Mostrando entradas con la etiqueta mano de obra. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta mano de obra. Mostrar todas las entradas

viernes, 6 de noviembre de 2020

AZAFRÁN, ORO ROJO QUE NACE A RAS DE SUELO

Recién estrenado noviembre algunos campos manchegos adquieren un peculiar color morado salpicado de destellos rojos. Es la rosa del azafrán, la "rosa" para la gente del lugar, que luce justo ahora su máximo esplendor.

 

 Fuente: DOP Azafrán de la Mancha.

La planta del azafrán

Como ocurre a menudo, llamamos azafrán tanto a la planta como a la especia. El nombre científico de la planta es Crocus sativus y pertenece a la familia de las iridáceas, a la que también pertenecen los lirios y los gladiolos. 


Un aspecto curioso de esta planta es que es estéril; no produce semillas viables porque es triploide (tiene tres copias de sus cromosomas, y ya se sabe que dos son compañía y tres multitud). Así que para poder tener descencia recurre al cormo, que abreviando mucho, es un tallo engrosado donde acumula sustancias nutritivas de reserva. Este cormo es capaz de generar pequeños cormitos (tallos nuevos) que darán lugar a varios nuevos individuos. Al azafrán esta estrategia le ha ido bien ya que el hombre, al domesticarlo, se ha encargado de tener suficientes descendientes para plantarlos una y otra vez.


Cormos de azafrán listos para ser plantados e iniciar un ciclo de cultivo. Las plantas que tienen cormo pueden permitirse perder su parte aérea cuando las condiciones ambientales son adversas (frio o calor excesivos o sequía) ya que conservan una parte subterránea donde almacena nutrientes. Fuente: DOP Azafrán de Castilla la Mancha.

 

El azafrán como especia es una parte de la planta, en concreto los estigmas, la parte femenina de la flor que recibe al polen. Cada flor de Crocus tiene tres estigmas de color rojo brillante y con forma de hebras. Estos contienen un cóctel químico que lleva seduciendo al hombre desde hace miles de años, lo que le ha permitido garantizar su supervivencia. Pero de eso hablaremos más adelante. Fuente: Madan et al., 1996.

Un poquito de historia

Se cree que el azafrán se domesticó en Grecia y en general el entorno mediterráneo, allá por la Edad de Bronce. Muy probablemente nos llegó de manos de fenicios, griegos y romanos, aunque fueron los árabes los principales responsables de su extensión por toda la Península Ibérica y de darle el nombre que ahora utilizamos. Además de como especia, ha sido utilizado como tinte y medicamento.

 

 ¿Sabías que la palabra azafrán viene del árabe y significa amarillo?

 

El azafrán en Castilla La Mancha

En la actualidad, el principal país productor y exportador es Irán, que acapara el 90% del total mundial. Nuestro país es el segundo, y produce además un azafrán de gran calidad. También lo cultivan en Grecia, Marruecos, India e incluso de manera anecdótica hasta en Suiza.  

 

En España destaca Castilla La Mancha, que produce el 97% de azafrán, aunque solo en determinados municipios de Albacete (que abarca el 82% de la superficie nacional dedicada a este cultivo ), Ciudad Real, Cuenca y Toledo. Y es que el bulbo del azafrán se adaptó de forma muy particular a las condiciones de suelo, y a un clima mediterráneo continental con fuertes contrastes como es el domina en Castilla la Mancha. Otras comunidades con condiciones parecidas donde también se cultiva son Aragón y Murcia.

 

En esta región el azafrán es mucho más que un cultivo. Normalmente de carácter familiar, es a menudo un complemento a la renta. El azafrán está muy presente en la lengua y la cultura popular: hay una jota manchega dedicada a él y es el tema de una zarzuela de 1930 - "La rosa del azafrán". La acción trascurre en La Mancha y en el libreto se compara la fragilidad del amor con esta flor de otoño, "que brota al salir el sol y muere al caer la tarde".

