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lunes, 26 de septiembre de 2022

MANERAS DE APOSTAR POR LA PRODUCCIÓN ECOLÓGICA: DINAMARCA VS SRI LANKA

Este verano he tenido la suerte de conocer aspectos de la agricultura y ganadería danesas durante el congreso anual de periodistas agroalimentarios (IFAJ) y una de las cosas que más me ha llamado la atención es la decidida apuesta por la producción ecológica que ha hecho este país. 

 

 

Iba a escribir una crónica al uso, pero me topé con este texto sobre la debacle sufrida por Sri Lanka una vez sus autoridades decidieron pasarse a este tipo de producción. Y me pareció curioso comparar ambas situaciones. Muchos diréis, con razón, que es una comparación fácil e injusta, de primer contra tercer mundo, de naciones científicamente desarrolladas contra otras que quizás no lo están tanto, etc. Pero también me parece injusto que se critique la producción ecológica en su conjunto, solo porque los dirigentes de un país optaran por ella de una manera tan rematadamente absurda. Mi intención es, simplemente, identificar lo que funciona y lo que no.
 

¿Qué ocurrió en Sri Lanka?


Lo primero de todo es daros contexto, y para ello, voy a resumir lo que cuenta este artículo. Por si alguien no se ha enterado, resulta que este invierno Sri Lanka tuvo que parar su apuesta  para convertir toda su producción agrícola a ecológica, debido a la crisis económica y humanitaria que estaba atravesando el país.

 

Primero, pongámonos en situación. En Sri Lanka la agricultura y la alimentación constituyen una parte bastante importante de los ingresos y del empleo: el 25% de la mano de obra del país (unos dos millones de personas) se dedica al sector agrícola y sus pequeños agricultores son los responsables de alrededor del 80% del suministro nacional de alimentos. El principal es el arroz y hasta hace nada eran más que autosuficientes, principalmente gracias a la Revolución Verde.
 

Campo de arroz en Sri Lanka. Imagen de Imagen de vined mind en Pixabay

Por si en su momento no estudiasteis este pequeño pero importante (por todo lo que ha significado) episodio de la historia contemporánea os lo resumo: la Revolución Verde fue una iniciativa mundial para aliviar la desnutrición en las naciones en desarrollo que se puso en marcha en la década de 1960. Básicamente se trataba de impulsar la producción agrícola utilizando variedades muy mejoradas de los cultivos tradicionales. Para que estas variedades mostraran todo su potencial era necesario recurrir a técnicas de cultivo modernas para la época: utilización de fertilizantes sintéticos y productos fitosanitarios (el famoso DDT es de esta época) junto con la mecanización de las labores agrícolas.
 

Teniendo en cuenta que la mayoría de esos pequeños agricultores esrilanqueses (ceilandeses también vale) no podían permitirse comprar los fertilizantes químicos, el estado tenía que subvencionarlos hasta casi el 90%. Pero como Sri Lanka no produce fertilizantes químicos pues tiene que comprarlos fuera, ¿y quién subvenciona al país? Exacto, prácticamente nadie. Préstamos, los que quisieran. Y mientras pudieran tirar adelante de esta manera, ningún político se atrevía a cortar por lo sano.
 

Los resultados de la Revolución Verde fueron evidentes: los rendimientos agrícolas aumentaron sustancialmente (y por tanto el nivel de seguridad alimentaria) y las exportaciones de té y caucho permitían equilibrar algo la balanza comercial. Pero tiempo después algo oscureció este éxito. A mediados de los 90, muchos agricultores del norte de la isla comenzaron a sufrir la Enfermedad Renal Crónica de Origen Desconocido (CKDU en inglés), una epidemia que ha surgido en varias partes del mundo. De momento no hay evidencias que apoyen al 100% la hipótesis de que los fertilizantes o los plaguicidas son los responsables, más bien se cree que es una enfermedad ocupacional en la que pudieran influir también otros muchos factores (un trabajo muy intenso en condiciones de calor extremo entre otras). Pero una vez la sociedad encontró al culpable perfecto y empezó a ganar adeptos la idea de una agricultura "más sostenible". Esta idea formaba parte de los postulados de un movimiento de la sociedad civil, que apoyó como candidato al futuro causante del desastre, el expresidente de Sri Lanka, Gotabaya Rajapaksa. Gotabaya, en consecuencia prometió hacer la transición a la agricultura ecológica durante un período de 10 años durante su campaña electoral de 2019.

