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viernes, 23 de mayo de 2014

“PESADILLA EN LA GRANJA”


De nuevo las granjas vuelven a los periódicos y telediarios; y de nuevo por nada bueno: la asociación Igualdad Animal denuncia ilegalidades sanitarias y maltrato en granjas de conejos. Así que, como no podía ser de otra manera, voy a intentar comentar el asunto desde una perspectiva lo más crítica y neutral posible, aunque sé que es un tema delicado y a menudo espinoso. Para poder hablar con conocimiento de causa me he pasado por su web, he visto el vídeo, bastantes fotos y he aquí mi análisis personal.



 Después de ver esto, creo que la expresión “más mierda que en el palo de un gallinero” se queda muy corta. La falta de higiene es fatal para los conejos (como para cualquiera, realmente) y por tanto para el negocio. Fuente: Igualdad Animal.

El primer lugar, la selección de las fotos: publican un buen número de fotos de las 74 granjas que dicen que han visitado, escogiéndolas al azar en todo el territorio nacional. No me he entretenido en mirarlas todas, porque efectivamente hay bastantes muy desagradables, que muestran dejadez, suciedad, enfermedades, daños por canibalismo, etc. Pero también hay una buena proporción de escenas más o menos normales (exteriores e interiores de granjas, conejos sanos en sus jaulas o fuera de ellas), por cierto ninguna de ellas escogida para su galería de Flikr (os ahorro el trauma de verlas, pero si queréis están, aquí). Por cierto, considerando que en 2012 había censadas más de 4500 granjas de conejos en España*, 74 es una muestra bastante pequeña. También echo de menos explicaciones en algunas de las fotos en el apartado de los comentarios. Eso nos permitiría saber si algunas fotos muestran los síntomas de enfermedades típicas de las granjas de conejos (diarreas, sarnas, y un largo etcétera que podéis consultar por ejemplo aquí), contra las que un buen propietario luchará principalmente mediante la prevención, aunque a veces, como se ve en dichas fotos, no resulta suficiente.


Me cuenta un ganadero que, si alguien busca mierda en una granja, la encuentra seguro; de la misma manera que si quieres arruinar la imagen de una modelo solo tienes que currártelo para conseguir unas cuantas fotos “comprometedoras”. Porque vigilar continuamente que cientos o miles de animales estén perfectísimamente bien es tarea imposible; y menos en una granja, donde el riesgo que se contagien de enfermedades o muestren patologías por estrés es bastante alto, precisamente porque hay tal cantidad de animales juntos.






Para limitar la aparición de enfermedades en una granja, la prevención es fundamental. Una granja bien llevada sigue unas normas de bioseguridad que implican limitar al máximo la entrada de posibles agentes infecciosos del exterior. Dejar entrar a un perro a olisquear las jaulas no es nada sensato: puede meter pulgas en el interior y asustar a los conejos. 




Esto nos lleva al segundo punto; mal que les pese a los propietarios de mascotas conejiles, se trata de un animal que se ha comido desde siempre. Si queréis ver cómo se produce, ya lo conté hará un año. Un pollo broiler de carne posiblemente también sufra los últimos días antes de salir para el matadero, cuando sus patas ya no le permiten mover con una mínima soltura esa masa musculada de pechugas y muslos en la que se ha convertido, y tampoco le sobra espacio como para que le compense hacer el esfuerzo. Pero el conejo tiene pelo en vez de plumas, y también tiene parientes pequeñitos y adorables viviendo la vidorra padre en casa de los humanos. Así que, por las razones que sean, nos sentimos tan cercanos a determinados animales que tendemos a asumir que nuestras necesidades son las suyas, fenómeno que se denomina “antropomorfización”.



Entiendo y respeto a la gente que no quiera contribuir de ninguna manera al mantenimiento de las producciones ganaderas actuales; estas personas lo tienen muy sencillo para ser coherentes con su pensamiento, hacerse vegetariano o vegano, y todos contentos (salvo que te de por concursar en Master Chef y se empeñen en convertirte de nuevo al carnivorismo). Los que prefieran seguir comiendo carne, tendrán que asumir que una cosa son los animales silvestres (que también las pasan canutas en la naturaleza), otra las mascotas y otra los animales de granja, que por cierto son los que nos alimentan a diario.



