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lunes, 26 de septiembre de 2022

MANERAS DE APOSTAR POR LA PRODUCCIÓN ECOLÓGICA: DINAMARCA VS SRI LANKA

Este verano he tenido la suerte de conocer aspectos de la agricultura y ganadería danesas durante el congreso anual de periodistas agroalimentarios (IFAJ) y una de las cosas que más me ha llamado la atención es la decidida apuesta por la producción ecológica que ha hecho este país. 

 

 

Iba a escribir una crónica al uso, pero me topé con este texto sobre la debacle sufrida por Sri Lanka una vez sus autoridades decidieron pasarse a este tipo de producción. Y me pareció curioso comparar ambas situaciones. Muchos diréis, con razón, que es una comparación fácil e injusta, de primer contra tercer mundo, de naciones científicamente desarrolladas contra otras que quizás no lo están tanto, etc. Pero también me parece injusto que se critique la producción ecológica en su conjunto, solo porque los dirigentes de un país optaran por ella de una manera tan rematadamente absurda. Mi intención es, simplemente, identificar lo que funciona y lo que no.
 

¿Qué ocurrió en Sri Lanka?


Lo primero de todo es daros contexto, y para ello, voy a resumir lo que cuenta este artículo. Por si alguien no se ha enterado, resulta que este invierno Sri Lanka tuvo que parar su apuesta  para convertir toda su producción agrícola a ecológica, debido a la crisis económica y humanitaria que estaba atravesando el país.

 

Primero, pongámonos en situación. En Sri Lanka la agricultura y la alimentación constituyen una parte bastante importante de los ingresos y del empleo: el 25% de la mano de obra del país (unos dos millones de personas) se dedica al sector agrícola y sus pequeños agricultores son los responsables de alrededor del 80% del suministro nacional de alimentos. El principal es el arroz y hasta hace nada eran más que autosuficientes, principalmente gracias a la Revolución Verde.
 

Campo de arroz en Sri Lanka. Imagen de Imagen de vined mind en Pixabay

Por si en su momento no estudiasteis este pequeño pero importante (por todo lo que ha significado) episodio de la historia contemporánea os lo resumo: la Revolución Verde fue una iniciativa mundial para aliviar la desnutrición en las naciones en desarrollo que se puso en marcha en la década de 1960. Básicamente se trataba de impulsar la producción agrícola utilizando variedades muy mejoradas de los cultivos tradicionales. Para que estas variedades mostraran todo su potencial era necesario recurrir a técnicas de cultivo modernas para la época: utilización de fertilizantes sintéticos y productos fitosanitarios (el famoso DDT es de esta época) junto con la mecanización de las labores agrícolas.
 

Teniendo en cuenta que la mayoría de esos pequeños agricultores esrilanqueses (ceilandeses también vale) no podían permitirse comprar los fertilizantes químicos, el estado tenía que subvencionarlos hasta casi el 90%. Pero como Sri Lanka no produce fertilizantes químicos pues tiene que comprarlos fuera, ¿y quién subvenciona al país? Exacto, prácticamente nadie. Préstamos, los que quisieran. Y mientras pudieran tirar adelante de esta manera, ningún político se atrevía a cortar por lo sano.
 

Los resultados de la Revolución Verde fueron evidentes: los rendimientos agrícolas aumentaron sustancialmente (y por tanto el nivel de seguridad alimentaria) y las exportaciones de té y caucho permitían equilibrar algo la balanza comercial. Pero tiempo después algo oscureció este éxito. A mediados de los 90, muchos agricultores del norte de la isla comenzaron a sufrir la Enfermedad Renal Crónica de Origen Desconocido (CKDU en inglés), una epidemia que ha surgido en varias partes del mundo. De momento no hay evidencias que apoyen al 100% la hipótesis de que los fertilizantes o los plaguicidas son los responsables, más bien se cree que es una enfermedad ocupacional en la que pudieran influir también otros muchos factores (un trabajo muy intenso en condiciones de calor extremo entre otras). Pero una vez la sociedad encontró al culpable perfecto y empezó a ganar adeptos la idea de una agricultura "más sostenible". Esta idea formaba parte de los postulados de un movimiento de la sociedad civil, que apoyó como candidato al futuro causante del desastre, el expresidente de Sri Lanka, Gotabaya Rajapaksa. Gotabaya, en consecuencia prometió hacer la transición a la agricultura ecológica durante un período de 10 años durante su campaña electoral de 2019.

