Mostrando entradas con la etiqueta promotores crecimiento. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta promotores crecimiento. Mostrar todas las entradas

martes, 14 de mayo de 2019

ANTIBIÓTICOS EN GANADERÍA, ¿TENEMOS QUE PREOCUPARNOS?


Fuente: Pixabay

¿Quién no ha oído decir que la carne, o la leche, está repleta de antibióticos? ¿o que se atiborra a los animales con estas sustancias? Si hasta un político lo dijo en prime time en la televisión hace ya algún tiempo (en aquel programa dedicado a las condiciones de vida de los cerdos, ¿te acuerdas?).

El caso es que el uso de antibióticos es la típica cuestión que provoca alarma entre los consumidores y que forma parte del argumentario básico de vegetarianos y veganos militantes para convencer al resto de lo horripilante que es la producción ganadera industrial.

Pero, ¿realmente es algo de lo que haya que preocuparse?. Pues no y si. Para los que quieran una respuesta rápida os hago un "spoiler": no tiene sentido preocuparse por la presencia de antibióticos en los alimentos (porque no los hay), pero sí que es verdaderamente preocupante el creciente fenómeno de resistencia a los antibióticos. Para los que os interesen las razones, las cuento en esta entrada.

Comencemos pues con varios datos que ilustran la magnitud del problema.

Según un informe del gobierno británico, solo en Europa unos 25.000 pacientes al año mueren por infecciones de bacterias resistentes, y se apunta a que en el año 2050 puedan ser 10 millones en todo el mundo.

La resistencia a antibióticos es lo suficientemente importante como para que la propia OMS (Organización Mundial de la Salud) se haya puesto seria a la hora de pedir medidas efectivas a los países, para evitar que nos encontremos con situación similar a la era pre-antibióticos.

Y es que la pérdida de eficacia de los antibióticos supone una amenaza importante para la salud pública global, la seguridad alimentaria, la producción animal y en definitiva nuestro modo de vida actual. ¿Te imaginas no poder operarte de las rodillas o tener que pagar el kilo de pollo a precio de oro?. Pues eso.

El fenómeno de la resistencia a antibióticos

Los antibióticos no son una invención humana, estaban presentes cientos de millones de años antes de que el ser humano siquiera asomara las narices por el planeta. Los microorganismos - bacterias, virus, parásitos y hongos - llevan toda su existencia enfrentándose a sustancias que pretenden matarles o frenar su crecimiento. Por tanto, la resistencia a antibióticos es un fenómeno natural que permite a los microorganismos ser menos vulnerables a sustancias producidas por sus "enemigos".

En esta entrada vamos a centrarnos sólo en las bacterias, unos seres fascinantes que no se iban a quedar de cilios cruzados (chiste de biólogo) cuando Alexander Fleming descubrió un arma letal contra ellas. 



Aquí tenemos a Escherichia coli (la causante de muchos dolores de tripa y cistitis) nadando grácilmente, según esta recreación por ordenador en una imagen tomada con microscopio electrónico . Fuente:

Aunque los antibióticos se descubrieron a finales del siglo XIX, no se utilizaron para tratar enfermedades de forma habitual hasta mediados del XX. Pronto descubrió Staphilococcus aureus, la muy cuca, cómo resistir a la penicilina y desde entonces humanos y bacterias comenzamos una carrera interminable en la que nosotros desarrollamos antibióticos y las bacterias encuentran maneras de inutilizarlos.

¿Sabías que ya en 1945 Alexander Fleming advirtió que el uso excesivo de la penicilina ocasionaría la selección de bacterias resistentes?. En 1946 el 14% de las cepas de S. aureus fueron resistentes, en 1950 la resistencia creció al 59%, y en 2014 era del 99%.

Conforme se iban descubriendo nuevas maneras de controlar a más tipos de bacterias el ser humano se creía invencible - imagina el subidón que tiene que dar saber cómo curar enfermedades que hasta ese momento eran letales -. Pero las bacterias tenían, tienen y seguirán teniendo, unos cuantos ases en su genoma que les convierten en "superbacterias" capaces de resistir a los antibióticos que se le pongan por delante.

En este canal de Youtube, la Hiperactina cuenta estupendamente bien los cómo hacen estos bichos para salir inmunes, por si tenéis curiosidad. 



