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lunes, 26 de septiembre de 2022

MANERAS DE APOSTAR POR LA PRODUCCIÓN ECOLÓGICA: DINAMARCA VS SRI LANKA

Este verano he tenido la suerte de conocer aspectos de la agricultura y ganadería danesas durante el congreso anual de periodistas agroalimentarios (IFAJ) y una de las cosas que más me ha llamado la atención es la decidida apuesta por la producción ecológica que ha hecho este país. 

 

 

Iba a escribir una crónica al uso, pero me topé con este texto sobre la debacle sufrida por Sri Lanka una vez sus autoridades decidieron pasarse a este tipo de producción. Y me pareció curioso comparar ambas situaciones. Muchos diréis, con razón, que es una comparación fácil e injusta, de primer contra tercer mundo, de naciones científicamente desarrolladas contra otras que quizás no lo están tanto, etc. Pero también me parece injusto que se critique la producción ecológica en su conjunto, solo porque los dirigentes de un país optaran por ella de una manera tan rematadamente absurda. Mi intención es, simplemente, identificar lo que funciona y lo que no.
 

¿Qué ocurrió en Sri Lanka?


Lo primero de todo es daros contexto, y para ello, voy a resumir lo que cuenta este artículo. Por si alguien no se ha enterado, resulta que este invierno Sri Lanka tuvo que parar su apuesta  para convertir toda su producción agrícola a ecológica, debido a la crisis económica y humanitaria que estaba atravesando el país.

 

Primero, pongámonos en situación. En Sri Lanka la agricultura y la alimentación constituyen una parte bastante importante de los ingresos y del empleo: el 25% de la mano de obra del país (unos dos millones de personas) se dedica al sector agrícola y sus pequeños agricultores son los responsables de alrededor del 80% del suministro nacional de alimentos. El principal es el arroz y hasta hace nada eran más que autosuficientes, principalmente gracias a la Revolución Verde.
 

Campo de arroz en Sri Lanka. Imagen de Imagen de vined mind en Pixabay

Por si en su momento no estudiasteis este pequeño pero importante (por todo lo que ha significado) episodio de la historia contemporánea os lo resumo: la Revolución Verde fue una iniciativa mundial para aliviar la desnutrición en las naciones en desarrollo que se puso en marcha en la década de 1960. Básicamente se trataba de impulsar la producción agrícola utilizando variedades muy mejoradas de los cultivos tradicionales. Para que estas variedades mostraran todo su potencial era necesario recurrir a técnicas de cultivo modernas para la época: utilización de fertilizantes sintéticos y productos fitosanitarios (el famoso DDT es de esta época) junto con la mecanización de las labores agrícolas.
 

Teniendo en cuenta que la mayoría de esos pequeños agricultores esrilanqueses (ceilandeses también vale) no podían permitirse comprar los fertilizantes químicos, el estado tenía que subvencionarlos hasta casi el 90%. Pero como Sri Lanka no produce fertilizantes químicos pues tiene que comprarlos fuera, ¿y quién subvenciona al país? Exacto, prácticamente nadie. Préstamos, los que quisieran. Y mientras pudieran tirar adelante de esta manera, ningún político se atrevía a cortar por lo sano.
 

Los resultados de la Revolución Verde fueron evidentes: los rendimientos agrícolas aumentaron sustancialmente (y por tanto el nivel de seguridad alimentaria) y las exportaciones de té y caucho permitían equilibrar algo la balanza comercial. Pero tiempo después algo oscureció este éxito. A mediados de los 90, muchos agricultores del norte de la isla comenzaron a sufrir la Enfermedad Renal Crónica de Origen Desconocido (CKDU en inglés), una epidemia que ha surgido en varias partes del mundo. De momento no hay evidencias que apoyen al 100% la hipótesis de que los fertilizantes o los plaguicidas son los responsables, más bien se cree que es una enfermedad ocupacional en la que pudieran influir también otros muchos factores (un trabajo muy intenso en condiciones de calor extremo entre otras). Pero una vez la sociedad encontró al culpable perfecto y empezó a ganar adeptos la idea de una agricultura "más sostenible". Esta idea formaba parte de los postulados de un movimiento de la sociedad civil, que apoyó como candidato al futuro causante del desastre, el expresidente de Sri Lanka, Gotabaya Rajapaksa. Gotabaya, en consecuencia prometió hacer la transición a la agricultura ecológica durante un período de 10 años durante su campaña electoral de 2019.