 

En estas llega la pandemia primero y la invasión de Ucrania después. Sin ingresos por el turismo, con más gastos por causados por el Covid y el encarecimiento de los fertilizantes, la cosa se pone bastante fea. Rajapaksa gana las elecciones y, contrariamente a lo que suelen hacer los políticos, se da prisa en cumplir su promesa, demasiada prisa: impone una prohibición a nivel nacional sobre la importación y el uso de fertilizantes y plaguicidas sintéticos. Esto implicaría que los 2 millones de agricultores del país tendrían que volverse ecológicos de la noche a la mañana. En su cabeza debió parecerle una idea fabulosa ya que le permitía matar dos pájaros de un tiro: mejoraba la balanza económica exterior y al mismo tiempo recortaba un gasto tremendo en subsidios. ¿Porqué esperar 10 años cuando podían hacerlo ya? Por si fuera poco, nuestro protagonista tenía algunos "asesores" dándole la turra con el tema sin parar, que posiblemente irían vendiendo la burra de que exportando productos ecológicos podría ingresar más dinero en las arcas, cuidando además la salud de sus conciudadanos, ¿qué podía salir mal?.


La agricultura ecológica no es algo completamente nuevo en Sri Lanka. Hay cultivadores de té por ejemplo que llevan años haciéndolo, pero a pequeña escala y llegando a un nicho de mercado muy pequeño. Imagen de jürgen Scheffler en Pixabay 

Imagino a los agrónomos de Sri Lanka y de medio mundo llevándose las manos a la cabeza e intentando advertir a quien les escuchara que los rendimientos agrícolas caerían sustancialmente. Pero nadie, al menos nadie con poder, hizo caso a los expertos. La experiencia en Bután demostraba que el paso a una producción 100% orgánica, incluso con años de planificación, era inviable. Sri Lanka es una pequeña isla que no puede producir suficiente fertilizante por sí mismo. No disponen de tierras suficientes como para albergar los animales que deberían generar el estiércol suficiente como para subsanar el déficit de abonos químicos, y tampoco quedarían suficientes tierras cultivables como para compensar la menor producción que caracteriza a la agricultura ecológica. Obviamente, el país tampoco disponía ni de normativa reguladora ni de personal capacitado para montar desde cero todo un sistema funcional de producción ecológica: aquel que establece qué se puede utilizar, qué prácticas están permitidas y cuáles no, cómo se inspecciona, cómo se certifica para exportar en condiciones; vamos, unos pequeños detallitos de nada...
 

Obviamente salió mal todo. Rematadamente mal. Vamos, que les salió el tiro por la culata: la producción nacional de arroz cayó un 20 % en los primeros seis meses. Sri Lanka, durante mucho tiempo autosuficiente, se vio obligada a importar arroz por valor de unos 450 millones de dólares. Esto aumentó aun más la ya disparada deuda exterior y subió el precio del cereal en el mercado interno, como ocurrió con otros productos básicos y el combustible. Siete meses después de que comenzara la prohibición, el gobierno de Sri Lanka tuvo que dar marcha atrás para permitir la importación de fertilizantes sintéticos sólo para los cultivos de exportación clave, como el caucho, el coco y el té, ya que son una fuente fundamental de divisas. Pero el daño ya estaba hecho, el colapso económico del país abrió la veda de las manifestaciones y el causante de todo este estropicio acabó huyendo por la puerta de atrás. Esperemos que el nuevo gobierno sea capaz de reconducir el desaguisado.
 

Recopilando, tenemos: una limitación evidente de espacio, dependencia sobre un factor productivo (abono), una situación de endeudamiento previa, una demanda social, intereses particulares en juego tanto políticos como económicos junto con ninguna disposición a contar con los expertos que pudieran contribuir a una transición realista a la producción ecológica. En definitiva, no fue la agricultura ecológica la que provocó el problema, sino una decisión muy mal tomada, en la que esta era la principal protagonista, que agravó aún mas una situación ya mala de por sí.
 

El modelo danés
 


 

Reconozco que, tras varios días viajando de un punto a otro del país, más de una vez me pregunté cómo se las apañan para que todo parezca tan bonito y perfecto, los daneses son tan eficientes, amables y hospitalarios... Las encuestas los sitúan como uno de los pueblos más felices del mundo, y según cuentan puede deberse a que básicamente no conocen la corrupción, tienen un alto nivel de confianza en las autoridades, en su sistema social, en sí mismos y los que le rodean. No cuento esto por pelotear, ya veréis por qué.
 

Vamos a poner en contexto ahora la agricultura danesa (que obviamente es difícilmente comparable a la de Sri Lanka). Es también un país pequeño, una península en su mayor parte y con una superficie algo menor que Sri Lanka (unos 20.000 km2 menos). Podría decirse que dos factores limitantes a su producción agraria son las horas de sol y la gran extensión que ocupan los suelos arenosos.
 

