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lunes, 22 de junio de 2015

ALGUNAS COSAS INTERESANTES SOBRE EL ACEITE QUE NADIE TE HABÍA CONTADO HASTA AHORA



 


A la hora de comprar aceite, posiblemente os encontréis una imagen como esta. Mucha variedad y también mucha información, aunque no siempre ayude a elegir con criterio el mejor aceite para nuestra cocina  (he de confesar que, al escribir esta entrada, yo misma he aprendido cosas que no tenía del todo claras).



En esta entrada me planteo nada menos que el reto de aclarar un poco el asunto, e intentaré no extenderme demasiado. No me ha quedado más remedio que utilizar algún que otro término técnico o científico, ya que lo que pretendo es transmitir conocimiento, no dogmas. Así que os pido perdón por anticipado. 
 
En mi cocina conviven en perfecta armonía todos estos aceites (AOVE para ocasiones especiales, AOVE del día a día, AOV para freír, Aceite de Girasol ecológico sin refinar para la bollería y con un sabor a pipas bestial, aceite de girasol refinado y aceite de semillas de calabaza). Por su composición química y el proceso de elaboración, el AOVE es excelente e inigualable, pero creo que tampoco es ningún sacrilegio comprar otros. 



Aceites de oliva frente a aceites de semillas


Primer concepto: las aceitunas, de las que se obtiene el aceite, son frutos, mientras que el girasol, maíz, la soja o la colza, de las que también se obtiene cantidades importantes de aceite, son semillas. Esta "pequeña" diferencia botánica tiene importantes consecuencias. 


1. Por el proceso de extracción: 


Para obtener aceite de oliva virgen se utilizan únicamente métodos físicos (molturación, batido y centrifugación), que trabajan a bajas temperaturas (menos de 30ºC) para extraer de las aceitunas la mayor parte del aceite contenido en ellas.
De esta manera el zumo de la aceituna mantiene intactos todos los nutrientes, vitaminas, antioxidantes y compuestos aromáticos que hacen excelente a este aceite tanto desde el punto de vista de la salud como culinario. 


¿ Sabías que la palabra "aceite" proviene del árabe "al-zait" que significa "jugo de aceituna"?.


Tras el prensado de las aceitunas todavía quedan restos de huesos, piel, pulpa, mezclados con agua (propia de la aceituna y procedente de lavados). Estos pueden apurarse para obtener lo poquito de aceite (menos de un 4%) que todavía contienen. Para ello es necesario recurrir a métodos físicos (una segunda centrifugación) y/o químicos (utilizando un disolvente). Se obtiene un aceite, el aceite de orujo de oliva crudo, que tiene mucha acidez y olores extraños por lo que es necesario refinarlo.


Extraer las grasas contenidas en las semillas cuesta un poco más. Se puede hacer por medios físicos (prensado), pero rinde mucho más si se utilizan medios químicos (disolventes) para sacar el aceite, que luego se refinará para hacerlo apto para su consumo. Por esta razón, la mayoría de aceites de semillas que encontramos en el mercado se han obtenido de esta manera. Los aceites de semillas prensadas en frio, más caros y minoritarios, es difícil encontrarlos en los comercios habituales.



2. La composición de sus grasas es muy distinta.


Los principales componentes de grasas (sólidas a tª ambiente) y aceites (líquidos a tª ambiente) son los triglicéridos. Estos están formados por una molécula de glicerol y tres de ácidos grasos. Hay una variedad tremenda de ácidos grasos, y según como se combinen, las propiedades y el comportamiento de la grasa o el aceite resultante serán muy distintas, tanto en el cuerpo y como en la cocina.



Esquema muy sencillito de un triglicérido. Fuente.


El aceite de oliva está compuesto mayoritariamente por ácidos grasos monoinsaturados, concretamente el ácido oleico (entre el 55-83 %), que seguro que os suena y que, aparte de sus archinombrados efectos cardiosaludables, la gracia principal es que es químicamente más estable frente a la oxidación. 