Dicho lo cual, vamos al tercer y último punto. El hecho de que un animal de granja no tenga las mismas necesidades que un humano no le quita su derecho a vivir en unas condiciones dignas para cualquier ser vivo en las que se evite en lo posible su sufrimiento. La sociedad ha avanzado mucho y el concepto de bienestar animal poco a poco va formando parte de nuestra cultura y, cómo no, del Modelo Europeo de Producción. Y tenemos normas de bienestar animal y de sanidad que tienen que cumplir la mayoría de los productores, aunque efectivamente el sector cunícula está poco regulado para todos los avances que ha experimentado. Y desde luego, si se han incumplido normas, la administración del ramo y la de justicia tendrían que tomar medidas. Además, creo que lo he dicho bastantes veces ya, pero lo repito: los animales enfermos y estresados no son productivos; incluso al ganadero más desalmado del mundo no le interesan porque ni crecen, ni ponen huevos ni dan leche como para que les salga el negocio rentable. 



¿Qué problema tiene esta nave de conejos? Está limpia,  ventilada y hay luz natural. Será que tiene jaulas, supongo (espero me perdonéis la ironía). Fuente: Igualdad animal.



Hay muchos profesionales esforzándose por hacer las cosas bien aunque se les apriete por todos los lados, pero ellos no son noticia y se ven claramente afectados por toda esta historia. Como bien explica Tony Martin, en un comentario de Facebook en el perfil de Igualdad animal (imposible volver a encontrar el enlace entre los miles de comentarios recibidos). Si os interesa la situación de los ganaderos de conejo, lo explicaban el año pasado en este reportaje de Comando Actualidad.


Para explicar todo este revuelo se me ocurre que algunas de estas granjas han caído en lo que yo llamaría “Efecto Pesadilla en la cocina”. A saber: cocinero/ganadero que, por motivos diversos, tiene su negocio sumido en el caos y la dejadez absoluta, lo que supone: a) una cantidad de basura y riesgos sanitarios que te hacen preguntar cómo demonios no le han cerrado ya el chiringuito, y b) unas cuantas imágenes insoportables de ver…que son las que inmediatamente captarán las cámaras, olvidándose del resto. Lamentablemente, nadie se ofrece después de haber enseñado todas las miserias, a redecorarle y reequiparle la granja, como sí ocurre en el conocido programa (quien sabe, a lo mejor podría surgir de aquí una idea televisiva).



Y digo yo que si seguimos comiendo fuera de casa a pesar de ver tales imágenes semana tras semana es que confiamos en que la mayoría de los restaurantes no serán como esos; aplicándolo a nuestro tema  ¿es lógico asumir que si en una granja se maltrata es que se hace en todas?. Por otra parte, uno va aprendiendo a observar detalles para identificar este tipo de negocios y poder evitarlos, pero en el caso del bienestar animal, a priori, resulta más difícil. Lástima que no tengamos en España, el "SuperIndicador", interesante invento para poder estar más informados a la hora de comprar, y poder seleccionar a los ganaderos que tratan con respeto a los animales, que por cierto a él también le dan de comer. Al final es simplemente una cuestión de principios y actitudes.





He aquí la herramienta para poder comprar con información y conciencia. Disponible solo en Holanda. Fuente: http://www.varkensinnood.nl/wat-wij-doen/superwijzer-app/



* Actualización ( 30/05/2019): el número de granjas ha ido disminuyendo hasta las 3826. Poco a poco se va haciendo una concentración en granjas más grandes y profesionalizadas. Datostomados del MAPAMA





Otras entradas del blog que podrían interesarte:
 

En la entrada CARNE DE CONEJO PARA LA OPERACIÓN BIKINI cuento cómo funcionan las granjas de conejo.
 

Que los animales se encuentren a gusto y sin estrés es fundamental, lo obloga el sentido común y la normativa. En SUDAR COMO UN CERDO cuento cómo se consigue esto en las granjas de cerdos.

 


miércoles, 1 de febrero de 2012

DE GALLINAS FELICES Y HUEVOS BARATOS



La producción de huevos está tan automatizada que el consumidor es
la primera persona que toca el huevo tras salir del cuerpo de la gallina.

