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viernes, 9 de julio de 2021

EL MINISTRO GARZÓN Y LA CARNE, UN ELEFANTE EN LA CACHARRERIA

 Los elefantes son unos animales imponentes, que normalmente despiertan simpatía y buen rollo. Las cacharrerías suelen ser locales antiguos y pequeños, que según lo mires pueden estar llenos de trastos o de tesoros por descubrir. Pero si, por lo que sea, el elefante con toda su buena voluntad decide entrar en la cacharrería a cotillear un rato, lo más seguro es que la visita acabe convirtiéndose en un desastre.


Me ha venido esta imagen al pensar en nuestro panorama político actual. Como, al parecer, no están los ánimos suficientemente crispados ha tenido que venir un político a echar más leña al fuego, o a la barbacoa si me permitís el chiste fácil.
 

Qué tendrá la carne que cada vez que nos piden reducir su consumo se monta la de dios, y que en cuanto a los países empiezan a despegar económicamente empiezan a darle al filete.Fuente:Imagen de Devon Breen en Pixabay 

Y es que resulta que el actual ministro de consumo, Alberto Garzón, ha publicado un vídeo en el que no me queda claro si pide a los ciudadanos que comamos menos carne, si quiere mostrarse como heroico defensor de la salud y el medio ambiente y luchador sin igual contra las villanas macroempresas o ambas cosas a la vez. El caso es que el ministro se ha metido en un buen berenjenal, él solito y (aparentemente) sin necesidad alguna.
 


Se está hablando muchísimo del tema. Como era de esperar ya se ha polarizado el asunto entre los dicen que ya iba siendo hora de que un político se mojara con el exceso de consumo de carne, los que se niegan a que nadie les diga lo que deben o no comer y obviamente el sector productor de carne que se ha sentido profundamente agraviado. 


Este blog dedicado a divulgar sobre alimentos y sus productores no iba a quedarse al margen, por lo que aportaré mi visión siguiendo como guión el certero resumen del asunto que ha hecho Jesús Soria en Twitter.

 

Hay que proteger al sector ganadero? Si
 

O, al menos, no machacarlo gratuitamente. Ni es el momento, ni son las formas. La gente del campo se merece más rigor y respeto y cualquier organismo de gobierno, de la administración que sea, tiene que gobernar para todos, o al menos intentarlo.

 

El problema del exceso de consumo de carne es innegable y aunque la motivación del video es acertada y necesaria se ha desperdiciado la ocasión de promover un debate serio y productivo. Aunque quizás eso sea mucho pedir hoy en día en este país.

 

El caso es que no se puede plantear un tema tan complejo con medias verdades. No así, no en estos tiempos en los que estamos ya un poco hartos de luchar continuamente contra la desinformación. No desde un puesto de ministro.

 

Y me temo que no ha sido una simple ocurrencia, ya que a pesar del chaparrón que le ha caído, insiste en la misma visión simplista en entrevistas y en una columna de opinión. De opinión, un ministro, que para colmo ni siquiera representa a ninguno de los dos sectores a los que pretende defender: sanitario o medio ambiente.


 

¿Consumimos mucha carne? Si
 

Comienza el video diciendo que nos estamos cargando el planeta en parte porque consumimos carne en exceso y que la acción de cambiar nuestra dieta tiene incidencia directa y puede contribuir a mejorar el estado del planeta. 


Es importante recordar que como consumidores tenemos un enorme poder, a menudo incluso político, pero creo la carne no lo es todo, me atrevería a decir incluso que tampoco la dieta. Quizás el problema esté en nuestra manera de consumir, mucho de todo, devorando recursos de todo tipo para producir ropa, aparatos electrónicos, plásticos, alimentos, etc. que acabamos devolviendo al planeta en forma de residuos que apenas somos capaces de recuperar.

Solo un dato, según la ONU si el desperdicio alimentario fuera un país, sería la tercera nación con más emisiones de gases de efecto invernadero del mundo. Que comemos mucha más carne de la que necesitamos para nuestras necesidades vitales no es ninguna novedad a estas alturas, pero ¿vamos a echarle toda la culpa a este alimento?.
 

¿Hay que comer menos carne? Si
 

Según el Informe Anual del consumo editado por el Ministerio de Agricultura (pg168), en 2020 los hogares españoles aumentó el consumo de carne en un 10,5 % alcanzándose los 2.305,25 millones de kilos.
 