 

En estas llega la pandemia primero y la invasión de Ucrania después. Sin ingresos por el turismo, con más gastos por causados por el Covid y el encarecimiento de los fertilizantes, la cosa se pone bastante fea. Rajapaksa gana las elecciones y, contrariamente a lo que suelen hacer los políticos, se da prisa en cumplir su promesa, demasiada prisa: impone una prohibición a nivel nacional sobre la importación y el uso de fertilizantes y plaguicidas sintéticos. Esto implicaría que los 2 millones de agricultores del país tendrían que volverse ecológicos de la noche a la mañana. En su cabeza debió parecerle una idea fabulosa ya que le permitía matar dos pájaros de un tiro: mejoraba la balanza económica exterior y al mismo tiempo recortaba un gasto tremendo en subsidios. ¿Porqué esperar 10 años cuando podían hacerlo ya? Por si fuera poco, nuestro protagonista tenía algunos "asesores" dándole la turra con el tema sin parar, que posiblemente irían vendiendo la burra de que exportando productos ecológicos podría ingresar más dinero en las arcas, cuidando además la salud de sus conciudadanos, ¿qué podía salir mal?.


La agricultura ecológica no es algo completamente nuevo en Sri Lanka. Hay cultivadores de té por ejemplo que llevan años haciéndolo, pero a pequeña escala y llegando a un nicho de mercado muy pequeño. Imagen de jürgen Scheffler en Pixabay 

Imagino a los agrónomos de Sri Lanka y de medio mundo llevándose las manos a la cabeza e intentando advertir a quien les escuchara que los rendimientos agrícolas caerían sustancialmente. Pero nadie, al menos nadie con poder, hizo caso a los expertos. La experiencia en Bután demostraba que el paso a una producción 100% orgánica, incluso con años de planificación, era inviable. Sri Lanka es una pequeña isla que no puede producir suficiente fertilizante por sí mismo. No disponen de tierras suficientes como para albergar los animales que deberían generar el estiércol suficiente como para subsanar el déficit de abonos químicos, y tampoco quedarían suficientes tierras cultivables como para compensar la menor producción que caracteriza a la agricultura ecológica. Obviamente, el país tampoco disponía ni de normativa reguladora ni de personal capacitado para montar desde cero todo un sistema funcional de producción ecológica: aquel que establece qué se puede utilizar, qué prácticas están permitidas y cuáles no, cómo se inspecciona, cómo se certifica para exportar en condiciones; vamos, unos pequeños detallitos de nada...
 

Obviamente salió mal todo. Rematadamente mal. Vamos, que les salió el tiro por la culata: la producción nacional de arroz cayó un 20 % en los primeros seis meses. Sri Lanka, durante mucho tiempo autosuficiente, se vio obligada a importar arroz por valor de unos 450 millones de dólares. Esto aumentó aun más la ya disparada deuda exterior y subió el precio del cereal en el mercado interno, como ocurrió con otros productos básicos y el combustible. Siete meses después de que comenzara la prohibición, el gobierno de Sri Lanka tuvo que dar marcha atrás para permitir la importación de fertilizantes sintéticos sólo para los cultivos de exportación clave, como el caucho, el coco y el té, ya que son una fuente fundamental de divisas. Pero el daño ya estaba hecho, el colapso económico del país abrió la veda de las manifestaciones y el causante de todo este estropicio acabó huyendo por la puerta de atrás. Esperemos que el nuevo gobierno sea capaz de reconducir el desaguisado.
 

Recopilando, tenemos: una limitación evidente de espacio, dependencia sobre un factor productivo (abono), una situación de endeudamiento previa, una demanda social, intereses particulares en juego tanto políticos como económicos junto con ninguna disposición a contar con los expertos que pudieran contribuir a una transición realista a la producción ecológica. En definitiva, no fue la agricultura ecológica la que provocó el problema, sino una decisión muy mal tomada, en la que esta era la principal protagonista, que agravó aún mas una situación ya mala de por sí.
 