En las semillas abundan los a.g. poliinsaturados (40-60%), concretamente los ácidos linoleico y linolénico que dan lugar a los ultra famosos omega 6 y 3, respectivamente. Aunque también son interesantes nutricionalmente, químicamente son algo menos estables y por tanto aguantan peor las altas temperaturas y se enrancian (se oxidan, vamos) con más facilidad.


Las grasas animales y el aceite de palma o de coco son ricas en ácidos grasos saturados, esos tan demonificados hoy en día. Su estructura química hace que se encuentren en estado sólido a tª ambiente, por eso se utilizan en las margarinas. Pero lo que muchos no sabréis es que uno de ellos, el acido palmítico (da gusto cuando dan la pista sobre su origen) también está presente en el aceite de oliva, pero en pequeñas proporciones. 


¿Te has fijado alguna vez en esos grumos blanquecinos que aparecen en el fondo de las botellas de aceite de oliva cuando hace frio ? pues que sepas que el responsable es el ácido palmítico.



Y, todas estas explicaciones ¿a qué vienen?. Pues que la mayoría de los aceites de semillas, mayoritariamente girasol en mi opinión no creo que valgan para gran cosa. Para freír apenas aguantan una fritura y sin calentarlos demasiado (ya hemos dicho que resisten peor las altas temperaturas), si no, corres el riesgo de que se te empapen de aceite las croquetas. Para su consumo en crudo, al ser refinados, no contienen ni vitaminas, ni antioxidantes, ni sabor ni prácticamente ná de ná; por lo que a mí, como aliño me parecen francamente tristes. Eso si, por su sabor suave o casi neutro, es ideal para elaboraciones en las que no se quiere que destaque el sabor del aceite, como la mayonesa, bollería o platos orientales; aunque en el terreno de la gastronomía, para gustos, colores.


Para competir con el aceite de oliva, se han desarrollado los aceites de semillas "alto-oleico". ¿Esto qué significa?, simplemente que es un aceite obtenido a partir de semillas de variedades de girasol mejoradas genéticamente (no transgénicas, como he leído por ahí) para que sean más ricas en ácido oleico, y así imitar al aceite de oliva. 


¿Cual escoger entonces? pues en este punto entonces dependerá de tu presupuesto, pero no está de más compararlos con sus vecinos los aceites de oliva, fijándote más en la contraetiqueta que en los reclamos vistosos.  No me he puesto a investigarlos, pero, sinceramente creo que posiblemente los aceites de oliva, o empatan o ganan, ya que hasta el más humilde es principalmente oleico.



Como curiosidad, el aceite de cacahuete y el de colza, también se utilizan para freír en otros países por su gran contenido en ácidos grasos monoinsaturados.




¿Qué diferencias hay entre los aceites de oliva?


En caso de que os hayáis decido por el aceite de oliva hay que plantearse primero ¿para qué lo voy a utilizar? y luego ¿cuánto quiero gastarme?. Y es que dentro de los aceites de oliva hay para todos los gustos.

Pongamos un olivar mínimamente bien cuidado, da igual la variedad. La aceituna se recoge directamente del árbol con vibradores para que llegue en buenas condiciones a la almazara. Allí se recibe la aceituna y se procesa en el menor tiempo posible para evitar fermentaciones y malos olores. Todo el proceso de extracción y almacenado se hace en maquinaria de acero inoxidable, que garantiza la higiene y la conservación de las cualidades del aceite obtenido.






Este aceite es, como mínimo, "Aceite de oliva virgen". Para que pueda llevar orgulloso el título de "Virgen extra" tiene que cumplir dos condiciones: una acidez menor o igual a 0,8 grados (más adelante explico esto de la acidez) y que un panel de catadores no le encuentre ni un solo defecto.

El "Aceite de Oliva Virgen Extra" es por tanto el de mayor calidad, debido en gran parte a que los olivicultores y las almazaras han mimado el proceso de producción al máximo, lo cual suele encarecer algo el producto. Es un aceite que sirve para todo, hay gente que no mete otro en su cocina; consumido en crudo, aliñando una ensalada o en una tostada con tomate por ejemplo, es cuando mejor se pueden valorar sus virtudes.



