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jueves, 24 de noviembre de 2022

PERSIMON, UN CAQUI CON TRUCO 

¿Conoces los caquis? ¿los consumes habitualmente? Lo mismo hasta has escuchado que los caquis que se venden ahora no tienen nada que ver con los de antes y que ahora se llaman Persimon.

Yo misma hasta hace bien poco directamente no los consumía porque los consideraba un fruto blando y poco atractivo a pesar de no haberlos probado siquiera. Pero un buen día di ese paso y la sorpresa fue mayúscula: carne firme y sabor suave, ni demasiado dulce ni astringente.

Y es que el caqui constituye un buen ejemplo de un alimento adaptado a las demandas de los consumidores mediante técnicas de mejora agrícola, mejora genética y manipulación postcosecha. Eso ya de por sí es mérito suficiente como para que lo cuente en este blog, pero es que además justo ahora está de temporada, y lo mismo estabais necesitando el empujón de esta entrada para animaros a probarlo. 

El fruto del caqui es una baya con una forma cuadrangular muy característica. El cáliz, esa especie de "hojas" duras que tiene en la base, no se elimina porque es imprescindible para que cuaje el fruto ya que produce una hormona vegetal (citoquinina) que controla el proceso. Fuente: Webarts/Pixabay


Empecemos por el principio

El caqui es una fruta dulce y carnosa producida por un árbol (Diospyros kaki) originario de China y Japón, donde se cultiva desde el siglo VIII. Según los registros aparece en Europa en el siglo XVII, particularmente en el área mediterránea donde las condiciones agroclimáticas eran más propicias. Al continente americano (California y Brasil) llegó más tarde, sobre todo durante el siglo XX, gracias a los emigrantes procedentes de países asiáticos.

¿Sabías que el árbol que produce el caqui pertenece a la familia del ébano (Ebenaceae)? Aunque reciba el nombre de palosanto y su madera negra y pesada se utilice, no confundir con otra que se llama igual, es también oscura pero mucho más pesada y procede de Sudamérica.

Al árbol del caqui le gustan los climas cálidos de inviernos suaves. Necesita acumular pocas horas-frío (100 en concreto) comparadas con las que requieren otros frutales para florecer) y coherentemente tarda en brotar porque necesita bastantes grados-día (simplificando mucho, necesitan acumular calor). El cultivo del caqui se adapta muy bien a las condiciones del área mediterránea y en España su crecimiento ha sido espectacular; el caqui se produce sobre todo en la Comunidad Valenciana (la variedad “Rojo Brillante”) y algo en Andalucía (la variedad “Triumph” comercialmente conocida como “Sharoni”). 


Para que el caqui madure los veranos deben ser largos y cálidos, y es incluso normal que la hoja caiga antes que el propio fruto. Imagen de 刚 吴 en Pixabay


La domesticación consiste en perder y ganar

A partir de las primeras introducciones procedentes de Asia, en la cuenca mediterránea se fueron desarrollando una serie de variedades autóctonas adaptadas a las distintas zonas de cultivo, a partir de mutaciones espontáneas y la mejora genética que fue realizándose a través de su cultivo mediante semillas. 

Como cualquier especie vegetal comestible, con la domesticación se van desarrollando distintas variedades cada una con sus características propias. En el caso del caqui existen más de 2.000 variedades en el mundo, y, simplificando bastante se dividen en "astringentes" y "no astringentes"

Las astringentes son las originales, que se consumían tradicionalmente rojos, dulces... y muy blandos. Las variedades no astringentes proceden en su inmensa mayoría de Japón, pueden comerse sin esperar a que maduren, y aunque en general son menos dulces, se cultivan y consumen en medio mundo.


¿Qué tienen en común el plátano y el caqui Persimon? Piensa un poco, son frutas a las que les falta algo. Pues sí, las semillas. Aunque las flores del caqui original se fecundaban gracias a polinizadores, y en general en muchos frutos una adecuada polinización asegura la formación del fruto, esta especie puede cuajar partenocárpicamente. Este palabro procede del griego (parthenos es doncella y karpos es fruto), y se refiere a una manera de producir frutos sin que haya fecundación del ovulo. Eso significa que no se forman semillas, algo que los consumidores valoran cada vez más. Fuente: Serious Eats.
  

