Ya conocéis mi afición por los productos de temporada, y dos
clásicos del verano son los melones y las sandías. El problema es que más de
una vez se me ha quedado pochos en la nevera porque no hubo narices de comerse
dos kilos de fruta insípida o incluso apepinada. Como no me gusta tirar la
comida y además soy poco aficionada a estas frutas, lo reconozco, pues tiendo a
evitarlas.
Normalmente asociamos marca con calidad o con status social,
algo evidente en ropa y coches. Pero, en alimentos ¿dónde está el límite entre
la calidad y la tontería?. Como en alimentos la falta de calidad “canta”
enseguida, las marcas alimentarias además de asegurar unos estándares mínimos,
a menudo tiran para vender su productos de un marketing vendedor de humo, o que
confunde al consumidor en el peor de los casos. En el anterior post hablé de
una leche “redesnatada”, y en el blog de Gominolas de petróleo tienes muchos
más ejemplos. Así que voy a contaros (casi)
todo lo que deberíais saber de melones y sandias y nadie os ha contado.
Buscando un melón
garantizado
¿Dónde está el quid de un buen melón? ¿En la variedad?¿En su
origen?¿En su cultivo?. Todo cuenta para conseguir un melón sabroso.
Cómo se cultiva
A la planta del melón le gusta el calor, la luz y la humedad en el suelo (sin pasarse, que si no salen
melones insípidos). Se adapta a distintos tipos de suelo, aunque evidentemente
los prefiere fértiles. Con estos requisitos y con los medios actuales, las
distintas variedades de melón se pueden producir tanto en invernaderos, en
cultivos semiforzados (acolchados o túneles bajos) o directamente al aire
libre, en regadío y en secano. De esta manera se puede producir melón durante
una larga temporada.
Dónde se cultiva
En España se cosechan melones desde mediados de abril hasta
noviembre en las distintas zonas productoras. Almería se ha especializado en surtir,
de abril a junio al norte de Europa con variedades
tempranas y extratempranas cultivadas en invernadero, como “Galia”, “Amarillo”
y “Charentais”. Le sigue Murcia, que recoge de junio a agosto, las variedades “Galia”
y “Amarillo” para exportar y la “Piel de sapo”, que se queda en casa.
Antes de terminar en Murcia ya comienza la cosecha en Ciudad
Real (concretamente en el triángulo Tomelloso - Argamasilla - Manzanares). Los
agricultores de esta provincia son los mayores productores de melón de España, y
están especializados en el cultivo de la variedad “Piel de sapo”, la más
conocida por el consumidor español, que se cosecha de julio a octubre. Poco a
poco van desarrollando un mercado propio y existe una Indicación Geográfica Protegida (IGP), "Melón de la Mancha" que ampara los melones de calidad criados en esta tierra. Para los
curiosos, en esta página cuentan cómo se cultiva con más detalle
De todas maneras, ocurre a menudo que los melones tempranos
murcianos y almerienses les falta sol para llegar al punto de madurez optimo y
así lograr el dulzor necesario. Entonces pasa lo de siempre, que los melones
que crecieron al solecito en el centro y sur de América y en Senegal, ocupan
ese hueco.
|
Con las sandías también ocurre lo mismo. |
Pero entonces, ¿qué pasa con los melones de Villaconejos?: pues
que por mucho que se afanen los “villaconejeros”, es imposible que en su pequeño
término municipal o incluso en los alrededores, cultiven la cantidad ingente de
melones que dicen ser de allí. Además, como hay que ir cambiando de cultivos
para que descanse el suelo y limitar el desarrollo de plagas, resulta más difícil
todavía de creer.
Variedades
Los melones de Villaconejos tienen su justa fama porque sus
paisanos llevan desde hace muchísimo tiempo dedicándose al melón tardío
cultivado en secano, es decir frutas dulces por haber madurado en verano con poca
agua. La familia en pleno se desplazaba allá donde pudiera cultivar melón,
permaneciendo allí (incluso en pleno campo, en chozas muy elementales) y cuidando
del melonar hasta el momento de la cosecha. Partiendo de variedades antiguas de melón verde -
el Piel de sapo de Villaconejos, el Largo negro, el Tendral…- cada familia
llevaba a cabo su particular mejora genética y desarrollaba semillas con características
propias y adaptadas a las condiciones de clima y suelo donde trabajaban los
agricultores. Así por ejemplo surgieron unas subvariedades de melón negro muy
apreciadas, el “Mochuelo” y el “Puchero”, llamadas así por el paisano que tenía
el “copyright” de esos melones.
|
Unos melones de Villaconejos muy bien presentados.Fuente: Laura Serrano |
Afortunadamente para los “villaconejeros” las cosas han
cambiado mucho. Los abuelos criaron la fama y los nietos en vez de echarse a
dormir se han dedicado principalmente a almacenar, etiquetar y distribuir los melones
“Piel de sapo”, que les llegan de principalmente de Castilla la Mancha y
Extremadura. En sus tierras siguen
cultivando esta variedad en secano y, como no son tontos, para su propio consumo
cultivan estas otras sabrosas variedades locales, dificilísimas de encontrar
en el mercado. ¿Y si estos melones son tan
apreciados, por qué no se cultivan más? Pues porque no hay demanda suficiente para unos melones
demasiado grandes, que dan pocas pistas de cuándo están maduros.
