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sábado, 5 de octubre de 2019

¿QUÉ HEMOS HECHO NOSOTRAS PARA MERECER ESTO?


El Cambio Climático, que ya está alcanzando el nivel de Emergencia Climática, está en boca de todos. E incluso en hocicos, a juzgar por esta sorprendente carta, con material gráfico y todo, que apareció en nuestro buzón de correo. Aquí os la reproduzco para que veáis el asunto desde otro punto de vista.

 

 


Estimados humanos de las ciudades,
 


Estamos un poco cansadas ya de ser las protagonistas de muchas noticias e informaciones sobre cambio climático y emisiones de gases de efecto invernadero. Así, sin comerlo ni beberlo, las vacas estamos en mitad de una lucha entre detractores y promotores del consumo de carne. Pero, ¿cuánta carne de ternera consumís a la semana?, ¿y de cordero?, ¿ y de pollo o de cerdo?. Por si no lleváis la cuenta, os diré que en 2018 se consumieron 62.358 toneladas de carne ovino y caprino juntos, 224.305 t. de vacuno, 575.313 t. de pollo y más de un millón de carne de cerdo, entre fresca ( 457.176 t.) y transformada ( 531.547t). Esto en España, en el resto de Europa y del mundo la cosa cambia.

En esta imagen se puede comprobar cómo ganadería es algo más que vacas. Fuente: FAO.

Creemos que es injusto que seamos nosotras las que cargamos siempre con el sambenito del impacto en el cambio climático. Vale que es cierto que eructamos metano, no es nuestra culpa haber nacido rumiantes, y que a día de hoy no se haya inventado ningún filtro que atrape a este peliagudo gas y ya de paso nos mejore el aliento. Pero vamos a poner un poco las cosas en contexto y veréis como la "culpa" hay que repartirla un poquito más.
 

Fuentes emisoras de GEI. AFOLU son las siglas en inglés para el sector "agro". Fuente. Miteco
 
En el quinto informe de evaluación del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climáticoel IPCC, un grupo de sabelotodos que se ha dedicado a recopilar toda la información disponible sobre el tema - el sector primario o "agro" (agricultura, silvicultura y otros usos del suelo ) es responsable de algo menos de una cuarta parte de las emisiones antropogénicas de Gases de Efecto invernadero (GEI). Estas emisiones se deben principalmente a la deforestación y la liberación de estos gases por parte del ganado y un uso inadecuado del suelo y los abonos y la quema de biomasa (bosques, pastos o restos de cosechas). Las distintas instituciones (IPCC, FAO, EPA entre otras) calculan que la contribución del ganado, así en general, a las emisiones de GEI a nivel mundial representan entre el 7 y el 18 % (según el enfoque utilizado para la cuantificación y el tipo de emisiones estudiadas). Pongámonos en la cifra mayor, que a su vez se tiene que repartir en los gases emitidos por la fermentación del rumen, los que libera el estiércol, los debidos a la producción de pienso y a los cambios en los usos del suelo. 

Me pasa esto mi amiga Margarita, una vaca frisona muy despierta. Resulta que una marca de bebidas vegetales quiere promocionar su producto a base de avena como alternativa a la leche, y utiliza esto del cambio climático como excusa. Lo gracioso del asunto es que contiene ingredientes de lugares más bien alejados entre sí...considerando que el transporte, a nivel global, aporta en torno a un 15% a las emisiones de GEI pues que queréis que os diga, como mínimo estamos igualados.

Vale que la fermentación entérica es prácticamente cosa nuestra y de nuestras primas rumiantes, las cabras y ovejas, ya que en uno de nuestros estómagos tenemos un reactor biológico llenito de bacterias que nos permite aprovechar recursos vegetales vosotros no podéis utilizar como alimento. Al menos, yo no he visto a ningún humano comerse un plato de paja o heno sin rechistar, lo más parecido, el kale. El problema es que esas bacterias, al alimentarse de vegetales ricos en celulosa, pues por cosas de la bioquímica además de nutrientes, también producen metano. Metano que tenemos que liberar mediante discretos eructos y, reconozcámoslo, en cantidades importantes (representa nada menos que el 30% de las emisiones de GEI). Vale que dos tercios de ese metano es responsabilidad vacuna (es lo que tiene ser grande y tener un rumen de unos 100-150 litros de capacidad), pero dejadme recordaros que no somos las únicas especies ganaderas que necesitan ser alimentadas y que producen estiércol (por cierto, el de los cerdos es particularmente complicado de manejar).
 