 Realmente el proceso botánico por el que una fruta pequeña, llena de semillas y astringente acaba compitiendo con las mandarinas en el anaquel de la frutería es suficientemente complicado como para explicarlo aquí. Quedaros con que, a cambio de ser cultivada por muchos rincones del mundo, esta fruta ha perdido sus semillas, su astringencia y parte de su dulzor.

 

¿Qué es la astringencia? 

La astringencia es una sensación de deshidratación y contracción de la lengua, que provoca esa desagradable sensación áspera en la boca. Se debe a la presencia de taninos, sustancias producidas por las plantas para evitar ser comidas. Aparte de tener un sabor amargo, son capaces de coagular algunas proteínas, entre ellas la mucina presente en nuestra mucosa bucal. 

Los taninos están presentes en el vino (tanto en las semillas, piel y rabito de las propias uvas como en la madera de las barricas donde reposa), en frutos como el membrillo, la granada (especialmente en la corteza), las nueces y nuestro protagonista el caqui. El té y el chocolate también tienen taninos y al añadir leche estos se hacen insolubles y ya no molestan. 

Las variedades astringentes de kaki presentan tal cantidad de taninos que es necesario esperar a que el fruto esté sobremaduro, ya que en ese momento estas molestas moléculas se vuelven insolubles y ya no se perciben al consumirlas. En las variedades no-astringentes estos taninos están presentes en la pulpa en su forma insoluble, por lo que se pueden consumir sin problema. 

 

Entonces, ¿cómo nos libramos de la astringencia ?

La astringencia quitaba al caqui gran parte de su atractivo. Para muchos consumidores porque cuando el fruto alcanza el punto de madurez en el que pierde la astringencia, está demasiado dulce y demasiado blando. Para agricultores y distribuidores esta circunstancia también supone un problema, ya que en ese estado la fruta es difícil de manejar, transportar y comercializar.

Si habéis llegado hasta aquí estaréis pensando, ¿y por qué no cultivamos aquí directamente los caquis japoneses no astringentes? Buena pregunta. Pues porque a pie de campo y de almacén las cosas no siempre son tan fáciles. Hay proyectos de introducción de otros cultivares de caqui que persiguen varios objetivos: que se puedan comercializar sin necesidad de “procesar” el fruto, alargar la campaña de venta y diversificar la oferta en España, actualmente muy concentrada en una sola variedad. Pero, para ello, es necesario evaluar tanto el comportamiento agronómico de estas variedades en nuestras condiciones de cultivo y como el comportamiento poscosecha que permita llegar al supermercado con la calidad necesaria.  

En España ya teníamos una variedad autóctona de caqui, el "Rojo Brillante" que al surgir por mutación espontánea de otra variedad local estaba perfectamente adaptada a la comarca de la Ribera del Xúquer (Valencia). Pero tenía el pequeño problema de ser de las astringentes, así que a mediados de los años 90 unos científicos valencianos, hicieron una visitaron a unos colegas israelies que veinte años antes habían desarrollado un método postcosecha para eliminar la astringencia de una variedad local de caquis particularmente dulce que se cultivaba allí, el “Sharon”. A la vuelta probaron a hacer lo mismo con el “Rojo Brillante” y lo consiguieron. 

Básicamente la idea en concreto era estimular la evaporación de los taninos sin que el resto de la fruta tuviese que madurar a la vez, y eso se conseguía exponiéndola al etanol (es decir a alcohol). Este efecto se consigue igualmente en un ambiente sin oxígeno, y hoy en día lo que se hace a nivel comercial es poner los frutos en cámaras en las que el dióxido de carbono (CO2) desplaza al oxígeno.  



Entonces, el Persimon, ¿qué es?