Hoy en día, y no solo en cuestión de melones, parece que el
sabor ha pasado a segundo plano; para que guste a todos (agricultores,
comercializadores y consumidores) ha de ser el melón perfecto: productivo,
resistente a enfermedades, que aguante varios meses, con buen aspecto, no
demasiado grande, y evidentemente, rico. Las modernas variedades híbridas (que
no transgénicas, ojo) lo han conseguido, pero a costa de abandonar variedades
autóctonas muy interesantes. Esto lo cuentan en un interesante post de Mercado Calabajío.
Esto no quiere decir que los melones híbridos salgan malos,
todo dependerá del esfuerzo de agricultores y comercializadores en conseguir buenas semillas,
en mimar los cultivos y los melones una vez cosechados. Un detalle importantísimo
en este mundillo es saber cuando están los melones en su punto justo de
maduración, ya que es una de esas frutas que no maduran una vez arrancadas.
¿Sabías que?
Para conseguir un buen melón son imprescindibles las
abejas, y cuanto más se paseen por la flor, mejor.
Para que se forme bien el fruto es necesario que sobre el
estilo de las flores femeninas germinen muchos granos de polen; si no,
saldrán melones pequeños, deformados y con pocas semillas.
Cuestión de cromosomas
Ahora vamos con la sandía, ya que su
cultivo comparte muchas cosas con el melón. Típica fruta de verano, que
gracias a la combinación de invernaderos, cultivo al aire libre y la
importación, la tenemos en el mercado de febrero a octubre.
¿Sabías que?
En los invernaderos las plantitas jóvenes de sandía se injertan
con plantas de calabazas, para que sean más resistentes a enfermedades y sean
más resistentes.
A las sandías de toda la vida de corteza verde oscuro (variedades
híbridas “Tipo Sugar Baby”) se les unen las de corteza rayada (“Tipo Crimson").
Ambas pueden ser “con semillas” o “sin
semillas”, que parece que es lo que gusta ahora.
¿Y cómo se consigue quitar las semillas a las sandías? Pues
de sencillo no tiene nada, y en este post de Gominolas lo explican bastante
bien. La sandia es una planta con un par de cromosomas en cada célula, igual
que nosotros. La de toda la vida normalmente produce semillitas viables que dan lugar a
nuevas plantas de sandía. Las sandias sin pepitas sin embargo tienen tres
cromosomas en cada célula, así sus semillas no llegan casi a desarrollarse y
por tanto no molestan. Para obtener una planta de sandía con tres cromosomas,
las casas de semillas jugando un poco a Harry Potter tratan las semillas de sandía
normal con una sustancia llamada colchicina, un poco de abracadabra y zasss, conseguimos una sandía sin pepitas.
En España han salido dos marcas
de sandías que han apostado fuerte para vender la sandía perfecta y sin
pepitas. Tenemos a SandiStar que nos ofrece una fruta con “sabor intenso, alto contenido en azúcares y agradable textura”,
que como crece en tierra de cine “es la
Sandía de las Estrellas y por eso está etiquetada con cinco estrellas rojas”.
Su competencia es la sandia “Fashion” , que ha optado por
destacar entre otras sandías menos “chic”. A base de innovación en
agricultura (la obtención de semillas y la equipación de invernaderos modernos),
de calidad del fruto (con estándares propios muy estrictos que posiblemente
implique mucho rechazo de producto), variedad (tienen sandías rojas y amarillas,
mini y normales, e incluso ecológicas) y presentación al consumidor. La suma de
todos estos factores explican su precio más elevado. ¿Lo pagan los consumidores?.
A mí, personalmente, si me explican todo esto, quizás sí, pero solo como sandia
“fashion”…
Me he metido en un buen melonar por intentar ofrecer mis
lectores y seguidores toda esta información. Espero que os haya resultado interesante.
|
Mis agradecimientos a mi compi, Laura, que me ha buscado mucha información de Villaconejos y me ha pasado esta foto de cuando llegaban los carreteros con los melones a Madrid. |
Otras entradas que te podrían interesar:
ABECEAGRARIO: MADURACIÓN