 

Curiosidades sobre su cultivo

Dado que es una planta perenne, que aguanta escondida en el suelo las estaciones más duras, no hay necesidad de sembrar todos los años. De hecho es un cultivo que permanece en el mismo terreno en torno a cinco años. Por esta razón es muy importante elegir la parcela adecuada, ya que rectificar errores una vez instalado el bulbo es más difícil y costoso.

 

¿Sabías que la edad de los azafranales es muy importante? Normalmente, los productores suelen tener dos o tres de distintas edades de forma que cada año alguno de ellos esté activo. Los azafranales "de dos" y "de tres" son los más productivos.

 

Aunque el azafrán no es una planta exigente, para obtener buenos rendimientos conviene que el suelo sea fértil, y a ser posible que tenga instalado un sistema de riego. Aunque ya hemos visto que es resistente a la sequía y tampoco tiene gran necesidad de agua, responde muy bien a riegos de apoyo.

 

En Castilla - La Mancha el azafrán se planta a principios o a finales de verano. Normalmente en surcos separados medio metro o más para facilitar la escarda. Algunas explotaciones más tecnificadas siembran en mesetas de ancho variable que permiten la utilización de maquinaria adaptada a este cultivo. Fuente: DOP Azafrán de Castilla la Mancha.

La floración, belleza y trabajo duro a partes iguales

Uno de los momentos más delicados del cultivo es sin duda la cosecha. Hay que planificarlo bien ya que las flores son efímeras y pierden calidad si están a la intemperie durante mucho tiempo.

 

En Castilla - La Mancha la floración tiene lugar desde mediados de octubre a principios de noviembre. Las flores asoman cerradas cada amanecer e irán abriéndose según avanza el día. Se cosechan una a una, pellizcando en la zona donde se unen el tallo y el cáliz y depositándola en una cesta. La labor comienza en las primeras horas del día, procurando evitar las horas de máximo calor, hasta conseguir retirar del campo la totalidad de la flor aparecida durante la última noche.

 

Tradicionalmente el azafrán se cosecha de forma manual. No hace falta insistir en que se trata de un trabajo duro, ya sea por la postura que tienen que adoptar los trabajadores como por las adversidades meteorológicas. Fuente: DOP Azafrán de Castilla la Mancha.

Los rendimientos en la recolección son variables, ya que dependen de muchos factores. En La Mancha, se estima que una persona recoge entre 12 y 14 kg de flores en una jornada, la cual dura unas 5 o 6 horas. Si, lo has leído bien, todo ese tiempo en esa postura. Aunque existen varios modelos de máquinas más o menos sofisticadas para recoger las flores de azafrán, diseñadas por los propios diversos agricultores, no acaban de cuajar en un cultivo bastante poco mecanizado. Esto se debe a su carácter peculiar, aunque se obtiene dinero con él sigue siendo familiar y ocupa poca extensión de terreno: mientras que en otras cosechas se habla de toneladas o miles de toneladas, en el azafrán hablamos de kilos. Una cosecha media está entre 600 y 700 kg, y llegar a los 900 kg ya es un record.

 

¿Sabías que hacen falta de 5 a 8 jornales para recoger las flores necesarias con las que obtener un kilogramo de azafrán?

 

Las flores cortadas se colocan con cuidado, evitando apelmazarlas, en recipientes que permitan la aireación como las tradicionales cestas de mimbre. De esta manera, se evita que los estigmas entren en contacto con la flor, perdiendo parte de su color y tomando compuestos amargos de esta. Fuente: DOP Azafrán de Castilla la Mancha.


La monda, una escena típicamente manchega

Las flores recolectadas pasan al proceso de desbriznado o monda en el menor tiempo posible. Este consiste en extraer, también de manera manual, los estigmas de la flor. Mediante un delicado pellizco, las roseras (porque habitualmente son mujeres las encargadas de esta labor) rompen el estilo por la parte en la que éste comienza a ponerse de color blanco de manera que los tres estigmas se mantienen juntos. Estos se colocan en un recipiente hasta el momento del tostado.