¿Sabías que según los datos de 2016 del Inventario Español de Emisiones, la agricultura es responsable directa del 11 % de las emisiones de GEI, del cual más de la mitad (un 6 % del total) corresponde a la cría de animales y la gestión de sus deyecciones?
 

Dado que nuestra contribución es importante, no vamos a negar que disminuir parte del metano que emitimos ayudaría y mucho a llegar a los objetivos de emisión que se marcan los países. La buena noticia es que ya se está intentando, y en cierta manera consiguiendo, paradójicamente gracias a la ganadería intensiva, al aumentar el uso de concentrados, es decir pienso basado en cereales, el uso de urea, de probióticos o incluso seleccionando a las bacterias más eficientes. Así que si alguna vez escucháis que una vaca u oveja en extensivo contamina más que una en intensivo...pues lo mismo a más de uno le rompe un mito, pero es cierto. Y es que no es lo mismo una dieta a base de hierba (especialmente si está seca), y brotes que otra de pienso, maíz ensilado y alfalfa. La primera contiene proporcionalmente más celulosa, lo que favorecerá a determinadas bacterias y que estas, por cosas de la bioquímica, produzcan más metano y menos ácidos grasos volátiles que son las moleculillas que realmente nos alimentan.
 

¿ Sabías que un rumiante pierde entre un 2 y 12% de la energía que consume debido al proceso de fermentación que tiene lugar en su rumen?
 

¿Eso quiere decir que habría que quitar todas las vacas de los prados y montes porque contaminan más? Noooooo, de ninguna manera, ya que las vacas (y ovejas y cabras) que vivimos en extensivo contribuimos de otra manera a prevenir y mitigar la acumulación de GEI. Se habla mucho de bosques cuando hablamos de cambio climático, pero olvidamos que los pastos, con esa hierbas que continuamente dejamos al ras, también juegan un papel importante en el secuestro de dióxido de carbono. Eso por no hablar de nuestro importantísimo papel en la prevención de incendios, que si se tomara más en serio evitaría generar una barbaridad de GEI y mantendría a los bosques funcionando.
 

¿Sabías que se ha estimado que los pastos contienen a nivel global 343.000 millones de toneladas de carbono, casi un 50% de lo almacenado en los bosques?
 

Además, las vacas, ovejas y cabras que nos criamos en extensivo ayudamos a conservar no solo la biodiversidad y los paisajes - si, esa bucólica imagen de los verdes prados de montaña no sería igual si no existiéramos - y somos un sustento importante para la población rural. Sin ganaderos y pastores, que cuidan de nosotras y nos llevan de un prado a otro para que los aprovechemos en su mejor momento, nada sería lo mismo. Eso sin olvidar que, en muchas partes del mundo somos casi la única opción posible de tener alimento y cierto patrimonio, ya se sabe "quien tiene una cabra, tiene un tesoro". Cuando se pierde ese medio de vida - y creedme que está en peligro, entre otras cosas por el propio cambio climático - a nuestros humanos no le queda más remedio que irse a la ciudad. Yo no estado nunca en una, pero por lo que cuentan, no deben ser muy sostenibles.
 


El ganado y los ganaderos, con su trabajo y saber hacer, han modelado el paisaje.

 

Últimamente se habla mucho acerca de si los humanos de por aquí coméis mucha carne. Prefiero no hablar de ello porque, aunque asumo que es mi destino y el de mi descendencia, imaginarme convertida en chuletas no me resulta precisamente agradable la verdad. Ese tema se lo dejo a nutricionistas, que os asesoren, yo con esta carta simplemente he intentado daros mi visión, para que tengáis una imagen más completa antes de formaros vuestra propia opinión sobre tan peliagudo asunto.

 

Un afectuoso saludo de ES 09 07 0285 6925 (Lucera para los amigos)
 


Otras entradas que te podrían interesar:
 

No es del blog, pero ESTA ENTRADA resulta muy recomendable y aporta más información sobre el tema.

Desde la Cátedra de Agroecología de la Universidad de Vic han hecho un resumen estupendo de todo lo que aporta la ganadería extensiva.

Para entender mejor como funcionamos los rumiantes te recomiendo que leas esta entrada: LOS CUATRO ESTÓMAGOS DE LA VACA
 

Y para complementar, también puedes leerte estas entradas:
FRENTE A LOS INCENDIOS, GANADO
AGRICULTURA Y CAMBIO CLIMÁTICO, A ESPABILAR TOCA

viernes, 15 de noviembre de 2013

EN OCTUBRE, ESTERCOLA Y CUBRE

Voy a dedicarle la entrada a una labor imprescindible si se quiere conseguir una cosecha más o menos digna (de que te paguen por ella).