El modelo danés
 


 

Reconozco que, tras varios días viajando de un punto a otro del país, más de una vez me pregunté cómo se las apañan para que todo parezca tan bonito y perfecto, los daneses son tan eficientes, amables y hospitalarios... Las encuestas los sitúan como uno de los pueblos más felices del mundo, y según cuentan puede deberse a que básicamente no conocen la corrupción, tienen un alto nivel de confianza en las autoridades, en su sistema social, en sí mismos y los que le rodean. No cuento esto por pelotear, ya veréis por qué.
 

Vamos a poner en contexto ahora la agricultura danesa (que obviamente es difícilmente comparable a la de Sri Lanka). Es también un país pequeño, una península en su mayor parte y con una superficie algo menor que Sri Lanka (unos 20.000 km2 menos). Podría decirse que dos factores limitantes a su producción agraria son las horas de sol y la gran extensión que ocupan los suelos arenosos.
 

Hasta la Segunda Guerra Mundial, la agricultura danesa se caracterizaba por numerosas granjas, grandes y pequeñas, en las que se combinaban cerdos, vacas lecheras y cultivos. Una vez termina la contienda, gracias al famoso Plan Marshall llegaron a Europa alimentos, combustible y maquinaria que ayudaron a poner las bases de un desarrollo tecnológico que iniciaría una serie de cambios estructurales. Aquí también llegó la Revolución Verde y los rendimientos aumentaron significativamente gracias al uso de los fertilizantes y productos fitosanitarios. Y los agricultores y ganaderos también recibieron, y siguen haciéndolo, subvenciones, en forma de Política Agraria Común desde que el país pasó a formar parte de la Unión Europea. La PAC tiene sus cositas y no es en absoluto perfecta, pero ha supuesto un marco común para el sector agroalimentario, una orientación y una manera de trabajar que podríamos considerar seria, o al menos independiente de las veleidades de los políticos que gobiernan cada país. Otro aspecto a tener en cuenta es que, en el parlamento danés hay dos bloques principales, rojos y azules, pero,¡ oh envidia cochina!, hay una gran tradición de colaboración entre ambos.
 

¿Sabías que la capacidad productora de alimentos de Dinamarca les permitió eludir durante un tiempo las tremendas exigencias de los alemanes durante la Segunda Guerra Mundial? Aquí puedes descubrir la historia.

Vayamos al grano. La preocupación sobre la sostenibilidad de su agricultura también terminó llegando al pueblo danés, de hecho lo hizo de una manera bastante temprana. En 1987, Dinamarca se convirtió en el primer país del mundo en introducir reglamentos para la producción orgánica, y lo hicieron basándose en la legislación agrícola y alimentaria que ya tenían. Junto con la normativa, el gobierno introdujo una gama de subsidios para motivar a los agricultores daneses a pasar a la agricultura ecológica.
 

Pero las leyes y el dinero, aun siendo importantes no lo son todo. Y aquí es donde entra la personalidad danesa: la cultura de colaboración entre empresas, universidad y autoridades ha proporcionado una base sólida para el crecimiento de la agricultura en general y la ecológica en particular. El sector agrícola ha tenido desde siempre sus propios servicios de asesoramiento para ayudar a los agricultores a implementar los nuevos conocimientos lo más rápido posible. Este servicio se prestaba desde las asociaciones locales de agricultores y desde 1971 se complementa con una entidad nacional denominada SEGES. Los agricultores y ganaderos, por su parte aportan su granito de arena cediendo parcelas o abriendo las puertas de sus establos para permitir el trabajo de los investigadores.
 

Un buen ejemplo de esta cultura colaborativa lo pude comprobar en la granja Haalgard, donde se está llevando a cabo un estudio comparativo sobre los efectos de la agricultura convencional, el no laboreo y la agricultura de conservación. Este estudio, realizado por Syngenta en colaboración con SEGES, pretende obtener más información sobre cómo diferentes sistemas agrícolas influyen en la salud del suelo. De esta manera se obtiene conocimiento científico, es decir datos concretos y demostrables, que permiten respaldar la transición gradual a una agricultura ecológica o al menos más sostenible, y sobre todo convenciendo a los propios agricultores.

