Mostrando entradas con la etiqueta huevos. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta huevos. Mostrar todas las entradas

jueves, 12 de enero de 2023

 COMER ES UN ACTO AGRÍCOLA

Foto tomada en el aeropuerto de Fiumicino (Roma). ¿Quién me iba a decir a mí que una foto tomada en un aeropuerto iba a inspirarme una entrada?


Menuda se montó con los huevos fritos listos para comer lanzados por un conocido supermercado. Esto huevos han dado mucho que hablar en las redes sociales; la mayoría de los comentar unios planteaba cómo es posible que hayamos llegado a este punto, y si realmente alguien comprará eso... con lo fácil que es freír un huevo. Sin embargo, también hubo quien justificó el invento, dado que hay personas a las que estas novedades les ayudan mucho en su vida diaria, pero con relativo éxito, ya que consiguió convencer a poca gente.

Los huevos en cuestión. La mayoría de las opiniones críticas destaca lo poco sostenible del envase y la inutilidad del cliente que ya no sabe ni freírse un huevo.


Tal como muchos escépticos apuntaban la intención del responsable del invento no era crear un producto pensando directamente en el consumidor final, con necesidades especiales o sin ellas, sino ofrecer un producto que cubriera ciertas necesidades específicas de establecimientos de comida rápida y colectividades (hospitales, prisiones, etc.). Sin embargo, era consciente de que su producto respondía a las demandas de la sociedad, y el titular basado en sus palabras "Nadie freirá un huevo en su casa en tres años", escoció un poquito a la opinión pública. Aunque resulte duro admitirlo lo cierto es que cada vez cocinamos menos. Los productos de quinta gama - los típicos de “abrir/calentar/aliñar y listo” – van conquistando poco a poco el espacio en los puntos de venta y en el carrito de la compra, ya que responden a nuevas necesidades y a un cambio de prioridades de la sociedad.

El boom de la gastronomía de hace unos años ha ido desinflándose poco a poco; ya no se abren tantos “gastrobares” y el único “programa de cocina” que queda en prime time hace tiempo que se dedica más al espectáculo que a la propia comida. Con la pandemia de Covid-19 hubo un cierto repunte en el interés por tener una alimentación saludable, cocinar en casa y usar alimentos frescos. Pero no parece que haya cuajado del todo, quizás porque las circunstancias vitales nos empujan por otro lado: el ritmo de vida, la inflación, el cambio de modelos de ocio, etc.


Comer y cocinar ha pasado de ser una tarea diaria ineludible a convertirse en una afición. ¿Sabías que sólo el 28% de los españoles cocina a diario a partir de alimentos frescos (verduras, legumbres, carne, pescado o huevos)?
 
Cocinar en casa implica tener que hacer la compra más veces, y esta a su vez plantea el reto de comprar género fresco. Pertenezco a una generación que se siente intimidada ante la variedad de género que se despliega en una carnicería o pescadería.  Apenas sé qué pedir porque tampoco tengo muy claro como lo cocinaré, y confieso que más de una vez he recurrido a las pechugas de pollo o la cinta de lomo ya cortadas y envasadas del supermercado, una opción más  aburrida pero infinitamente más práctica. Tengo también la sensación de que intentar conseguir el punto a un guiso de judías empieza a ser considerado una excentricidad, considerando que se pueden comprar ya cocidas en bote. 

 

Hemos ganado en rapidez y facilidad de uso y nos hemos liberado de tareas básicas. También disfrutamos de una variedad de posibilidades nunca vista – hemos pasado del monopolio de la típica ensalada de tomate y lechuga romana a tener que elegir entre la “Mediterránea”, la “César” o la “Gourmet” – lo cual está muy bien. A cambio, hemos perdido el contacto físico con el alimento y gran parte del conocimiento sobre muchos ingredientes.

 

De la misma manera que apenas memorizamos porque tenemos toda la información al alcance de un click, ni intentamos orientarnos en una ciudad desconocida porque tenemos todos los mapas del mundo en nuestra mano, hemos ido aparcando una serie de capacidades y experiencias para dar paso a otras distintas. Que estemos ganando o perdiendo con el cambio, solo el tiempo lo dirá. Con la cocina y el interés por los alimentos ocurre lo mismo. No somos del todo conscientes de cómo tomar la decisión de cocinar, e incluso producir, nuestra propia comida aporta cierto poder. Las dudas que nos planteamos al intentar cultivar, comprar o incluso manipular la comida nos acercan en mayor o menor medida al campo y a la realidad agroalimentaria en la que vivimos: ¿por qué las zanahorias del mercado son tan lisas y rectas y las de mi huerto parecen un muñón? ¿las patatas nuevas son variedades modernas? ¿qué son esas bolitas blancas en mi botella de aceite? ¿y esas otras en el cuarto de gallina para el caldo? (en caso de que alguien todavía haga caldo en casa).  