Hasta la Segunda Guerra Mundial, la agricultura danesa se caracterizaba por numerosas granjas, grandes y pequeñas, en las que se combinaban cerdos, vacas lecheras y cultivos. Una vez termina la contienda, gracias al famoso Plan Marshall llegaron a Europa alimentos, combustible y maquinaria que ayudaron a poner las bases de un desarrollo tecnológico que iniciaría una serie de cambios estructurales. Aquí también llegó la Revolución Verde y los rendimientos aumentaron significativamente gracias al uso de los fertilizantes y productos fitosanitarios. Y los agricultores y ganaderos también recibieron, y siguen haciéndolo, subvenciones, en forma de Política Agraria Común desde que el país pasó a formar parte de la Unión Europea. La PAC tiene sus cositas y no es en absoluto perfecta, pero ha supuesto un marco común para el sector agroalimentario, una orientación y una manera de trabajar que podríamos considerar seria, o al menos independiente de las veleidades de los políticos que gobiernan cada país. Otro aspecto a tener en cuenta es que, en el parlamento danés hay dos bloques principales, rojos y azules, pero,¡ oh envidia cochina!, hay una gran tradición de colaboración entre ambos.
 

¿Sabías que la capacidad productora de alimentos de Dinamarca les permitió eludir durante un tiempo las tremendas exigencias de los alemanes durante la Segunda Guerra Mundial? Aquí puedes descubrir la historia.

Vayamos al grano. La preocupación sobre la sostenibilidad de su agricultura también terminó llegando al pueblo danés, de hecho lo hizo de una manera bastante temprana. En 1987, Dinamarca se convirtió en el primer país del mundo en introducir reglamentos para la producción orgánica, y lo hicieron basándose en la legislación agrícola y alimentaria que ya tenían. Junto con la normativa, el gobierno introdujo una gama de subsidios para motivar a los agricultores daneses a pasar a la agricultura ecológica.
 

Pero las leyes y el dinero, aun siendo importantes no lo son todo. Y aquí es donde entra la personalidad danesa: la cultura de colaboración entre empresas, universidad y autoridades ha proporcionado una base sólida para el crecimiento de la agricultura en general y la ecológica en particular. El sector agrícola ha tenido desde siempre sus propios servicios de asesoramiento para ayudar a los agricultores a implementar los nuevos conocimientos lo más rápido posible. Este servicio se prestaba desde las asociaciones locales de agricultores y desde 1971 se complementa con una entidad nacional denominada SEGES. Los agricultores y ganaderos, por su parte aportan su granito de arena cediendo parcelas o abriendo las puertas de sus establos para permitir el trabajo de los investigadores.
 

Un buen ejemplo de esta cultura colaborativa lo pude comprobar en la granja Haalgard, donde se está llevando a cabo un estudio comparativo sobre los efectos de la agricultura convencional, el no laboreo y la agricultura de conservación. Este estudio, realizado por Syngenta en colaboración con SEGES, pretende obtener más información sobre cómo diferentes sistemas agrícolas influyen en la salud del suelo. De esta manera se obtiene conocimiento científico, es decir datos concretos y demostrables, que permiten respaldar la transición gradual a una agricultura ecológica o al menos más sostenible, y sobre todo convenciendo a los propios agricultores.

¿Sabías que Dinamarca tiene la granja de leche ecológica más grande de todo el mundo y el principal matadero de cerdos ecológicos?
 

De la misma manera que el movimiento cooperativo ha desempeñado un papel importante en el desarrollo de la agricultura danesa desde 1882, también ha permitido el progreso de la producción ecológica hasta el punto de que hoy en día está completamente integrada en la industria alimentaria danesa. Habrá quien diga, con cierta razón, que al hacerse demasiado grande se pierde la esencia de lo ecológico. O que para lograr unos altos estándares de seguridad alimentaria, trazabilidad, calidad e incluso sustentabilidad ambiental hace falta trabajo y dinero. Y así es, pero también es la manera de abrir mercados y conseguir un alto valor añadido por tus productos. Así funcionan las cosas y esta parece ser la apuesta del sector agroalimentario danés.
 

¿Sabías que a pesar de su tamaño, Dinamarca es el país con mayor tasa de exportación de alimentos de toda la UE?.Su industria agroalimentaria gira en torno a las cooperativas, 45 son poquísimas en comparación con España, pero hay varias que son directamente grandes multinacionales de gran peso en la UE y el resto del mundo, sobre todo de leche y carne de porcino.
 

 

En esta granja ecológica las cerdas y sus lechones viven al aire libre en sistema de camping . Una especie de versión Lego de una dehesa española. Los cerdos los venden a una cooperativa - Friland - que los manda a su vez al mercado estadounidense donde se demanda una carne sin antibióticos y con altos estándares de bienestar animal.
 

¿Sabías que uno de cada tres huevos que se consumen en Dinamarca los ha puesto una gallina criada en ecológico?

 

Hemos hablado de exportar ecológico, algo que también sabemos hacer bien en España, pero ¿y el consumo interno?. Allí los productos ecológicos suponen un 13% de la compra de alimentos (principalmente huevos y verduras) frente al 2,48% de todo el gasto en productos alimentario ecológicos de los españoles en 2020 por ejemplo. El clima de Dinamarca es el que es y suele resultar inevitable importar ciertos productos. Eso sí, ecológicos (españoles) y de calidad a ser posible.
 