 

En estas llega la pandemia primero y la invasión de Ucrania después. Sin ingresos por el turismo, con más gastos por causados por el Covid y el encarecimiento de los fertilizantes, la cosa se pone bastante fea. Rajapaksa gana las elecciones y, contrariamente a lo que suelen hacer los políticos, se da prisa en cumplir su promesa, demasiada prisa: impone una prohibición a nivel nacional sobre la importación y el uso de fertilizantes y plaguicidas sintéticos. Esto implicaría que los 2 millones de agricultores del país tendrían que volverse ecológicos de la noche a la mañana. En su cabeza debió parecerle una idea fabulosa ya que le permitía matar dos pájaros de un tiro: mejoraba la balanza económica exterior y al mismo tiempo recortaba un gasto tremendo en subsidios. ¿Porqué esperar 10 años cuando podían hacerlo ya? Por si fuera poco, nuestro protagonista tenía algunos "asesores" dándole la turra con el tema sin parar, que posiblemente irían vendiendo la burra de que exportando productos ecológicos podría ingresar más dinero en las arcas, cuidando además la salud de sus conciudadanos, ¿qué podía salir mal?.


La agricultura ecológica no es algo completamente nuevo en Sri Lanka. Hay cultivadores de té por ejemplo que llevan años haciéndolo, pero a pequeña escala y llegando a un nicho de mercado muy pequeño. Imagen de jürgen Scheffler en Pixabay 

Imagino a los agrónomos de Sri Lanka y de medio mundo llevándose las manos a la cabeza e intentando advertir a quien les escuchara que los rendimientos agrícolas caerían sustancialmente. Pero nadie, al menos nadie con poder, hizo caso a los expertos. La experiencia en Bután demostraba que el paso a una producción 100% orgánica, incluso con años de planificación, era inviable. Sri Lanka es una pequeña isla que no puede producir suficiente fertilizante por sí mismo. No disponen de tierras suficientes como para albergar los animales que deberían generar el estiércol suficiente como para subsanar el déficit de abonos químicos, y tampoco quedarían suficientes tierras cultivables como para compensar la menor producción que caracteriza a la agricultura ecológica. Obviamente, el país tampoco disponía ni de normativa reguladora ni de personal capacitado para montar desde cero todo un sistema funcional de producción ecológica: aquel que establece qué se puede utilizar, qué prácticas están permitidas y cuáles no, cómo se inspecciona, cómo se certifica para exportar en condiciones; vamos, unos pequeños detallitos de nada...
 

Obviamente salió mal todo. Rematadamente mal. Vamos, que les salió el tiro por la culata: la producción nacional de arroz cayó un 20 % en los primeros seis meses. Sri Lanka, durante mucho tiempo autosuficiente, se vio obligada a importar arroz por valor de unos 450 millones de dólares. Esto aumentó aun más la ya disparada deuda exterior y subió el precio del cereal en el mercado interno, como ocurrió con otros productos básicos y el combustible. Siete meses después de que comenzara la prohibición, el gobierno de Sri Lanka tuvo que dar marcha atrás para permitir la importación de fertilizantes sintéticos sólo para los cultivos de exportación clave, como el caucho, el coco y el té, ya que son una fuente fundamental de divisas. Pero el daño ya estaba hecho, el colapso económico del país abrió la veda de las manifestaciones y el causante de todo este estropicio acabó huyendo por la puerta de atrás. Esperemos que el nuevo gobierno sea capaz de reconducir el desaguisado.
 

Recopilando, tenemos: una limitación evidente de espacio, dependencia sobre un factor productivo (abono), una situación de endeudamiento previa, una demanda social, intereses particulares en juego tanto políticos como económicos junto con ninguna disposición a contar con los expertos que pudieran contribuir a una transición realista a la producción ecológica. En definitiva, no fue la agricultura ecológica la que provocó el problema, sino una decisión muy mal tomada, en la que esta era la principal protagonista, que agravó aún mas una situación ya mala de por sí.
 