 

Para mondar las flores con las que obtener un kilo de azafrán hacen falta entre 9 y 10 jornales de roseras con una mínima habilidad y la experiencia. Al menos en esta labor se está sentado. Como las flores son delicadas conviene mondar todas las que se han recolectado el mismo día, se trata por tanto de una actividad que requiere disponer de bastante mano de obra experimentada durante un periodo de tiempo corto. Esto también explica el alto precio este producto.

 

¿Sabías que la monda o desbrizne de la flor ha de realizarse en el mismo día de su recolección, antes de que pasen 12 horas?.

 

La monda del azafrán era tradicionalmente un acto social. Las familias, vecinos y amigos se juntaban para desbriznar las flores recogidas por la mañana, labor también conocida como "sacar la rosa". Fuente: DOP Azafrán de Castilla la Mancha.

 

El tostado, una etapa clave

Una vez desbriznado el azafrán, a los estigmas se les somete a un proceso de tostado que va a determinar en gran parte su poder colorante, el aroma y estabilidad físico – química, es decir su calidad final.

 

Los estigmas se colocan en capas sobre un cedazo y se tuestan con una fuente indirecta de calor constante e uniforme que no comunique sabores u olores ajenos, como pueden ser brasas o una estufa. Los encargados del tostado se guían de su experiencia y los conocimientos tradicionales acumulados para realizarlo. Fuente: DOP Azafrán de Castilla la Mancha.

El azafrán que se comercializa bajo la DOP Azafrán de la Mancha sigue el siguiente proceso para garantizar la calidad del producto final. Una vez tostado se lleva al organismo de control (que es una empresa externa autorizada e independiente) que controla el producto y acredita que el azafrán del productor inscrito en el Consejo Regular cumple una serie de condiciones (establecidas en el denominado "pliego de condiciones"). Una vez que ese azafrán tiene la acreditación del organismo de control, entonces el Consejo Regulador realiza la calificación: se cierra la bolsa, se pesa y se precinta con un número. Ese azafrán no tiene todavía Denominación de Origen, esta la dará el envase. Sólo pueden envasar las envasadoras inscritas (que actualmente son 17), las únicas autorizadas a comprar ese azafrán con el precinto del Consejo Regulador. Estas partidas las envasarán según indica el pliego, de manera que el consumidor sepa con certeza de lo que está comprando. 

 


 

Cada envasadora tiene sus marcas y etiquetas propias. Si en el envase aparece una de sus dos contraetiquetas (en las que aparece una flor morada con Don Quijote) es que tenemos delante un azafrán con Denominación de Origen de la Mancha, es decir de calidad garantizada. No es la única manera de obtener un producto de enorme calidad, pero si una considerablemente fiable.

Y así llegamos a la parte más sabrosa de la entrada. Espero, que todo este rollo anterior os permita entender mejor porqué es tan cotizada y como asegurarnos de comprarlo y utilizarlo bien.

 

El azafrán en la cocina

En primer lugar, ¿qué es lo que a esta especia tan apreciada?. 

Empecemos por el color, que se debe a la crocina, un pigmento carotenoide capaz de diluirse en agua. De hecho, el "pedigrí" de los azafranes se mide principalmente por su capacidad colorante la "escala de crocina" : el Sargol, un azafrán rojo puro iraní tienevalores de crocina que superan los 220 y nuestra variedad más cotizada, elCoupé pasa de 190

El sabor del azafrán nos lo dan el safranal y la pirocrocina. En fresco, predomina el amargor que aporta la pirocrocina, que posiblemente los produce la planta para defenderse de animales que pretendan comérsela. El tostado hace que se libere el safranal y otras moléculas similares que redondearan el aroma general y disminuirán el amargor.

 

Sólo dos ideas importantes para utilizar bien el azafrán: no hace falta tostarlo y mejor si se hace una infusión, ya que sus compuestos pueden diluirse fácilmente en agua o leche. Fuente: DOP Azafrán de Castilla la Mancha.

¿Sabías que las sustancias responsables del color y aroma del azafrán también tienen diversos efectos farmacológicos?. Actualmente se está estudiando su eficacia en el tratamiento de enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer y el Parkinson.

 

En segundo lugar, ¿cómo conservarlo adecuadamente?