¿Sabías que Dinamarca tiene la granja de leche ecológica más grande de todo el mundo y el principal matadero de cerdos ecológicos?
 

De la misma manera que el movimiento cooperativo ha desempeñado un papel importante en el desarrollo de la agricultura danesa desde 1882, también ha permitido el progreso de la producción ecológica hasta el punto de que hoy en día está completamente integrada en la industria alimentaria danesa. Habrá quien diga, con cierta razón, que al hacerse demasiado grande se pierde la esencia de lo ecológico. O que para lograr unos altos estándares de seguridad alimentaria, trazabilidad, calidad e incluso sustentabilidad ambiental hace falta trabajo y dinero. Y así es, pero también es la manera de abrir mercados y conseguir un alto valor añadido por tus productos. Así funcionan las cosas y esta parece ser la apuesta del sector agroalimentario danés.
 

¿Sabías que a pesar de su tamaño, Dinamarca es el país con mayor tasa de exportación de alimentos de toda la UE?.Su industria agroalimentaria gira en torno a las cooperativas, 45 son poquísimas en comparación con España, pero hay varias que son directamente grandes multinacionales de gran peso en la UE y el resto del mundo, sobre todo de leche y carne de porcino.
 

 

En esta granja ecológica las cerdas y sus lechones viven al aire libre en sistema de camping . Una especie de versión Lego de una dehesa española. Los cerdos los venden a una cooperativa - Friland - que los manda a su vez al mercado estadounidense donde se demanda una carne sin antibióticos y con altos estándares de bienestar animal.
 

¿Sabías que uno de cada tres huevos que se consumen en Dinamarca los ha puesto una gallina criada en ecológico?

 

Hemos hablado de exportar ecológico, algo que también sabemos hacer bien en España, pero ¿y el consumo interno?. Allí los productos ecológicos suponen un 13% de la compra de alimentos (principalmente huevos y verduras) frente al 2,48% de todo el gasto en productos alimentario ecológicos de los españoles en 2020 por ejemplo. El clima de Dinamarca es el que es y suele resultar inevitable importar ciertos productos. Eso sí, ecológicos (españoles) y de calidad a ser posible.
 
 

En la granja lechera ecológica Krogsminde comprobamos la importancia del factor tecnología. El estiércol está muy bien como abono e incluso como fuente de energía. Con suficiente ganado concentrado en un espacio y con la ayuda de un bioreactor (parcialmente subvencionado) es posible transformar el estiércol en energía y abono. Una nueva versión de una explotación de ciclo "casi cerrado" en la que los ingresos se reparten de la siguiente manera: 50 % cultivos, 35% energía, 15% vacas.
 

En conclusión
 

Es curioso como la producción agrícola llamémosla orgánica es importante para la población de países en extremos casi opuestos en cuanto a riqueza de sus habitantes. Por una parte tenemos los millones de agricultores en todo el mundo que hacen lo que pueden con lo que tienen, situándose en esa fina línea que separa la “agroecología” de la pura agricultura de subsistencia. En el otro extremo, tenemos a ese pequeño reducto que, por decisión propia, produce una cantidad limitada de alimentos mimados hasta el extremo, mas o menos con las mismas herramientas que los agricultores pobres, pero sabiendo que les pagarán casi lo que pidan. A veces, el "truco" no está en cómo produces sino dónde y para quien lo haces. Ah, y también cómo lo vendes.
 

Pero, ¿y qué ocurre con todos esos productores que se encuentran en medio de esos dos extremos y quieren vivir de producir alimentos de una manera distinta a la que se ha hecho durante los últimos 60 años? (o no les queda otra opción). Hemos hablado de Revolución Verde, de una clase política buena o mediocre, de economía, de opinión pública, de apuestas más o menos arriesgadas, de valorar el conocimiento...pero creo que el ejemplo danés nos aporta el concepto clave: colaboración. Una palabra que deberíamos grabarnos en la cabeza, e intentar aplicar en la medida de las posibilidades de cada uno. 