El modelo danés
 


 

Reconozco que, tras varios días viajando de un punto a otro del país, más de una vez me pregunté cómo se las apañan para que todo parezca tan bonito y perfecto, los daneses son tan eficientes, amables y hospitalarios... Las encuestas los sitúan como uno de los pueblos más felices del mundo, y según cuentan puede deberse a que básicamente no conocen la corrupción, tienen un alto nivel de confianza en las autoridades, en su sistema social, en sí mismos y los que le rodean. No cuento esto por pelotear, ya veréis por qué.
 

Vamos a poner en contexto ahora la agricultura danesa (que obviamente es difícilmente comparable a la de Sri Lanka). Es también un país pequeño, una península en su mayor parte y con una superficie algo menor que Sri Lanka (unos 20.000 km2 menos). Podría decirse que dos factores limitantes a su producción agraria son las horas de sol y la gran extensión que ocupan los suelos arenosos.
 

Hasta la Segunda Guerra Mundial, la agricultura danesa se caracterizaba por numerosas granjas, grandes y pequeñas, en las que se combinaban cerdos, vacas lecheras y cultivos. Una vez termina la contienda, gracias al famoso Plan Marshall llegaron a Europa alimentos, combustible y maquinaria que ayudaron a poner las bases de un desarrollo tecnológico que iniciaría una serie de cambios estructurales. Aquí también llegó la Revolución Verde y los rendimientos aumentaron significativamente gracias al uso de los fertilizantes y productos fitosanitarios. Y los agricultores y ganaderos también recibieron, y siguen haciéndolo, subvenciones, en forma de Política Agraria Común desde que el país pasó a formar parte de la Unión Europea. La PAC tiene sus cositas y no es en absoluto perfecta, pero ha supuesto un marco común para el sector agroalimentario, una orientación y una manera de trabajar que podríamos considerar seria, o al menos independiente de las veleidades de los políticos que gobiernan cada país. Otro aspecto a tener en cuenta es que, en el parlamento danés hay dos bloques principales, rojos y azules, pero,¡ oh envidia cochina!, hay una gran tradición de colaboración entre ambos.
 

¿Sabías que la capacidad productora de alimentos de Dinamarca les permitió eludir durante un tiempo las tremendas exigencias de los alemanes durante la Segunda Guerra Mundial? Aquí puedes descubrir la historia.

Vayamos al grano. La preocupación sobre la sostenibilidad de su agricultura también terminó llegando al pueblo danés, de hecho lo hizo de una manera bastante temprana. En 1987, Dinamarca se convirtió en el primer país del mundo en introducir reglamentos para la producción orgánica, y lo hicieron basándose en la legislación agrícola y alimentaria que ya tenían. Junto con la normativa, el gobierno introdujo una gama de subsidios para motivar a los agricultores daneses a pasar a la agricultura ecológica.
 

Pero las leyes y el dinero, aun siendo importantes no lo son todo. Y aquí es donde entra la personalidad danesa: la cultura de colaboración entre empresas, universidad y autoridades ha proporcionado una base sólida para el crecimiento de la agricultura en general y la ecológica en particular. El sector agrícola ha tenido desde siempre sus propios servicios de asesoramiento para ayudar a los agricultores a implementar los nuevos conocimientos lo más rápido posible. Este servicio se prestaba desde las asociaciones locales de agricultores y desde 1971 se complementa con una entidad nacional denominada SEGES. Los agricultores y ganaderos, por su parte aportan su granito de arena cediendo parcelas o abriendo las puertas de sus establos para permitir el trabajo de los investigadores.
 

Un buen ejemplo de esta cultura colaborativa lo pude comprobar en la granja Haalgard, donde se está llevando a cabo un estudio comparativo sobre los efectos de la agricultura convencional, el no laboreo y la agricultura de conservación. Este estudio, realizado por Syngenta en colaboración con SEGES, pretende obtener más información sobre cómo diferentes sistemas agrícolas influyen en la salud del suelo. De esta manera se obtiene conocimiento científico, es decir datos concretos y demostrables, que permiten respaldar la transición gradual a una agricultura ecológica o al menos más sostenible, y sobre todo convenciendo a los propios agricultores.

¿Sabías que Dinamarca tiene la granja de leche ecológica más grande de todo el mundo y el principal matadero de cerdos ecológicos?
 