Aquí tienen que quedar claras dos ideas. La primera es que cualquier uso, por mínimo que sea puede dar lugar al desarrollo de resistencias, pero es evidente que si los antibióticos se usan en exceso o de manera incorrecta (dosis o frecuencias inadecuadas, duración excesiva o insuficiente) el proceso se acelera. Justo lo que está ocurriendo.

La segunda idea es que las bacterias no sólo se buscan la manera de resistir sino que son capaces de compartir esos genes con sus colegas, o apropiarse de los de otras bacterias muertas, como el forajido que le quita el revólver a su víctima. Si a esa capacidad de transmitir estos genes de resistencia le sumamos el incremento del comercio y de los viajes por todo el mundo, no resulta raro encontrar bacterias en una isla del ártico con genes de resistencia que desarrollaron unas bacterias en Nueva Delhi.


El uso de antibióticos en medicina humana

Se podría hablar largo y tendido sobre el desconocimiento de la población de sobre uso correcto de los antibióticos, de las campañas de concienciación cada vez más frecuentes o del kit de detección para S. aureus que utilizó el pediatra cuando llevé a mi hijo por dolor de garganta (hace un tiempo me hubieran recetado el antibiótico, por si acaso). También podría hablar de las tristemente habituales infecciones nosocomiales, esas que se contraen en hospitales, lugares que se convierten en una especie de isla de Fortnite donde las bacterias acaparan recursos en forma de genes para sobrevivir.

 

Aquí os presento a Streptococcus aureus, habitante de nuestro organismo capaz de liarla bien parda cuando nos pilla con las defensas bajas.Fuente.
 
Pero como esto es un blog de cosas de campo y de alimentos, voy a centrarme en algo que preocupa bastante a los consumidores actuales:

El uso de antibióticos en ganadería

Vayamos por partes. Al igual que pasó con el mito de los pollos hormonados, el hecho en sí de que se utilicen antibióticos en ganadería es completamente cierto. Eso sí, voy a daros unas cuantas explicaciones para vuestra tranquilidad y mayor criterio a la hora de comprar.

Comencemos por los antecedentes. En las primeras décadas del siglo XX, cuando comienza a generalizarse el uso de antibióticos en medicina humana, ocurre lo mismo en ganadería. En seguida se advirtieron dos efectos inesperados de su uso: administrados en dosis subterapéuticas (sin intención ni efectos curativos), favorecían el crecimiento de los animales y prevenían infecciones, lo cual era especialmente útil para satisfacer la creciente demanda de carne de aquella época. De esta manera surgieron los promotores del crecimiento, que se han estado utilizando de forma generalizada desde entonces.

Las consecuencias no se hicieron esperar y se comenzó a tomar medidas. Entre 1997 y 1999 la Unión Europea prohibió cinco sustancias que se habían utilizado durante años como promotores. Pero no fue hasta 2006 cuando la UE prohíbe definitivamente el uso de antibióticos como promotores del crecimiento.
 

Eso significa que, en la actualidad no se pueden utilizar antibióticos para el engorde de los animales. Su uso está restringido al tratamiento de enfermedades y se hará siempre bajo prescripción veterinaria. Cuando se utilizan es obligatorio respetar un tiempo de espera antes del sacrificio para que los animales metabolicen esos medicamentos, y de esta manera no queden residuos en los alimentos en cantidades que pudieran afectar a la salud. Para comprobar que se cumple la legislación, en los mataderos se realizan controles rutinarios, y si hubiera un animal que de positivo se retira del proceso. En el caso de las gallinas ponedoras o las vacas lecheras ocurre algo similar: la producción de los animales tratados se separa y elimina para que no entre en la cadena de suministro.

Esto es algo que ocurre muy pocas veces, tal como muestran los informes que la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) publica cada año acerca de los residuos de medicamentos en alimentos de origen animal. En 2016, tras analizar unas 106.121 muestras de multitud de diversos tipos de alimentos de origen animal en busca de antibióticos, tan sólo 180 (0.17%) no cumplían los requisitos legales.

Entonces no se pueden utilizar antibióticos para hacer crecer a los bichos...pero habrá que curarlos si se ponen malos. Así, cuando se observan síntomas clínicos de la enfermedad, se recurre al uso terapéutico del antibiótico solo en el animal o en un grupo de animales que muestran dichos síntomas.