 

En la granja lechera ecológica Krogsminde comprobamos la importancia del factor tecnología. El estiércol está muy bien como abono e incluso como fuente de energía. Con suficiente ganado concentrado en un espacio y con la ayuda de un bioreactor (parcialmente subvencionado) es posible transformar el estiércol en energía y abono. Una nueva versión de una explotación de ciclo "casi cerrado" en la que los ingresos se reparten de la siguiente manera: 50 % cultivos, 35% energía, 15% vacas.
 

En conclusión
 

Es curioso como la producción agrícola llamémosla orgánica es importante para la población de países en extremos casi opuestos en cuanto a riqueza de sus habitantes. Por una parte tenemos los millones de agricultores en todo el mundo que hacen lo que pueden con lo que tienen, situándose en esa fina línea que separa la “agroecología” de la pura agricultura de subsistencia. En el otro extremo, tenemos a ese pequeño reducto que, por decisión propia, produce una cantidad limitada de alimentos mimados hasta el extremo, mas o menos con las mismas herramientas que los agricultores pobres, pero sabiendo que les pagarán casi lo que pidan. A veces, el "truco" no está en cómo produces sino dónde y para quien lo haces. Ah, y también cómo lo vendes.
 

Pero, ¿y qué ocurre con todos esos productores que se encuentran en medio de esos dos extremos y quieren vivir de producir alimentos de una manera distinta a la que se ha hecho durante los últimos 60 años? (o no les queda otra opción). Hemos hablado de Revolución Verde, de una clase política buena o mediocre, de economía, de opinión pública, de apuestas más o menos arriesgadas, de valorar el conocimiento...pero creo que el ejemplo danés nos aporta el concepto clave: colaboración. Una palabra que deberíamos grabarnos en la cabeza, e intentar aplicar en la medida de las posibilidades de cada uno. 




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Las ventajas de la colaboración entre universidad y sector privado en el ámbito agroalimentario no es ninguna novedad, ya os lo conté en estas dos entradas:
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miércoles, 10 de junio de 2020

ABECEAGRARIO: AZUFRE

El azufre es un elemento químico muy abundante en la corteza terrestre. Comúnmente se encuentra ligado a zonas volcánicas y en las cercanías de aguas termales. Está presente en la naturaleza combinado con otros elementos químicos, como es el caso de la pirita (hierro), la galena (plomo), cinabrio (mercurio) y yeso (calcio) entre otros minerales.

Cristales de azufre en una fumarola del volcán Krafla.

jueves, 31 de octubre de 2019

CRISANTEMOS Y PIOJOS, UNA CURIOSA RELACIÓN


Unas bonitas flores de crisantemo. Fuente: John Ruter, University of Georgia, Bugwood.org

Qué mejor día que el de Todos los Santos para hablar de crisantemos, ¿no? . La pobre flor carga con el sambenito de estar relacionada con difuntos y adornos en los cementerios. Y aunque no es de mis favoritas, como siempre, acabo encontrando curiosidades que tienen mucho que ver con la agricultura.

Realmente el protagonista de esta entrada no va a ser el típico crisantemo vistoso y colorido, sino uno más bien sencillito, tanto que muchos dirían que es una margarita del campo. Hablamos del piretro o pelitre de Dalmacia (Chrysanthemum cinerariaefolium, también llamado Tanacetum cinerariifolium) una planta utilizada desde antiguo por su efecto insecticida.


El piretro es una planta de hoja perenne de la familia de las compuestas, como las margaritas o el girasol. Fuente: Whitney Cranshaw, Colorado State University, Bugwood.org

Las peores enemigas de los insectos, las piretrinas.

De esta planta, y de algunas parientes suyas (C.coronarium C. marshalii) se obtienen las piretrinas, que son compuestos naturales con propiedades insecticidas que se usan a menudo en insecticidas domésticos y en antiparasitários externos para controlar las pulgas, garrapatas,etc. que afectan a mascotas y ganado.

Realmente, se llama piretrinas a un grupo de seis ésteres: Piretrina I y II (los más importantes), Cinerina I y II, así como Jasmolina I y II. Son, o más bien eran, de uso común en agricultura como producto fitosanitario por su potente efecto insecticida (actúa con gran velocidad causando parálisis), por su efecto repelente en concentraciones bajas y por su amplio espectro de acción, que permite utilizarlo para combatir gran variedad de insectos.

Otra importante cualidad de las piretrinas es que se descomponen rápidamente con la luz solar; no queda rastro de ellas entre las 24 y 48 horas tras el tratamiento y se degradan en formas inocuas. Por esta razón, por su baja toxicidad para mamíferos y aves y por su origen natural se considera una sustancia activa idónea para su uso en agricultura ecológica. 