De la misma manera que el movimiento cooperativo ha desempeñado un papel importante en el desarrollo de la agricultura danesa desde 1882, también ha permitido el progreso de la producción ecológica hasta el punto de que hoy en día está completamente integrada en la industria alimentaria danesa. Habrá quien diga, con cierta razón, que al hacerse demasiado grande se pierde la esencia de lo ecológico. O que para lograr unos altos estándares de seguridad alimentaria, trazabilidad, calidad e incluso sustentabilidad ambiental hace falta trabajo y dinero. Y así es, pero también es la manera de abrir mercados y conseguir un alto valor añadido por tus productos. Así funcionan las cosas y esta parece ser la apuesta del sector agroalimentario danés.
 

¿Sabías que a pesar de su tamaño, Dinamarca es el país con mayor tasa de exportación de alimentos de toda la UE?.Su industria agroalimentaria gira en torno a las cooperativas, 45 son poquísimas en comparación con España, pero hay varias que son directamente grandes multinacionales de gran peso en la UE y el resto del mundo, sobre todo de leche y carne de porcino.
 

 

En esta granja ecológica las cerdas y sus lechones viven al aire libre en sistema de camping . Una especie de versión Lego de una dehesa española. Los cerdos los venden a una cooperativa - Friland - que los manda a su vez al mercado estadounidense donde se demanda una carne sin antibióticos y con altos estándares de bienestar animal.
 

¿Sabías que uno de cada tres huevos que se consumen en Dinamarca los ha puesto una gallina criada en ecológico?

 

Hemos hablado de exportar ecológico, algo que también sabemos hacer bien en España, pero ¿y el consumo interno?. Allí los productos ecológicos suponen un 13% de la compra de alimentos (principalmente huevos y verduras) frente al 2,48% de todo el gasto en productos alimentario ecológicos de los españoles en 2020 por ejemplo. El clima de Dinamarca es el que es y suele resultar inevitable importar ciertos productos. Eso sí, ecológicos (españoles) y de calidad a ser posible.
 
 

En la granja lechera ecológica Krogsminde comprobamos la importancia del factor tecnología. El estiércol está muy bien como abono e incluso como fuente de energía. Con suficiente ganado concentrado en un espacio y con la ayuda de un bioreactor (parcialmente subvencionado) es posible transformar el estiércol en energía y abono. Una nueva versión de una explotación de ciclo "casi cerrado" en la que los ingresos se reparten de la siguiente manera: 50 % cultivos, 35% energía, 15% vacas.
 

En conclusión
 

Es curioso como la producción agrícola llamémosla orgánica es importante para la población de países en extremos casi opuestos en cuanto a riqueza de sus habitantes. Por una parte tenemos los millones de agricultores en todo el mundo que hacen lo que pueden con lo que tienen, situándose en esa fina línea que separa la “agroecología” de la pura agricultura de subsistencia. En el otro extremo, tenemos a ese pequeño reducto que, por decisión propia, produce una cantidad limitada de alimentos mimados hasta el extremo, mas o menos con las mismas herramientas que los agricultores pobres, pero sabiendo que les pagarán casi lo que pidan. A veces, el "truco" no está en cómo produces sino dónde y para quien lo haces. Ah, y también cómo lo vendes.
 

Pero, ¿y qué ocurre con todos esos productores que se encuentran en medio de esos dos extremos y quieren vivir de producir alimentos de una manera distinta a la que se ha hecho durante los últimos 60 años? (o no les queda otra opción). Hemos hablado de Revolución Verde, de una clase política buena o mediocre, de economía, de opinión pública, de apuestas más o menos arriesgadas, de valorar el conocimiento...pero creo que el ejemplo danés nos aporta el concepto clave: colaboración. Una palabra que deberíamos grabarnos en la cabeza, e intentar aplicar en la medida de las posibilidades de cada uno. 




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jueves, 16 de enero de 2020

"LECHES" VEGETALES VERSUS LECHE DE VACA

Me llegó ayer por Twitter esta imagen que merece sin dudarlo una nueva entrega del "Máster de detección de bulos y mentirijillas varias sobre alimentos".
 

Esta vez va dedicada a esas comparaciones tan poco rigurosas como llenas de ideología. Desconozco el origen de la imagen pero todo apunta al movimiento vegano/animalista. Podría parecer que les tengo manía dado que ya les he dedicado alguna entrada, pero no es así; puedo respetar sus planteamientos pero lo que me echa para atrás es la desinformación. Así que vayamos al grano.