 

Con la información adecuada, la etiqueta de un alimento cuenta mucho más de lo que parece. 


Si somos capaces de conocer, y reconocer, la calidad de un alimento cuando lo adquirimos en el mercado estamos dando un mensaje al resto de la cadena alimentaria: “me importa lo que como”. Si, por el contrario, acabamos recurriendo por sistema a fruta pelada, hamburguesas con forma de ratón Micky o los famosos huevos fritos refrigerados transmitimos la idea de “dame de comer rápido y barato”. Las consecuencias son obvias, no solo perdemos calidad organoléptica (la higiénica está garantizada al 99,9% en este tipo de productos) sino la conexión y el conocimiento de lo que estamos comiendo. Al fin y al cabo, con ese nivel de procesado industrial ¿serías capaz de apreciar si esos huevos proceden de gallinas camperas?, ¿realmente eso importa cuando quieres comer en diez minutos? 


En esta hamburguesa lo de menos es la carne de la que procede. En cuanto resulte rentable la hacen in vitro y a correr.
 


El comprador urbano medio tiene claro que los alimentos se producen en granjas. Pero la mayoría no ha estado nunca en una explotación real (bien porque le pilla lejos o porque su acceso no es sencillo), desconoce porqué están donde están, como funcionan, qué conocimientos o habilidades son necesarios para ello o incluso qué obstáculos enfrentan a diario sus responsables. Sin embargo, las decisiones de compra de todos los consumidores, seamos conscientes o no, influyen (o afectan) directamente en todas las granjas y explotaciones, grandes y pequeñas.  

De ahí el título de esta entrada, la afirmación de Wendell Berry de que “comer es un acto agrícola”. Desde este blog, y el proyecto “Conocer la Agricultura y la Ganadería” en general pero sí podemos aportar nuestro granito de arena aportando conocimiento sobre los alimentos que nos llevamos a la boca y su origen, un tema que personalmente me encanta me parece tremendamente útil y del que sin embargo hay muy poco escrito. Por esta razón, este año queremos prestar más atención a todo lo que tienen que contar los alimentos.   Esperamos vuestras propuestas.

 
Otras entradas que te pueden interesar:

CAMPO Y ALIMENTOS: ¿CÓMO LOS VE LA PUBLICIDAD? 

QUERIDO CONSUMIDOR  

DE VUELTA AL MERCADO  



 

 

 

 

 

 

 



lunes, 2 de septiembre de 2019

SOBRE LOS GALLOS QUE NO AMABAN A LAS GALLINAS


A estas alturas, casi todos habréis visto el famoso - y loco - vídeo de las animalistas pertenecientes al grupo Almas veganas y las gallinas que cuidan en su santuario. No  pienso insultar o siquiera reírme de ellas (nada de falacia ad hominem, bueno en este caso ad feminam no vaya a ser que me llamen machista...), pero es que hijas mías si decís cosas tan locas en las redes sociales siempre habrá quien lo haga.
 




Estos son los memes más suaves que he encontrado...

Así que voy a aprovechar la ocasión para explicar dos o tres cosillas sobre la vida sexual de gallos y gallinas echándole un poco de humor al asunto, a ver si consigo alguna sonrisa de vuelta de vacaciones, que bastante falta nos hace.
 

"Tuvimos que separar los gallos porque no querían que las violaran", "aunque fuera su naturaleza" dicen. Al menos admiten que están haciendo algo en contra de la naturaleza de los queridos animales a los que cobijan en su santuario. Ejem...si eres animalista, ¿no debería ser al contrario?.
 

Pero me queda la duda, ¿a qué naturaleza se refieren?, ¿a la del gallo o la de la gallina?. Cabría pensar que ambos comparten esa misma naturaleza, ese impulso vital que motiva a casi todos los seres vivos de la tierra a reproducirse y dejar descendientes. Pero, por muy mejorades genéticamente estén les gallines y les galles (lo siento, tenía que hacerlo) en cuanto les dejas convivir en un corral, ambos dan rienda suelta a su naturaleza y despliegan una serie de comportamientos que no dejan lugar a dudas sobre sus intenciones procreadoras. Cualquiera que tenga un gallinero, y esté libre de prejuicios humanoides, sabrá de qué hablo.
 