Si el pobre aceite no supera el análisis químico de acidez ( está entre 0.8 y 2 grados) o el panel de cata le saca algún defecto (que posiblemente muchos seamos incapaces de detectar) pues simplemente se queda sin título de "Virgen extra". Se queda en "Aceite de Oliva Virgen", a secas, aunque mantiene todos esos compuestos estupendos que lo hacen ideal para tomar en crudo y cocinar. A este aceite también le afecta la "titulitis": al tener menos glamour es sensiblemente más barato.



Pero volvamos al olivar y a la almazara. Pongamos que este año el tiempo no ha acompañado, que la mosca del olivo ha hecho estragos en las aceitunas, o que estas se han recogido demasiado tarde. O que las aceitunas cogidas del árbol se mezclan con las caídas al suelo, que se han transportado a lo bestia, en grandes remolques, a la almazara, y allí han tenido que esperar demasiado tiempo antes de ser tratadas. Todo esto daña el fruto y da lugar a fermentaciones que dan al zumo olores y sabores indeseables. En su interesante blog, Anuncia Carpio, plantea una pregunta muy reveladora: ¿te beberías el zumo de una naranja medio pocha? Pues con el zumo de las aceitunas pasa algo parecido.



Además de eso, el aceite obtenido de estas aceitunas tiene una acidez superior a 2º, es por tanto incomible y de hecho no se permite envasarlo para consumo humano. Este aceite es el denominado "Aceite de oliva lampante" y su curioso nombre viene de que ya los romanos utilizaban el aceite que les salía malo como combustible las lámparas de aceite con las que se alumbraban.


Algo habrá que hacer con todo ese aceite, y como hoy en día el alumbrado doméstico ya lo tenemos solucionado, pues se refina. Su destino es el mismo que el aceite de orujo o el de girasol: un proceso de refino físico/químico que disminuye la acidez por debajo de 0,3º, elimina sabores, olores (los malos y los buenos) e incluso el color.


Este "Aceite de oliva refinado" tampoco se vende como tal, aunque se podría. Se mezcla con una pequeña cantidad de "virgen extra" o "virgen", de manera que se logre una acidez inferior a 1º. Esta práctica se denomina "encabezado" y se hace para obtener un aceite con algo de gracia y sabor. ¿Os suena raro? pues no debería, porque es el aceite que conocemos de toda la vida, el "Aceite de Oliva", denominación obligatoria que para muchos es demasiado genérica y lleva a confusión. De todas maneras, hay que recordar que sigue siendo 100% aceite de aceitunas (zumo ya no), y por tanto sigue teniendo mayoritariamente ácido oleico.

 
El "Aceite de oliva" es mucho más barato que un aceite de oliva virgen. Si se utiliza mucho la freidora en casa, puede ser una opción económicamente interesante.
Pasamos al último representante de los aceites de aceitunas, el más humilde de todos. Es el "Aceite de orujo de oliva" y consiste en la mezcla de Aceite de orujo de oliva refinado (del que hablamos antes) con un aceite de oliva virgen (10-20%), para hacerlo mínimamente apto para su consumo y manteniendo una acidez inferior a 1º.


La industria y marketing tienen soluciones para todos los consumidores. Ofrece incluso preparados como este, que no pueden llamarse siquiera y que nos mostraba Aitor García, autor del blog Mi dieta cojea, en su perfil de Facebook.


Resumen de todo lo que os he contado (Elaboración propia).



¿Y qué variedad escoger?


Pongamos que queréis un aceite así apañado para tomar en crudo, y tenéis cierto presupuesto. Vuestro sitio está en el rinconcito de los aceites "monos", justo ahí donde desaparece el envase de plástico en favor del vidrio o la lata. En el rincón de los AOVEs "buenos" suele ser posible elegir entre variedades de aceituna, Denominaciones de Origen y formatos de embotellado. Las distintas variedades de aceituna - picual, cornicabra, hojiblanca, arbequina y muchas más - dan lugar a aceites muy distintos entre sí, pero como no quiero extenderme lo dejo para otra entrada. Solo comentar que la picual es la más estable por su mayor contenido en ácido oleico (en torno al 70-80 %) y la arbequina la que menos (en torno a un 50%).