Es sencillo, al azafrán agradecerá los mismos mimos que demos al AOVE, ya que comparten "enemigos": el oxígeno, la luz y el calor alteran a las moléculas responsables de su aroma y color. La oxidación (en la que interviene el oxígeno) es inevitable con el paso el tiempo, por lo que hay que comprar en poca cantidad y de la cosecha del año anterior.

De hecho, raro será que encuentres azafrán que se venda a granel o en envases grandes. Y si es así, desconfía (salvo que tengas un restaurante y proveedores de confianza). De hecho, bajo la DO Azafrán de la Mancha, solo se comercializa en envases de hasta 100 g (que ya son muchos) y el azafrán producido el año anterior a su envasado. Los envases además deben garantizar que llegue al consumidor en estado optimo; así que, por favor no lo guardes en un frasco transparente en esa balda de especias tan cuqui a la que le llega todo el sol de la mañana.

 

¿Sabías que antiguamente se envolvían las hebras ya tostadas en pañuelos de algodón que se guardaban en cajas de metal?.

 

Y en tercer lugar, hablando de envases, ¿en qué tiene que fijarse uno para adquirir un buen un azafrán de origen español?

Seguro que existen azafranes de otros países con gran calidad, pero normalmente esos tienes tú que buscarlos a propósito. Es más fácil que a la mayoría de nosotros nos cueste localizar en el supermercados al azafrán fetén, habitualmente escondido entre aquellos que intentan hacerse pasar por lo que no lo son.

En el mejor de los casos el precio los delatará: 2 euros el gramo frente a 8 es mucha diferencia. Recordemos que el azafrán manchego requiere muchísima mano de obra, y en nuestros lares cuesta bastante más, por eso de los derechos laborales. Un azafrán barato también puede serlo porque el proceso de obtención esté más mecanizado, lo cual permite reducir costes pero no siempre ayuda a garantizar la calidad.

¿Sabías que el azafrán es la especia más cara del mundo? Esto se debe a que rinde poco - hacen falta unas 250.000 flores para obtener un kilo de azafrán - y que su delicado que requiere que muchas labores sea manuales. El precio de los estigmas una vez secos ronda en España los 6.000 - 10.000 euros el kg.

En cualquier caso el consejo es el de siempre, fijarse bien en la etiqueta: un "elaborado en" o "envasado en" sin mención expresa a su origen debe hacernos sospechar. Y si te sientes un poco CSI y quieres ir más allá, fíjate si tiene las tres hebras unidas al pistilo o haz “la prueba del agua”. Esta consiste en triturar un poco el azafrán y echarlo en agua templada o caliente: un buen azafrán manchego flotará y teñirá el agua enseguida, mientras que un iraní de baja calidad se hunde y colorea el agua con menor intensidad.

 

Y ya que tienes la esencia de azafrán preparada ¿por qué no animarse a cocinar algo con ella?. Es posible que os pase como a mí, que como no sé usarlo ni conozco todas sus posibilidades, al final el azafrán languidece en el cajón de las especias perdiendo sus propiedades. Para evitar ese triste final os aconsejo que echéis un vistazo a esta página y a este libro de recetas donde además indica cuánto y cómo usarlo. Y que no te agobie su alto precio, recuerda que unas pocas briznas serán capaces de dar personalidad a una receta.


 

Otras entradas que te podrían interesar:


 


martes, 2 de junio de 2020

LAS MUCHAS MANOS QUE NOS DAN DE COMER

Esta pandemia de COVID-19 nos ha puesto la vida patas arriba. Lo de hacernos mejores personas está por ver, pero espero que nos mueva a reflexionar y replantearnos qué cosas y qué personas son realmente importantes para nosotros y en nuestra vida.