El consumo se acerca a los 50 kilos de carne por persona y año: unos 136 gramos diarios o casi un kilo a la semana (entre carne fresca, procesada y congelada). Si nos fijamos en la recomendación de la Agencia Española de Seguridad Alimentaria que propone un consumo entre 200 y 500 gramos semanales, o el consejo de OMS de no superar los 500 g. de media, los españoles estamos comiendo más del doble de lo máximo necesario.

 

El caso es que si restamos a los 7.6 millones de toneladas de carne que dicen que producimos en España , los 2.3 mt que efectivamente nos zampamos, nos quedan nada menos que 5.3 mt para exportar. Esta viaja a países como China donde los que empiezan a tener dinero ni se plantean prescindir de la carne, un alimento que por cierto perciben de alta calidad precisamente porque seguimos el Modelo Europeo de Producción. Cuando estos países decidan que están comiendo demasiada carne vamos a tener un problema importante, pero eso ya es otra historia.
 

Mientras en el video se dice que España es el país que más carne consume de toda la Unión Europea aparece este mapa de la FAO (a ver si para la próxima especifican un poco mejor las fuentes) que muestra la "cantidad de suministro de carne". Ignoro el contexto original del mapa ni por qué se ha utilizado, pero una cosa es suministrar carne a todos los habitantes de un país y otra muy distinta es que dichos habitantes efectivamente la consuman.

 

¿Este exceso afecta a nuestra salud? Si

 
Casi al final del video (minuto 4.40) pronuncia la frase "detrás de cada filete de carne que tenemos encima del plato hay muchas cosas que probablemente no nos habían contado", que me recuerda una barbaridad a esas típicas de los videos chungos de Youtube, que vienen a decir "mira lo majo que soy que te estoy contando lo que nadie quiere que sepas".
 

Pues va a ser que no. Acerca del impacto negativo del consumo excesivo de carne sobre la salud y el medio ambiente se lleva hablando, y advirtiendo, desde hace ya bastante tiempo, en este artículo puedes ver varios ejemplos, e incluso yo toqué el tema en 2015 nada menos. Y desde luego de una manera bastante más seria que esta especie de documental, hilado con cuatro datos buscados en Google, las típicas imágenes de banco y musiquita apocalíptica como apunta Rubén Villanueva. Y que para colmo constantemente mezcla churras y merinas, esto lo añado yo por eso de reivindicar nuestra cabaña ganadera.

 

Cuando hablando de salud dos cosas me han llamado la atención. Primero, cuando Alberto Garzón dice que "las dietas ricas en grasas, sodio y azúcares provocan más muertes en su conjunto que el alcohol, el tabaco y las drogas". ¿Está asumiendo automáticamente que esa dieta, típica de países superdesarrollados, lleva carne? precisamente es en estos países donde es más fácil encontrar productos ultraprocesados destinados a veganos que se pasan tres pueblos en cualquiera de esos tres elementos. O lo que es peor aún, ¿está insinuando que comer carne es peor que consumir tabaco, alcohol o drogas?. A mí un buen chuletón bien preparado me parece una delicia, y está visto que al presidente del gobierno también, pero al menos que yo sepa es menos peligroso y sobre todo no provoca adicción.

 

Me ha chocado bastante eso de que si haces barbacoas de vez en cuando al menos "compensa los días siguientes" con una dieta rica en vegetales, fibra, blablabla, ¿y el resto de días?. Si algo he aprendido de todo el tiempo que llevo oyendo y leyendo a nutricionistas es que lo de darse un atracón y luego compensar no suele ser buena idea. Y mira que se estrujan la cabeza para darnos ideas con las que "aligerar" las barbacoas.
 

¿Es un problema medioambiental? Si
 

Aunque en este punto habría que matizar bastante lo que se dice en el video. Bien en grande aparece el dato de que la ganadería a nivel mundial representa el 14,5% de los Gases de Efecto Invernadero (GEI), ni idea de dónde lo han sacado. Por si acaso os dejo esta entrada donde ya traté el tema y esta página de la FAO que explica estupendamente el problema

 

Las distintas instituciones (IPCC, FAO, EPA entre otras) calculan que la contribución del ganado, así en general, a las emisiones de GEI a nivel mundial representan entre el 7 y el 18 % (según el enfoque utilizado para la cuantificación y el tipo de emisiones estudiadas). Aquí se incluyen los gases emitidos por la fermentación del rumen, los que libera el estiércol, los debidos a la producción de pienso y a los cambios en los usos del suelo. Y para que nos hagamos una idea, según datos del Miteco (es decir, los "colegas" de gobierno que se dedican a las cositas del medio ambiente) las cifras de emisión de GEI en España son las siguientes: el transporte supone un 27,7%, la industria un 21,4% y la generación de electricidad un 10,3%. Por su parte, la agricultura supone el 14,1% de las cuales la ganadería aporta el 9,1% y los cultivos el 4,9%. Ojo, que además cuando hablamos de ganadería no podemos olvidarnos de la producción de leche y huevos, que no son poca cosa.
 