Del piretro solo interesan las flores centrales, las que no tienen pétalo. Estas flores una vez recolectadas, secadas y pulverizadas, se someten a un proceso extractivo del que se obtiene aceite de pelitre. Este será posteriormente refinado para obtener un producto con una calidad estándar. Fuente: Seipasa (en su web puedes consultar una serie de entradas dedicadas a este biopesticida)

Pero, ojo, recurrir a las piretrinas también tiene sus inconvenientes. Dado que se descomponen con mucha facilidad, a menudo es necesario aplicarlas varias veces para obtener el efecto deseado. Y si se aplica en exceso o de manera incorrecta, puede afectar a insectos útiles para los cultivos (recordemos que tiene un amplio espectro) y a los peces, para los que esta sustancia es dañina.



Y sus descendientes sintéticos, los piretroides


Quizás para fumigar un sótano o el interior de un almacén, para eliminar cucarachas, las piretrinas puedan ser efectivas. Pero los cultivos en campo abierto, presentan un problemilla: están expuestos a la luz y la lluvia. Y suelen ser extensos, por lo que no suele compensar aplicar un producto más caro y varias veces.

Por esta razón en 1949 se comenzaron a sintetizar los piretroides. Aunque su estructura química es muy parecida a las piretrinas, son generalmente más tóxicos para insectos, peces y mamíferos, y permanecen por más tiempo en el ambiente que su antecesor natural. Su principal ventaja es que las últimas generaciones de estas sustancias son más resistentes a la luz solar y más efectivas a dosis bajas, por lo que los efectos negativos se pueden controlar mejor.

¿Sabías que se han desarrollado más de 1.000 piretroides sintéticos?

Y por fin desvelamos la relación que abre esta entrada - aunque seguro que algún avispado ya lo sospechaba: la permetrina, una de las sustancias que habitualmente se utiliza en los tratamientos antipiojos, es un piretroide de segunda generación.

Algunos datos curiosos sobre el piretro

El cultivo y los usos del pelitre o piretro para luchar contra los insectos se remonta a la antigüedad. Aunque parece ser de origen chino, se asocia con los Balcanes y Dalmacia, ya que en esta zona era habitual su cultivo. Por ejemplo, según escritos del siglo XIX, algunas poblaciones del Cáucaso utilizaban insecticidas vegetales obtenidos a partir de flores molidas de Chrysanthemum.

¿Sabías que durante las guerras napoleónicas se utilizaron preparados en base a piretrinas para librarse de las pulgas?

Aunque el piretro se cultivó inicialmente de forma comercial en Japón y Yugoslavia, actualmente procede de países del este de África, Australia y China. Esta especie requiere bajas temperaturas y alta radiación solar, condiciones que se dan particularmente en zonas altas, como las que existen en Kenia.  Este país fue el primer productor mundial de piretro durante prácticamente todo el siglo XX. Poco a poco ha ido perdiendo el control y actualmente ha sido adelantado por otros países, Australia (concretamente el estado de Tasmania  ), China, Ruanda y Tanzania.



Un granjero recolecta piretro en Nakuru (Kenia). Los botones florales se van formando a lo largo de 9 meses, por lo que la cosecha es continua y tradicionalmente ha sido manual, una de las razones por la que este producto es caro. Fuente.

Así que, no os sorprenderá descubrir la paradoja que descubre un blog amigo, CulturAgriculturE, para cultivar este producto fitosanitario utilizado en la producción ecológica de la UE (y supongo que en Norteamérica) en muchos casos se utilizan productos prohibidos desde hace tiempo. Al margen del hecho de que tenga que viajar esa barbaridad de kilómetros, pero eso ya es rizar el rizo.


¿ Sabías que en España se cultivo el piretro a principios del siglo XX ? Concretamente en Huesca, Tarragona y Granada. También se fabricaron productos en base a piretrinas, incluso mezclados con DDT para complementar su acción. Lo cuentan aquí.  



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jueves, 21 de junio de 2018

¿QUÉ TIENE LA ESPELTA PARA ESTAR TAN DE MODA?


Hace poco tiempo, mientras hacíamos la compra nos chocó la cantidad de productos que incorporaban la espelta entre sus ingredientes.

Imagino, mejor dicho espero, que muchos consumidores sabrán que la espelta es un tipo de trigo. Y si está en todas partes será porque ha pasado a formar parte del grupo de los "superalimentos", y se vende como un cereal muy nutritivo y maravilloso para la salud. De hecho, recuerdo haber oído a una "supuesta" "coach nutricional" tranquilizar a una clienta, "no te preocupes las magdalenas están hechas con espelta, no con trigo". Mi cara debió de ser un poema.

Así que creo que ha llegado el momento de poner a la espelta en su sitio. No pretendo  hundir su reputación, simplemente investigar cuánto hay de verdadero y cuánto de exageración. Y contároslo en este blog.
 