 

Visto así cualquiera diría que los ganaderos son criminales desalmados.

viernes, 5 de abril de 2019

¿QUÉ ES UNA RAZA AUTÓCTONA?

Cada vez es más frecuente que grandes cadenas de supermercados se apunten a modas y tendencias digamos "buenrollistas" respecto a la alimentación. A mí en principio me parece algo positivo si realmente se trata de un compromiso verdadero para que nos alimentemos mejor y con un menor impacto en el medio ambiente (que es lo que se suele vender). Así que vamos con la segunda entrega del máster 

Recientemente me encontré con este cartel en una conocida empresa de distribución alimentaria. En el informa sobre una de las acciones que llevan a cabo, dentro de su estrategia de RSC (Responsabilidad Social Corporativa),  para lograr el sano y bienintencionado propósito de que comamos mejor. Me fijé en varios carteles similares, pero este se ganó enseguida el privilegio de protagonizar la segunda entrega de este máster
"Detección de bulos y mentirijillas varias sobre alimentos".

Realmente no es una mentira gorda como para sentirse engañados, ni nada de lo que debamos preocuparnos; simplemente me viene de maravilla para explicar qué es una vaca autóctona. Al fin y al cabo las están utilizando como reclamo para vender. 





 


La guerra está perdida con los reclamos de tipo "natural", "tradicional", "artesano" o similares, son difíciles de delimitar y su uso no está regulado actualmente. Yo al menos voy a poner mi granito de arena para que no ocurra lo mismo con "razas autóctonas", que también suena muy bonito y muy local. Sobre todo, porque sí que existe una norma que dice bien clarito cuales son y qué las caracteriza: es el Catálogo Oficial de Razas de Ganado de España, que contiene la relación oficial y la clasificación de todas las razas y variedades ganaderas reconocidas en España y que fue aprobado como anexo de un Real Decreto

En la parte superior del cartel hay una imagen de una vaca lechera, la que todos conocemos, la blanca y negra, la frisona de toda la vida. El texto al que acompaña nos informa que la leche de la marca blanca de ese supermercado procede de vacas autóctonas, y que se produce y envasa en España.
 

Pues bien, la vaca frisona NO es una raza autóctona española. Se trata de una Raza integrada en España, definida en ese Real Decreto como, "aquella que se ha incorporado plenamente al patrimonio ganadero español, con más de veinte años en nuestro país [...]". La vaca frisona procede de la región de Frisia, situada entre Holanda y Alemania, aunque es cierto que lleva muchísimo tiempo en España, desde 1926. Al principio todos los animales que se importaban procedían de Europa, hasta que en Norteamérica se pusieron a mejorar la raza por su cuenta para crear las frisonas tipo "Holstein". En definitiva, que como mucho, podríamos considerarla española de adopción.
 

Esta vaca, a día de hoy es la mayoritaria en las explotaciones lecheras españolas - del censo de vacas lecheras, 1.162.975 tienen base racial frisona (96% del total) - y en las de gran parte del mundo. Produce en torno a 30 litros diarios de leche, con una proporción determinada y muy constante de grasa y proteínas, para adaptarse a la normativa y a la demanda de los consumidores.

Vamos a suponer que, aunque el diseñador del cartel puso la primera vaca que encontró en la base de fotos, los responsables de la campaña decidieron mantener la idea de que realmente toda la leche que venden como marca blanca procede de razas verdaderamente autóctonas. Vamos a ver entonces, qué se entiende por raza autóctona.
 