Y si miramos este grafico, veo muy arriesgado equiparar lo que contamina las "flatulencias de las vacas, los cerdos y el pienso (sic)" (ganado + sus deyecciones= 5.8%) con lo que contamina un coche (transporte por carretera =11,9 %). Imagen tomada de un hilo muy recomendable.  


Respecto al gasto de agua en la actividad ganadera utiliza el concepto de huella hídrica “tradicional”. Este método contempla el uso de los tres tipos de agua: verde (de lluvia), azul (la utilizada para regar) y gris (para diluir la contaminación) sin entrar apenas en detalle, lo cual puede dar lugar a interpretaciones erróneas: no es lo mismo criar un ternero en los pastos gallegos que en el norte de Córdoba. Actualmente se utiliza la “huella de la escasez hídrica”, que además de considerar solo el agua azul y gris (de la que hay reservas) incorpora un índice de estrés hídrico que da una idea bastante más ajustada de lo que realmente cuesta producir un kilo de carne en distintos lugares.

 

Esta imagen me impacta tanto como la panorámica de invernaderos de Almería o unos rascacielos en mitad del desierto. Los macrocebaderos existen, pero no caracterizan a la ganadería española, que es mas de pequeños productores.

 

Una vez grabado el discurso del ministro en el jardín, o se dieron cuenta que lo mismo el sector ganadero se les iba a echar encima o alguien con un poco de criterio advirtió que no todos los tipos de ganadería son iguales. Así que decidieron meterle un parche al video para aclarar que "la ganadería extensiva es mucho más sostenible que las macrogranjas; ayuda a enriquecer los suelos y prevenir incendios y crear puestos de trabajos que protegen la economía local". No seré yo quien lo niegue, desde luego, pero quiero aclarar una cosita.
 

Aunque depende mucho del tipo de ganadería y la especie, los animales que viven en extensivo representan la mitad del proceso productivo de la carne: la vaca o la oveja paren a la cría en el campo y allí la cuidan y alimentan hasta que alcanza el tamaño o edad adecuada para cebarlo, ya sea en la propia explotación o en un cebadero. En estas instalaciones serán alimentados sobre todo a base de pienso para que vayan desarrollando musculo hasta la edad del sacrificio, por tanto esta fase ya se puede considerar ganadería intensiva . En otras palabras, la cosa no es tan simple y en nuestro medio rural existen muchos puntos intermedios entre la macrogranja y la "ganadería extensiva, familiar y ecológica". Y francamente, hacer caso al ministro y consumir carne producida en estas últimas, por mucho que me gusten, es francamente difícil y más aún en el contexto actual de crisis económica. 
 

¿Hay que buscar soluciones? Si 
 

Se puede, se debe y se está haciendo. Desde muchos ámbitos. Tal como cuento en la entrada acerca de vacas y cambio climático, se está investigando en dos puntos clave: disminuir el metano que producen los rumiantes al eructar (no al liberar sus "ventosidades") o en la manera de gestionar los estiércoles para que emitan la menor cantidad posible de este gas.

 

Cada vez se estudia más cómo reducir la emisión de GEI mediante innovación en alimentación animal.
 

Respecto al consumo de carne sería deseable que el propio ministerio, a ser posible coordinándose con Sanidad y Agricultura, informara sobre las alternativas al consumo de carne, excesivo o no. Qué fuentes de proteínas existen, cómo y quién las produce y que impacto global pueden tener, tanto positivo como negativo.

Al fin y al cabo, en el Real Decreto 495/2020, que desarrolla la estructura orgánica del Ministerio de Consumo establece en su artículo 2 que corresponde a la Secretaría General de Consumo y Juego "el impulso y coordinación de políticas públicas de consumo y alimentación saludable, ofreciendo garantías de seguridad alimentaria e información de calidad a las personas consumidoras y agentes económicos del sector agroalimentario español". ¡Tracatrá!, sospecho que alguien no tiene muy claro para qué sirve el propio ministerio que dirige.
 

Otra función es "la realización de campañas institucionales dirigidas a aumentar la información y formación de la ciudadanía en relación con las materias objeto de su competencia". He oído hablar de una campaña ministerial, pero no tengo yo claro que lo sea. Hay un hashtag bien clarito que se repite hasta la saciedad, pero no aparecen logos oficiales por ningún lado. Y si algo diferencia a una campaña institucional es que tiene logos hasta en la sopa.
 