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Las ventajas de la colaboración entre universidad y sector privado en el ámbito agroalimentario no es ninguna novedad, ya os lo conté en estas dos entradas:
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miércoles, 10 de junio de 2020

ABECEAGRARIO: AZUFRE

El azufre es un elemento químico muy abundante en la corteza terrestre. Comúnmente se encuentra ligado a zonas volcánicas y en las cercanías de aguas termales. Está presente en la naturaleza combinado con otros elementos químicos, como es el caso de la pirita (hierro), la galena (plomo), cinabrio (mercurio) y yeso (calcio) entre otros minerales.

Cristales de azufre en una fumarola del volcán Krafla.

lunes, 4 de enero de 2016

EL PROYECTO "CONOCER LA AGRICULTURA" SE VA AL COLE. CRÓNICA DEL TOUR 2015 POR COLEGIOS MADRILEÑOS.



¡¡ Qué bonito lucía el tablero, recién estrenado, allá por mayo de 2014 !!. Tras dos viajes y miles de niños después jugando encima, necesita un sustituto. Fuente: Gema Morago/ Editorial Agrícola Española.

Si hace cuatro años, cuando terminé de escribir el libro "Conocer la Agricultura y la Ganadería", me hubieran dicho todo lo que iba a dar de sí, no me lo hubiera creído. Y menos aún que íbamos a visitar colegios acompañando a nuestro amigo Andrés Agustín para acercar un poco más el campo, sus labores y sus gentes a niños mayoritariamente urbanos. 


Nuestra propuesta ha consistido en llevar a los colegios unas versiones de juegos clásicos, pero con contenido agrícola, para que los niños aprendan jugando. La primera prueba de fuego la tuvimos en Cartagena hace poco más de año y medio, y se puede decir que tomamos "la alternativa" el pasado septiembre en la reunión bianual de los Fendtgüinos en la Rioja. En el primer caso fuimos invitados por Syngenta y en el segundo por Fendt, nuestros dos patrocinadores, a los que quiero dar las gracias desde aquí, porque sin ellos nada de esto hubiera sido posible. El despegue definitivo ha sido la gira por quince colegios de la Comunidad de Madrid realizada entre noviembre y diciembre de este año, del que hemos ido dando cuenta en nuestro perfil de Facebook. En esta entrada quiero compartir con todos vosotros esta gran experiencia. 


Antes que nada, he de decir que los niños saben perfectamente de dónde vienen los alimentos, eso de que la leche no viene del tetra-brick ni los pimientos de la barqueta de porexpan está ya más que superado. Sin embargo, en general sí que desconocen mucho vocabulario relacionado con labores (a mi parecer) básicas del campo como arar, esquilar o vendimiar. No sé si es porque apenas se estudia en clase o porque no han tenido ocasión de aprenderlo por otras vías. Aunque no lo hicimos ex profeso, prácticamente todos los coles que hemos visitado estaban en zonas urbanas o semi-urbanas, lo cual explicará muchas de las anécdotas que contaré a continuación.




LA CHARLA INICIAL


Como en toda actividad, se hace una charla previa para que los alumnos vayan centrándose en lo que van a hacer y que permite a los monitores valorar su nivel de conocimiento. Enseguida se ve si se ha trabajado el tema o no previamente en el aula. 


El ansia por responder


"—¿Alguien sabe la diferencia...—" pregunta el monitor". Inmediatamente se levantan unas cuantas manos.


"—¿Entre...? — Unas cuantas manos más arriba."—¿...la agricultura...— se mantienen algunas de las manos que se habían levantado —...y la ganadería?."


Alejandro, el monitor, señala a uno de los niños que primero había levantado la mano y este responde "—Es que esa no me la sé — "



Charla inicial en el Colegio San José, en Torrejón de la Calzada. Fuente: Gema Morago/ Editorial Agrícola Española.