El Catálogo define las razas autóctonas españolas como "las que se han originado en España", e incluye dentro de este grupo a las "razas de fomento" ( las que por su censo y organización se encuentran en expansión) y a las "razas en peligro de extinción" (las que se encuentran en grave regresión o en trance de desaparición). Así que he tenido la santa paciencia de mirar en el ARCA cuántas razas de bovinos autóctonos tienen doble aptitud, es decir que podrían producir leche en la cantidad y calidad adecuadas como para que compense ordeñarlas a diario. Dentro de las razas de fomento, ni una. Dentro de las 32 razas consideradas en peligro de extinción solo tenemos a la Pasiega (598 animales) de Cantabria; a la Frieiresa (869) y Limiá (1.200) orensanas, y como representantes insulares a la Menorquina (1965) y la Canaria (1.171). Entre todas no llegan a 6.000 animales, y la poca leche que producen, como suele ser más rica en grasa y caseínas se intenta vender en forma de productos lácteos elaborados como quesos (Canaria y Menorquina) y/o mantequilla (Pasiega). Las dos razas gallegas las he incluido en la lista porque en sus orígenes tenían triple aptitud, carne + leche + trabajo. Quizás en otros tiempos estas vacas sí producían la leche que pudiera consumir una familia, leche que variaba de composición (y por tanto de sabor y aspecto) a lo largo de las estaciones. Algo que hoy en día muy poquitos consumidores aprecian ( menos aún los que compran habitualmente la leche en este tipo de establecimientos), a pesar de que esa variación sí que es genuinamente natural.

En conclusión, no sé cuantos litros de leche se venderán bajo la marca propia en cada uno de los super e hipermercados de esta cadena de distribución (997 establecimientos en total), pero de lo que estoy segura es que no puede proceder de razas autóctonas porque directamente ni hay suficientes vacas ni estas producen lo que actualmente se demanda.

 


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lunes, 26 de junio de 2017

AGRICULTURA ES... VIVIR EN EL CAMPO Y CULTIVAR COSAS

Recientemente ha sido noticia los resultados de una encuesta que revelan que el 7% de los estadounidenses creen que la leche con chocolate procede de vacas marrones.

La verdad es que no me sorprende mucho, considerando que una amplia mayoría de estadounidenses ven la comida como un producto muy transformado, que apenas recuerda a la fuente original. Y eso a pesar de tener muchas organizaciones dedicadas a hacer mucha y muy buena divulgación agraria. Pero me gustaría poner esta noticia un poco en perspectiva. En primer lugar, se trata de una encuesta llevada a cabo por el Innovation Centre of U.S Dairy (algo así como un centro de innovación ligado a una asociación interprofesional del sector lácteo) de EEUU que marcaba el inicio de una campaña de promoción de los productos lácteos. En segundo lugar, era una encuesta on-line, que rellenaron 1.000 adultos. En otras palabras, y sin ser experta en estadística: muy poco representativa, con un diseño metodológico dudoso (¿ cómo asegurarse que los encuestados no han respondido por error, son trolls o simplemente se lo toman a broma ? ), pero que generaba la noticia perfecta para justificar dicha campaña, y sobre todo para que los medios de comunicación hablaran de ella. Y tanto, que ha llegado hasta España.

Casualmente esta noticia ha llegado en pleno cuarto tour del "Proyecto Conocer la Agricultura" por colegios de la Comunidad de Madrid. Y estas visitas a colegios nos dan cierta idea de cómo andamos de culturilla agraria por estos lares. Mi conclusión, al final de la entrada.
 


La charla inicial
 

Seguimos preguntando a los niños qué es la agricultura, y posiblemente el título de esta entrada lo resume todo: para ellos es sembrar, plantar y recolectar, y preferentemente verduras y hortalizas. Hubo incluso una niña del colegio Peñalvento en Colmenar Viejo, que tiró de personaje conocido, aunque algo antiguo, para explicar en qué consiste la agricultura: —"es lo que hacía San Isidro"—.
 

Para los niños del colegio Hélade de Boadilla, las plantas no toman medicinas, toman simplemente agua.

Tras hablar de los productos agrícolas que conocen - de nuevo dominan las frutas y verduras, con zanahorias y tomates a la cabeza - y, recordando que nos ayudan a prevenir enfermedades, aprovechábamos la ocasión para preguntarles.

—"Y las plantas ¿se ponen malas?"—Aunque les descolocábamos un poco, enseguida respondían que sí "se ponen pochas, por no regarlas"—.

Eso si algún niño hubo que habló de hongos, ¡y otro incluso de pulgones!. Supongo que eso de que a las plantas les ataquen otros seres vivos, causándoles enfermedades, no es algo evidente para los niños. Nuestro objetivo es simplemente hacerles ver que ese riesgo existe, y que el agricultor puede recurrir a productos fitosanitarios para curar a las plantas. Si se quedan con ese palabro y el concepto "las medicinas de las plantas", nos damos por satisfechas.
 