Por un lado están la familia y los amigos, a los que estamos deseando abrazar. Y por otro, todos los profesionales necesarios para que funcione un país bajo mínimos, en esta especie de hibernación que ha supuesto el confinamiento. Al tratarse de una enfermedad el primer colectivo que nos viene a la cabeza es, lógicamente, el personal sanitario. Pero en la primera etapa, cuando teníamos la sensación de estar viviendo en una película de catástrofes, también nos dimos cuenta de lo imprescindible que resulta el trabajo de transportistas, cajeros y reponedores de supermercados, limpiadores, etc. Y cómo no, de los responsables últimos de tener alimentos a nuestra disposición en cantidad y calidad suficientes: los agricultores y ganaderos.

Fuente: Imagen de Deirdre Weedon en Pixabay

Pero a veces se nos olvida que "los agricultores que nos dan de comer" no son solo unos señores arando o sembrando con un tractor. Hay cultivos que necesitan muchas manos para ser cuidados y recogidos; las explotaciones son cada vez más grandes y es imposible que una sola persona pueda encargarse de todo. Hacen falta muchas manos, muchos brazos y muchas espaldas dobladas.

Con la ganadería ocurre algo similar, ya que los animales también dan mucho trabajo. El esquileo, por ejemplo, es una dura tarea que requiere técnica y aprendizaje. Actualmente suelen realizarlo cuadrillas de esquiladores venidos de Europa del Este, aunque este año han tenido que traerlos "in extremis" de Uruguay. Fuente: Oviespaña

¿Y de quién son las manos que hacen ese duro trabajo, menos reconocido aún que el del propio agricultor?. Porque a él le ponemos nombre y nos hacemos una idea de su aspecto; pero los temporeros que trabajan "doblando el lomo", helados de frio durante la recogida de aceituna, asfixiados de calor dentro del invernadero, recogiendo la fresa o cargando, una tras otra, pesadas cajas de fruta, son prácticamente invisibles. Otro colectivo que se suma a los profesionales habitualmente mal (o muy mal) pagados pero imprescindibles en nuestro día a día.


Temporeros recogiendo fresa en un vivero en Huelva. Fuente: Efeagro/J.J.Ríos


Una mano de obra que, en parte, viene de otros países.

Los datos no mienten: el sector agrario español da empleo a aproximadamente 300.000 trabajadores temporales, de los que en torno a la mitad son extranjeros. Los países de origen son variados: Marruecos, África Subsahariana y Europa del Este (principalmente Rumanía y Bulgaria).

La Covid 19 ha supuesto el cierre de fronteras y restricciones a los desplazamientos de trabajadores. Esto ha complicado, o directamente impedido, a los temporeros venir a realizar unas tareas agrícolas que los propios del lugar, seamos honestos, o no están preparados o no tienen especial intención de hacerlas.

Esta situación no es nueva y suele suponer un baño de realidad frente a las políticas anti-migración de determinados gobernantes. En Gran Bretaña, por ejemplo, han hecho el llamamiento "Alimenta al país", con el objetivo de reclutar a estudiantes y parados para hacer el trabajo que normalmente realizan 90.000 temporeros procedentes de Europa del Este. Se han apuntado unas 30.000 personas, la mayoría no aptas ya que, para recoger por ejemplo espárragos o fresas es necesaria mano de obra especializada. Así que, al final las grandes cadenas agroalimentarias se han organizado para conseguir mano de obra y fletar varios aviones procedentes de Rumanía.

Según cuenta la periodista agraria Jane Craigie, uno de los problemas es que los trabajadores procedentes de otros sectores no tienen la destreza y rapidez manual de los temporeros habituales. Esto supone un lastre económico, ya que encarece la labor de recogida hasta hacerla incluso poco competitiva...al menos el problema es común en muchos países.



Algunas labores agrícolas requieren de mano de obra humana, ya que por sus características resultan muy difíciles (y caras) de mecanizar. Un ejemplo es la recolección de fruta de hueso. Fuente: Revista Mercados.


La respuesta del Gobierno y la tozuda realidad

En España se estimó que para la campaña de 2020 serán necesarios entre 100.000 y 150.000 trabajadores. Dadas las restricciones al movimiento de trabajadores extranjeros que impone la pandemia, el gobierno aprobó a principios de abril un Real Decreto Ley con medidas urgentes de flexibilización en materia de empleo agrario que busca favorecer la contratación temporal de trabajadores dentro del país. De esta manera se podrían asegurar las campañas agrícolas, evitar pérdidas económicas, complicaciones en la cadena alimentaria o que la reducción de la oferta encarezca el producto.

