación…- atraería de la misma manera a cualquier urbanita español.


 Bailes en mitad de los pasillos.


 Ya entonces la feria tenía su papel educativo para los niños berlineses... Fuente: Servicio de prensa de la Semana Verde.

... y hoy en día continua con ese importante papel. Fuente: Servicio de prensa de la Semana Verde.

Quizás mirando al pasado podemos entender su importancia, así que esta vez contaré algunas curiosidades más bien históricas.  Comencemos por el nombre. Cualquiera diría que el nombre de “Semana Verde” se debe a una estrategia de marketing, ya que lo verde vende, pues nada más lejos.

Todo comenzó a finales del siglo diecinueve, cuando una asociación de agricultores solían mantener  sus conferencias de invierno (una estación de poco trabajo en el campo, sobre todo en esas latitudes). Durante los días que duraban las conferencias se aprovechaba para comprar y vender todo tipo de artículos agrícolas. Cada vez se fueron organizando más, hasta que un granjero sugirió que la conferencia de 1926 se acompañara de una exhibición agrícola. Durante esos días la ciudad se llenaba de agricultores, todos ellos vestidos con su típico loden verde oscuro, de ahí el nombre que recibió este evento, bautizado así por los periodistas de la época.

En aquellos tiempos el objeto expuesto más grande era este tractor de 100 cv, ruedas de metal y 4 metros de altura. Representaba el comienzo de la mecanización agrícola.
Fuente: 
Servicio de prensa de la Semana Verde.

Así que estamos hablando de una feria con mucha historia (88 años ya) que surge de una asociación de agricultores a nivel nacional. Me perdonen agricultores y ganaderos, pero es algo que me resulta difícil imaginar en España, donde tenemos la dichosa manía de hacer cada uno la guerra por nuestra cuenta.

Tres años después de la Segunda Guerra Mundial, en un Berlín arrasado, los propietarios o beneficiarios de parcelas de tierra hicieron un tremendo esfuerzo por resucitar este certamen. La feria se encontraba en el sector “occidental”, sometida al bloqueo soviético y a continuos cortes de electricidad. Eran años de escasez y evidentemente las principales atracciones de la feria no eran otras que los alimentos. Hasta tal punto había escasez de ellos que lo que parecían jamones y salchichas de los puestos no eran de carne, sino de cartón.


Madrugando para entrar en la feriaFuente: Servicio de prensa de la Semana Verde.

Entrada sur a la feria. En sus inicios fue un mercado local, hoy en día se ha convertido en la mayor exposición del mundo sobre agricultura, alimentación y horticultura. Fuente: Servicio de prensa de la Semana Verde.

Visto que estaban aislados de una parte importante de los alemanes, los organizadores de la feria se plantearon el reto de adquirir dimensión internacional, especialmente tras el levantamiento del muro de Berlín (1961). España, que iba saliendo a su ritmo de su propia posguerra, con el cultivo en invernaderos comenzando a dar sus frutos y el turismo extranjero dando algo de dinero, se animó a participar. 

Hemos rescatado una crónica de la Revista Agricultura de aquel entonces, que podéis ver aquí (pg 11). En él se expone un dicho alemán que resume el motivo principal para estar presente en una feria de este tipo: “lo que el aldeano no conoce, no lo come”, un dicho cargado de razón que se puede aplicar a casi cualquier persona, no solo a los campesinos.
  
Con este dicho en mente y con la innata tendencia del visitante a buscar la representación de su terruño, me dispuse a buscar los stand españoles en esta especie de mini-ONU gastronómica que es la Semana Verde. Resultado: presencia más bien escasa: algunos stands de vinos y embutidos (mallorquines y menorquines, qué casualidad) y alguna bodega de Jerez. Visité también el stand de la campaña “We care, you enjoy”, promovida por los productores y exportadores de fruta murcianos y andaluces; con poca vidilla, todo hay que decirlo.

 El susodicho stand.

Cierto es que tener presencia en la Semana Verde no es precisamente barato (145 € solo el alquiler de un metro cuadrado de stand) y que dos semanas después está FRUITLOGISTICA, donde el sector hortofrutícola español sí hace negocio. Es evidente la demanda de frutas y verduras por parte de los países del Norte de Europa  es muy importante, y conviene estar ahí luchando por mantener nuestro mercado.

Sin embargo y en mi opinión, quizás no deberíamos conformarnos sólo con mandar solo frutas y verduras. Posiblemente para otros productos alimentarios no sea fácil entrar en el mercado europeo, pero tenemos un país con una riqueza gastronómica inmensa, que se merecería recuperar un lugar en esta feria. Además, ahora que todos se congratulan que la agricultura nos está salvando el tipo gracias a la exportación, quizás deberíamos aprovechar el tirón.





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Oleh

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