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miércoles, 31 de diciembre de 2014

LA COSECHA DE HIERRO



La amapola es el símbolo del recuerdo de una guerra absurda.

Esta última entrada del año la quería dedicar a hablaros de un aspecto que quizás desconozcáis de la Primera Guerra Mundial, ya que este año se cumple el centenario de su inicio. ¿Y que tendrá que ver la guerra con la agricultura? os preguntareis; pues que los efectos colaterales de las guerras tienen consecuencias de lo más insospechado.


Hace ya tiempo surgió una noticia de que se había hallado una granada de mano petrificada en un saco de patatas en una frutería de Chiclana. Al parecer era un arma utilizada en la II Guerra Mundial y procedía de la región de las Ardenas, en Francia. Esta historia me dio pié a hablar sobre la venta a pérdidas de patata lavada francesa, pero dejé la curiosidad histórica guardada en un cajón. Tiempo después, en la Semana verde de Berlín, amigos periodistas belgas nos hablaron de la llamada “cosecha de hierro” y un amigo y colega estadounidense, Steve Werblow me mandó un artículo suyo sobre el tema. Me pareció una historia tan interesante que quería compartirla con vosotros.   



Se conoce como “Cosecha de hierro” a todos los restos de artillería (proyectiles, metralla, granadas) sin explotar y otro material de guerra (alambre de púas, cascos, cañones de rifles…) que queda enterrado y va saliendo a la luz una vez terminada la contienda. Tristemente el suelo europeo, principal  escenario de las dos últimas guerras mundiales, es rico en este tipo de cosecha, y de hecho este término se refiere principalmente a los restos de la Primera Guerra Mundial, encontrados en los campos franceses y belgas por donde atravesaba el Frente occidental.



El Frente occidental atravesaba parte de Bélgica, Francia y algo de Suiza.

lunes, 27 de enero de 2014

SEMANA VERDE DE BERLIN 2014




 


Otro año más he podido visitar la Semana Verde de Berlín. Y me ha vuelto a dar una envidia tremenda el comprobar la importancia que tiene la agricultura y ganadería en Alemania; no solo desde el punto de vista institucional (con la visita del ministro del ramo cada año) sino por el interés que despierta entre los ciudadanos (410.000 visitantes este año). Otro año también que me encuentro con el problema de no tener ni idea de alemán, aunque alguna palabreja suelta ya sí que entiendo: bauer (agricultor) o landwirtschaft  (agricultura).

No quiero entrar en cifras ni en comparativas esta vez, pero no puedo evitar preguntarme por qué en España no tenemos algo parecido, habida cuenta que lo que reúne la Semana Verde – comida, bebida, música y bailes, animales, tiempo libre, divulgación…- atraería de la misma manera a cualquier urbanita español.


 Bailes en mitad de los pasillos.


 Ya entonces la feria tenía su papel educativo para los niños berlineses... Fuente: Servicio de prensa de la Semana Verde.

... y hoy en día continua con ese importante papel. Fuente: Servicio de prensa de la Semana Verde.

Quizás mirando al pasado podemos entender su importancia, así que esta vez contaré algunas curiosidades más bien históricas.  Comencemos por el nombre. Cualquiera diría que el nombre de “Semana Verde” se debe a una estrategia de marketing, ya que lo verde vende, pues nada más lejos.

Todo comenzó a finales del siglo diecinueve, cuando una asociación de agricultores solían mantener  sus conferencias de invierno (una estación de poco trabajo en el campo, sobre todo en esas latitudes). Durante los días que duraban las conferencias se aprovechaba para comprar y vender todo tipo de artículos agrícolas. Cada vez se fueron organizando más, hasta que un granjero sugirió que la conferencia de 1926 se acompañara de una exhibición agrícola. Durante esos días la ciudad se llenaba de agricultores, todos ellos vestidos con su típico loden verde oscuro, de ahí el nombre que recibió este evento, bautizado así por los periodistas de la época.

En aquellos tiempos el objeto expuesto más grande era este tractor de 100 cv, ruedas de metal y 4 metros de altura. Representaba el comienzo de la mecanización agrícola.
Fuente: 
Servicio de prensa de la Semana Verde.

Así que estamos hablando de una feria con mucha historia (88 años ya) que surge de una asociación de agricultores a nivel nacional. Me perdonen agricultores y ganaderos, pero es algo que me resulta difícil imaginar en España, donde tenemos la dichosa manía de hacer cada uno la guerra por nuestra cuenta.