Para ponernos en situación investigamos qué cosas conocen los alumnos que tienen que ver con la agricultura y la ganadería. Enseguida sale el pollo, los huevos, un filete, una vaca, una oveja..."—¿y las verduras? — les preguntamos —buenoo..., si, esas también— admiten."


También hablamos de algunas labores agrícolas: "—¿Y qué se les da a las plantas para que crezcan fuertes y sanas ?— pues "fuertilizante" dice un niño completamente convencido. Hubo otro niño que apuntó que quizás los dibujos animados de "Phineas y Fert" tuvieran que ver algo en el asunto de la fertilización, pero que no acababa de entender cómo.


En este punto es habitual que asocien "plantas", "animales", "naturaleza" e incluso la "protección del medio ambiente". A veces había incluso que recordarles que sí, al final la naturaleza es la que nos da los alimentos, pero que tiene haber alguien que se ocupe de arar, plantar, cuidar los animales, etc.... Será que las nuevas generaciones ven la agricultura de otra manera.


En una granja idílica el caballo en la cuadra es un detalle muy recurrente (ejem, bueno, yo también los dibujaba en mis granjas cuando tenía su edad), mucho verde, flores y/o bichos varios. Esta es de un grupo de niñas del CEIP Josep Tarradellas.


¿Qué diantres es un "agricultor modelo"?


Antes de empezar, les explicamos brevemente en qué consisten los juegos. Como en el juego de la Oca es Andrés Agustín, nuestro "agricultor modelo", el que hace de oca, aprovechamos para preguntarles:


"—¿Qué creéis que es un agricultor modelo? —". Las respuestas de los niños (y sobre todo de las niñas) iban todas en la misma dirección: "porque se cambia muchas veces de ropa", "porque es famoso", "porque le encanta posar en la alfombra roja", "porque hace anuncios"... 

 Cuando los monitores ya estábamos deseando meternos directamente en un agujero para no salir jamás, surge una vocecilla tímida al fondo, "—¿Porque es un ejemplo para otros agricultores?— ".Suspiro de alivio.

Nuestro AA utiliza el agua sabiamente, se apunta a cursos de manejo seguro de fitosanitarios, lucha contra plagas y malas hierbas a tiempo e invierte en un buen tractor que gasta menos energía y es más cómodo de conducir. Fuente: César Marcos/ Editorial Agrícola Española.




En una ocasión también aprovechamos para preguntar a los niños si ellos querrían ser agricultores, por qué sí o por qué no. Ganó mayoritariamente el no; y nos dieron dos razones, ambas previsibles aunque cada una a su manera.


"—Porque hay que madrugar mucho — " dijo un niño.


"—Porque no me gustaría tener que vender animales muertos —" añadió una niña. 


Me hubiera gustado explicarle que tendría un problema realmente serio si fuera ganadera e intentara vender a sus animales muertos, pero ya no quedaba apenas tiempo para seguir charlando y no era cuestión de ponerse a hablar de la función de los mataderos.




EL JUEGO DE LA OCA


En el fondo, los chicos estaban deseando empezar a jugar y el tablero y los dados gigantes estaban ahí, llamándoles poderosamente la atención. Todos querían empezar por el juego de la oca, aunque en vez de oca apareciera un tipo extraño vestido con mono y gorro de paja.


Las casillas


Como ya hemos visto, el juego está planteado para mostrar que es posible llevar a cabo una agricultura profesional, que busca obtener los mejores rendimientos, pero siempre cuidando el medio ambiente y los recursos naturales. Esta idea está reflejada en las casillas en las que aparece nuestro agricultor Andrés Agustín. Al principio del juego los niños escuchaban lo que nuestro amigo tenía que contarles, pero según se acercaban al final, hay que reconocerlo, les importaba tres pimientos.


Una de mis casillas favoritas es la 42, la de las malas hierbas. Fuente: Colegio Ábaco.