Estas medidas no se dirigen a las personas que han quedado en paro como consecuencia de la Covid-19, sino a los parados de diversos sectores previos a la pandemia que podrán, de forma extraordinaria, trabajar en el campo mientras están cobrando el paro. Esta posibilidad también se abre a migrantes: a los jóvenes de entre 18 y 21 años en situación regular y a aquellos cuyo permiso de trabajo termine el 30 de septiembre (se ha tenido que prorrogar el plazo). Eso sí, todos los beneficiarios tienen que vivir cerca del lugar de trabajo, para limitar los desplazamientos que favorecen la dispersión del virus. Para agilizar el reclutamiento, varias organizaciones agrarias han creado bolsas de trabajo en coordinación con los servicios los servicios autonómicos de empleo y del Servicio Público de Empleo Estatal (SEPE).

La norma fue bien recibida por los distintos agentes del medio agrario, relativamente tranquilos porque al comienzo de las restricciones no había problemas de mano de obra, gracias por una parte a los trabajadores locales y a los parados de otros sectores y por otra parte a la menor producción en determinadas campañas agrícolas. Pero advirtieron que a partir de mayo podría haber problemas, con el pico de producción de los frutales de hueso, la campaña del ajo y de melones y sandías por delante. Porque, por muy buenas intenciones que tenga la normativa, a menudo la realidad pone las cosas en su sitio. Hay dos inconvenientes principales a la puesta en práctica de estas medidas que van solventándose poco a poco, en parte por la entrada de muchas regiones fases avanzadas de la "desescalada".

El primero es la disposición o la capacidad de las personas que se presentan a estas bolsas de trabajo:¿son conscientes los aspirantes a trabajos agrarios lo que supone trabajar en el campo?, ¿están preparados para ello?, ¿cuánto tardarán en adaptarse y rendir como un temporero habitual? La Unió de Pagesos, por ejemplo, ha calculado que Cataluña necesitará unos 30.000 temporeros y prevén que puedan contratar a la mitad de las 12.000 personas que se han apuntado a la bolsa de empleo. La otra mitad o no cumple los requisitos o no se les puede dar alojamiento debido al cierre de hoteles.

El trabajo en el campo es realmente duro. Fuente. La Vanguardia.


Y ahí va el segundo problema: la limitación de movimientos de estas personas. Con los parados locales no habría problema, pero teóricamente están todos fichados. Los parados de otros sectores y zonas tendrán que desplazarse desde otras localidades, provincias o incluso comunidades autónomas. Suma las restricciones a la hora de transportar los temporeros al tajo (que afortunadamente se han ido relajando) al jaleo de provincias, regiones y ciudades en distintas fases de la desescalada y ya tienes otro quebradero de cabeza más. Si además hablamos de temporadas de recolección que duren, por ejemplo, un mes, a la que acuden trabajadores de ciudades más o menos lejanas, ¿los transportas todos los días o los alojas en algún lugar cercano?, ¿dónde, si todavía hay hoteles y hostales cerrados?, ¿en qué condiciones higiénico sanitarias se alojarán estas personas?, ¿y si se contagian durante la campaña?. Muchas preguntas para una situación demasiado incierta.

Surgió entonces una posibilidad, ¿por qué no comenzar por personas en situación irregular?. Se estima que en España puede haber unas 800.000 y, al fin y al cabo, muchos de ellos ya (mal)viven cerca de donde pueden trabajar, están más que acostumbrados al trabajo duro e incluso es muy posible que tengan experiencia en estas labores. Por no hablar de que podría suponerles una mayor protección sanitaria y la posibilidad de cierto arraigo. En este sentido los sindicatos generalistas UGT y CCOO y algunos representantes de sindicatos agrarios y empresas en zonas fruteras ha lamentado la oportunidad perdida para regularizar -aún temporalmente- a los miles de “sin papeles”, como han hecho Portugal e Italia de manera excepcional. Otro reto sería lograr que estas personas reciban el mismo trato y atención que los temporeros locales.