Espigas de espelta.

domingo, 9 de abril de 2017

NO, LOS AGRICULTORES NO PRETENDEN ENVENENARTE.

Sólo quieren poder hacer su trabajo, que fíjate tu por donde, es dar de comer a la gente. 

Me perdonareis este comienzo tan brusco, pero es que a veces veo cosas que me enfadan un poco. Aunque también me dan trabajo, y visto lo visto, parece que tengo mucho por delante.
 

La imagen que ha provocado esta entrada es esta:

Y digo yo que podían poner un logo de AE real (que hay muchos donde elegir) y, ya por pedir, en castellano.

Efectivamente vivimos en un mundo que está no sé si al revés, o patas arriba y en el que la frase "el que contamina, paga" acaba siendo a menudo una vacía declaración de intenciones. En eso sí estoy de acuerdo, el resto me parece muy matizable.
 

Empecemos por los agricultores convencionales
 

Se da a entender que pueden usar "venenos" para todo y en cantidades industriales, para matar insectos y malas hierbas. Quiero creer que con lo de añadir "veneno" a los alimentos, se refiere a los tratamientos post-cosecha para que estos no se estropeen. Ah, respecto a esas sustancias asesinas, prefiero llamarlas productos fitosanitarios, (en adelante PF), será deformación profesional.
 

¿Qué prefieres, judías con gorgojos o con restos de insecticida?. Fuente.

Efectivamente sus productos no tienen una etiqueta que advierta que se han utilizado fitosanitarios, lo cual no significa que los agricultores puedan hacer lo que les de la gana y nadie les controla. Para nada: tienen que tener un carnet de manipulador de PF, llevar al día el cuaderno de explotación en el que se anota cualquier tratamiento, los equipos con los que se aplican estos productos tienen que pasar por una especie de ITV y los productos obtenidos son analizados en busca de residuos de PF, oficialmente y por parte de las propias cadenas distribuidoras (con estándares a veces incluso más exigentes).

Y es que el consumidor está muy preocupado por el uso de estos productos, preocupación que se amplifica y distorsiona en los medios de comunicación y las redes sociales, que influyen cada vez más sobre los políticos encargados de legislar en la Unión Europea, y como resultado se desautoriza el uso de muchas sustancias activas. 

El problema es que el ansia por quitar fitosanitarios del mercado supera al ritmo de desarrollo de sustancias nuevas y mejores para luchar contra plagas. Así, al cada temporada el agricultor se encuentra con menos posibilidades para proteger sus cultivos.

 Tarde o temprano acaba apareciendo una fresa con pelos ¿a que fastidia?. Al tratarse de fruta fresca que se va a consumir en muy poco tiempo no se pueden aplicar fungicidas, por lo que se recurre a otras medidas: baja tª y atmósfera controlada y mucha limpieza. Fuente: Don Edwards, UC Davis.
 
Por si no quedara del todo claro, voy a poner un ejemplo cercano, aunque algo surrealista. Imaginaros que trabajáis en una oficina en la que habitualmente se tienen que imprimir documentos. Resulta que un alto cargo se ha sacado de la manga una cantidad tremenda de normas para que se haga un uso racional, sostenible, eficiente, seguro, bla bla bla de la impresora. 

Por ejemplo: sólo pueden imprimir determinadas personas, en días alternos, un número de páginas por día, y cuando se gasta la tinta sólo se puede pedir a un proveedor que tarda meses en servirla. Imaginaros lo que supondría imprimir un simple formulario. ¿Y si encima si las normas cambiaran cada año y fueran cada vez más restrictivas?. Lógicamente los clientes se van a la competencia, porque según dicen, sus trabajadores son más rápidos, no están siempre enfadados y te imprimen lo que necesites.

En este vídeo tan majo se resume un poco la situación.

Y ahora vamos con los ecológicos

Siguiendo con la comparación de la impresora, podríamos decir que los agricultores ecológicos empezaron montando su "oficina" sabiendo que podrían utilizar a lo sumo tres o cuatro modelos de impresoras; no son las mejores del mercado pero sí muy ecológicas por estar construidas con materiales reciclados y que funcionan con tintas hechas a base de pigmentos naturales, en ambos casos difíciles de encontrar, y caras


También tienen que seguir ciertas normas un tanto absurdas, pero como que el que se las inventó era muy ecologista 
todo el mundo da por hecho de que estarán bien puestas. Así que nadie se molesta en cambiarlas y los empleados imprimen poco, pero trabajan más relajados.
 

Ya he escrito en otras ocasiones sobre agricultura ecológica por lo que no voy a extenderme. Simplemente quiero recordar varias cosas: el agricultor ecológico debe cumplir con las mismas exigencias de cara a la salubridad de los productos
No lo olvidemos, la agricultura ecológica también utiliza algunos productos fitosanitarios, y las precauciones para su uso son las mismas que en la convencional; respetar los Límites Máximos de Residuos, los plazos de seguridad, etc. 