Tres años después de la Segunda Guerra Mundial, en un Berlín arrasado, los propietarios o beneficiarios de parcelas de tierra hicieron un tremendo esfuerzo por resucitar este certamen. La feria se encontraba en el sector “occidental”, sometida al bloqueo soviético y a continuos cortes de electricidad. Eran años de escasez y evidentemente las principales atracciones de la feria no eran otras que los alimentos. Hasta tal punto había escasez de ellos que lo que parecían jamones y salchichas de los puestos no eran de carne, sino de cartón.


Madrugando para entrar en la feriaFuente: Servicio de prensa de la Semana Verde.

Entrada sur a la feria. En sus inicios fue un mercado local, hoy en día se ha convertido en la mayor exposición del mundo sobre agricultura, alimentación y horticultura. Fuente: Servicio de prensa de la Semana Verde.

Visto que estaban aislados de una parte importante de los alemanes, los organizadores de la feria se plantearon el reto de adquirir dimensión internacional, especialmente tras el levantamiento del muro de Berlín (1961). España, que iba saliendo a su ritmo de su propia posguerra, con el cultivo en invernaderos comenzando a dar sus frutos y el turismo extranjero dando algo de dinero, se animó a participar. 

Hemos rescatado una crónica de la Revista Agricultura de aquel entonces, que podéis ver aquí (pg 11). En él se expone un dicho alemán que resume el motivo principal para estar presente en una feria de este tipo: “lo que el aldeano no conoce, no lo come”, un dicho cargado de razón que se puede aplicar a casi cualquier persona, no solo a los campesinos.
  
Con este dicho en mente y con la innata tendencia del visitante a buscar la representación de su terruño, me dispuse a buscar los stand españoles en esta especie de mini-ONU gastronómica que es la Semana Verde. Resultado: presencia más bien escasa: algunos stands de vinos y embutidos (mallorquines y menorquines, qué casualidad) y alguna bodega de Jerez. Visité también el stand de la campaña “We care, you enjoy”, promovida por los productores y exportadores de fruta murcianos y andaluces; con poca vidilla, todo hay que decirlo.

 El susodicho stand.

Cierto es que tener presencia en la Semana Verde no es precisamente barato (145 € solo el alquiler de un metro cuadrado de stand) y que dos semanas después está FRUITLOGISTICA, donde el sector hortofrutícola español sí hace negocio. Es evidente la demanda de frutas y verduras por parte de los países del Norte de Europa  es muy importante, y conviene estar ahí luchando por mantener nuestro mercado.

Sin embargo y en mi opinión, quizás no deberíamos conformarnos sólo con mandar solo frutas y verduras. Posiblemente para otros productos alimentarios no sea fácil entrar en el mercado europeo, pero tenemos un país con una riqueza gastronómica inmensa, que se merecería recuperar un lugar en esta feria. Además, ahora que todos se congratulan que la agricultura nos está salvando el tipo gracias a la exportación, quizás deberíamos aprovechar el tirón.





martes, 7 de mayo de 2013

TODO LO QUE QUERÍAS SABER SOBRE EL AZÚCAR



Ya viene el calor y el cuerpo nos pide refrescos y zumitos. Y no sé por qué me viene a la cabeza aquel anuncio de zumo, que reflejaba esa “moda anti-azúcar” que se mantiene con fuerza hoy día.  

Imagen de Corinna Schenk en Pixabay
Imagen de Corinna Schenk en Pixabay



  
¿Quién no ha dicho alguna vez eso de “nooo, asucar no”?


Aprovechando que he sido siempre más de azúcar que de sacarina y que además tenía algunas dudillas sobre el tema, decidí dedicarle una entrada. Y he descubierto muchas interesantes que compartir.

Una historia de viajes, guerras e intereses comerciales

Ya sé que mi blog va de agricultura y alimentación, pero es que el azúcar tiene una historia curiosa y no podía resistirme.

Parece que la caña de azúcar procede de Nueva Guinea y acompañó a las poblaciones humanas que atravesaron Asia y la India. Fue viajando despacito hasta Occidente ya que el secreto del “junco que da miel sin abejas” daba beneficios lo suficientemente jugosos como para no ir contándolo por ahí. Griegos y romanos conocían el azúcar y le denominaban “Sal de la India”. Sin embargo, fueron los árabes los que introdujeron y desarrollaron el cultivo de la caña de azúcar en los lugares que iban conquistando y que eran apropiados para su desarrollo; así llegó al sur y el levante de la Península Ibérica, lugares con un clima suave y al abrigo de vientos fríos.




En la costa granadina aun se cultiva caña de azúcar de manera residual. En España hay cultivadas unas 2.200 ha. en Málaga, Granada y Canarias principalmente, una minucia dentro de los 22 millones de ha en todo el mundo. Archivo propio.