Gracias a la aplicación de las técnicas para eliminar ya era posible consumir los caquis astringentes cuando aún están duros. Este hecho confundió a algunos consumidores, algunos de los cuales llegaron a pensar que se trataba de un cruce con otras frutas de carne firme, como la manzana o incluso que se trata de una fruta transgénica.

Nada más lejos de la realidad. Simplemente tenemos una misma variedad – Rojo Brillante - de caqui que se puede consumir de dos formas distintas. Para facilitar la tarea al consumidor se creó la marca comercial registrada Persimon®, que identifica al kaki de carne firme al que se le ha aplicado el proceso para eliminar la astringencia. En contraposición se empezó a utilizar el concepto comercial “Classic” para referirse al caqui tradicional, del que por cierto sigue existiendo cierta demanda en los mercados de proximidad.

¿Sabías que prácticamente el 99% del caqui que se vende actualmente en España es la variedad “Rojo Brillante” a la que se ha eliminado la astringencia? Lo que viene siendo el Persimon. 

Cómo diferenciar un caqui “Persimon®” de Classic. Aparte de que el primero muy posiblemente venga con pegatina o identificado en su envase, hay varias pistas muy evidentes. Por su aspecto exterior: Persimon tiene una consistencia dura y color anaranjado mientras que Classic es blando y de color rojo intenso. Esto se debe al momento de recolección: el Persimon se recolecta sin madurar o semi maduro, mientras que el Classic se recolecta bien maduro. Una vez abierto, la carne del Persimon es dura y firme y de sabor suave, que puede recordar a un albaricoque o un melocotón, mientras que la del Classic es carne blanda, gelatinosa y con un sabor muy dulce. Fuente de la imagen.
 

 

Consejos de consumo 

Como no podía ser de otra manera os dejo unas pocas ideas para que aprovechéis al máximo la temporada del caqui.


En España el caqui está en plena temporada desde principios de octubre hasta finales de enero. Al iniciarse la campaña de recolección es normal que el kaki mantenga una zona verde alrededor del cáliz. Si la fruta tiene más superficie de color verde que anaranjada, seguramente estará todavía inmaduro. 

 

El kaki es una fruta muy sensible, el roce de las ramas y hojas durante el periodo de crecimiento del fruto es más que suficiente para que aparezcan defectos superficiales sobre la piel de la fruta en forma de pequeñas heridas o roces. Es también habitual encontrar zonas pardeadas debajo de la piel, pero no te preocupes porque no afecta en nada a la calidad del fruto. 

De todas maneras, cuando estés en una tienda, si el kaki se vende a granel, intenta manipularlos lo menos posible, ya que con el toqueteo fruta acaba muestre peor aspecto. Todo sea para evitar el despilfarro de alimentos.


Los “Persimon”, al estar listos para consumir, se pueden dejar algún tiempo en el frutero si te gustan más maduros; pero no esperes a que se hagan totalmente blandos, lo unico que conseguirán es perder calidad con el tiempo. Si eres aficionado a los caquis clásicos y tienes algo de prisa, puedes ponerlo junto a manzanas o plátanos para acelerar el proceso de maduración. No es aconsejable guardar los kakis en la nevera. 

 

Si se diera el caso que os habéis hecho con caquis todavía astringentes, se puede eliminar de manera casera, guardándolos en un recipiente bien cerrado pero expuestos a una bebida alcohólica. Es un proceso sencillo, química pura, pero si no quieres perder el tiempo, asegúrate que la variedad utilizada es de las que se le puede eliminar la astringencia.

 

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jueves, 2 de julio de 2015

SUDAR COMO UN CERDO




Con la ola de calor que tenemos encima, más de uno seguro que nos hemos quejado de estar "sudando como un cerdo". Pues bien, me perdonareis que os fastidie la expresión, pero es que resulta que los cerdos NO sudan.


Los cerdos apenas tienen glándulas sudoríparas por lo que no pueden aliviar su calor sudando. Su único recurso fisiológico es jadear, como los perros, pero resulta de poca ayuda.