Pero, queramos o no, en una granja, con tanto animal conviviendo en el mismo espacio, las probabilidades de que las bacterias hagan de las suyas son bastante altas. Y así es como llegamos a los usos profiláctico y metafiláctico de antibióticos, que es donde actualmente está la madre del cordero.
 

El uso profiláctico se hace en un animal o grupo de animales sanos con el objetivo de prevenir una infección. Como hay que respetar obligatoriamente el periodo de retirada, esto supone retener a los animales varios días de más o tirar a la basura miles de huevos o una cisterna entera de leche, en cualquier caso una importante pérdida de dinero para el productor. Un buen ganadero normalmente sólo recurre al uso profiláctico en momentos muy concretos; por ejemplo durante el destete de los lechones, cuando son más propensos a contraer enfermedades bacterianas. De todas maneras la mayor parte del consumo de antimicrobianos se debe a este uso profiláctico, que muy posiblemente tenga los días contados. El Parlamento Europeo quiere limitarlo a casos plenamente justificados por un veterinario, cuando exista un alto riesgo de infección con graves consecuencias.

Pero todos sabemos (o deberíamos saber) que los tratamientos con antibióticos hay que tomárselos en serio, respetando las tomas, sin terminarlos antes de tiempo y esas cosas. Imagina ahora que eres ganadero y se te ponen malos dos cerdos de un grupo de 10 que viven en una nave con 90 congéneres. Y seguro que por experiencia sabes que, al igual que ocurre con los críos en la guardería, en cuanto cae uno van los demás detrás. ¿Cómo evitar semejante catástrofe?, pues recurriendo al uso metafiláctico, es decir tratando a todos los que conviven con el enfermo, aun asumiendo que habrá algunos individuos que realmente no necesiten ese tratamiento.



Los animales grandes  se pueden apartar en un corral o atender individualmente.Fuente: Editorial Agrícola.
 
...que a todos estos pollos si estuvieran potencialmente infectados. La manera más eficiente es mezclar los medicamentos en el agua de bebida o en el pienso, pero ¿y si el/los pollos enfermos no tienen sed o pierden el apetito y no ingieren la cantidad necesaria de antibiótico?. Fuente: Editorial Agrícola.

Depende del tipo, y del tamaño, de la granja será más fácil acotar el tratamiento a los animales infectados y a los que conviven con ellos: no es lo mismo un cebadero de terneros o una granja de leche que una granja de pollos, gallinas de puesta o conejos. Existe además el concepto de "presión infecciosa", que no se puede rebajar con tratamientos individuales - ya que los diferentes individuos normalmente se encuentran en diferentes estadios de la propia enfermedad (el "efecto guardería" de antes)- y sólo se consigue controlar mediante tratamientos generales "en sábana".

Como veis, es un tema complejo, cada vez más regulado y en el que se lleva estudiando y buscando soluciones desde hace ya tiempo. Por esta razón, titulares como este  "España atiborra al ganado con antibióticos" daña mucho al sector y confunde al personal. Cierto es que España es, justo después de Chipre, el país de la EU que más antibióticos usa en ganadería, pero ese "atiborra" sugiere una imagen de animales tomando antibióticos a patas, picos y hocicos llenos; dando una sensación de descontrol que no se ajusta a la realidad. Ahora veremos por qué.



No hemos hablado de cría de peces, pero en este sector también recurre a estas sustancias. Según la FAO, el 70-80 % de los antibióticos que se administran a los peces son excretados al agua y se difunden con rapidez en los sistemas acuáticos. Fuente imagen.


 

¿Cómo se controla su uso desde las administraciones?

Para combatir el desarrollo de resistencias es imprescindible que todos los países trabajen juntos, algo que desgraciadamente todavía no ocurre. Por ejemplo, según un informe de la propia agencia estadounidense de Administración de Alimentos y Medicamentos, en este país el 80% de todos los antibióticos se utilizan en ganadería, a pesar de las voces de alerta en ese país.