Con la toma de Constantinopla en 1453 se interrumpe el comercio con Oriente y el tráfico de azúcar, considerada como una especia, deja de ser rentable. En Occidente se ponen las pilas y empiezan a cultivar la caña donde pueden; los portugueses en Azores y Madeira y los españoles en Canarias y el Nuevo Mundo. Colón en su segundo viaje (en 1.496) fue el que llevó ejemplares de caña de azúcar a América, pero los portugueses enseguida nos cogieron la delantera con sus plantaciones en Brasil y le siguieron los franceses y los holandeses en sus respectivas colonias. De esta manera comenzó uno de los capítulos más amargos de la historia del hombre, el tráfico de esclavos.

Hasta el siglo XVIII el azúcar era un producto de lujo y su comercio hacía ricos a unos cuantos. Así que no es de extrañar que se arrinconara el descubrimiento de que se podía obtener azúcar a partir de la remolacha azucarera, especie cultivable en tierras europeas. Cuando las colonias empezaron a volverse ariscas y dieron muestras de querer independizarse, Napoleón le vio las orejas al lobo y comenzó a apoyar el cultivo de la remolacha para poder autoabastecerse. Junto con los cultivos de remolacha, a principios del siglo XIX se instalan las primeras fábricas azucareras por toda Europa y es cuando se difunde su consumo entre todas las clases sociales. En España no se empezó a sembrar remolacha hasta finales del siglo pasado, cuando comienzan los problemas con Cuba.


Un poco de ciencia para entendernos

Hemos visto que dos plantas muy distintas producen azúcar. Y ese azúcar es el mismo, habría que añadir, pero no adelantemos acontecimientos. Antes que nada aclarar que lo que conocemos y consumimos como azúcar es la sacarosa, una molécula formada por otras dos moléculas, una de glucosa y otra de fructosa. Probablemente también os suenen la lactosa (el único azúcar producido por animales) o la maltosa (procedente de la degradación del almidón de los cereales y utilizada en la elaboración de cerveza). Estas moléculas y alguna más, unas dulces y otras no, sueltas o agarraditas formando a su vez moléculas de varios tipos y tamaños …conforman los famosos hidratos de carbono, nuestro combustible en la vida diaria. Aquí puede verse un cuadro con todas ellas.

Las plantas fabrican fructosa, glucosa y sacarosa a partir de la energía del sol. Unas lo acumulan en los frutos para que los animales se las coman y dispersen sus semillas (unas cerezas o unas moras), otras los transforman en carbohidratos complejos y lo almacenan en forma de almidón, como reserva para sí mismas (la patata) o para sus semillas (los cereales). El caso es que la caña de azúcar y la remolacha azucarera son campeonas en esto de fabricar sacarosa, y gracias a ello tienen el éxito asegurado.

El cultivo de la caña de azúcar

La caña de azúcar (Saccharum officinarum L.), tiene unos tallos gruesos y altos (de hasta 6 metros) donde almacena el azúcar. Se cultiva principalmente en países tropicales, donde la temperatura no baja de cero grados, hace calorcito y no falta el agua. De ella procede el 70 % de los 120 millones de toneladas al año de azúcar producido a nivel mundial.

La caña tiene gruesas raíces que le permitirán ser cosechada varias veces, como ocurría con los espárragos, ya que de las raíces pueden emitir nuevos tallos que darán lugar a nuevas plantas. Puede soportar de dos a diez cosechas, aunque evidentemente va bajando el rendimiento, hasta que llega el momento de volver a plantar o cambiar de cultivo.

Plantación de caña de azúcar lista para la cosecha. Estado de São Paulo, en Brasil, el primer productor mundial de caña de azúcar. Fte.Mariordo (Wikimedia).

En clima tropical y con plantas de ese calibre no es difícil imaginarse que a los 12 o 18 meses de la plantación, además de las cañas prosperan muchos animales que encuentran cobijo y alimento bajo el techo vegetal. El posible ataque de serpientes y ratas poco amistosas junto al afilado borde de las hojas de la caña, hacen de la cosecha una actividad ingrata cuando no peligrosa. Así que, cuando no se tienen cosechadoras a mano para recoger “en verde”, lo cual suele ser frecuente en los lugares donde se desarrollan estos cultivos, se suele recurrir al fuego. Además de ahuyentar y/o chamuscar a todo bicho viviente, se extiende rápidamente quemando las hojas, pero sin afectar a los tallos ni las raíces. Una vez apagado, entran los recolectores con sus cuchillos a cortar las cañas justo por encima del suelo. Esa caña se conduce a la planta procesadora, también llamada “ingenio”.


Me encanta esa palabra tan antigua, el  “ingenio”, para referirse a las fábricas…