Al final del video, Garzón, pide la opinión a la ciudadanía. Aparte de todo lo dicho, le recordaría la vieja expresión de "zapatero a tus zapatos". Como ministro de consumo también tiene encomendado "la garantía e impulso de los derechos de las personas consumidoras, en especial, de aquellas que puedan encontrarse en situación de vulnerabilidad". Se me ocurren unas cuantas tareas en las que entretenerse que SÍ son de su competencia: la proliferación de casas de juego en zonas económicamente deprimidas, el dichoso Nutriscore, la publicidad de alimentos destinados a la población infantil o, ya puestos, intentar al menos que el ciudadano medio llegue a entender algún día el recibo de la luz.

 

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lunes, 1 de febrero de 2016

SEMANA VERDE 2016: ¿QUÉ ES LO QUE COME EL MUNDO?



Aquí os dejo la segunda entrega de la crónica de la presente edición de la Semana Verde, que tanto en fotos como en contenido ha quedado mucho más "sustanciosa".


Bodegón de familia con la compra de la semana


Como ya os comenté, la ausencia de Rusia dejó muchos espacios libres en la feria.  En uno de ellos había una exhibición de fotografías que enseguida me llamó la atención: familias de diversos países posando rodeados de toda la comida que consumen a lo largo de una semana. Las imágenes iban acompañadas por diversos datos estadísticos que las complementaban: presupuesto semanal en comida (de 0,8€ en Chad a los 375€ de Alemania), porcentaje de alimentos despilfarrados, porcentajes de población obesa o que pasa hambre, etc.

Las fotos formaban parte de una exposición ofrecida por el Ministerio de Cooperación alemán basado en el proyecto "Hungry Planet: What the World Eats" ("Planeta hambriento: Lo que come el mundo"). Se trata de un libro, obra del fotógrafo Peter Menzel y la escritora Faith D’Aluisio, que muestra cómo se alimentan 30 familias en 24 países de todos los continentes; una detallada investigación sobre lo que come la gente alrededor del mundo, acompañada por unas fotografías que dan mucho que pensar. Os recomiendo que miréis las fotos, pinchando en la página de Peter Menzel, no tienen desperdicio.

En esta foto de una familia estadounidense se pueden contar con los dedos de la mano los alimentos frescos. Fuente de todas las fotos:El aderezo (imposible compartirlas desde la fuente original).


En esta foto de una familia en un campo de refugiados en Chad prácticamente se pueden contar con los dedos todos los alimentos disponibles.


La dieta de la familia mexicana estaría muy bien si no fuera por las doce, si doce, botellas de refrescos que aparecen al fondo. Y es que en México tienen un problema importante con las enfermedades derivadas de su consumo excesivo.


Estas imágenes muestran claramente cómo a mayor "desarrollo" mayor cantidad de alimento y más proporción de estos procesados/empaquetados. Incluso, si me apuras, es significativa la proporción entre alimentos de origen vegetal (verduras, frutas, legumbres, cereales) y de origen animal (carne y pescado).

Lo gracioso del tema es que, de alguna manera, algunas de las impresiones que pude sacar viendo las fotos también están presentes en la feria, como ya comenté el año pasado al comparar los stand de Estados Unidos y Uzbequistan.


El campo y la ciudad: ¿condenados a vivir de espaldas?


Y estaba yo el sábado por la mañana, entretenida en buscar explicaciones y teorías a lo que veía en esas fotos cuando me acordé que justo en ese momento en otro lugar de la feria (bastante apartado) estaban teniendo lugar las discusiones del Octavo Foro Global para la Alimentación y la Agricultura, con un lema muy interesante: "Cómo alimentar nuestras ciudades: agricultura y áreas rurales en la era de la urbanización".


Y es que cerca de la mitad de la población mundial vive ya en áreas urbanas y según las previsiones de las Naciones Unidas, para el 2050 la proporción subirá al 70%. Esas personas necesitarán alojamiento, agua, energía, educación, servicios sanitarios, empleo...y comer a diario, pero ¿cómo se podrá asegurar el suministro de comida suficiente, adecuada y segura?, y ¿qué papel jugarán la agricultura y las zonas rurales en este nuevo escenario?.


A mí, la pregunta que me surge es: tanto ahora como en el futuro hay que alimentar a todo el mundo, pero...¿en base a qué modelo alimentario?.