Desmontando mitos y aclarando conceptos


Comenzamos por la acidez, esa que tienen que cumplir los distintos tipos de aceite. Resulta que no tiene nada que ver ni con el sabor ni con la intensidad del aceite; es simplemente un parámetro químico que determina la cantidad de ácidos grasos libres expresados en ácido oleico. Este valor refleja los defectos en el estado de las aceitunas, así como en el tratamiento y/o la conservación del aceite. Una acidez es baja bien valorada, pero por debajo de los 0,8º permitidos del AOVE, ya es cuestión del paladar del consumidor.


Hace no mucho se utilizaba el reclamo de la acidez 0.4º o 1º para identificar el aceite "de freír" y el de "ensalada" respectivamente (que a veces tenía un color más verde). Actualmente se ha cambiado a suave (para el 0,4º) e intenso (1º). Si os fijáis, esto solo lo veréis en los envases de aceite de oliva, en los que se hacen las mezclas del refinado con aceites vírgenes para conseguir el grado de acidez, el sabor, e incluso el color deseado. Esta nueva denominación, además de crear confusión en el consumidor, no está recogida en la legislación europea y esquiva la prohibición de hacer mención a la acidez en la etiqueta si no va acompañada por otros parámetros químicos.


 Juraría que esa etiqueta no incluía más información. Como ocurre con otros tantos alimentos, el etiquetado siempre al límite de la legalidad.


Otro aspecto que ha cambiado es eso de la "Primera presión en frio" por "aceite obtenido de aceitunas mediante procedimientos mecánicos". Antes de aparecer los sistemas continuos de extracción del aceite que se utilizan actualmente en la inmensa mayoría de las almazaras, se recurría a las prensas hidráulicas (esas de los capachos de esparto). El primer zumo que se extrae, directamente de la aceituna en frío (la primera prensada), es lógicamente mucho mejor que los obtenidos en prensadas posteriores, que utilizan agua caliente para aprovechar los restos. Eso no significa que ese primer zumo tenga que ser necesariamente de calidad virgen extra: si la aceituna entra picada, sucia o atrojada (fermentada por esperar demasiado), por muy primera presión en frio que haya tenido, el aceite no va a aprobar los exámenes para conseguir el título de Virgen Extra, que es el que de verdad manda.


Así que, esta expresión en un AOVE, va a estar de adorno en un 99 % de las ocasiones. Todavía existen prensas hidráulicas funcionando (lo cual tiene su mérito) que pueden utilizar lo de la "la primera presión en frio" justificadamente; en el resto de los casos es una estrategia de marketing que se mantiene porque muchos consumidores todavía lo asocian con un aceite de calidad excepcional.



¿Conocéis el aceite "en rama"?. Se trata simplemente de aceite sin filtrar. Normalmente el aceite se filtra antes de envasarlo para que tenga un aspecto más limpio y brillante, eliminando restos minúsculos y algo de agua procedentes de las aceitunas, que le dan al aceite más cuerpo y cierto aspecto turbio. Es perfectamente apto para el consumo, de hecho hay marcas que lo venden como tal, aunque todavía no parece que sea un reclamo de marketing muy extendido. Entonces, ¿es mejor el AOVE filtrado o sin filtrar?, pues  depende. Las partículas y el agua del aceite sin filtrar con el tiempo forman un poso en la base de la botella que puede llegar a fermentar y provocar malos olores y sabores. Asi que interesa si se va a consumir en poco tiempo.


Si eres de los de tostada de aceite todas las mañanas, el aceite de oliva en rama es una opción muy interesante. Fuente: www.directodelolivar.com 


Por último, unos consejillos finales a la hora de comprar. Aun dentro del envase, el aceite es un alimento vivo que va perdiendo cualidades con el tiempo, incluso hasta el punto de poder perder el titulo de Virgen Extra sin salir de la botella (en su momento hubo bastante polémica con este tema). La luz, los cambios bruscos de temperatura, el tiempo y el aire, son sus peores enemigos, por eso yo evitaría aceites expuestos a focos o fuentes de calor. Conviene fijarse en las fecha de consumo preferente (el aceite no caduca, pero a partir del año el VE ya va perdiendo cualidades) y en caso de encontrar alguna marca que ponga el año de la cosecha o los valores químicos, apostad por ella.