La ganadería por su parte, consiste en "cuidar de los animales", así en genérico. Aunque hubo algún niño despistado, y poco informado, para el que la ganadería es —"ganar mucho"—. Por cierto tienen clarísimo que  si se ponen malos los animales es el veterinario el encargado de curarlos.
 

La oca
 

Ya os he hablado en otras ocasiones de nuestra versión del juego. Es muy vistoso, si, pero tiene una pega; es imposible evitar la competitividad de los niños (ya bastante alta de por sí) todos quieren ganar y las explicaciones pasan a un segundo plano.
 

Y mira que este año hemos hecho un tablero con muchas más cosas que contar. Nuestro personaje se ha puesto un nombre más corto, ahora es Pepe Huertas y tiene una socia ganadera que se llama Mari Lanas

Los niños del colegio Zola de las Rozas jugando a la oca
 
A veces surgen anécdotas o comentarios que dan que pensar. Belén, la monitora que normalmente lleva este juego comentó sorprendida que los niños desconocen por completo que el azúcar sale de una planta. Es normal que al tratarse de un cultivo tropical, muchos no hayan visto una caña de azúcar en la vida...pero la remolacha azucarera, propia de nuestras latitudes, les suena también a chino. Con lo presente que está el azúcar en sus vidas, y lo que le gusta a algunos, no tienen la más remota idea de dónde viene.
 


El memory
 

Con este juego, algo menos vistoso, pero muy agradecido para jugar, aprovechamos el poder de la imagen para introducir algunos conceptos: la importancia del clima, la gran ayuda que supone la maquinaria, la salud de las plantas y el papel de la fauna auxiliar. Albertina, la monitora que suele llevar este juego confirma que los niños están muy verdes en esto de las abejas y la apicultura: algunos creen la miel se elabora a partir del polen y no tienen del todo claro en qué consiste la polinización ni por qué es tan importante.
 




Como anécdota, contar que a una niña, muy asertiva y ecologista ella, no le pareció nada bien que se considerara la amapola como una mala hierba y exigió a la monitora que retirara la foto. Albertina tuvo que contarle que, si bien la amapola es una flor muy bonita, que da color a los campos y que como muchas otras "malas hierbas" puede utilizarse como medicinal, cuando se pone a competir con los cultivos por el agua y los nutrientes, les perjudica bastante.
 

Algunas de las múltiples tarjetas que componen nuestra versión agrícola-ganadera del memory.

 

Del campo a la mesa
 

Como conté en la crónica del tour anterior, se trata de una especie de mercado en el que los niños tienen que adquirir los alimentos para hacer una receta con ellos. He cambiado la dinámica del juego, para hacerla más rápida y atrayente...y para poder controlar mejor el momento de la compra, que antes era un verdadero frenesí.
 

Es inevitable una primera explicación. Aquí se ve que los peques del Peñalvento están muy interesados.

Para conseguir los alimentos tienen que acertar unas preguntas de verdadero o falso, algunas de ellas muy locas o descabelladas; así veo cómo andan de conocimientos agro-nutri-gastronómicos y les hago razonar un poquito. La tendencia natural es responder lo primero que se les viene a la cabeza, pero en cuanto otro grupo u otro niño dice justo lo contrario les entra la duda y empiezan a razonar.
 


Aquí un equipo del Colegio Andrés Segovia de Leganés discutiendo si van a hacer macarrones, arroz con tomate o pizza. Lo único que les pido es que sea una propuesta equilibrada y saludable.


Si da tiempo, me cuentan cómo hacen la receta. Esto les suele gustar, aunque se nota que ya Máster Chef ya no les motiva tanto.

Hay cosas que lógicamente los niños no tienen por qué saber, como cuántos huevos que pone una gallina al día o la cantidad de leche que produce una vaca; por cierto se repite la tendencia de sobreexplotar a pobres las gallinas (¡¡qué gran daño ha hecho la gallina Turuleca!!) y no sacar partido a las vacas de leche. Donde sí suelen fallar en la denominación comercial de algunos alimentos, por ejemplo los tomates "cherry", - en un 40% de las veces estaban de acuerdo en que son cruces de tomates y cerezas - o los pollos "camperos", que viven por ahí sueltos por el monte y el ganadero tiene que ir a cazarlos - a un 50% les entraba la duda de si era cierto o no. También se les hace difícil creer que existan patatas y zanahorias de colores, ya que jamás las han visto. Lo de las pintitas del plátano de Canarias tampoco lo tienen del todo claro, hubo un niño que me dijo convencido que —"los machos tienen pintitas y las hembras no"—. 