¿Que sigue unas normas más rigurosas? Yo más bien diría más restrictivas, ya que el Reglamento de Producción ecológica al agricultor le deja hacer menos cosas. El rigor y el dinero a pagar para conseguir la ansiada etiqueta dependerán del organismo encargado de la certificación que le haya caído en suerte: en la mayoría de CCAA son públicos, Castilla la Mancha y Andalucía han delegado funciones en sistemas privados y Aragón tiene un sistema mixto. Vamos, lo de siempre, cada uno "a su bola".
 

¿Cuáles son esas grandes sumas de dinero?. Dependerá de si el agricultor se limita a producir o también comercializa, del terreno que tenga y lo que críe o cultive en el. Con este documento del comité de AE valenciano, podéis haceros una idea: por ejemplo un pago fijo anual de 175 € más 18.22 € si tienes una huerta de una hectárea.

El "top ventas" que arrasa en las ferias agrícolas es el Vademecum de productos fitosanitarios, que ¡oh sorpresa! tiene una versión para agricultura ecológica.

El Vademecum convencional es casi el doble de gordo que ecológico, aunque el contenido es algo distinto. El índice nos habla mucho de las diferencias entre ambos tipos de agriculturas.
Resumiendo
La próxima vez que te vengan con milongas de este tipo, acuérdate: ni los agricultores convencionales son unos asesinos ni los ecológicos las Hermanitas de la Caridad. Pero posiblemente ambos tengan una cosa en común, prefieren dedicarse a producir alimentos que a rellenar e imprimir informes sobre los productos fitosanitarios que utilizan o dejan de utilizar. Aun así lo hacen, por el bien de todos.
 
 

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Otra entrada dirigida a los consumidores...porque desde el campo las cosas se ven desde otra perspectiva.

QUERIDO CONSUMIDOR...

Y si quieres saber más sobre los alimentos ecológicos no te pierdas estas dos entradas:


 ¿QUÉ ES Y QUÉ NO ES UN PRODUCTO ECOLÓGICO? PRODUCTOS ECOLOGICOS, ¿POR QUE SON MÁS CAROS?

jueves, 2 de marzo de 2017

¿POR QUÉ HAY SULFITOS EN ALGUNOS ALIMENTOS?

Hace poco me pidieron que explicara qué pasa con los sulfitos. Realmente sería un tema más propio de divulgadores de salud, nutricionistas o tecnólogos de los alimentos, pero he decidido meterme con el tema porque tiene mucho que ver con el vino y su producción, sector que tenía algo olvidado. Y, caramba, porque me picaba la curiosidad a mi también.

¿Qué son?

Los sulfitos son un grupo de compuestos químicos derivados del azufre que se utilizan en diferentes productos alimentarios, principalmente por sus propiedades como conservantes.

¿Para qué se utilizan?

Como ya he dicho, básicamente para que no se estropeen los alimentos: para evitar que se enrancien aceites y grasas (que no se oxiden, vamos), para mantener el color original de los alimentos y para que no acaben estropeándose colonizados por mohos, levaduras o bacterias.

Entonces estamos ante un aditivo del grupo de los conservantes, dos palabras que no gustan a quimiófobos y a los defensores de lo natural. Pues bien, sabed que estas sustancias químicas, naturales o no, ya las utilizaban hace más de 2.000 años griegos y romanos para que no se les estropeara el vino.

La elaboración del vino viene de largo.Fuente: cloudsoup / Wikimedia

¿Donde los podemos encontrar?

Aunque la pregunta surgió a propósito del vino, los sulfitos están presentes en muchos alimentos.  Normalmente se añaden como conservantes, pero también pueden aparecer de manera natural.  

Esto ocurre en alimentos que han sufrido un proceso de fermentación, como el vino, la cerveza, la sidra o incluso el pan. Durante este proceso, como las levaduras quieren quedarse todo el azúcar para ellas producen sulfitos y así detienen el crecimiento de sus competidores. De todas maneras la concentración de sulfitos en estos alimentos es muy baja.

Existen varios grupos de los alimentos a los que se añaden sulfitos habitualmente: preparados cárnicos, crustáceos y  derivados de la uva (zumo, mosto vinos, y vinagre). 

¿Sabías que las distintas formas de los sulfitos, como aditivos que son tienen sus correspondientes números E, que van del 220 al 228?
Se añaden sulfitos a los preparados cárnicos (hamburguesas, longaniza y butifarra fresca) porque frenan el crecimiento de microorganismos y ayudan a mantener el color. Cuando se utilizan en hamburguesas, estas obligatoriamente pasan a llamarse "burger meat"
Con los sulfitos se evita que oscurezcan los crustáceos una vez pescados. 
Fuente: Mabel amber/Pixabay.