A pesar de contar con un agricultor muy profesional, a veces surgen pequeños o grandes inconvenientes  frente a los que sólo cabe estar preparados o saber cómo actuar para evitar males mayores: eran las casillas de la sequía, la erosión o las plagas. La inundación sustituye a la casilla de muerte, ya que destroza cosechas, entra en los almacenes y talleres e inutiliza todo a su paso. Para los más pequeños decidimos sustituir la muerte por un coma profundo, y en vez de volver a empezar hacer retroceder a los jugadores unas cuantas casillas, ya que hubo alguna niña que se nos echó a llorar del disgusto.



Una diferencia importante con el juego de la oca tradicional es que en el nuestro incorporamos adivinanzas o incluso preguntas, para poder utilizarlas en caso de tener alumnos muy puestos en agricultura o ganadería, lo cual apenas ocurrió. Eso si, en las adivinanzas, a veces los chicos mostraban un gran sentido común.

Fuente: Colegio Alameda de Osuna.

"—Atención, adivinanza —anuncia el monitor".

"—Bonita planta, con una flor, que gira y gira, buscando el sol—".
Tras mucho cavilar, el equipo azul decide que se trata del girasol, a lo que un niño de otro equipo replica: "—Un girasol no gira buscando el sol...porque si gira tanto se puede romper—".




Para que el juego funcione, todos los niños tienen que poder  participar. Todos quieren ser fichas, pero siempre es posible. En el Colegio de Educación Especial Sor Juana Inés de la Cruz (de Fuenlabrada) tenían la solución: cuatro vistosas picas de colores, una por cada equipo.  Fuente: Gema Morago/ Editorial Agrícola Española.



MEMORY


El segundo juego en veteranía y un clásico que nunca falla. Nuestra versión estaba pensada para mostrar conocieran las labores agrícolas más importantes y que los chicos las asociaran con imágenes. El problema es que a menudo, era la primera vez que veían algunas de ellas, lo cual ha dado lugar a anécdotas curiosas que ya contaré más adelante.

Jugando al Memory en el Colegio Rosa Montero. Fuente: Gema Morago/ Editorial Agrícola Española.


Según avanzaba el juego e iban quedando menos tarjetones en el suelo, los nervios crecían y los chicos no estaban para hablar y menos aún para escuchar explicaciones.  Fuente: Gema Morago/ Editorial Agrícola Española.

PICTIOBÚ


Este juego ha ido cambiando por cuestiones técnicas. Lo que en origen era un híbrido de Pictionary y Tabú (de ahí su nombre) ha evolucionado en dos direcciones. A partir de unas palabras dadas que ilustran personas, animales, objetos, lugares o acciones que pueden verse en una granja, los niños debían dibujar una granja ideal en la que se reflejaran esas palabras, o jugar al ahorcado con ellas (pero, en vez de un tipo colgando, dibujábamos un manzano al que se le van pochando las manzanas).


En ambos casos lo que buscaba era trabajar el vocabulario relacionado con la agricultura y la ganadería. Algo en lo que en general están más bien flojillos, carencia que suplen con una imaginación bestial y lógica infantil aplastante. 

Según agotaban las oportunidades era necesario darles pistas para que encontraran la palabra oculta. 

"—¿Cómo pueden llamarse las máquinas que recogen la cosecha? —". 
"—¡¡ Recolectadooor !! —" respondían los niños entusiasmados, aunque la palabra empezara con C y terminara en A.



Fuente: Colegio Alameda de Osuna

Los dibujos, además de relajar un poco a los muchachos, tienen la ventaja de que aportan mucha información sobre lo que para ellos es una granja. A continuación os voy a poner unos cuantos dibujos que no tienen desperdicio.


 A una chica del colegio San José de Torrejón de la Calzada le tocó dibujar un "mono de trabajo". Simplemente genial.


¡ Viva el vino ! ¿O no?.


Una de las cosas que más me ha sorprendido, es el desconocimiento generalizado de las palabras relacionadas con el mundo de la vid. La pregunta "—¿Qué es un vid?  —" me la hicieron en todos los colegios y todas las veces que jugamos. Tampoco sabían lo que es vendimiar, viñedo o bodega. No pretendo en absoluto fomentar el consumo de vino entre los más jóvenes, pero que conozcan uno de los cultivos más importantes en nuestro país, o que al menos sepan qué planta produce las uvas tampoco estaría de más, ¿no?. Y qué caramba, pensando en el futuro, siempre será mejor mostrar la cultura del vino que la del botellón. 


