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jueves, 22 de noviembre de 2012

SACAMOS AL LIBRO DE PASEO. CRONICA DE UNA EXPERIENCIA



Si, ya sé que ya estaba tardando demasiado en volver a contar algo. Pero aquí estamos de nuevo, con una entrada que quería ser cortita porque tengo mucho lío. En la Editorial Agrícola Española estamos empeñados en sacar a la calle el libro “Conocer la Agricultura y la Ganadería”; y de momento hemos llegado a dos centros comerciales de la Comunidad de Madrid. Esta actividad forma parte del “Proyecto Conocer la Agricultura y la Ganadería”, junto con la publicación del libro y de este blog. El siguiente paso será llegar a los colegios y allá donde la gente quiera descubrir cosas sobre la agricultura y la ganadería.



Panorámica general de la actividad en Alcalá de Henares.

miércoles, 1 de febrero de 2012

DE GALLINAS FELICES Y HUEVOS BARATOS



La producción de huevos está tan automatizada que el consumidor es
la primera persona que toca el huevo tras salir del cuerpo de la gallina.

Quizás has oído eso de que cada gallina se tiene que conformar con un espacio vital de 550 cm2, bastante menos de un folio DIN A4 (29,7 x 21 cm), pero ¿qué mas sabemos de la vida de las gallinas ponedoras?.

La gran mayoría de las gallinas viven en granjas especializadas. Estas granjas tienen varias naves de puesta, donde se alojan hasta 100.000 gallinas en cada una. Dentro de estas naves las gallinas viven en jaulas, colocadas en varios pisos y en las que caben de cuatro a seis animales.

Las gallinas viven en jaulas desde que se inició la producción industrial de huevos, allá por los años 50 del pasado siglo. Por aquel entonces se diseñaron las jaulas para evitar el contacto de las aves con sus excrementos, aspecto imprescindible para garantizar su salud y la limpieza de los huevos. Desde entonces se ha ido aumentando el número de animales por nave y automatizando las labores de alimentación, recogida de huevos y limpieza de excrementos. Todas estas mejoras han permitido aumentar la productividad de las granjas, factor clave para sobrevivir en un mercado muy competitivo.  

Una vez asegurado el abastecimiento diario de huevos, la sociedad comienza a preocuparse por el bienestar de las gallinas. La Unión Europea, consciente de ello, ha legislado para mejorar su calidad de vida. Así, a partir de enero de este año tenían que estar instaladas “jaulas enriquecidas” en todas las granjas de avicultura de puesta. Estas jaulas son más grandes y permiten a las gallinas llevar a cabo comportamientos innatos (anidar, dormir en perchas, escarbar…).

En mi libro “Conocer la agricultura y la ganadería” insisto mucho en que si los animales no están razonablemente sanos y a gusto, no pueden dar lo mejor de sí mismos. Tampoco es ninguna novedad que los seres vivos tendemos a reproducirnos cuando nos sobra energía para ello. Las pobres gallinas, que ponen un huevo al día en un vano intento de reproducirse (doble frustración, porque ni están fecundados ni van a durar mucho tiempo enteros), no deben de pasarlo muy mal si son capaces de producir al año de diez a doce veces su peso en huevos. Otra cosa es la apreciación humana de si realmente es vida lo que llevan en sus jaulas, enriquecidas o no.


El código de los huevos

Y aquí es donde entra el consumidor, acostumbrado desde hace tiempo a ver un código impreso en la cáscara. Por norma, en el envase se tiene que indicar a qué corresponden todos esos números, y por si no lo viéramos ya hay hasta cartelones en el súper. Pero, realmente, ¿les hacemos algún caso? ¿sirven para algo?.

El código es importante porque garantiza la “trazabilidad” del huevo; si hay problemas sanitarios podremos saber enseguida, de qué granja procede e incluso de la nave de puesta (en el caso de grandes granjas industriales). Sin embargo, a la hora de comprar nos fijaremos en el primer dígito, que nos indica la forma de cría de las gallinas.

El número 3 es para la producción en jaulas, en teoría de las enriquecidas. Digo en teoría porque no todas las granjas las han instalado todavía (se trata de una inversión muy fuerte que posiblemente encarezca el precio del huevo), y por eso nos multan. Cada gallina dispone de un espacio útil de 600 cm2 (ya se acerca más al folio) y vive en naves completamente cerradas.

El número 2 es para la producción en suelo. Las gallinas no están enjauladas y tocan a unos 1100 cm2 por animal. También viven en naves aisladas del exterior.

El número 1 es para las gallinas “camperas”. Estas sí pueden salir a un parque y cada una toca a 4 metros cuadrados.

Por último el número 0 es para las gallinas de producción ecológica. Este tipo de producción se rige por unas normas bastante más estrictas respecto a las condiciones de vida y tocan a 1666 cm2 en el gallinero y  4 m2 en el parque por cabeza.

Es fácil deducir que la forma de cría ha de tener, al menos, relación directa con el precio del huevo, a más gallinas en menos espacio, huevos más baratos. Respecto a su calidad global– tanto higiénica, nutricional y organoléptica - hay estudios que dicen que la calidad el huevo es igual o mayor en las granjas criadas en jaula, pero también hay gente convencida que un animal “feliz” dará mejores huevos. Yo ahí no entro, que cada cual decida según su criterio…o deje decidir a su bolsillo.



Un gallinero tradicional.
Foto de Adelardo Rodrigo.




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