Detalle de un cultivo de soja. Foto cortesía de Syngenta- Canada. |
Tal y como está el patio, lo de la nacionalización
de YPF ya parece un tema completamente olvidado. Pero bueno, aunque a deshora, voy a aprovecharlo para hablar de la soja argentina.
¿Y que tendrá que ver el petróleo con la soja?, pues ahora lo veremos.
La soja (Glycine max) es una planta de la familia de las leguminosas, esto
es, prima hermana de garbanzos, lentejas y judías. Las leguminosas tienen la
estupenda costumbre de asociarse con microorganismos del suelo (en concreto unas bacterias llamadas “Rhizobium”) capaces de
captar el nitrógeno del aire y en hacerlo asimilable para las plantas. El
nitrógeno es uno de los elementos fundamentales de los seres vivos, ya que
forma parte de las proteínas. Estas, a su vez son esenciales para la vida porque,
entre otras cosas, son los “ladrillos” con los que se construyen los seres
vivos.
Las plantas incapaces de asociarse a los
microorganismos tienen que apañárselas
con el nitrógeno que hay en el suelo, que no siempre es el suficiente para
crecer y fructificar en condiciones. Las leguminosas, sin embargo, pueden crecer
en suelos más o menos pobres y aumentar su fertilidad. Además, al tener a su
disposición más nitrógeno pueden fabricar más proteínas que una lechuga, una
tomatera o una planta de maíz por ejemplo.
Pechugas, lomos y solomillos, huevos y
leche tienen una importante proporción de proteínas en su composición. Esas
proteínas las pueden conseguir los animales pastando en el prado (o picoteando
bichillos, en el caso de las gallinas), pero con eso les da para mantenerse
ellos y una escasa prole. Para ayudar al ganado a producir algo más el hombre le
ha dado una ayudita en forma de legumbres: algunas que también consumimos nosotros, como guisantes,
habas, almortas o altramuces y otras solo para los animales que suenan ya hasta
exóticas como la veza, los yeros, los titarros y las alholvas.
Detalle de la legumbre de la soja, una vez seca. Foto de Jesús López |
Todas estas legumbres antiguas han sido
prácticamente desbancadas por la soja por varias razones. Desde el punto de
vista de la nutrición, la soja contiene ella solita prácticamente todos los aminoácidos
esenciales que forman las proteínas animales y además viene “equipada” con una
buena proporción de ácidos grasos que aportan energía. Parte de esta energía la
utilizará el animal en construir su cuerpo a partir de los “ladrillos” de
proteína. Desde el punto de vista agronómico, la soja es más fácil de
recolectar y tiene unos rendimientos más regulares que nuestras legumbres autóctonas,
gracias en parte a la intensa selección y mejora genética llevada a cabo en
Estados Unidos tras la Segunda Guerra Mundial. Selección que no se llevó a cabo en España en su momento, a pesar de tener un buen repertorio de legumbres autóctonas para trabajar sobre ellas.
Mientras en Europa y en España se
intentaba salir a duras penas de las consecuencias de la guerra, en Estados
Unidos desarrollaron los sistemas de ganadería intensiva, que permitían
alimentar de manera rápida y barata a la población. Y precisamente uno de los pilares de este
tipo de ganadería es la soja, componente indispensable, aunque no mayoritario, de
la mayoría de los piensos. Así que no solo nos vendieron la manera de producir sino
que además crearon el mercado para la soja que producían. Todo esto sigue más o
menos igual desde entonces, ya que la tremenda demanda de alimentos de origen
animal de nuestra sociedad actual parece que sólo se satisface gracias a las granjas
intensivas. Lugares en los que a las vacas, cerdos, pollos y gallinas la comida
se les sirve ya preparada, pensada y repensada, vitaminada y mineralizada, y
con los aditivos necesarios para que los animales crezcan o produzcan sanos
pero rápido.
El menú de un cerdo. Está en francés, pero es fácil adivinarlo. Foto de archivo propio. |
La ganadería intensiva demanda continuamente
soja, y si faltara habría que pensar en alternativas. Si descartamos las harinas
cárnicas, proteína animal casi en estado puro cuyo mal uso tuvo las
consecuencias que todos conocemos, nos quedan las otras legumbres antes
citadas, que de momento son poco competitivas. En cualquier caso subiría el
precio del pienso, y por tanto el de los productos de origen animal. Así que al
final el ganadero se quedaría sin margen de beneficio (ya que les cuesta más
dinero producir lo mismo) y al consumidor le llegaría el aumento de precios de
una manera u otra.
Pero volvamos a Argentina, el tercer
productor mundial de soja tras Estados Unidos y Brasil. Desde que comenzó su
exportación en los años sesenta, este cultivo se ha ido convirtiendo en su
particular “oro verde”. España necesita unos cuatro millones y medio de
toneladas de soja, de los cuales aproximadamente la mitad se los compra a
Argentina, así que la tentación de cancelar las importaciones de este producto como
respuesta a la nacionalización era grande. Argentina se puede buscar mercados
alternativos, pero España llevaría las de perder así que de momento la pataleta
ha quedado en un decreto que apoya la producción de biodiesel europeo.
Como he dicho antes la legumbre de soja
tiene un contenido apreciable de aceite a partir del cual se obtiene el biodiesel,
combustible que muy poco a poco se va haciendo un hueco en nuestras vidas. Parece
ser que también importamos el biodiesel a Argentina, porque resulta más barato
que producirlo aquí (incluso resulta más barato que producirlo aquí mediante el reciclaje del aceites de cocina). Lo gracioso es que seguiremos dependiendo de la energía - para
movernos a nosotros mismos y a nuestras maquinas - contenida en unas legumbres
de soja cultivada a miles de kilómetros de distancia.
La soja tiene infinidad de usos en la industria. En la foto, preparada como aperitivo; muy sosa por cierto. Foto de archivo propio. |
LA IMPORTANCIA DE LA SOJA
4
/
5
Oleh
conocer la agricultura