Si antes vimos el "aceite para amas de casa despistadas y/o con presupuesto muy limitado", aquí os muestro el "aceite para gente muy foodie con mucho dinero pero con poca idea de lo que compra". Vale que un envase adecuado protege las cualidades excepcionales del aceite de oliva, y que el diseño también se paga, pero...¡¿Aceite virgen extra ¡¡ a 28 euros el litro?!. Si te vas al aceite "premium" de una cooperativa de la DO "Sierra de Cazorla" que trabaje la misma variedad, también con envases opacos y bonitos, no creo que lleguen a ese precio ni de casualidad. Por cierto, si te fijas en el texto, y después de todo el rollo que os he soltado, veréis como no dicen absolutamente nada que no sea cierto para cualquier aceite mínimamente decente a precio igualmente decente.



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jueves, 5 de junio de 2014

QUESOS DE ESPAÑA, LA DIVERSIDAD DESCONOCIDA

Hace tiempo que tenía yo ganas de meterme con el queso, y va el Ministerio de Agricultura y me da la excusa perfecta. Esta semana pasada celebraron la “Semana del Queso”  para promover el consumo de queso en España y pude asistir a un acto, con cata incluida, dirigido a periodistas y blogueros.



Así que por fin voy a dedicar una entrada al queso; pero no a su clasificación, ni cómo se producen, maridajes u otros temas gastronómicos (aunque alguno se me escapa seguro, ya me conocéis). Lo nuestro es el campo, y vamos a ver cómo influyen los animales que producen la leche y su modo de vida en el resultado final.





España: poca cultura quesera para tanta variedad

Los españoles no somos especialmente queseros, a los datos me remito: consumimos unos 8,22 kilos de queso por persona y año, poca cosa comparada con los 17,2 Kilos que se zampan de media nuestros vecinos europeos. Tampoco destacamos como productores; pero contamos con una buena baza que ya quisieran nuestros vecinos del norte: la variedad.

El territorio español tiene una inmensa variedad de climas, paisajes, suelos y vegetación, lo que supone una gran diversidad de pastos y otras fuentes de alimento disponible para las distintas razas de las tres principales especies lecheras: vaca, oveja y cabra. Esto permite tener durante todo el año y en cantidades importantes de la materia prima fundamental para elaborar queso, la leche. Su composición y características varía según la especie, la raza, la alimentación, época del año…y estas dan lugar a una gran diversidad de texturas, sabores, aromas y colores, que dan su personalidad a los distintos quesos.


Anatomía de un queso

Me encanta la definición de Harold McGee en su libro “La cocina y los alimentos” : “el queso es la expresión intensa y concentrada de los pastos, los animales, los microbios y el tiempo”. Vamos a contar cuatro cositas básicas pero importantes para aprender a valorar los quesos.

¿Qué es exactamente el queso?

Es el producto resultante de la coagulación de la leche a la que se le elimina el suero. Este coágulo, llamado cuajada, está formado por un “esqueleto” de proteína, la caseína, que retiene la materia grasa y parte del agua de la leche. Esta cuajada la podemos consumir apenas procesada como queso fresco o dejar que madure y sufra una serie de transformaciones bioquímicas que le darán la textura, aroma y sabor característicos del queso maduro.

¿Sabías que, por término medio, hacen falta 10 litros de leche para hacer 1 kg de queso?


Pura bioquímica

Todos los quesos surgen de la misma fórmula: leche + bacterias + cuajo + sal. Y en la mayoría de ellos habría que añadir un quinto elemento no menos importante: el tiempo.