Fuente: www.3tres3.com




Un cerdo que viva al aire libre en el campo en plena canícula haría lo mismo que cualquiera de nosotros, buscar la sombrita y un charquillo de agua para refrescarse.  Fuente: M.A. Latorre, J. Miana Unidad de Tecnología en Producción Animal. CITA de Aragón. Zaragoza. Tomadas de aquí.


Pero ¿qué ocurre en las naves de cerdos intensivas?. Allí se juntan unos cuantos animales, y ya sabemos todos lo que ocurre cuando se reúne a mucha gente en un local cerrado; aparte del olor, también se siente el calor humano. Las personas nos quejamos, sacamos el abanico o pedimos que den más caña al aire acondicionado.





El control de la temperatura es más complicado de lo que parece



¿Quién vela entonces por el bienestar de los cerdos?, muy sencillo, el ganadero. Aparte de estar obligado por la ley, es el primer interesado en que sus animales estén a gusto. Si tienen demasiado calor, a los cerdos les pasa lo mismo que a nosotros, se les va el apetito y si no comen no crecen y tardan más en alcanzar el peso necesario para su sacrificio.




Al ganadero no le interesa tener más tiempo del necesario a unos bicharracos de casi 100 kilos esparramados por el suelo, jadeando malamente, bebiendo y cagando, pero sin engordar. Foto cortesía de Arancha Mateo.


Un exceso de calor en la granja implica pérdida de dinero: no solo el crecimiento es más lento, disminuye la productividad y la fertilidad de los machos reproductores, causa problemas en la gestación y favorece la mortalidad de lechones recién nacidos. Por si fuera poco, el calor acentúa el olor y los gases nocivos (CO2, CH4, NH3) producidos por los animales.


Así que la temperatura es uno de los factores ambientales más importantes a controlar en una granja de cerdos. El problema es que el ganadero no puede girar la ruedita del termostato o darle al botón del aire acondicionado y olvidarse del tema. Y no puede por varias razones.



La primera: la sensación térmica de calor no depende solo de la temperatura; la velocidad del aire (a mayor velocidad mayor sensación de frio), la humedad ambiental (en exceso dificulta la evaporación corporal) o incluso el tipo de suelo ( también influyen. Así que todos esos factores hay que controlarlos. 


Un suelo cubierto de paja o serrín da más calor que uno de cemento o metálico.



La segunda: Las necesidades térmicas de los cerdos cambian según la fase productiva en la que se encuentren. Los lechones recién nacidos necesitan calorcito (en torno a 30ºC), las cerdas que van a parir un fresquito moderado (en torno a 20ºC) y los cerdos al final del cebo son muy sensibles al calor, teniendo su zona de confort térmico (cuando están a gustito, ni frio ni caló) entre 16 y 26°C.


La tercera: con temperaturas ambiente de más de 40ªC como hemos llegado a alcanzar, y considerando que en el interior de una nave de cerdos pueden alcanzarse temperaturas aún mayores, para conseguir una tª de 20ªC (la que, más o menos, nos recomiendan que pongamos los aires acondicionados) hay que recurrir a sistemas de climatización si o si. Y eso supone gasto de energía, inversión en equipos y en mantenimiento.






Ya que los cerdos no pueden ir a la playa, se lleva la playa a los cerdos.



El aire acondicionado directamente queda descartado: facturas de la luz que tendría que pagar el ganadero para enfriar sus naves pondrían el precio del jamón york a precio de jamón de bellota pata negra. Toca buscar otros sistemas que gasten menos energía y, como en tantas ocasiones, la naturaleza ha inspirado a los ingenieros la solución óptima.



El primer paso luchar contra las altas temperaturas es hacer bien las cosas desde el principio: diseñar la granja de manera que se caliente lo menos posible y se enfríe y ventile lo mejor posible. Esto se consigue colocando las naves para aprovechar los vientos dominantes y sobre todo aislando los edificios.