Los sulfitos se utilizan en zumos a granel porque ayudan a prevenir el crecimiento de ciertas bacterias, mohos y levaduras, sobre todo en un ambiente ácido. Una vez procesado el zumo los sulfitos desaparecen. Fuente: www.alimentación.es
También se utilizan en frutas y hortalizas desecadas (uvas pasas, orejones de albaricoque, tomates, higos), en algunos productos procesados de patata, en conservas vegetales e incluso en ciertos medicamentos.
¿Sabías que también se utilizan sulfitos para conservar la sidra? Y desde hace mucho tiempo, está documentado al menos desde 1664.
Los sulfitos en el vino

Hoy por hoy los compuestos de azufre están tan presentes en todos los pasos de la elaboración del vino, que muchos viticultores y enólogos ven complicada su sustitución.

En la viña se utiliza azufre para luchar contra el oídio y algunos parásitos de la vid. Se aplica sobre hojas y sarmientos, y con el calor y el contacto con el oxigeno se produce una nube de sulfuroso que ataca al hongo. Es un tratamiento muy habitual, permitido incluso en agricultura ecológica.

El hongo del oídio detiene el crecimiento de la piel de la uva, lo que afecta negativamente a la cantidad y calidad de la cosecha.  Fuente: Yuan-Min Shen, Taichung District Agricultural Research and Extension Station/ Bugwood.org.

En la bodega se utiliza para desinfectar las barricas, los tanques, las mangueras una vez vacíos para desinfectarlos.

Esas tiras de azufre se prendían y se metían en barricas. Actualmente se utilizan pastillas.

Durante la elaboración del vino se utiliza en diversos momentos: en el mosto para eliminar las levaduras salvajes que pueden estropear la fermentación, durante la fermentación para frenar los procesos de oxidación e incluso en la botella para evitar el crecimiento de las bacterias causantes del avinagrado.

 

¿Sabías que los vinos, cuanto más dulces, contienen más sulfitos?.

 

Como veis, el uso de sulfitos ayuda a obtener un vino de calidad. Aunque no conviene pasarse, porque entonces los vinos pierden color, aparece un olor picante y se altera su sabor. Por esta razón, para los vinos de gran calidad se utilizan dosis mínimas, muy por debajo del máximo permitido.

De todas maneras, la cantidad de sulfitos presentes en una botella de vino ha de ser, por ley, inferior a 150 mg/l en tintos y a 200 mg/l en blancos y rosados. Esta diferencia se debe a que el vino tinto posee más cantidad de taninos, sustancias naturales presentes en el hollejo de la uva, que también actúan como conservante natural.

El vino, como otros alimentos, está obligado por la Directiva 2003/89/CE a advertir en la etiqueta de la botella de la presencia de sulfitos cuando estos se encuentren en concentraciones superiores a 10mg/litro. 

 

Pero los vinos tampoco escapan a las modas de lo "sin" o lo "natural".  Probad a buscar en Google la palabra de marras y veréis la cantidad de marcas de vinos que se han subido al carro de los "sin sulfitos".

Como ya vimos, durante la fermentación del vino se producen sulfitos de manera natural, así que en teoría no puede haber vinos "sin sulfitos". Normalmente lo que encontraremos son vinos "sin sulfitos añadidos", en los cuales los enólogos se buscan la vida para evitar el uso de esta sustancia, jugando sobre todo con los taninos. Pero sí que existen incluso los vinos, a los que se les elimina esta sustancia química... mediante métodos químicos, no sé qué opinará un quimiófobo al respecto.

 

¿Son peligrosos?

Pues si eres sensible a los sulfitos y/o asmático, debes tener cuidado, porque pueden darte un gran susto. 

Nuestro propio cuerpo también produce sulfitos cuando procesa los aminoácidos (moléculas que forman las proteínas) que contienen azufre. Pero como la naturaleza lo tiene todo previsto, algunos órganos también producen una enzima, la sulfitooxidasa, que es capaz de eliminar los sulfitos "propios" y los que ingerimos con los alimentos.

El problema es que hay personas que no fabrican esta enzima y en función de sus características físicas y de la cantidad de alimento con sulfito que hayan tomado, pueden llegar a sufrir efectos perjudiciales.

Aunque a menudo se les mete en el grupo de los alérgenos, los sulfitos no provocan reacciones alérgicas (en las que interviene el sistema inmunitario) sino más bien de intolerancia (algo parecido a lo que ocurre con la lactosa), aunque curiosamente los síntomas son muy parecidos a los de una reacción alérgica: estornudos, secreción nasal, picor y erupción, dolor abdominal o incluso asma.

En las personas asmáticas que además son intolerantes a sulfitos (en torno al 2-5%) las reacciones pueden ser más intensas y graves.


Los sulfitos están en la lista de los 14 alérgenos (aunque ya sabemos que no lo son en sentido estricto) que los restaurantes están obligados a informar a sus clientes en sus cartas.      


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