Casi dos meses después de la aprobación del decreto, han sido contratadas 2.090 personas en el sector agrario. La mayoría (73%) parados españoles y el resto (casi 600 personas) son temporeros inmigrantes a los que se les han prorrogado sus contratos y los jóvenes en situación regular.

A pesar de que esta cifra supone una pequeñísima fracción del total de empleados que el propio Ministerio de agricultura calculaba al inicio de la pandemia (hasta 80.000 temporeros) - y mucho más pequeña aún que lo que calculaban algunas asociaciones agrarias (150.000) desde el Gobierno parece que están tranquilos. Algunos empresarios catalanes, al igual que sus homólogos británicos, previendo el pico del verano en fruta de hueso y aprovechando que se ha flexibilizado la entrada de temporeros extranjeros, han decidido gestionar por su cuenta la llegada de trabajadores rumanos para esta campaña, y no a cualquiera, sino a personas con experiencia y antigüedad en sus empresas.


Unas inoportunas declaraciones políticas

Por si no tuvieran suficiente preocupación los agricultores, desde el Ministerio de Trabajo se anunció un refuerzo en las inspecciones laborales en empresas agrarias para acabar con situaciones de esclavitud. Que hay inmigrantes en situación irregular  trabajando en el campo español no es ninguna novedad, que haya desalmados que los traten de manera inhumana desgraciadamente también ocurre. Pero acusar públicamente a todo un colectivo, generalizando con un tema tan delicado, no es de recibo. Casi nadie discute que es necesario tomar medidas serias y efectivas para controlar a los que no cumplen con la legislación porque, entre otras cosas, ejercen una competencia desleal, pero claramente han errado en el momento y en las formas.

Estamos hablando de un sector que hace poco más de dos meses sacó los tractores a las ciudades, que con la pandemia volvió al campo para asegurar el suministro y que según esta va amainando vuelve a denunciar la situación que les hizo manifestarse. Estamos hablando también de un sector importante en la economía española, por sus exportaciones a la Unión Europea y más allá. Que el propio Estado insinúe o directamente afirme que existe esclavitud en la producción de alimentos es un regalo caído del cielo a las entidades y medios de comunicación de otros países que (legítimamente e igual que hacemos nosotros) buscan proteger sus producciones patrias.


Muchos agricultores saltaron a las noticias por acudir con sus tractores y equipos de fumigación para desinfectar las calles de los pueblos con lejía. Fuente.


En resumen

Una de las paradojas que ha puesto sobre la mesa esta pandemia de Covid-19 es que nuestra seguridad y nuestro bienestar dependen de que mucha gente normal, tan normal que acaba volviéndose invisible, siga saliendo a trabajar aunque nadie les asegure nada.

En el mundo agroalimentario esto se traduce en todos esos temporeros experimentados cuyo incesante trabajo contribuye en parte al funcionamiento la cadena de abastecimiento. Un ejemplo similar lo tenemos en los trabajadores de mataderos, industrias con unas particularidades de funcionamiento, tanto técnicas como laborales, que han propiciado la aparición de brotes de covid-19 en diversos países hasta el punto de suponer una amenaza al suministro de productos cárnicos en supermercados estadounidenses. No es solo cuestión de justicia es que además, si la cadena alimentaria se mantiene en movimiento gracias al trabajo de mucha gente capaz de trabajar muy duro pero a la vez tremendamente vulnerable (por malas condiciones de trabajo, sueldos bajos y fronteras cerradas) todo el sistema alimentario es vulnerable. Frente a problemas como este, como dicen los sabios, no hay que preocuparse, hay que ocuparse. Pero usando la cabeza a ser posible.




Otras entradas que te podrían interesar:


LA LEY DE LA CADENA ALIMENTARIA EXPLICADA CON EL CUENTO DE LA LECHERA

"STRANGER PIGS" O CÓMO CEBAR MITOS ALIMENTARIOS (PARTE I)