La leche es la materia prima que aporta casi todos los ingredientes del queso: agua, azúcares, materia grasa, proteínas, sales minerales, vitaminas, ácidos orgánicos, enzimas, gases y flora microbiana. Cada uno de ellos tiene un papel importante en el desarrollo de las distintas características del queso a lo largo de su maduración.

 Increíble pensar como con esa fórmula tan básica salen tantos quesos distintos.
En las diferentes especies ganaderas la proporción de los componentes principales de la leche varía ligeramente, aunque en general la leche de oveja la más rica en todos los componentes, salvo el agua, y es por tanto la de mayor aptitud quesera. 

La alimentación de los animales también influye mucho en las características de la leche, fundamentalmente si se han alimentado a base de pastos o de pienso y ensilados. Los pastos aportan a la leche (gracias a la intervención inevitable de de los microorganismos del rumen) ácidos grasos de cadena corta, que en pequeñas cantidades aportan multitud de aromas y sabores durante la maduración del queso. Hierbas y flores también proporcionan carotenoides, pigmentos responsables de la gran mayoría de los colores amarillos, anaranjados o rojos presentes en los vegetales, y que dan un tono amarillento – anaranjado a la leche y al queso.

En el ámbito mediterráneo el ganado puede disponer de pastos abundantes en primavera verano y otoño, dependiendo de la zona. Durante el invierno, los animales, al alimentarse de pienso o heno, producen leche con menor cantidad de grasas y proteínas que dan lugar a quesos con menos matices. Se han detectado incluso diferencias en el sabor de la leche, si el pasto es de valle o de montaña; aunque posiblemente esto solo lo detecten paladares muy entrenados. Hay incluso quien diferencia "añadas" en sus quesos, debido a la influencia de los distintos factores del medio en el resultado final.

Esto de los pastos es muy bonito, pero, realmente hoy en día la mayor parte de la leche procede de granjas intensivas, en la que los animales reciben la misma alimentación durante todo el año. Su dieta está basada en piensos, ensilados y subproductos agroindustriales (semilla de algodón que da ácidos grasos del grupo omega, pulpa de remolacha procedente de la fabricación del azúcar, restos de cebada de la producción de cerveza, etc), para que el animal tenga los nutrientes necesarios para producir mucha leche; los sabores, matices y demás sobran, es más normalmente se busca producir durante todo el año una leche con sabor escaso y siempre constante, que es la que demanda el consumidor actual.

No nos puede faltar el cuajo. Como su propio nombre indica son sustancias que cuajan o coagulan la leche. A todos se nos ha cuajado la leche alguna vez, pero nos costaría hacer queso con el resultado. Normalmente, para lograrlo se utiliza una enzima, la quimosina, que digamos “apaña” a la proteína del queso, la caseína, para que se agrupe y forme el esqueleto del queso. Tradicionalmente se sacaba del estómago de terneros jóvenes, pero en la producción industrial actual se utilizan otras enzimas, producidas por microorganismos.

¿Sabías que gracias a la biotecnología se han desarrollado cuajos producidos por bacterias y hongos modificados genéticamente?



Al queso formado se le añade sal. Esta además de aportar sabor, frena el crecimiento de microbios indeseables, regula la estructura del queso y el proceso de maduración. Normalmente se meten los quesos en una salmuera o se les espolvorea con sal. Fuente

Los microbios de la leche, un asunto delicado.

La leche es un elemento vivo. Incluso la que produce un animal sano y se recoge en condiciones de asepsia contiene células del propio animal (glóbulos blancos) y células de diversos microorganismos que acceden a ella.

Entre los microorganismos, los hay “buenos” y “malos”. Como resultado de sus andanzas por la leche, los buenos (bacterias lácticas por ejemplo) fermentarán la lactosa y los ácidos grasos dando lugar a sabores y olores interesantes mientras que los malos (por ejemplo las bacterias coliformes) echaran a perder el queso, hinchándolo con el gas carbónico que producen o fabricando sustancias que dan mal olor o picor excesivo.