El segundo es la ventilación. Es básico asegurarla porque regula la temperatura, aporta oxígeno a los animales y elimina gases nocivos, exceso de humedad, polvo y malos olores. Se puede lograr de manera pasiva situando ventanas y aberturas en los tejados para crear corrientes de aire (igual que hacemos en casa cuando abrimos de par en par las ventanas por la noche). Como no suele ser suficiente se recurre a la ventilación forzada, que básicamente fuerza el movimiento del aire, sacando el aire viciado del interior de la nave para introducir uno limpio.


Típica nave de cerdos con sus ventanas laterales y chimeneas de ventilación en el techo. Fuente: Base de datos de la Editorial Agrícola.

Y si hace mucho calor lo lógico es que ese aire limpio que entra también esté fresquito. Esto se consigue mediante mecanismos que imitan la evaporación natural,  justo lo mismo que ocurre por ejemplo a la orilla del mar o de un rio, o en una espalda empapada de sudor: el aire caliente, al desplazarse sobre una superficie con agua abundante, evapora parte de ese agua absorbiéndose calor en el proceso, por lo que se convierte en una brisa refrescante.



Los dos sistemas más empleados para imitar este fenómeno son el cooling system (una corriente de aire que es impulsada a través de paneles húmedos) y la nebulización (atomización de agua a alta presión, justo lo mismo que ponen ahora en muchas terrazas de verano).



Una versión del cooling system. El aire es forzado a pasar por ese panel y entra fresquito en la nave. Fuente: www.bigdutchman.com



Nebulización en el interior de una nave de cerdos. Fuente: www.bigdutchman.com


Ale , ya tenéis una historieta que contar a los amiguetes, cuando estéis fresquitos, en una terraza con su buen ventilador y sus nebulizadores, tomando unos pinchitos morunos.



Ah, y buenas vacaciones a todos los que ya las estéis disfrutando.

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lunes, 26 de enero de 2015

SOBRE LA MANZANA VENENOSA QUE NO LO ERA TANTO



¿Habéis visto ese video del señor que se pone a raspar la manzana?, ¿ese que circula por todos lados y tiene tropecientasmil visitas?.  El Comidista y el Nutricionista de la General ya le han dedicado entradas, y yo también quiero aportar mi granito de arena explicando cuáles son esas sustancias “peligrosas” que salen de la piel de esa manzana.


En este mundo de las redes sociales hay dos tipos de contenidos que se hacen virales con gran facilidad: el humor y las teorías conspiranoicas. Y si estas asocian a cualquier alimento la palabra “veneno” tienen la difusión asegurada. No sé qué ocurre con la comida que nos preocupa tanto: ni el agua que bebemos, ni el aire que respiramos, ni la ropa o tantas cosas con las que también convivimos se perciben tan amenazantes. Imagino que el interés por el humor y por la comida son rasgos muy humanos.


No voy a enlazar el video de marras por no contribuir más a su expansión; sí que recomiendo la réplica estupenda que hace Mauricio Schwarz en el vídeo “La ignorancia es veneno”. Así veis ambos de una vez.





De todas maneras, y por si acaso, os lo resumo: se trata de un señor que se pone a raspar una manzana, obteniendo una sustancia blanca, que no sabe muy bien lo que es. Pudiera ser cera, y para comprobarlo recurre al método empírico de quemarla, como huele raro pues directamente concluye que es plástico, petróleo o algo peor. Y a partir de ahí da rienda suelta y comparte sus temores sobre salud, alimentos, autoridades complacientes, etc.


Sea lo que sea que haya sacado de la manzana, se trata de un recubrimiento perfectamente comestible,  muy posiblemente hecho a base de cera.  Pero como hay muchas sustancias distintas que se pueden utilizar, creo que os resultará interesante conocerlas.



En algunos frutos oscuros como las ciruelas o los arándanos se puede apreciar muy bien la capa natural de cera, pruina, que fabrican muchas frutas. Al lavarlas para eliminar restos de barro o tratamientos fitosanitarios, pierden su propia cera y hay que sustituirla por otra. Fuente: BF Editorial Agrícola.