La UE se lo está tomando más en serio, aunque cada país lo hace a su manera. Para disponer de la información necesaria que permita tomar medidas concretas se puso en marcha en 2009 el proyecto Esvac (European Surveillance of Veterinary Antimicrobial Consumption), que consiste en la recogida y evaluación de datos sobre la venta y el consumo de medicamentos veterinarios que contengan en su composición antibióticos como principio activo.



En esta página interactiva puedes ver cómo está el tema de las resistencias en la UE.

Aunque España se sitúe en el furgón de cola no significa que se haya cruzado de brazos. Nos incorporamos a ESVAC en 2011, y en 2014 comenzó el Plan nacional de lucha frente a resistencias a los antibióticos (PRAN) que ha conseguido un 14% de reducción en su consumo. Recientemente se ha dado un paso fundamental que permitirá tomar medidas más eficaces, la Receta electrónica.

Mediante este sistema, el veterinario (es el único profesional sanitario que puede prescribir medicamentos en una ganadería) tiene que comunicar los datos de las recetas que contengan antibióticos o piensos medicamentosos a la base de datos creada por el Ministerio de Agricultura denominada PresVet. Al enviar datos importantes como la explotación o el tipo de antibiótico que se prescribió, se podrá tener una mejor imagen de los medicamentos se consumen en cada zona de España, a dónde se mueven y en qué tipo de explotaciones se utilizan. Y es que hasta ahora solo se disponía de los datos que daban las empresas farmacéuticas en base a sus ventas.

Gracias a los datos que aporte este sistema será más sencillo evaluar las resistencias que puedan ir surgiendo vinculadas al consumo de antibióticos. Pero además supone una herramienta más de control para las autoridades sanitarias competentes, que podrán vigilar la entrada de animales o sus productos en la cadena de alimentación (periodo de supresión y uso de productos autorizados para cada especie).

 

A veces el veterinario necesita saber con exactitud qué bacteria está causando la infección, e incluso si ya es resistente a antibióticos. Esto es un test sensibilidad frente a antibióticos de un cultivo de Staphylococcus. Los puntos son pequeños discos impregnados de distintos antibióticos, cuanto más grande es el círculo de alrededor, más sensible es la bacteria a esa sustancia en concreto. Uno de los retos es ser capaz de desarrollar test rápidos que puedan hacerse en la misma granja. Fuente.


El caso de la colistina. Una razón para el optimismo.

La colistina se utiliza en humanos como último recurso frente a enterobacterias (como las conocidas Salmonella o E. coli) que se muestran resistentes frente a otros antibióticos. Si perdemos este arma, tenemos un grave problema ya que hay patologías para las que no existe otra alternativa terapéutica.

Hasta hace poco tiempo el veterinario podía utilizar este producto cuando sospechaba que eran estas bacterias las estuvieran dando problemas en la granja, particularmente en granjas de pollo de carne y de porcino. Pero se descubrió que algunas enterobacterias ya disponen de un gen, el mcr-1, que les protege frente a la colistina y que lo han ido compartiendo entre colegas de medio mundo, ya que se ha aislado en China, varios países de la UE (entre ellos España y Portugal) y en EE.UU.

Este descubrimiento ha sido un importante toque de atención al sector, que se está poniendo las pilas para llegar a las cifras que pide la UE:  5mg/PCU - partimos de 37mg/ PCU y el objetivo final es llegar a 1mg. (Holanda y Dinamarca ya lo han conseguido). Para ello, obviamente este medicamento ya no se puede utilizar como profiláctico, y en caso de recurrir al tratamiento, hay que confirmar primero que efectivamente es E. coli la causante de la infección, y que no es resistente a este antibiótico. También se ha desarrollado el Programa REDUCE Colistina al que se han unido de manera voluntaria la propia industria farmacéutica, asociaciones de veterinarios, productores de piensos y empresas ganaderas para llegar a esos 5 mg en la cría de cerdos. Los sectores avícola, cunícola y bovino están dando los primeros pasos para tener también su propio programa Reduce.



Cartel divulgativo del PRAN dirigido a los ganaderos de porcino. Fuente.

¿Y cómo se puede disminuir su uso en las granjas?

Después de todo lo contado, no resulta descabellado pensar que en un futuro quizás más próximo de lo deseable no se pueda recurrir al uso de muchos antibióticos en ganadería. Bien porque lo acabe prohibiendo la Unión Europea o porque directamente a las bacterias ya no les hagan ni cosquillas. La buena noticia es que actualmente hay diversas alternativas y medidas para retrasar o incluso evitar ese apocalíptico escenario.