Sin embargo, es justo reconocer que hay muchas otras cosas que si tienen clarísimas

- que no sólo las vacas de color marrón nos dan carne, 
- que el hecho de que las vacas tengan cuernos no tiene nada que ver con el sabor de la carne (a pesar de que algún niño apuntara a que da igual que sean de toro o de vaca ).
- que los yogures de fresa ni de coña se consiguen dando de comer muchas fresas a las vacas,
- que los pollitos cuando nacen son amarillos, no rosas ni azules ni morados. (Hace tiempo pasó esa moda de regalar o vender pollos tintados de colores; mi primer contacto con avicultura, de cuando era una cría ).
- que el trigo no viene del árbol triguero ni el aceite de oliva del aceituno.
- y que las mandarinas, no son naranjas que se han quedado pequeñas por falta de riego, son una especie distinta.


 

En todos los tours intentamos incluir un colegio de educación especial, ya que disfrutamos mucho de la experiencia, y ellos creo que también. Esta vez repitió el Sor Juana Inés de la Cruz de Fuenlabrada, que han sido los únicos en identificar al escarabajo de la patata (el cursar un módulo de jardinería siempre ayuda) y los más originales a la hora de proponer platos para el menú: ¡¡ callos con vinagre !!  y San Jacobos.


Y como conclusión
 

Afortunadamente y por lo que vemos en los colegios, en España todavía mantenemos una relación algo más normal, o más realista, con la comida y los alimentos.
 

En mi opinión, en la imagen que los niños se hacen de lo que es, o se supone que es el campo, la agricultura y los alimentos lo que más pesa es su experiencia personal o la de personas cercanas a ellos. Por ejemplo, una niña que ha vendimiado (algo muy poco habitual) tenía claro que las uvas de vino, aunque también se pueden comer, eran distintas de las de mesa. Otra del colegio Los Robles, de Aravaca, hablando del color de la cáscara y del interior de los huevos, me contó que ¡¡las gallinas de su abuelo los habían puesto verdes!!. Por esta razón es tan aconsejable que los centros tengan un huerto escolar activo, o incluso un gallinero.
 

En el Colegio Carlos Cano de Fuenlabrada se han liado la manta a la cabeza y tienen hasta un gallinero. 


También influye mucho lo que escuchan de los adultos, para bien o para mal. En varias ocasiones me comentaron que la carne de vaca no es saludable —"porque tiene mucha grasa"— o que el trigo integral es más nutritivo —"porque es más sano y no les meten tantas cosas"—. Es incluso frecuente que digan convencidos que el pan no lleva sal: ignoro si es porque no les sabe salado o porque directamente ven la sal como algo negativo. Es una pena no poder conversar más con ellos, pero el tiempo apremia y hemos ido a hablar de agricultura y ganadería, no de nutrición.
 

Por último, cuando toda esa amalgama de experiencias e ideas preconcebidas se combinan con su imaginación salen respuestas tan geniales como las que hemos visto en este tour y en los anteriores.
 

El repertorio de recetas de los niños suele ser bastante limitado - pasta, pizza, hamburguesas, pollo asado...-Los garbanzos, si no les quedaba otra opción. De postre escogían fruta, sobre todo plátano y fresa, y eso que tenían de donde elegir. Creo que ahí los padres tenemos mucho trabajo por hacer.


Otro detalle. En mi juego "Del campo a la mesa" me gustaba tirarle de la lengua a los niños, y preguntarles si les parecía fácil o difícil el trabajo de los agricultores, — ¡¡ fácil !! — era la respuesta más habitual, y si se veían ellos como agricultores —"psche"— o directamente no era la respuesta en ese caso. Alguna niña, del colegio Jesús y María en pleno barrio de Salamanca, muy maja ella, por no defraudarme respondió —"es que yo ya tengo pensado que voy a ser médica"—. Espero que la cosa cambie en entornos menos urbanos porque a este ritmo lo mismo nos quedamos sin agricultores. Y es que ahí también hay mucho trabajo por delante.


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