Una de las labores obligatorias cuando se prepara el suelo para un nuevo cultivo es aportarle alimento a las plantas. Si no se aplica algún tipo de fertilizante a un suelo que soporta cosechas año tras año, acabará perdiendo su fertilidad. De todas maneras, no se puede abonar de cualquier manera, antes hay que estudiar varios aspectos: cómo es el suelo, el clima de la zona, el tipo de cultivo, el tipo de abono y el momento de aplicación.

Hay cultivos más demandantes de abono que otros. Tampoco es lo mismo un huerto familiar que una explotación agraria, que tiene que asegurarse altos rendimientos. Fuente: Syngenta.
Hay dos tipos principales de abonos: orgánicos e inorgánicos. 

Los orgánicos proceden de restos vegetales, las deyecciones de animales o la mezcla de ambos.

Las explotaciones ganaderas son la principal fuente de abono orgánico. Se genera en tal cantidad que son necesarias instalaciones diseñadas especialmente para almacenarlo.
Aquí se ve una fosa de purines. Foto de Beatriz Soret (Universisad de Navarra).

Los inorgánicos, también llamados minerales, se elaboran industrialmente. En una fábrica, los diferentes elementos presentes en la naturaleza (gas natural, rocas y sales) son transformados en nutrientes asimilables por las plantas.

Esta fábrica es una de las más grandes de Europa para la producción de fertilizantes complejos NPK. Fuente: Yara International ASA 2004.

Ambos tipos tienen ventajas e inconvenientes, y bien utilizados se complementan perfectamente. Los abonos orgánicos, aportan cierta cantidad de nutrientes, pero principalmente mejoran las propiedades del suelo. Los abonos minerales, en cambio, aportan gran parte de los nutrientes que necesita la planta de una manera abundante y precisa.

¿Qué tipos de abonos orgánicos hay?

Al proceder de muy distintos restos de origen vegetal o animal, los abonos orgánicos tendrán cada uno diferentes características. Los más utilizados son los de origen animal, posiblemente porque son los que se producen en mayor cantidad.
 

Se llama estiércol al material procedente de la mezcla de cama (paja, viruta, serrín, arena...) y las deyecciones del ganado (vaca, cabra, oveja, caballo, etc.). No se aplica directamente al suelo, sino que se deja fermentar durante un tiempo, bajo unas condiciones controladas. 


Un motón de estiércol, o "basura" como le llaman algunos ganaderos.

Según la especie de procedencia, la cantidad de agua que contenga el excremento y si tienen restos de la cama de los animales, el resultado será bien distinto: un estiércol de caballo, vaca u oveja mezclado con paja,  un purín o abono líquido de cerdo , o  los excrementos de pollos y gallinas, denominado gallinaza tendrán distintos usos y la cantidad y  manera de aplicarlos será bastante distinta.

El mantillo por su parte, se elabora a partir de estiércol y y otras materias orgánicas de buena calidad. Es muy rico en materia orgánica muy descompuesta, por lo que se utiliza para corregir las deficiencias físicas de los suelos, sobre todo en jardinería.
 

Por último tenemos al compost, que es genéricamente el producto obtenido tras la por fermentación controlada de residuos orgánicos. Estos residuos pueden ser el mismo estiércol que hemos visto antes o residuos agrícolas o agroalimentarios, como los restos de podas, restos de algodón o el alpechín que se obtienen al elaborar el aceite de oliva. También se pueden compostar residuos urbanos procedentes de depuradoras o centros de tratamiento de basuras, aunque su uso es limitado por la posible presencia de sustancias no deseadas.
 

También se puede hacer compost de manera doméstica o en el jardín, a partir de de elementos como hojas, hierba cortada, restos de de verduras, frutas, etc. en este caso, se trata de un abono de origen principalmente vegetal.  


Cuando se habla de compost, a muchos nos viene esta imagen.


Ventajas e inconvenientes de los abonos orgánicos 

Al aportarlos, aumentamos la cantidad de materia orgánica en el suelo, y con ello conseguimos varias cosas: le damos elementos nutritivos, le ayudamos a almacenar más agua y absorber mejor los nutrientes. Estos abonos, suministran cobijo y alimento a miles de organismos vivos que viven en el suelo, que a su vez trabajan para mejorar la calidad del suelo.