Lo primero y lo más lógico es reforzar aún más las medidas de prevención en la propia granja (bioseguridad, mayor higiene, mejora en la alimentación, densidad apropiada de animales, control de la temperatura, la humedad y la calidad del aire interior, etc.).


Las granjas intensivas más modernas permiten al visitante ver cómo viven los animales....eso sí a través de un cristal. La bioseguridad es lo primero y dentro sólo pueden pasar los trabajadores, el dueño y el veterinario.


Lo segundo es reforzar la resistencia de los propios animales, mediante el uso de autovacunas o incluso recurriendo a programas de mejora genética que sean capaces de identificar a los animales con mayor inmunidad natural

Por último, se está investigando en otras sustancias que ayuden a los animales en la lucha contra las bacterias patógenas. Tenemos probióticos (preparaciones de microorganismos que contribuyen al equilibrio de la flora intestinal,  potencian el sistema inmunológico e inhiben el crecimiento de bacterias patógenas), prebióticos (fibras vegetales específicas que sirven de alimento y por tanto estimulan el crecimiento de bacterias beneficiosas en el intestino) , ácidos orgánicos para el destete de los lechones (al acidificar el alimento se evita el crecimiento bacteriano y mejorar su digestibilidad) e incluso extractos de plantas seleccionadas entre otras cosas por sus propiedades antioxidantes y antimicrobianas.


Epílogo

Si habéis llegado hasta aquí, enhorabuena y gracias por vuestra paciencia. Espero que esta entrada haya servido para entender que lo único que tiene que preocuparnos es la pérdida de efectividad de los antibióticos (que no es poca cosa), ya que su presencia en alimentos es anecdótica gracias a que están muy controlados.

¿Que qué podemos hacer como consumidores? Por lo pronto podemos estar razonablemente tranquilos de saber que se está trabajando en la reducción del uso y que existen alternativas. Como sé que a más de uno no le parecerá suficiente, siempre se puede investigar sobre las marcas de productos que apuestan por reducir el uso de antibióticos, optar por productos procedentes de ganadería extensiva que a priori requiere menos uso de antibióticos o directamente de ganadería ecológica cuya norma de producción solo permite su uso terapéutico.

Por cierto, muchas gracias a Alejandro Giménez Iranzo, por la valiosa información que me aportó sobre el uso de antibióticos en granjas hace ya mucho tiempo.


Otras entradas que te podrían interesar:

DE POLLOS Y SUPERMERCADOS

"STRANGER PIGS" O CÓMO CEBAR MITOS ALIMENTARIOS (PARTE I)

¿SABÍAS QUE LA LECHE NO ES UN VENENO?

PRODUCTOS ECOLOGICOS, ¿POR QUE SON MÁS CAROS?

viernes, 30 de octubre de 2015

DE CARNE, AGUA Y HORMONAS.




Menuda se ha liado con la declaración de la OMS sobre las carnes rojas y procesadas y su relación con el cáncer. La verdad es que no tenía pensado escribir sobre el tema, que ya bastante coba se le ha dado, no me gusta ser oportunista y además es un tema del que pueden hablar mucho mejor los profesionales de la nutrición. Por cierto, os aconsejo la entrada de Juan Revenga en el blog del Comidista, por si no la habéis leído todavía.



Precisamente estos profesionales llevan recordándonos desde hace bastante tiempo (más bien predicando en el desierto, por lo que veo) que es necesario reducir el consumo de carne roja y evitar las carnes procesadas si de verdad quieres llevar una dieta saludable. La OMS simplemente ha difundido (no muy bien, la verdad) las conclusiones de la Agencia Internacional de Investigación sobre el Cáncer; no prohíbe y ni siquiera aconseja, simplemente al meter la carne procesada en la categoría 1 (causa cáncer) y la carne roja en la 2A (probablemente cause cáncer) nos dice que existe suficiente evidencia científica para meter a estos alimentos en esas categorías.



¿Qué significa exactamente comer carne con moderación? He aquí una propuesta que no se si convencerá a más de uno. Fuente: tomado de la web "El nutricionista de la general".