En primer lugar, el gallo no va violando gallinas así por las buenas. Básicamente porque las que no están "en celo", es decir predispuestas al apareamiento, le mandan a paseo sin más miramientos. Al gallo tampoco le compensa mucho el esfuerzo de violar a una gallina poco cooperadora, en parte porque de ese polvo no saldría ningún pollito; recordemos, es un gallo, no un Homo sapiens. Y además, dado que normalmente suele haber un único gallo por corral, tiene hembras de sobra para elegir. Solo tiene que fijarse en las que dan muestras de querer darse una alegría al cuerpo Macarena (se me ha vuelto a escapar) y cortejarlas...sí, porque para quien no lo sepa, a los gallos también les gusta ligotear. Como no pueden contar chistes o tocar la guitarra, se limitan a bajar el ala y bailotear rodeando a la gallina. Si tiene suerte y encuentra una gallina que se aprieta contra el suelo y agacha la cabeza, pues ya tiene plan, aunque no sea sábado sabadete. 

 Es verdad que a veces los gallos deciden ahorrarse los preliminares, ¡ hombres !. Para los impacientes, la cosa se pone interesante a partir del minuto 1.28.

Entonces es, cuando según una expresión de toda la vida, el gallo "pisa" a la gallina. Junta su cloaca con la de la hembra para pasarle el semen y todo termina en un pis pas. El gallo sujeta con el pico las plumas del cuello de la hembra para no caerse, una imagen algo "machista" pero es lo que hay cuando no se tiene un órgano copulador suficientemente desarrollado (un lujo que sólo tienen patos, gansos y algunas otras aves).
 

¿¿ En qué clase de gallinero con gallos torpes vive esta pobre gallina dedicada a poner huevos fértiles?? . Amigos de respuestasveganas.org, ¿no será quizás que esa gallina está en pleno proceso de mudar las plumas?. Las pobreticas se quedan así durante un tiempo (durante el que no ponen huevos), pero luego retoman su actividad.
 
¿Sabías que los gallos, como la mayoría de los machos de aves, no tienen pene?
 

Todo esto que os he contado ocurre en corrales domésticos o en granjas donde sí tienen gallos, pero por cosas de la vida y de la mejora genética, las gallinas también pueden poner huevos aunque no estén fecundados. Lo que pasa es que a algunas gallinas les da lo mismo ese pequeño detalle y se dedican a incubarlos, con o sin embrión. Se quedan mucho más tiempo en el nido, cambian su forma de cacarear y se quejan sonoramente si se las molesta (incluso amenazan con dar un picotazo). Se han convertido temporalmente en las gallinas güeras o cluecas de toda la vida. 

¿Sabías que las gallinas pueden poner huevos aunque estos no estén fecundados?
 

Pero volvamos al vídeo. Cuentan que "sólo tienen una ponedora" (¿ein? ¿el resto son gallinas salvajes? ¿de dónde las han sacado?) que desde que llegó al santuario dejó de poner huevos. Piensan que "a lo mejor es demasiado mayor", puede ser, no digo que no pero, ¿y si va a ser por estrés?: Mira que las gallinas tienen una jerarquía social muy fuerte y a la recién llegada posiblemente no la hayan recibido precisamente con pancartas de bienvenida.
 

Mas bien, estarían entretenidas fabricando estas otras pancartas.  Fuente desconocida.
 
También parece ser que al resto de gallinas les ha dado por poner huevos, y nuestras bienintencionadas activistas están un poco confusas...observando "cómo va esto porque en teoría deberían poner sólo una temporada". Debe ser que no han oído hablar del fotoperiodo, que explica cómo las gallinas ponen menos huevos conforme disminuye la luz solar (a partir de otoño), y ponen más cuando aumentan las horas de sol, pero no dejan de poner huevos a lo largo de todo el año. Por favor, que alguien les regale un libro o un manual de cómo cuidar gallinas...aunque sea en ecológico, por eso del bienestar animal y tal....ah, espera, que para esta gente la producción ecológica también es explotación.
 