¿Por qué se utilizan los recubrimientos?


Principalmente para evitar las pérdidas tras la recolección. Tras ser cosechadas, las frutas y hortalizas pueden perder calidad por muchos motivos, incluso hasta el punto de ser rechazadas para su venta. Esto supone pérdidas económicas, tanto para el agricultor como para los distribuidores que transportan, almacenan y llevan la fruta al consumidor final. Como ya explicamos en esta entrada, el medio ambiente también pierde con la generación excesiva de residuos agrarios y alimentarios.



Las frutas y verduras formaban parte de un ser vivo y, aún separadas de él, siguen vivas durante un tiempo “apurando sus días” hasta que acaban descomponiéndose. Poco a poco van consumiendo sus azúcares de reserva para obtener energía (gracias a la respiración celular, conjunto de reacciones que implican tomar oxígeno y liberar dióxido de carbono), producen sustancias no deseadas y, para colmo, pierden agua.


Para retrasar el deterioro, las frutas se almacenan en cámaras de frio. Este hace que la respiración sea más lenta y que le cueste más crecer a los microorganismos presentes en la superficie de los frutos. Como a veces el frio puede dañar algunos frutos, también se recurre a  las atmósferas controladas o modificadas, en las que se altera la concentración normal de O2 y CO2, o se añaden hormonas vegetales reguladoras del proceso de maduración. Todo para decirle al fruto: “estate quietecito sin madurar”.


Las pérdidas de agua desde el fruto al exterior, esas que hacen que se arrugue la piel, son también importantes, por lo que es necesario controlar también el grado de humedad de las cámaras de almacenamiento.


Planta de procesado de manzanas. Antes de aplicar el recubrimiento, la fruta ha de estar completamente limpia y seca. Fuente: Jesús López/BF Editorial Agrícola.


Pero en algún momento los  frutos tienen que salir de su cueva para pasar al mostrador, donde las condiciones cambian radicalmente. Algunos productos muy delicados, se envasan para poder mantener unas condiciones similares a las de la cámara y que duren más en buenas condiciones; seguro que más de una vez habréis leído eso de “envasado en atmósfera protectora”. Su inconveniente es que conllevan un mayor coste económico y un aumento de residuos plásticos. Y aquí es donde los recubrimientos con ceras ganan la partida.



¿Cómo funcionan?


A grandes rasgos, al recubrir los frutos se pone una barrera a los gases para que les cueste más entrar o salir, así la respiración va más lenta y la fruta dura más. La barrera no debe ser completamente impermeable porque si no entra oxígeno, las células de la fruta recurren a la fermentación para obtener energía y eso no interesa lo más mínimo.


Otras dos funciones importantes son proteger al fruto de rozaduras y retener en su interior los aromas propios del fruto o las hormonas que inducen a la maduración de sus vecinas.


En  algunos casos de frutas con cáscara no comestible, como los cítricos, a la cera se le añaden productos fungicidas que retrasan o impiden la podredumbre provocada por mohos. Posiblemente se hace así porque al quedar estas sustancias también protegidas, su efecto dura más tiempo y hay que aplicar menos cantidad. Así que, aviso a cocinillas y reposteros, lavadlos bien antes de rallarlos.




¿Qué tipo de ceras se utilizan?


En primer lugar, se utilizan únicamente una serie de recubrimientos comestibles permitidos por la UE. Decir, como nuestro amigo del video, que la manzana lleva  plástico, está entre el mito y la generalización;  algo así como afirmar que los españoles nos echamos una siestecita a diario.


En general, estos recubrimientos comestibles (y por tanto recogidos en el Codex  Alimentarius) están compuestos de ceras naturales, lacas o compuestos de celulosa y proteínas. Todos ellos, aplicados individualmente o combinados entre sí (para adaptarse mejor a las características de cada fruto), forman el envase ideal, ya que puede ser consumido con el producto, y una vez en la basura es completamente biodegradable.