A pesar de ello, tras el anuncio se ha montado el revuelo clásico, con todos sus ingredientes: 1º titulares en los medios de comunicación totalmente descontextualizados y alarmistas; 2º alarma injustificada de los ciudadanos seguida inmediatamente por un choteo generalizado en forma de memes, 3º declaraciones de ministros e industria apelando al sentido común, a un consumo razonable y a las estupendas y necesarias propiedades de la carne, no vaya a ser que se desmande la cosa y 4º tras unos días aquí no ha pasado nada, volvemos a nuestra dieta habitual.



 Haciendo memes los españoles somos únicos, y si nos quitan el jamón ibérico sacamos más mala leche todavía.



A lo que vamos, que no tenía yo intención de escribir nada, pero cuando empecé a toparme con comentarios entre amigos o en internet en los que se repetían como un mantra las alusiones a la comida de antes, a cómo se crían los animales y, cómo no, a la palabra mágica HORMONAS, ahí ya vi que tenía que intervenir. Al principio creía que iba a ser un paseo, pero investigando y rascando, me he dado cuenta que el asunto no se explica con cuatro consignas sencillas y ya está, o al menos esa no es la intención del blog. De todas maneras voy a intentar no aburriros.



1. ¿Por qué se recomienda un menor consumo de estos alimentos?.



Me ha costado bastante encontrar una explicación, y la verdad es que la sección de preguntas y respuestas de la OMS no ha resultado de gran ayuda. Mucho mejor nos lo explica Aitor Sánchez en el programa de RNE "Esto me suena", información que he completado con lo que nos cuentan en una página divulgativa muy apañada, Cancer Research UK. Conviene aclarar que en la actualidad se desconocen con exactitud los mecanismos que desencadenan el cancer colorectal y si hay más protagonistas.



Al parecer, en la carne roja, los problemas surgen cuando un compuesto químico propio de la carne, el hierro " hemo ", se degrada en el intestino para formar diversos compuestos llamados N-nitroso. Estos parecen dañar a las células que recubren el intestino, por lo que se tienen que replicarse con mayor rapidez para reparar el daño. Esta necesidad de replicarse una y otra vez aumenta la posibilidad de que haya errores al copiar el ADN de las futuras células, y este es el primer paso en el camino hacia el cáncer. Es como si las células del intestino, ante una sobrecarga de trabajo, se les fuera la cabeza y decidieran hacer una huelga a la japonesa, "¿queréis que nos repliquemos?, dirían, pues os vais a enterar.



El problema de la carne roja procesada es que contiene además otros compuestos químicos que también generan los compuestos N-nitroso en el sistema digestivo, por ejemplo los conservantes basados en nitritos presentes en los embutidos como conservantes.



Cocinar la carne a altas temperaturas, como un grill o una barbacoa, también pueden dar lugar a la formación de más compuestos todavía que podrían aumentar el riesgo. Estos compuestos no son exclusivos de la carne roja, pero se producen en mayor cantidad en estas carnes y sus derivados que en otras carnes.





2. La relación de estos alimentos con la probabilidad de contraer cáncer NO tiene que ver con el modo en que se críen los animales o dónde compras la carne.



Por lo explicado en el punto anterior, sería igual de peligroso alimentarse a base de filetes churruscados de ternera ecológica alimentada a base de pastos, que de una pobre ternera de un cebadero cualquiera. O que zamparse a diario bocatas de un embutido con denominación de origen que compraste en la tienda gourmet comparado con uno de marca blanca.



Aunque es verdad que han metido en el mismo saco a alimentos tan distintos como el nuestro jamón serrano/ibérico (¡lo que nos ha dolido, eh!) con cecinas, embutidos o salchichas industriales, hay que recalcar que según la evidencia de la que se dispone hasta el momento, es el tipo de procesado de la carne y los compuestos utilizados los que explicarían el aumento en el riesgo de cáncer.







3. ¿ Por qué los filetes sueltan tanta agua?



¿Y que tendrán que ver los N-nitrosos con esto? Pues visto lo visto, nada, pero el hecho es que el tema acaba saliendo en las conversaciones.