Al final parece que estas chicas no están muy a favor de que las gallinas pongan huevos. Dicen que son propiedad de las gallinas, pero no dudan en estrellarlos contra el suelo para que ellas recuperen lo que les pertenece, hechos añicos claro. En fin, afortunadamente a las gallinas parece importarles poco si son suyos o de su vecina de aseladero y van como flechas a comérselos (un comportamiento bastante natural por otra parte). Pero las animalistas erre que erre, que no quieren huevos en su corral; no sé, deben verlo como un símbolo de la dominación del capitalismo machista y se están planteando recurrir a implantes hormonales para corregir tan sumiso comportamiento en las gallinas del santuario.
 

Y para terminar, esta situación de abstinencia reproductivo sexual forzosa al que se ven sometidas las gallinas, me recuerda al Cuento de la criada...pero totalmente al revés. O, ya puestos, me sugiere una versión posmoderna de Rebelión en la granja, con gallinas subversivas que ponen huevos como acto de rebeldía. Y a vosotros, ¿a qué os recuerda?
 



Otras entradas que te podrían interesar:
 

Sobre el tema de las gallinas y el bienestar animal, hablo en DE GALLINAS FELICES Y HUEVOS BARATOS

Si a ti lo que te va son los huevos, fecundados o no, lo mismo te interesan más HUEVOS DE COLORES y DE LAS YEMAS DE LOS HUEVOS, SU COLOR Y OTRAS CURIOSIDADES
 

Sobre animalistas que hablan de cosas sobre las que no tienen ni pajolera idea, hablé en INVASIÓN DE GRANJAS, UNA BUENA EXCUSA PARA LA DESINFORMACIÓN

lunes, 26 de junio de 2017

AGRICULTURA ES... VIVIR EN EL CAMPO Y CULTIVAR COSAS

Recientemente ha sido noticia los resultados de una encuesta que revelan que el 7% de los estadounidenses creen que la leche con chocolate procede de vacas marrones.

La verdad es que no me sorprende mucho, considerando que una amplia mayoría de estadounidenses ven la comida como un producto muy transformado, que apenas recuerda a la fuente original. Y eso a pesar de tener muchas organizaciones dedicadas a hacer mucha y muy buena divulgación agraria. Pero me gustaría poner esta noticia un poco en perspectiva. En primer lugar, se trata de una encuesta llevada a cabo por el Innovation Centre of U.S Dairy (algo así como un centro de innovación ligado a una asociación interprofesional del sector lácteo) de EEUU que marcaba el inicio de una campaña de promoción de los productos lácteos. En segundo lugar, era una encuesta on-line, que rellenaron 1.000 adultos. En otras palabras, y sin ser experta en estadística: muy poco representativa, con un diseño metodológico dudoso (¿ cómo asegurarse que los encuestados no han respondido por error, son trolls o simplemente se lo toman a broma ? ), pero que generaba la noticia perfecta para justificar dicha campaña, y sobre todo para que los medios de comunicación hablaran de ella. Y tanto, que ha llegado hasta España.

Casualmente esta noticia ha llegado en pleno cuarto tour del "Proyecto Conocer la Agricultura" por colegios de la Comunidad de Madrid. Y estas visitas a colegios nos dan cierta idea de cómo andamos de culturilla agraria por estos lares. Mi conclusión, al final de la entrada.
 


La charla inicial
 

Seguimos preguntando a los niños qué es la agricultura, y posiblemente el título de esta entrada lo resume todo: para ellos es sembrar, plantar y recolectar, y preferentemente verduras y hortalizas. Hubo incluso una niña del colegio Peñalvento en Colmenar Viejo, que tiró de personaje conocido, aunque algo antiguo, para explicar en qué consiste la agricultura: —"es lo que hacía San Isidro"—.
 

Para los niños del colegio Hélade de Boadilla, las plantas no toman medicinas, toman simplemente agua.

Tras hablar de los productos agrícolas que conocen - de nuevo dominan las frutas y verduras, con zanahorias y tomates a la cabeza - y, recordando que nos ayudan a prevenir enfermedades, aprovechábamos la ocasión para preguntarles.

—"Y las plantas ¿se ponen malas?"—Aunque les descolocábamos un poco, enseguida respondían que sí "se ponen pochas, por no regarlas"—.

Eso si algún niño hubo que habló de hongos, ¡y otro incluso de pulgones!. Supongo que eso de que a las plantas les ataquen otros seres vivos, causándoles enfermedades, no es algo evidente para los niños. Nuestro objetivo es simplemente hacerles ver que ese riesgo existe, y que el agricultor puede recurrir a productos fitosanitarios para curar a las plantas. Si se quedan con ese palabro y el concepto "las medicinas de las plantas", nos damos por satisfechas.
 