Tenemos “ceras”: una sustancia muy abundante en la naturaleza y que los propios frutos fabrican para protegerse.


Se utilizan “ceras” de origen vegetal - por ejemplo la carnaúba (E- 903) (Copernica cerifera) palmera que crece en el norte y noroeste de Brasil -, de origen animal como la de las abejas (E-901) o mineral como la montana (obtenida a partir de lignitos) o la parafina (cuya fuente principal es el petróleo). Como no, también las hay “de síntesis” como el polietileno oxidado, o la cera microcristalina (E- 905c). De todas estas, ¿cuáles se considerarían plásticos y cuáles no?, ni idea, la química orgánica no es precisamente mi fuerte, así que no voy a meterme en ese jardín.


Las “resinas” por su parte aportan brillo y ayudan a que el recubrimiento se adhiera al fruto. Una de ellas es la colofonia, que se obtiene a partir de la resina de los pinos, no está permitida en la UE (al menos su uso directo). Sí que se utiliza mucho la goma laca (E-904), producida por un insecto tropical tipo cochinilla que vive en las selvas de India e Indochina (digo yo que habrá “granjas” de este bichito).


Como la tecnología va cambiando, en parte motivada por las demandas de los consumidores, se han desarrollado “recubrimientos comestibles” a partir de polisacáridos, proteínas, aceites y otras sustancias (que no especifico para no aburriros), disponibles en abundancia sin necesidad de irse a la selva tropical. Recubrimientos que permiten incorporar aditivos alimentarios (agentes antimicrobianos, antioxidantes, sales minerales, etc.) que retardan el envejecimiento del fruto. Eso sí, aportan menos brillo que las ceras y las resinas.




¿Son necesarias realmente?


Pues dependerá de si eres distribuidor o consumidor , y en este caso, de qué tipo seas. 


Desde el punto de vista del distribuidor, creo que está claro, son imprescindibles en tanto que ayudan a reducir las mermas en frutas y verduras, y consecuentemente perder menos dinero. Como consumidor, la respuesta dependerá de tus hábitos y preferencias: si eres de los que haces la compra una vez al mes en una gran superficie (la inmensa mayoría de curritos) o eres de los que compras cada poco tiempo a un proveedor de fruta y verdura que no utilice recubrimientos (por ejemplo pequeños productores que vendan toda su producción a mercados cercanos).


Otra de las ventajas que se atribuyen al encerado es que mejora el aspecto general de la fruta, haciéndola más atrayente al consumidor. Digo yo que será verdad que el consumidor medio prefiere estas piezas, brillantes, repulidas y perfectas, porque se asocia el buen aspecto a una fruta más sana o de mejor calidad. ¿Que cuáles son mejores y más sanas? Al margen de que ambas cumplan con los requisitos sanitarios establecidos para venderlas, cada cual que pruebe y decida la que más le gusta o le conviene, ya que la calidad se puede valorar de muchas maneras.


Manzanas en una gran superficie, grandes y lustrosas. Fuente: Archivo propio.



Estas otras, más normalitas, se vendían en la feria de Biocultura. Fuente: archivo propio.




Las frutas en el árbol pueden brillar mucho, poco o nada, dependiendo del tipo de cera que produzcan. A esto hay que añadir restos de barro o de tratamientos . Fuente: Jesus López/BF Editorial Agrícola.



En conclusión, ya sabes qué es esa sustancia blanca que cubre la manzana, para qué se utiliza y qué hacer si no quieres comértela: pelar la pieza, lavarla o comprarla a alguien que no la utilice. Pero por favor, no dejes de comer manzanas, y menos por hacer caso a alguien con pocos argumentos sólidos y mucha ignorancia.


Actualización: Este tema ha dado para tanto que Gominolas de Petróleo también le ha dedicado una entrada, con mucha más información y muy bien explicada . Si tenéis tiempo y curiosidad merece la pena echarle un vistazo.




Para hacer esta entrada he tomado información de:



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