El hecho de que el filete en la sartén se jibarice y ponga la encimera perdida de salpicaduras actualmente tiene poco que ver con "los químicos y porquerías que le echan ahora a la carne", o con los pollos u otros animalicos hormonados (este mantra es el equivalente ganadero de los tomates insípidos). Más adelante me centraré en las hormonas, ahora vamos con el agua de los filetes.



Hay muchos factores que influyen en que una pieza de carne (que es fibra muscular) suelte más o menos agua durante su cocción. Gominolas de Petróleo lo explica estupendamente no en una sino en dos entradas, que intentaré resumir en lo posible.



- Tratamientos veterinarios fraudulentos. Aunque son los primeros que suelen citar los consumidores como culpables, paradójicamente es la causa menos probable. Basándonos en los datos ofrecidos en 2010 por la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA), es muy poco probable que la pérdida excesiva de agua en la carne se deba a tratamientos con sustancias prohibidas. Solo se encontraron antitiroideos en un 0,47% de los casos analizados, hormona del crecimiento en un 0,15%; esteroides, en un 0,19% y clembuterol, en un 0,01%.



- Otros fraudes; como añadir agua o salmuera a la carne son también muy poco frecuentes, en parte porque se detectan con demasiada facilidad.



- Lo más probable es que las pérdidas de agua se deban a varias causas que actúan a la vez. Unas están ligadas a los propios animales: la especie (la carne de cerdo es más propensa a perder agua que la de ovejas o vacas), la raza (las de músculos muy desarrollados, que suelen ser mayoría actualmente, son más propensas a perder agua), la edad del animal (los animales jóvenes tienen más agua en sus músculos, pero la retienen mejor que los adultos ), o el tipo de músculo (las distintas calidades de los distintos cortes se definen en parte por la capacidad para retener agua) y su composición (la relación agua/proteínas de la pieza). Otras causas se encuentran en el manejo de los animales y de la propia carne: si el animal ha sufrido estrés antes del sacrificio, un manejo inadecuado de la canal (del animal ya sacrificado y preparado para su almacenamiento), la maduración de la carne, si se corta mucho o poco, las condiciones de refrigeración y/o congelación, el proceso de cocinado (método utilizado, temperatura, adición de sal, tamaño de la pieza)...Como veis resulta un poco injusto echar la culpa a las hormonas cuando hay miles de factores que lo explican.



No quiero ni pensar la que podría liarse con un filete de un ternero Blanco Azul Belga.


¿ Sabías que el componente mayoritario de la carne es el agua, que se encuentra en una proporción aproximada del 75%?. Visto así, no debería resultar extraño que la carne pierda agua. 




4.¿La carne tiene hormonas sí o no?.



Antes que nada voy a dejar las cosas claras: hoy en día la normativa de la Unión Europea prohíbe su uso en la cría y engorde de ganado. Pero digo hoy en día porque no siempre ha sido así. Su uso permitido pero irresponsable en la segunda mitad del siglo XX dio lugar a ciertos problemas de salud que parece que han quedado grabados en el subconsciente colectivo. 

Dentro del grupo de las sustancias promotoras del crecimiento se pueden identificar varios tipos según su naturaleza:



Tenemos por una parte a los tireostáticos o antitiroideos, sustancias que inhiben la síntesis de la hormona tiroidea. Su administración hacía que los animales acumularan más grasa y más agua, en vez de formar músculo por lo que se consideró un fraude. También conocidos como "finalizadores cárnicos", se administraban mezclados con el pienso durante los 40 días previos al sacrificio, sobre todo a los animales de desvieje (vacas que ya han terminado su vida útil) para mejorar su peso y su aspecto. Vulgarmente conocidos como finalizadores cárnicos, están prohibidos en la UE desde 1981, aunque no suponen un riesgo para la salud.



Por otra parte tenemos a los anabolizantes. Y dentro de este grupo se distinguen las hormonas del crecimiento o somatotropinas y las hormonas sexuales. Cuando ambas se aplican en animales, entre otros efectos disminuye la acumulación de grasa (que es lo que demanda una parte importante de los consumidores) a la vez que aumenta la masa muscular y el músculo esquelético, vamos que los bichos crecen de verdad. La hormona del crecimiento no presenta problemas para la salud porque, al ser una proteína, se inactivan durante la digestión.