Hay ciudades, especialmente en países en desarrollo, que se enfrentan con dificultades para asegurar un acceso regular y adecuado a todos sus habitantes, problema que se agudizará según vaya aumentando el número de personas que llegan a la ciudades huyendo del hambre, aunque realmente la traen consigo. Hay sin embargo otros países en los que el problema es justo el contrario, la obesidad, en parte por la superabundancia de alimento y porque aunque suele existir una oferta saludable y suficiente, esta no siempre se escoge por diversos motivos.


Centrándonos en nuestro entorno, el gran problema que le veo a las ciudades es que, además de imponer un estilo de vida que ayuda poco a llevar una vida saludable, provoca a una especie de "desconexión" total de sus habitantes con el campo. Me explico:

A menudo veo las ciudades como un ente bulímico: día tras día llega comida procedente de campos y mares para abastecer mercados y grandes superficies. Una parte se consume, pero un porcentaje importante se desperdicia, como ya conté en esta entrada


Otra serie de imágenes muy sugerente la encontré en este concurso de caricaturas expuesto en la feria.  "Schnäppchen" de Marlen Hacker. Fuente: http://www.ovid-verband.de/wettbewerb/

Esa gran demanda diaria de alimento no se podría satisfacer sin recurrir a sistemas de producción intensivos, algo que recordó el mismo ministro de agricultura alemán, Christian Schmidt. Para muestra, un botón: en la tercera semana de enero, pasaron por Mercamadrid casi dos millones de kilos de carne fresca (canales de cerdo, pollo, vacuno y ovino) y todavía habría que añadir la carne procesada.  


El modelo de alimentación que llevamos en países desarrollados implica que los alimentos : tienen que estar disponibles durante todo el año, suelen sufrir un almacenamiento o transporte durante periodos de tiempo variables, y están sujetos a criterios de calidad sanitarios y estéticos. Así, una cadena importante de supermercados puede rechazar por ejemplo una partida de tomates porque superen aunque sea por milésimas un umbral de pesticidas que ellos mismos han fijado (normalmente más exigente aún que los estándares oficiales) o que no superen el calibre o el aspecto perfecto requeridos para ser comercializados. Del sabor directamente nos olvidamos, se perdió en el camino.


La consecuencia es evidente: los habitantes de las ciudades tienen una percepción irreal de cómo se producen los alimentos, y de lo que cuesta producirlos. Esa falta de información por una parte origina los mitos alimentarios muy difíciles de combatir y por otra lleva a exigirle a los alimentos abundancia, salubridad, sabor, perfección y bajo precio, todo a la vez pero sin estar dispuestos a salir del modelo alimentario actual.

A menudo, una imagen vale más que mil palabras. Esta fue la ganadora del concurso de caricaturas.

Y mientras, esa misma mañana de sábado, como todos los años coincidiendo con la Semana Verde,  una manifestación recorría las calles de Berlín en favor de la producción ecológica como alternativa a la producción intensiva. Producción que la gente asocia habitualmente con el uso excesivo de fertilizantes químicos y de pesticidas, trato inhumano a los animales de las granjas industriales, el uso excesivo de antibióticos y de pienso con OGM.

Mein preis = mi precio. Fuente: Jane Craigie (Thank you!!!).

Me hizo gracia pensar que lo que se discute en esas reuniones de ministros y en paneles de expertos (cuyas conclusiones, al parecer, se exponen en las reuniones del G20 y G8), las distintas realidades geoeconómicas y geopolíticas de los países y lo que pide la gente de la calle, van por caminos completamente distintos y cada vez más divergentes. 

Fuente: Jane Craigie.
 
Pero conviene ser positivo y quedarse con las buenas ideas. Una de las opciones que se contemplaron en el Foro fue la reverdización de la ciudad y el desarrollo de canales cortos de comercialización que den posibilidades de negocio a los habitantes del campo, particularmente a los más cercanos a las ciudades. En este punto, apostar por una agricultura y ganadería a pequeña escala, ecológica o no, cercana a los entornos urbanos me parece una solución muy interesante: el ciudadano medio podrá descubrir lo que cuesta cultivar y mantener lechugas durante todo el año, por ejemplo, pero también descubrirá su verdadero sabor, algo más amargo de lo acostumbrado, y lo mismo hasta se le hace "raro". 

Huerto urbano en Hortaleza. Los huertos urbanos posiblemente no solucionen el hambre de alimentos, pero si ayuden a saciar la necesidad de contacto con esa imprevisible naturaleza que nos da de comer (y con otras personas, añadiría).   



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