Quizás has oído eso de que cada gallina se tiene que conformar con un espacio vital de 550 cm2, bastante menos de un folio DIN A4 (29,7 x 21 cm), pero ¿qué mas sabemos de la vida de las gallinas ponedoras?.

La gran mayoría de las gallinas viven en granjas especializadas. Estas granjas tienen varias naves de puesta, donde se alojan hasta 100.000 gallinas en cada una. Dentro de estas naves las gallinas viven en jaulas, colocadas en varios pisos y en las que caben de cuatro a seis animales.

Las gallinas viven en jaulas desde que se inició la producción industrial de huevos, allá por los años 50 del pasado siglo. Por aquel entonces se diseñaron las jaulas para evitar el contacto de las aves con sus excrementos, aspecto imprescindible para garantizar su salud y la limpieza de los huevos. Desde entonces se ha ido aumentando el número de animales por nave y automatizando las labores de alimentación, recogida de huevos y limpieza de excrementos. Todas estas mejoras han permitido aumentar la productividad de las granjas, factor clave para sobrevivir en un mercado muy competitivo.  

Una vez asegurado el abastecimiento diario de huevos, la sociedad comienza a preocuparse por el bienestar de las gallinas. La Unión Europea, consciente de ello, ha legislado para mejorar su calidad de vida. Así, a partir de enero de este año tenían que estar instaladas “jaulas enriquecidas” en todas las granjas de avicultura de puesta. Estas jaulas son más grandes y permiten a las gallinas llevar a cabo comportamientos innatos (anidar, dormir en perchas, escarbar…).

En mi libro “Conocer la agricultura y la ganadería” insisto mucho en que si los animales no están razonablemente sanos y a gusto, no pueden dar lo mejor de sí mismos. Tampoco es ninguna novedad que los seres vivos tendemos a reproducirnos cuando nos sobra energía para ello. Las pobres gallinas, que ponen un huevo al día en un vano intento de reproducirse (doble frustración, porque ni están fecundados ni van a durar mucho tiempo enteros), no deben de pasarlo muy mal si son capaces de producir al año de diez a doce veces su peso en huevos. Otra cosa es la apreciación humana de si realmente es vida lo que llevan en sus jaulas, enriquecidas o no.


El código de los huevos

Y aquí es donde entra el consumidor, acostumbrado desde hace tiempo a ver un código impreso en la cáscara. Por norma, en el envase se tiene que indicar a qué corresponden todos esos números, y por si no lo viéramos ya hay hasta cartelones en el súper. Pero, realmente, ¿les hacemos algún caso? ¿sirven para algo?.

El código es importante porque garantiza la “trazabilidad” del huevo; si hay problemas sanitarios podremos saber enseguida, de qué granja procede e incluso de la nave de puesta (en el caso de grandes granjas industriales). Sin embargo, a la hora de comprar nos fijaremos en el primer dígito, que nos indica la forma de cría de las gallinas.

El número 3 es para la producción en jaulas, en teoría de las enriquecidas. Digo en teoría porque no todas las granjas las han instalado todavía (se trata de una inversión muy fuerte que posiblemente encarezca el precio del huevo), y por eso nos multan. Cada gallina dispone de un espacio útil de 600 cm2 (ya se acerca más al folio) y vive en naves completamente cerradas.

El número 2 es para la producción en suelo. Las gallinas no están enjauladas y tocan a unos 1100 cm2 por animal. También viven en naves aisladas del exterior.

El número 1 es para las gallinas “camperas”. Estas sí pueden salir a un parque y cada una toca a 4 metros cuadrados.

Por último el número 0 es para las gallinas de producción ecológica. Este tipo de producción se rige por unas normas bastante más estrictas respecto a las condiciones de vida y tocan a 1666 cm2 en el gallinero y  4 m2 en el parque por cabeza.

Es fácil deducir que la forma de cría ha de tener, al menos, relación directa con el precio del huevo, a más gallinas en menos espacio, huevos más baratos. Respecto a su calidad global– tanto higiénica, nutricional y organoléptica - hay estudios que dicen que la calidad el huevo es igual o mayor en las granjas criadas en jaula, pero también hay gente convencida que un animal “feliz” dará mejores huevos. Yo ahí no entro, que cada cual decida según su criterio…o deje decidir a su bolsillo.



Un gallinero tradicional.
Foto de Adelardo Rodrigo.




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