Debido a sus características, aportan nutrientes al suelo lentamente y la planta puede aprovecharlos durante más tiempo. Otra ventaja nada desdeñable es que suelen ser más baratos que los orgánicos.

Su gran desventaja es que son muy variables en cuanto a composición: influye la alimentación de los animales, la estación, el grado de descomposición…. Al añadir estos abonos, el agricultor no sabe con exactitud qué nutrientes está añadiendo al suelo, en qué cantidad, ni si estarán disponibles cuando la planta lo necesite.

Otro inconveniente es que ocupan mucho espacio y son complicados de transportar y almacenar.


¿Qué tipos de abonos inorgánicos hay?

Los abonos minerales normalmente se clasifican según los nutrientes que contienen. Hay abonos simples, que contienen un solo elemento fertilizante (Nitrógeno, Fósforo o Potasio son los más importantes). Los abonos compuestos pueden contener dos o tres de los nutrientes básicos, ya sea en el mismo gránulo (complejos) o en gránulos separados (mezcla).


Se identifican por 3 números seguidos que representan su riqueza en Nitrógeno, Fósforo y Potasio respectivamente. Fuente:Fertiberia.


El agricultor tiene a su disposición muchas posibilidades para elegir el abono inorgánico en función de sus necesidades, y así puede aplicar el nutriente necesario casi a cualquier tipo de cultivo. También pueden presentarse como abonos sólidos o líquidos (para fertirrigación o para aplicar directamente a la planta).

Ventajas e inconvenientes de los abonos inorgánicos

Como son un producto industrial, tienen una serie de características garantizadas: tamaño del gránulo, riqueza en nutrientes, y facilidad de reparto. Todo esto permite al agricultor saber con exactitud qué nutrientes está aportando, y en qué cantidad

A la izquierda. Gránulos de abono preparados para su uso, de forma y tamaño homogéneo para que se repartan por igual en el terreno. A la derecha, gránulos irregulares obtenidos tras la mezcla mecánica. Fuente : Yara International ASA 2004.

Sus dos principales inconvenientes son: su precio y que no mejoran la calidad del suelo, simplemente añaden nutrientes que han de ser consumidos por las plantas en un periodo más o menos corto de tiempo.

Sin embargo, cuando se busca lograr unas altas producciones, y que los cultivos tengan todas sus necesidades nutritivas satisfechas (y por tanto el producto final cumpla las expectativas del mercado y del consumidor), su uso se hace tan imprescindible que compensa el gasto realizado.

¿Te suena esta imagen?, en 1804 en el desierto de Atacama (Chile), se descubrió una sal que contenía nitrógeno, iniciándose la explotación del conocido “nitrato de Chile”, el primer fertilizante mineral.

¿Cómo se realiza el abonado? 

Dependerá sobre todo del abono que se vaya a utilizar.

Para repartir estiércol se utiliza un remolque distribuidor que avanza por el terreno desmenuzando el estiércol y dispersándolo por el suelo.

Para repartir estiércol liquido, también llamado purines, como los que producen los cerdos, se utiliza una cisterna esparcidora. Pueden depositarlo sobre la superficie del suelo o a cierta profundidad para reducir el mal olor. Fuente: Joskin.

Para distribuir en el campo los abonos minerales sólidos, se utiliza una abonadora centrífuga. Reparte el abono de una manera más homogénea y, desde luego, menos aparatosa. Fuente: Archivo Editorial Agrícola.

Los abonos minerales también pueden aplicarse disueltos en el agua de riego. En este caso hablamos de fertiirigación. Este sistema se utiliza a menudo en zonas donde los suelos no son aptos para la agricultura, bien porque son muy pobres o porque tienen algún elemento tóxico para las plantas.

Las raíces crecen en unos sacos rellenos de un material que lo único que hace es sujetar y proteger las raíces. Permiten que circule el agua de riego cargada de nutrientes que les llega a través del sistema de riego por goteo. 
 
Mediante un complejo sistema se mezclan los abonos con el agua de manera que las plantas reciben en cada momento los nutrientes que necesitan.



La fertirrigación es una técnica cada vez más extendida en riegos por goteo y por aspersión. No solo en invernaderos, también en cultivos frutales, maíz etc. Para llevarla a cabo se han de utilizar abonos diseñados específicamente para esta técnica.
Fuente: Yara International ASA 2004.


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