La ganadería por su parte, consiste en "cuidar de los animales", así en genérico. Aunque hubo algún niño despistado, y poco informado, para el que la ganadería es —"ganar mucho"—. Por cierto tienen clarísimo que  si se ponen malos los animales es el veterinario el encargado de curarlos.
 

La oca
 

Ya os he hablado en otras ocasiones de nuestra versión del juego. Es muy vistoso, si, pero tiene una pega; es imposible evitar la competitividad de los niños (ya bastante alta de por sí) todos quieren ganar y las explicaciones pasan a un segundo plano.
 

Y mira que este año hemos hecho un tablero con muchas más cosas que contar. Nuestro personaje se ha puesto un nombre más corto, ahora es Pepe Huertas y tiene una socia ganadera que se llama Mari Lanas

Los niños del colegio Zola de las Rozas jugando a la oca
 
A veces surgen anécdotas o comentarios que dan que pensar. Belén, la monitora que normalmente lleva este juego comentó sorprendida que los niños desconocen por completo que el azúcar sale de una planta. Es normal que al tratarse de un cultivo tropical, muchos no hayan visto una caña de azúcar en la vida...pero la remolacha azucarera, propia de nuestras latitudes, les suena también a chino. Con lo presente que está el azúcar en sus vidas, y lo que le gusta a algunos, no tienen la más remota idea de dónde viene.
 


El memory
 

Con este juego, algo menos vistoso, pero muy agradecido para jugar, aprovechamos el poder de la imagen para introducir algunos conceptos: la importancia del clima, la gran ayuda que supone la maquinaria, la salud de las plantas y el papel de la fauna auxiliar. Albertina, la monitora que suele llevar este juego confirma que los niños están muy verdes en esto de las abejas y la apicultura: algunos creen la miel se elabora a partir del polen y no tienen del todo claro en qué consiste la polinización ni por qué es tan importante.
 




Como anécdota, contar que a una niña, muy asertiva y ecologista ella, no le pareció nada bien que se considerara la amapola como una mala hierba y exigió a la monitora que retirara la foto. Albertina tuvo que contarle que, si bien la amapola es una flor muy bonita, que da color a los campos y que como muchas otras "malas hierbas" puede utilizarse como medicinal, cuando se pone a competir con los cultivos por el agua y los nutrientes, les perjudica bastante.
 

Algunas de las múltiples tarjetas que componen nuestra versión agrícola-ganadera del memory.

 

Del campo a la mesa
 

Como conté en la crónica del tour anterior, se trata de una especie de mercado en el que los niños tienen que adquirir los alimentos para hacer una receta con ellos. He cambiado la dinámica del juego, para hacerla más rápida y atrayente...y para poder controlar mejor el momento de la compra, que antes era un verdadero frenesí.
 

Es inevitable una primera explicación. Aquí se ve que los peques del Peñalvento están muy interesados.

Para conseguir los alimentos tienen que acertar unas preguntas de verdadero o falso, algunas de ellas muy locas o descabelladas; así veo cómo andan de conocimientos agro-nutri-gastronómicos y les hago razonar un poquito. La tendencia natural es responder lo primero que se les viene a la cabeza, pero en cuanto otro grupo u otro niño dice justo lo contrario les entra la duda y empiezan a razonar.
 


Aquí un equipo del Colegio Andrés Segovia de Leganés discutiendo si van a hacer macarrones, arroz con tomate o pizza. Lo único que les pido es que sea una propuesta equilibrada y saludable.


Si da tiempo, me cuentan cómo hacen la receta. Esto les suele gustar, aunque se nota que ya Máster Chef ya no les motiva tanto.

Hay cosas que lógicamente los niños no tienen por qué saber, como cuántos huevos que pone una gallina al día o la cantidad de leche que produce una vaca; por cierto se repite la tendencia de sobreexplotar a pobres las gallinas (¡¡qué gran daño ha hecho la gallina Turuleca!!) y no sacar partido a las vacas de leche. Donde sí suelen fallar en la denominación comercial de algunos alimentos, por ejemplo los tomates "cherry", - en un 40% de las veces estaban de acuerdo en que son cruces de tomates y cerezas - o los pollos "camperos", que viven por ahí sueltos por el monte y el ganadero tiene que ir a cazarlos - a un 50% les entraba la duda de si era cierto o no. También se les hace difícil creer que existan patatas y zanahorias de colores, ya que jamás las han visto. Lo de las pintitas del plátano de Canarias tampoco lo tienen del todo claro, hubo un niño que me dijo convencido que —"los machos tienen pintitas y las hembras no"—. 