El caso más peligroso de uso de hormonas se dio con el dietil estilbestrol (DES). Se trata de una sustancia capaz de producir tumores en los tejidos que responden al estrógeno  (mamas, útero y ovario). Lo triste del asunto es que se siguió utilizando cuando ya existían sospechas de sus efectos, en parte debido a que tras la segunda guerra mundial, cualquier cosa que permitiera incrementar la producción animal (y por tanto de alimentos) era bienvenida. En España se utilizó incluso hasta principios de los años ochenta. Al parecer, esta sustancia es la responsable del crecimiento anormal de las mamas en niños y niñas italianos que consumieron carne con niveles muy altos de este compuesto, cuando ya estaba prohibido su uso. De esta historia verídica procede el mito de los pollos hormonados.



Respecto a las hormonas sexuales que se utilizan actualmente, en principio no han de suponer ningún problema ya que la cantidad de residuos que se pueden ingerir al consumir carne de animales tratados es muy pequeña como para suponer un riesgo de salud.



No existe la carne sin hormonas. El ganado produce hormonas y estas aparecerán en la carne en una pequeña cantidad, independientemente de cómo se haya criado el animal. En esta página canadiense nos cuentan que una pieza de carne ecológica pueden encontrarse 1.5 nanogramos de estrógeno, y en una convencional 2.2 nanogramos. Una minucia comparado con los 192.000 – 1.192.000 nanogramos producidos por el cuerpo de una mujer. Fuente:  J.M Mulet




Para el engorde de ganado se utilizan hormonas sexuales sintéticas que imitan a sus equivalentes producidas por el propio animal. Como dije antes, se utilizan porque promueve la formación de músculo y dificulta el almacenamiento de grasas. Como hace falta más pienso para producir la misma cantidad de grasa que de músculo, si el animal tiende a formar más musculo que grasa necesitará menos pienso para alcanzar el peso de sacrificio. Por tanto la utilización de estas hormonas digamos que ayuda a consumir menos pienso, que es el gasto principal del ganadero y por tanto a obtener una mayor productividad.



¿Sabías que se ha estimado que una persona tendría que consumir 3 millones de hamburgesas cada día de carne de vacuno al que le han administrado hormonas para llegar a estar expuesto a la misma cantidad de estrógeno que produce una mujer?.



A los terneros se les inserta en la parte de atrás de la oreja unos pequeños comprimidos que van liberando poco a poco la hormona durante varios meses. Fuente.

Entonces, si el uso de hormonas sexuales para estimular el crecimiento del ganado es inocuo , según afirman organizaciones como la OMS y la FAO, ¿por qué en Europa no se permiten desde 1994?. Pues posiblemente por razones parecidas a la oposición a los organismos transgénicos: un poco de oposición social y una legislación de fondo que respaldan al motivo principal, crear una barrera comercial que evite la entrada en la Unión Europea de carnes procedentes de otros países, como Estados Unidos o Canadá, donde sí está permitido el uso de hormonas. Bueno, eso hasta ahora. Habrá que estar atentos a cómo queda la cosa si sale adelante el TTIP (Tratado de Comercio e Inversiones entre Estados Unidos y la Unión europea). .



Y por último tenemos a los beta-agonistas o beta adrenérgicos, que os sonarían a chino si no fuera por el clembuterol, que pertenece a este grupo. Se comenzaron a utilizar a raíz de la prohibición de las hormonas sexuales y los antitiroideos como promotores del crecimiento. Su efecto en la canal era completo: aumento de la masa muscular, disminución del tejido graso y retención de agua. El problema es que esta sustancia se acumula en el hígado, los ojos y otras glándulas, llegando a provocar intoxicaciones leves o incluso alteraciones del tiroides en casos graves en aquellos que consumían la carne de los animales tratados con cantidades muy altas. Para rematarlo, eran en parte responsables de que la carne sea más dura y fibrosa.



Actualmente está permitido su uso sólo como medicamento veterinario, y respetando un periodo de retirada. Del tema del uso del clembuterol para el engorde, prohibido desde 1996, ya hablé en esta entrada.




Bueno, pues ya está todo. Espero que esta entrada os haya servido para orientaros en este mundo de las carnes y "toda la porquería que les echan".





Aparte de los enlaces citados, he utilizado información de:


OTRAS ENTRADAS QUE TE PUEDEN INTERESAR