Para evitar riesgos, normalmente la leche se somete a pasteurización, sobre todo en las grandes industrias lácteas, donde se reúne y almacena la leche de muchas granjas. Aunque para ser aceptada, la leche ha de cumplir unos requisitos básicos de higiene, para curarse en salud y evitar que una vaca enferma o una ubre sucia puedan arruinar miles de litros de leche, se achicharra a los microorganismos que pudiera tener, tanto los buenos como los malos. Sin los "buenos" no tendríamos queso, así que se recurre a los cultivos iniciadores, una selección conocida y purificada de microorganismos, que ya se sabe cómo van a funcionar y qué tipo de queso van a producir.  

Los quesos de leche cruda son menos comunes por las complicaciones y riesgos que suponen para el maestro quesero. Sin embargo, al conservar mucha mayor diversidad de microorganismos, el resultado es más “interesante”; de hecho, las normas de producción tradicionales de los quesos famosos como el Camembert, el Gruyere o el Parmesano obligan a utilizar leche cruda. Para evitar problemas sanitarios, sólo se comercializan los quesos que hayan pasado por un proceso de maduración de 60 días, tras el cual no quedan bacterias vivas.

Una leche de excelente calidad sanitaria ayuda mucho a conseguir un buen queso. Aunque el ordeño mecanizado le quite romanticismo al asunto, ayuda mucho a bajar el número de bacterias fastidiosas en la leche (y a que el ganadero trabaje en mejores condiciones laborales, que tampoco es tontería). Fuente: Base de fotos de la Editorial Agrícola.

Quesos de leche de vaca

Las vacas aportan, con diferencia, la mayor cantidad de leche. En el norte y noroeste de la península, donde los pastos verdes son más abundantes, tenemos al 80% de las vacas lecheras.

La leche de vaca es de color blanco, más o menos amarillento según el contenido en beta-carotenos asociados a la materia grasa. De olor poco acentuado y sabor algo azucarado. En general, da lugar a quesos suaves. Típicos quesos de vaca con DOP son el San Simón gallego o el Casín asturiano.
La raza frisona procede de Holanda y es la reina en la producción de leche, actualmente presente en casi todos los quesos de leche de vaca. Fuente: Base de fotos de la Editorial Agrícola.


Con la leche de la vaca casina o asturiana de la montaña se hace el queso Casín. Fuente:Feagas.


Quesos de leche de oveja

Es la segunda especie en importancia por su producción de leche. Las distintas razas están distribuidas por todas España, aunque en Castilla y León se encuentra la mayor cabaña de ovejas lecheras.

De color blanco nacarado, también puede adquirir tonos amarillentos debido a los carotenoides del pasto. Olor característico y sabor menos dulce que la de vaca y cabra. Es la leche más rica en ácidos grasos y proteínas, por lo que suele dar sabores más complejos durante la maduración. Típicos quesos de oveja de DOP son el Manchego, el Idiazábal o la Torta de la Serena.

Con la leche de la oveja latxa se elabora el queso Idiazábal. Fuente: Feagas.

Únicamente con la leche de la oveja manchega se elabora el verdadero queso Manchego. Fuente: Feagas.

Con la leche cruda de oveja merina y utilizando el cuajo obtenido de la flor del cardo se elabora la Torta de la Serena. Fuente:  Feagas.


Quesos de leche de cabra

Las cabras han sido consideradas la vaca de los pobres, ya que son capaces de aprovechar la vegetación no solo de los pastos sino de árboles y arbustos. Posiblemente por esta razón son importantes en zonas más secas, como Andalucía, el sureste peninsular y Canarias.

La leche de cabra tiene un color blanco brillante y nunca adquirirá tonos amarillentos, ya que la cabra degrada todo el caroteno antes de que llegue a la leche. La grasa se organiza en glóbulos grasos pequeños y numerosos, lo que la hace más digestible. Su sabor es dulzón y muy particular. Típicos quesos de DOP elaborados con leche de cabra son, el Murciano, el queso de Ibores y el Majorero.




La raza de cabras más numerosa en España es la murciano granadina, ya que produce mucha leche rica en grasa. Con ella se hacen los Quesos de Murcia, al vino o sin él. 
Fuente: Feagas.