Sin embargo, es justo reconocer que hay muchas otras cosas que si tienen clarísimas

- que no sólo las vacas de color marrón nos dan carne, 
- que el hecho de que las vacas tengan cuernos no tiene nada que ver con el sabor de la carne (a pesar de que algún niño apuntara a que da igual que sean de toro o de vaca ).
- que los yogures de fresa ni de coña se consiguen dando de comer muchas fresas a las vacas,
- que los pollitos cuando nacen son amarillos, no rosas ni azules ni morados. (Hace tiempo pasó esa moda de regalar o vender pollos tintados de colores; mi primer contacto con avicultura, de cuando era una cría ).
- que el trigo no viene del árbol triguero ni el aceite de oliva del aceituno.
- y que las mandarinas, no son naranjas que se han quedado pequeñas por falta de riego, son una especie distinta.


 

En todos los tours intentamos incluir un colegio de educación especial, ya que disfrutamos mucho de la experiencia, y ellos creo que también. Esta vez repitió el Sor Juana Inés de la Cruz de Fuenlabrada, que han sido los únicos en identificar al escarabajo de la patata (el cursar un módulo de jardinería siempre ayuda) y los más originales a la hora de proponer platos para el menú: ¡¡ callos con vinagre !!  y San Jacobos.


Y como conclusión
 

Afortunadamente y por lo que vemos en los colegios, en España todavía mantenemos una relación algo más normal, o más realista, con la comida y los alimentos.
 

En mi opinión, en la imagen que los niños se hacen de lo que es, o se supone que es el campo, la agricultura y los alimentos lo que más pesa es su experiencia personal o la de personas cercanas a ellos. Por ejemplo, una niña que ha vendimiado (algo muy poco habitual) tenía claro que las uvas de vino, aunque también se pueden comer, eran distintas de las de mesa. Otra del colegio Los Robles, de Aravaca, hablando del color de la cáscara y del interior de los huevos, me contó que ¡¡las gallinas de su abuelo los habían puesto verdes!!. Por esta razón es tan aconsejable que los centros tengan un huerto escolar activo, o incluso un gallinero.
 

En el Colegio Carlos Cano de Fuenlabrada se han liado la manta a la cabeza y tienen hasta un gallinero. 


También influye mucho lo que escuchan de los adultos, para bien o para mal. En varias ocasiones me comentaron que la carne de vaca no es saludable —"porque tiene mucha grasa"— o que el trigo integral es más nutritivo —"porque es más sano y no les meten tantas cosas"—. Es incluso frecuente que digan convencidos que el pan no lleva sal: ignoro si es porque no les sabe salado o porque directamente ven la sal como algo negativo. Es una pena no poder conversar más con ellos, pero el tiempo apremia y hemos ido a hablar de agricultura y ganadería, no de nutrición.
 

Por último, cuando toda esa amalgama de experiencias e ideas preconcebidas se combinan con su imaginación salen respuestas tan geniales como las que hemos visto en este tour y en los anteriores.
 

El repertorio de recetas de los niños suele ser bastante limitado - pasta, pizza, hamburguesas, pollo asado...-Los garbanzos, si no les quedaba otra opción. De postre escogían fruta, sobre todo plátano y fresa, y eso que tenían de donde elegir. Creo que ahí los padres tenemos mucho trabajo por hacer.


Otro detalle. En mi juego "Del campo a la mesa" me gustaba tirarle de la lengua a los niños, y preguntarles si les parecía fácil o difícil el trabajo de los agricultores, — ¡¡ fácil !! — era la respuesta más habitual, y si se veían ellos como agricultores —"psche"— o directamente no era la respuesta en ese caso. Alguna niña, del colegio Jesús y María en pleno barrio de Salamanca, muy maja ella, por no defraudarme respondió —"es que yo ya tengo pensado que voy a ser médica"—. Espero que la cosa cambie en entornos menos urbanos porque a este ritmo lo mismo nos quedamos sin agricultores. Y es que ahí también hay mucho trabajo por delante.


Otras entradas que te podrían interesar: 

 
FORMANDO A DETECTIVES DE LOS ALIMENTOS

EL PROYECTO "CONOCER LA AGRICULTURA" SE VA AL COLE. CRÓNICA DEL TOUR 2015 POR COLEGIOS MADRILEÑOS.

NUESTRO PASO POR COLEGIOS MADRILEÑOS. SEGUNDA PARTE: PARECIDOS RAZONABLES.