Si no saben lo que es una vid, difícilmente podrán dibujarla, por eso ninguna de nuestras granjas se parecía ni remotamente a "Falcon Crest" (salvo por la presencia de caballos). El último día, unos niños del colegio Josep Tarradellas me sorprendieron tanto con una bodega que la confundí con una casa de hobbits.


El papel de la mujer en el campo


Lo normal es que las chicas dibujaran granjeras de manera espontánea (y los chicos granjeros), pero no siempre ocurría. En una ocasión decidí tirarle de la lengua a unas chicas: 


"—Os falta algo para que funcione vuestra granja, ¿quién puede ser? —".

"—Ahh claro, el granjero —" dijo una niña.

"— ¿Sólo el granjero? —" volví a preguntar. 

"—Es verdad —" contestaron, "— necesitamos una chica para que no esté solo Andrés Agustín". 


Tras recuperarme del planchazo repliqué que las chicas podemos hacer de todo en las granjas, hasta conducir tractores si hace falta.




¿Cómo se ordeñan las vacas?


Vale, la leche viene de las vacas y se envasa en el tetra brick, pero al parecer se sigue ordeñando a mano. Había que adivinar la palabra "cubo", y los chicos comenzaron a dar pistas: 

"—¡Sirve para llevar agua! —" vamos bien, pensé.

"—¡Para llevar comida para los animales! —" vale; el concepto pienso no lo controlan, pero es comprensible.

"—¡Para ordeñar!  — Ayayayayyy....


Entiendo que dibujar una sala de ordeño no es nada fácil, sobre todo si no has visto una en tu vida. Pero dibujos animados y cuentos con gente ordeñando en el campo con la banquetita, de esos sí que han visto, y además quedan más bonitos.

También en inglés


En los colegios bilingües, los temas relacionados con agricultura y ganadería se estudian en Sciences, y por tanto en inglés. Aunque creo que lo lógico sería enseñar primero el vocabulario en castellano y luego ya en inglés (que es lo que hemos hecho), de vez en cuando, si la ocasión era propicia, nos atrevíamos también con la lengua de Shakespeare.


Una granja bilingüe de niñas del Colegio Ártica. Esta cumple la cuota de género, pero parece que los granjeros tienen poco presupuesto para vestuario...o que son muy mañosos con la aguja y el dedal.



Premio a la originalidad


Puestos a ser originales, me quedo con esta granja de unos niños del Colegio Alameda de Osuna. ¿Quien dijo que en una granja no podían convivir las setas de Mario Bros, los cazas del Imperio Galáctico, un dinosaurio, una colmena y un árbol que pone huevos?. Por cierto, los puntitos rojos al lado del canal de agua son tomates.

 


Esta granja-zoo, dibujada por niños del Josep Tarradellas, es la campeona en biodiversidad.




SESIÓN DE FOTOS


Hoy en día no hay evento que se precie sin su sesión de fotos, y nosotros no íbamos a ser menos, así que diseñamos nuestro propio "Photocall", para que los niños se hicieran la foto de rigor y quedara otro recuerdo de la actividad (aparte de los dibujos antes mencionados).

Diversión garantizada para el resto de compañeros . Fuente: César Marcos/ Editorial Agrícola Española.




¡¡ SALIMOS EN LOS MEDIOS !!


Aunque modestamente, los medios de comunicación se han hecho eco de nuestra iniciativa. Aquí os dejamos los enlaces. 




El primer día (03/11/2015) vino Radio Nacional a entrevistarnos en directo en el colegio Tres Olivos para el programa de "Las mañanas de rne"  (Minuto 27:50)



Nuestros amigos de Agrosfera también nos dedicaron un hueco el día que fuimos al Colegio Carlos Cano de Fuenlabrada . Aquí tenéis el vídeo.




Por cierto, chapó por los profes de ese colegio; cuando los profes están implicados y colaboran en los juegos (sin interferir), los niños aprenden más y todo sale rodado, y eso es lo que ocurrió en este cole.



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