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jueves, 16 de marzo de 2017

CUANDO LLORAN LAS CEPAS

Llega el mes de marzo, y con él un curioso acontecimiento en las viñas: se ponen a llorar. Si, si, a llorar, pero no de pena, no os preocupéis.

Fuente
 
El tiempo en marzo es algo loco, ya lo dice el refrán " A marzo alabo, si no vuelve el rabo ", como corresponde a un mes de transición entre el invierno y la primavera. La cepa ha pasado dormida todo el invierno y los primeros calores harán de despertador.
 

La primera en darse cuenta es la raíz, que nota como el suelo va calentándose poco a poco, y avisa al resto de la planta que hay que ir desperezándose. Poco a poco la maquinaria, en forma de savia cargada de nutrientes y hormonas vegetales, comienza a moverse para llegar hasta el último rincón de la planta.
 

El suelo de la viña tardará más o menos en calentarse según sea su naturaleza. Un suelo pedregoso o arenoso se calienta más rápido, mientras que uno arcilloso, al ser capaz de retener mejor el agua, tardará más en  calentarse, ya que primero tiene que evaporar parte del agua.

Así que tenemos a la savia recorriendo los vasos conductores de la vid, hasta que de repente se encuentra con que la "tubería" por la que circula ha desaparecido. Resulta que ha llegado a una herida de poda, justo por donde cortó el viticultor el sarmiento cuando realizaba la poda de invierno. Pero todavía no hay hojas a las que alimentar y la savia va con tanta fuerza, con tantas ganas de primavera, que no le da tiempo a frenar y sale por esa herida al mundo exterior. Y lo hace en forma de lágrima, o más bien de lagrimón, pero de alegría, porque vuelve a repetirse el ciclo de la vid.

¿Y cuánto tiempo se tirará llorando?. Pues no mucho, de siete a diez días, hasta que esas heridas de poda hayan cicatrizado del todo. Por entonces la planta ya estará completamente despierta y comenzará la siguiente operación, el desborre. Las diminutas yemas de invierno, que estaban bien protegidas del frio invernal bajo una escama y con un abrigo de borreguito, comienzan a hincharse, animadas por el aporte de savia fresca. Poco a poco esas hojitas se irán desplegando y crecerán para alimentar a la planta y formar las uvas...y antes de que nos demos cuenta, habrá llegado de nuevo el momento de la vendimia. Pero eso, ya es otra historia.

Desde aquí quiero agradecer a Raúl DB, del grupo Agricultura Española que me dió la idea de esta pequeña entrada. Y recomendaros las entradas del blog de Vivanco Cultura del vino y de Bodega Javier Sanz, donde explican estupendamente este fenómeno.

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